El Forjista

Biografía de Mariano Moreno

La Revolución según Mariano Moreno

Capitulo 8 - Conmoción en el Virreinato

 

El levantamiento del 1° de enero de 1809

Mientras en Montevideo se había instalado una Junta como las de España, en Buenos Aires también había hombres que querían instaurar ese sistema de gobierno. Entre ellos estaba los que consideraban que las juntas debían estar formadas exclusivamente por españoles, otros que también participaron en el levantamiento, vieron en él la posibilidad de terminar con los virreyes y establecer un gobierno que tuviera mayor participación popular.

Los patriotas adoptaron disímiles actitudes en el conflicto que dividió a la sociedad virreinal. Algunos como Moreno, apoyaron el levantamiento contra Liniers. Otro sector patriota, pero de ideas más conservadoras, tal el caso de Saavedra, apoyó decididamente al virrey y evitaron su inmediata caída, todo el mérito que Saavedra vio en Liniers se relacionaba con que había sido el principal organizador del ejército.

El 29 de diciembre de 1808, el Cabildo trató el tema de los vales patrióticos decretado por Liniers para recaudar fondos para sostener al ejército, esto molestaba a los comerciantes españoles, que tenían en Alzaga a su mayor exponente. El Cabildo, dominado por Alzaga y sus seguidores, se opuso a la medida de Liniers. Moreno era colaborador del Cabildo por lo que tuvo en esos días una posición favorable a los plantes de ese organismo.

En la misma sesión el Cabildo pasó a tratar el casamiento de la hija del virrey, lo que fue utilizado como una excusa para obtener la renuncia de Liniers. De acuerdo a las Leyes de Indias, el casamiento debía ser autorizado por el Cabildo, requisito ni cumplido por Liniers.

El Cabildo consultó a Mariano Moreno, quién opinó como abogado, que el virrey debía cesar en sus funciones, pero la Audiencia, que respondía a los sectores más reaccionarios de la colonia, decretó que la tesis de Moreno debía ser rechazada y se decidió apoyar al virrey.

El embate contra Liniers debía culminar el 1° de enero cuando se debía elegir, como todos loa años para esa fecha, a los nuevos componentes del Cabildo. La táctica consistía en elegir a los declarados enemigos del virrey para que este se viera en la obligación de rechazarlos.

El 31 de diciembre el Cabildo rechazó el nombramiento como Alférez Real de Bernardino Rivadavia, nombrado por Liniers, entre los argumentos para la impugnación se señalaba: “ No tiene carrera, es notoriamente de ningunas facultades, joven sin ejercicio sin el menor mérito y de otras cualidades que son públicas en esta ciudad”. El autor de este retrato no fue otro que Mariano Moreno.

Al comenzar aquel 1 ° de enero las tropas adictas al Cabildo ocuparon la plaza. Reunidos los capitulares hicieron conocer al virrey el rechazo del nombramiento de Rivadavia, decisión que Liniers aceptó. Posteriormente le hicieron conocer la lista de los nuevos capitulares, pero para sorpresa de los hombres del Cabildo, Liniers también los aceptó. En realidad el virrey estaba aconsejado por Saavedra para actuar de esa manera, como forma de ganar tiempo y realizar las acciones en defensa del gobierno.

Los rebeldes quedaron sin argumentos, decidiendo marchar hacia el Fuerte a pedir sin más preámbulos, la destitución de Liniers, en la delegación también marchó Moreno, quién estaba totalmente comprometido con el alzamiento. Luego de largos conciliábulos con la participación del obispo Lué en carácter de mediador, Liniers aceptó renunciar, pero en ese preciso instante intervinieron las tropas al mando de Saavedra, logrando desalojar la plaza de tropas rebeldes. Saavedra se dirigió al lugar de reuniones y logró conjugar el peligro, restituyendo el orden.

Los capitulares rebeldes fueron encarcelados y enviados a Carmen de Patagones, tiempo después Alzaga logró escapar de la prisión con ayuda de una misión enviada por De Elío desde Montevideo, en esta ciudad fue recibido como un héroe.

La junta que el Cabildo rebelde proyectaba designar estaba compuesta en su totalidad por españoles, a excepción de los dos secretarios que eran criollos, se trataba de Julián de Leyva y Mariano Moreno.

A pesar de participar en la revuelta, Moreno mantenía diferencias con Alzaga, lo acusaba de haber actuado con escasa convicción, pero fundamentalmente le cuestionaba la escasa participación que le permitía a los criollos. Esta era una característica común a la casi totalidad de los españoles, fueran liberales o absolutistas, todos ellos desconfiaban de los nativos de América.

Los sectores más recalcitrantes de las colonias americanas se oponían a la instalación de Juntas en América, derecho que sí reconocían en España. Abascal, el virrey de Perú; Francisco de Paula Sanz, gobernador de Potosí; Benito Maria Moxó, arzobispo de Chuquisaca; todos ellos eran declarados enemigos de las juntas y de todo aquello que significara participación del pueblo, especialmente si de americanos se trataba.

La mayoría de los patriotas, al igual que el partido de Alzaga se consideraban enemigos de Liniers, pero el temor de Alzaga a dar participación a los criollos, impidió que la totalidad de los patriotas se volcaran a favor de la revuelta, este factor decidió su suerte. Moreno que era uno de los espíritus más independiente entre los patriotas siguió creyendo en el sistema de juntas y en la posibilidad que ellas se transformaran en un trampolín para los intereses de la revolución americana.

La participación de Moreno en este levantamiento desmiente la afirmación de algunos historiadores, en el sentido que no tuvo participación política hasta el 25 de mayo de 1810.

Una vez vencida la resistencia de los rebeldes, llovieron sobre Buenos Aires, felicitaciones a Liniers por su triunfo, que en realidad era obra de Saavedra. Los personajes más reaccionarios se alborozaron al conocer la noticia, el gobernador de Córdoba, Gutiérrez de la Concha, al igual que Abascal y Paula Sanz, elogiaron al virrey por haber impedido la instalación de una junta en Buenos Aires.

Los jefes del ejército se encolumnaron tras Liniers, en general se trataba de personas de una buena posición económica y de un pensamiento más bien conservador, sólo aceptaban los cambios cuando eran inevitables.

La rebelión de ese 1° de enero fue definida por Ernesto Palacio de esta manera: ”Si el movimiento del 1° de enero puede considerarse precursor ... el impulso renovador no se encontraba en el partido de Liniers, sino en el de Alzaga. Liniers y sus sostenedores representaban la timidez y la reacción”.

Nuevamente vemos a Moreno del lado de las transformaciones, siempre, hasta su muerte, será así.

 

Revolución en el Alto Perú

La noticia del apresamiento del rey español llegó a Chuquisaca el 17 de septiembre de 1808. El 11 de noviembre llegó José Manuel de Goyeneche, enviado de la Junta de Sevilla, pero que también trajo planes que concordaban con los proyectos de Brasil de instaurar a Carlota en el Virreinato.

Goyeneche que era criollo, entró en contacto con los españoles más reaccionarios, como el arzobispo Benito de Moxó, fanático partidario de la aristocracia, también se acercó a Ramón García Pizarro, presidente de la Audiencia. Las intrigas de Goyeneche pusieron en alerta a los patriotas altoperuano, una de las cuestiones que más les preocupaban era la posibilidad entrega de las colonias españolas a los portugueses.

Los patriotas comenzaron a reunirse, entre ellos estaban los hermanos Zudañez , Bernardo de Monteagudo, y otros. Se juntaban en una tienda que era propiedad de Monteagudo y entre sus objetivos estaba la de contrarrestar las intrigas de Goyeneche y sus aliados.

El 25 de mayo de 1809, Pizarro ordenó encarcelar a los patriotas, en especial a los hermanos Zudañez. Uno de ellos fue tomado prisionero, lo que motivó la inmediata reacción popular, se armaron con piedras y palos, y alguno que otro fusil, para hacer frente a las tropas que comandaba el presidente de la Audiencia.

La agitación fue creciendo con las horas, en las calles los patriotas encendían fogatas, ante esta firme actitud, Pizarro optó por liberar al detenido en un intento de calmar a los más exaltados, sin embargo el pueblo cansado de tantos años de despotismo, no se detuvo.

Pizarro fue tomado prisionero, lo mismo que el arzobispo Moxó. Los revolucionarios empezaron a enviar a sus principales hombres a otras ciudades para propagandizar los hechos de Chuquisaca: Monteagudo y otros revolucionarios fueron enviados a Potosí.

Michel, enviado de Chuquisaca a La Paz, se reunió con Pedro Domingo Murillo el 15 de julio y acordaron producir un levantamiento al día siguiente, entre los que tomaron parte de él se encontraba el cura Medina, primo de Monteagudo. Buena parte de los soldados estaban de acuerdo con la causa del levantamiento, que tuvo características mucho más revolucionarias y populares que el de Chuquisaca.

Los patriotas de La Paz lograron controlar el cuartel y encarcelaron al gobernador Dávila. Posteriormente realizaron un Cabildo Abierto tomando una serie de decisiones trascendentales, entre las cuales se destituía al gobierno, se quemaron las cédulas de los deudores al fisco y concluyeron redactando un Acta de Independencia por la cual “juran y declaran defender con su sangre y fortuna la independencia de la Patria”.

El 24 de julio se reunió la Junta Tuitiva formada por quince vocales y presidida por Murillo, dando a conocer una declaración que marcaba con total claridad el estado de ánimo de los revolucionarios paceños,“Ya es tiempo, de organizar un sistema nuevo de gobierno fundado en los intereses de nuestra Patria altamente deprimida por la bastarda política de Madrid. Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad de estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía”.

Murillo comenzó a reunir tropas y prepararlas para el combate, pues se acercaba hacia La Paz, los ejércitos enviados desde Lima por Abascal, al mando de Goyeneche con 5.000 hombres, y los enviados por Cisneros desde Buenos Aires, al mando de Nieto con 1.000 hombres.

Goyeneche derrotó a los revolucionarios y entró a La Paz, instaurando un régimen de terror, y desató una represión con una saña similar a la que se había empleado varios años antes para reprimir la insurrección india de Tupac Amarú.

Los principales jefes revolucionarios fueron encarcelados, torturados y asesinados. Murillo fue muerto en la plaza pública, los cuerpos ahorcados de los caudillos patriotas fueron expuestos varios días, a manera de escarmiento para la ciudad rebelde. Varios inocentes también cayeron bajo la garra de Goyeneche, aquellos pocos que lograron salvarse de la muerte fueron confinados a Malvinas o desterrados a España.

Valen estos hechos para demostrar a lo que se arriesgaban los revolucionarios cuando se enfrentaban al poder de los absolutistas españoles. Esto debe tenerse en cuenta para comprender cabalmente la decisión revolucionaria con que actuó Moreno contra los enemigos de la Patria. Cuando se lo acusa a Moreno de haber sido defensor del terror, no se tiene en cuenta que los absolutistas lo habían impuesto desde su llegada a estas tierras.

La falta de decisión en algunos casos, las divergencias entre los patriotas y sobre todo la inferioridad militar, fueron las causales de la derrota de los revolucionarios de La Paz. Pero a pesar de haber sido vencidos, este intento liberador marcó el camino a los patriotas de toda América, que poco tiempo después siguieron el camino de los mártires de La Paz.

Al conocerse la noticia de la represión en La Paz, los hombres implicados en el levantamiento de Chuquisaca optaron por rendirse. Con ellos la represión fue mucho más suave, dado que muchos de ellos eran españoles y no habían llegado a plantear la independencia, que tanto asustaba a los funcionarios coloniales.

Uno de los principales agitadores en el Alto Perú, fue el joven abogado tucumano Monteagudo, quién actúo más tarde en el partido morenista, llevando adelante las ideas de Moreno luego de su muerte. También fue ministro de San Martín y luego colaboró con Bolivar. Bernardo Monteagudo fue uno de los hombres que más hizo por la independencia americana.

En Buenos Aires, al tomar conocimiento del comportamiento de las fuerzas realistas en La Paz, creció la indignación contra el virrey Cisneros que había enviado tropas para reprimir el movimiento revolucionario.

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