El Forjista
Figuras de nuestra historia fueron capaces de despertar en amplias capas de la sociedad amores y odios profundos, pero pocos casos como el de Eva Perón, que fue el objetivo de un resentimiento enfermizo que hizo que un puñado de militantes llegaran a estampar en una pared ¡Viva el Cáncer! Cuando se supo que Evita padecía esa maldita enfermedad.
Algunos testigos comentaron que hubo hogares donde se descorcharon botellas de champagne para festejar su muerte y hasta necesitaron profanar su cadáver una vez producido el golpe de Estado que derrocó a Perón para intentar borrar de la memoria del pueblo aquellos años venturosos para las grandes mayorías.
Sobre los insultos y las descalificaciones como yegua recibida en el conflicto con el campo, Cristina dice: “Los sojeros me hacían reír mucho por su extremo machismo y gorilismo. Sin embargo, lo que definitivamente sí me da pena es el odio de una mujer de clase media o clase baja. Los insultos de la clase alta no me afectan, hasta me divierte”.
Recuerda cuando Biolcati fue a cacerolerar a la puerta de la residencia de Olivos sus insultos le divertían, los más reiterados eran: yegua, puta, montonera y chorra: “Me cuesta más entender racionalmente los agravios de la clase media aspiracional. Elisa Carrió es el perfecto ejemplo: quiere parecer lo que no es, pertenecer donde no pertenece”.
Pero mientras en los pequeños círculos de las clases altas y de la clase media anidaba ese sentimiento necrófilo y desquiciado, eran millones los que la sintieron como parte de su propia familia, la que era capaz de sentir como propio el dolor y los padecimientos de los pobres, los desprotegidos y los desamparados.
Con Cristina ocurrió algo similar, aún cuando su gobierno no había realizado nada para perjudicarlos, sectores de la clase alta y de la clase media, comenzaron a mostrar un rechazo irracional hacia su persona lanzando todo tipo de descalificaciones como puta, montonera, chorra, dictadora o asesina.
Los medios de comunicación fueron el canal para generar ese estado de crispación alentado por falsas noticias y acusaciones sin ningún rasgo de veracidad pero que luego de haber inoculado ese odio todo podía parecer creíble, hubo sectores de la sociedad que necesitaban de ese alimento cotidiano de información basura, la verdad no era importante sino confirmar las sospechas.
Así lo explica en Sinceramente: “Las corporaciones son el verdadero origen de todo ese ataque, porque sintieron que puse en jaque sus privilegios…”
Se instaló el odio para justificar la persecución de la que fue objeto una vez dejado el gobierno que no se limitó a ella sino que se extendió a su familia y a muchos funcionarios de su gobierno.
El 9 de diciembre de 2015 en ese acto multitudinario y único en que el pueblo despidió a Cristina para mostrarle no sólo su amor sino sobre todo su agradecimiento por lo que habían sido doce años y medio de un gobierno popular al servicio de los argentinos y de conquista cotidiana de derechos, al llegar a su departamento en el barrio de Recoleta había un grupo de vecinos esperándola para expresarle su repudio, Cristina durmió esa noche en el departamento de Florencia.
Con absoluta lógica Cristina se interrogaba: “Me preguntaba ¿por qué, en lugar de ir a mi casa a insultarme, no fueron a festejar a la casa de Macri que al otro día asumía como presidente? Tal vez ahí se explica en parte, la irracionalidad del odio de un sector social en la Argentina y el amor de otros.”
La respuesta a esa pregunta puede estar que en verdad nunca existió el macrismo, como nunca existió un movimiento que apoyara a las dictaduras que nos gobernaron, como Lonardi, Aramburu, Onganía, Lanusse, Videla, etc., lo que existió en verdad fue antiperonismo o más recientemente antikirchnerismo, es decir una porción de la población que no tiene claro lo que quiere y lo único que anida en sus almas y corazones es un profundo odio hacia el pueblo.
Veamos lo que nos dice Cristina sobre este sentimiento: “El odio se construye para manipular, pero pivotea sobre sentimientos y resentimientos de sociedades cada vez más mediatizadas. Sobre la envidia, sobre las frustraciones y sobre los fracasos de muchos seres humanos que necesitan odiar al otro, al que ellos creen diferente por su ideología, por el color de su piel o peor aún: porque alguien los convenció de que ese otro u otros son los responsables de las cosas que les pasaron o de las que le pueden pasar”.
Una vez que se logra insuflar el odio hasta se puede lograr que esa persona actúe contra sus propios intereses como ocurrió con muchos de los votantes de Macri, que engañados con promesas que nunca iban a cumplir, se vieron seriamente afectados por la pérdida del trabajo o una drástica reducción de su nivel de vida.
Por supuesto están quienes piensan, planifican y se encargan de diseminar ese odio utilizando a periodistas que lanzan noticias falsas, programas de televisión que supuestamente no son de política pero que después de una receta de cocina se despachan con un mensaje de odio.
La persecución de la que fue objeto no sólo ella sino su familia tuvo consecuencias en la salud de Florencia, así lo explica en su libro: “el estrés al que fue sometida Florencia, en una persecución judicial y mediática por ser mi hija y la de Néstor, había desbastado su cuerpo, que no estaba funcionando bien”
Cristina explica que el estrés postraumático que padece Florencia es muy parecidos a lo que sufre un soldado cuando regresa de la guerra, precisamente asocia eso al periodismo de guerra que un integrante del diario Clarín utilizó para describir el accionar de ese grupo durante los gobierno de Cristina de la cual Florencia era una víctima por los ataques de los medios y la justicia, ambos bajo las órdenes del gobierno de Macri.
El tratamiento que la prensa brindó a Cristina y a Macri es absolutamente diferente, mientras que los hijos de Cristina han sido vilipendiados por los medios y objeto constante de falsas noticias, no se conoce que es de la vida de los hijos de Macri, ni siquiera se sabe los nombres de los tres hijos mayores que además son los herederos de una cuantiosa fortuna y ser hijos de un presidente que realizó un pésimo gobierno que endeudó al país y empobreció a los argentinos.
Pero ese odio hacia Cristina y su familia, fue compensado por un inmenso amor que una porción muy importante del pueblo argentino le brindó en cada una de las oportunidades que tuvo, lo hizo aquel 9 de diciembre de 2015 en su despedida del gobierno, lo siguió haciendo cuando se debió presentar por primera vez en Comodoro Py producto de la persecución de los jueces Bonadío y Ercolini, y lo que sigue haciendo actualmente en cada presentación de Sinceramente que se han transformado en verdaderas fiestas populares.
Escribimos esto después de las elecciones PASO del 11 de agosto de 2019 y de las elecciones del 27 de octubre, donde la fórmula en la cual Cristina es candidata a vicepresidente obtuvo una contundente y resonante victoria, creemos que gran parte de ese triunfo se debe a lo que se conoce como núcleo duro del kirchnerismo que supo hacer oídos sordos a las calumnias y difamaciones de la prensa canalla, que con una conmovedora lealtad continuó apoyando firmemente a esa mujer a la que considera líder del Movimiento Nacional, Popular y Democrático que vino a restaurar derechos que las clases privilegiadas pretendían desconocer.
En el libro Cristina reconoce ese cariño que la acompañó en los últimos años: “Todos ellos son los que me acompañan y me dan fuerzas. Los que me miran, me abrazan y que muchas veces, casi con desesperación, me piden que siga en pie y que no me detenga. Es que vivir la vida-con tus ideas, con tu historia, con tus sentimientos, con sus necesidades-, para millones de argentinos y argentinas, se ha convertido en un calvario”.
Ha sido ese pueblo al que ella pretendió empoderar el que la acompaña y le trata de trasmitir su fuerza para que no decaiga en su lucha a pesar de las trampas y las calumnias porque “Sé que lidero las esperanzas de millones de hombres y mujeres que padecen la cotidiana frustración de vivir y ver su país a la deriva”
Los verdaderos líderes y Cristina lo es, saben que la relación con el pueblo es un ida y vuelta, un constante intercambio de ideas y sentimientos, de apoyarse mutuamente, fue ese pueblo el que dio fuerzas a Cristina, pero también ese pueblo no cejó en su resistencia al neoliberalismo porque sabía que había una líder en la que podía confiar.