El Forjista
“La guerra silenciosa” está compuesta por cinco novelas que dan testimonio de esa gesta del campesinado indígena peruano de la que Scorza fue un testigo directo y que le valieron persecuciones y exilio.
Fue silenciosa porque a pesar que su lucha lleva siglos no tiene cabida en la historia oficial del Perú, este país es uno de los que participó en mayor cantidad de guerras exteriores entre los países latinoamericanos, esas guerras fueron detalladas minuciosamente en los libros de historia, pero hubo otra guerra, que no aparece en los libros, contra los indígenas que se resistieron al despojo constante de sus tierras y que fueron cruelmente masacrados. Así como en Argentina se ha desatado una discusión sobre la necesidad de revisar la historia impuesta por el liberalismo, Perú también necesita de intelectuales comprometidos con los desposeídos como Manuel Scorza para sacar a la luz esa historia silenciada.
Perú perdió ocho guerras según la cuenta de Scorza, pero en cambio tiene una gran cantidad de guerras ganadas contra los mismos peruanos. En la no declarada guerra contra Atusparia, líder indio de la revuelta de 1885 murieron 1000 indígenas, los cuales no aparecen un muchos libros de historia pero sí se mencionan los 66 muertos por la guerra contra España en 1866. En 1924 el capitán Salazar encerró y quemó vivos a 300 habitantes de Chaulán, en 1932 fueron muertos 5 oficiales en Trujillo, como represalia fueron fusilados 1000 indígenas.
Hace un tiempo se estudiaba en los libros de Alejandro Deustua que: “Las desgracias del país se deben a la raza indígena que ha llegado al punto de su descomposición biológica. El indio no es ni puede ser otra cosa que una máquina”.
El racismo de las autoridades está constantemente presente en los libros de Scorza, ante el reclamo de un campesino un militar le responde: ”Yo he servido en casi todos los departamentos. Nunca he conocido un indio recto. Ustedes sólo saben quejarse: mienten, engañan, disimulan. Ustedes son el cáncer que está pudriendo al Perú”.
Elías Tacunán era el líder del Movimiento Comunal en el que militó Manuel Scorza, sufrió una gran cantidad de arrestos, en la cárcel su situación se agravaba por el asma que lo afectaba, cuando sus compañeros solicitaban al guardia que llamara al médico para atenderlo recibían por respuesta : “…¡te atreves a molestarme por un indio? ¡Ojalá se muera! ¡Ojalá murieran todos los indios del Perú!”.
También se puede leer que un hacendado afirmaba: “Los americanos solucionaron el problema exterminando a los pieles rojas. Los españoles se equivocaron permitiendo sobrevivir a los indios. Esa gente sólo se ocupa de tener hijos. Aumentan cada día".
Midendorff fue compañero de Humbolt, de paso por la zona de Huaraz en 1885 donde poco antes se había producido una rebelión indígena, contó que conoció a un hacendado que había participado activamente en el asesinato de indígenas y relataba esos sucesos como si se tratara de una cacería de animales, además el visitante se sorprendía cuando recorría la hacienda con el dueño porque los indios se arrodillaban ante su presencia.
Paralelamente a las matanzas, el Perú fue saqueado en su riqueza como ocurrió en toda Latinoamérica, entre 1900 y 1911 se extrajeron del Perú 4.000 toneladas de caucho, a raíz de esa explotación murieron 30.000 indígenas de la región de Putumayo, a razón de 7 vidas por toneladas.
Llama la atención que la inauguración de cada cementerio en la región de los Andes Centrales coincida con la fecha de las rebeliones, la represión desatada producía una cantidad de muertos tales que surgía uno nuevo porque el anterior no daba a vasto. Esto mismo es lo que lo hace afirmar a Scorza que esa zona es la única sobre la Tierra que cuenta con una estación más: primavera, verano, otoño, invierno y masacre; así de habitual se había convertido la costumbre de aniquilar indígenas, derecho que creían contar los hacendados para desprenderse de los peones que no eran suficientemente sumisos.
En la rebelión de 1924 en una población de Puno a los maestros se les cortó las orejas para que dejaran de escuchar las peligrosas ideas de rebelión. Un regimiento enviado a reprimir ese levantamiento que estaba comandado por un coronel de origen indio y que tenía la orden de fusilar a todos y quemar los pueblos, se negó a participar de la masacre y se puso de lado de los campesinos. El jefe de ese regimiento era el coronel Edelmiro Gutierrez que adoptó el nombre Rumimaki que significa Mano de Piedra, enfrentó al ejército, pero lo capturaron y fusilaron.
Hasta ahora hemos mencionado a los hacendados pero deberíamos introducir el término gamonal para referirnos a los terratenientes que conforman un sistema semifeudal y que creían contar con el derecho sobre la vida y la muerte de sus siervos y peones. Por extensión el término gamonalismo se utilizaba para hacer referencia a sistema de dominación que Mariátegui definió de la siguiente manera: “El término ‘gamonalismo’ no designa sólo una categoría social y económica; la de los latifundistas o grandes propietarios. Designa todo un fenómeno. El gamonalismo no está representado sólo por los gamonales propiamente dichos. Comprende una larga jerarquía de funcionarios, intermediarios, agentes, parásitos, etc. El indio analfabeto se transforma en un explotador de su propia raza porque se pone al servicio del gamonalismo”.
Parte de ese gamonalismo lo constituye el Estado puesto al servicio de la oligarquía y las multinacionales para someter al campesinado y a la minoritaria clase obrera. Las Fuerzas Armadas no son sino el brazo armado en ese sistema que busca resguardar el orden interno antes que combatir a ejércitos extranjeros, de igual manera que se conforma un Poder Judicial donde los campesinos nunca ganan un litigio contra los hacendados, y las remotas veces que ocurre es para beneficio de sus abogados.
Si bien es posible ver la continuidad de su poder en las cinco novelas, ya en “Redoble por Rancas” el primer libro, quedan en evidencia, esos dos símbolos de ese dominio sobre los indios y el pueblo peruano representado en el Juez Montenegro y la empresa multinacional norteamericana, la “Cerro Pasco Corporation”, sobre la que debe aclararse que no forma parte de la invención del novelista sino que fue una de las empresas que participó activamente del saqueo de la riqueza del Perú.
El juez Montenegro
Aún dentro de esta tragedia que por momentos agobia producto de un inhumano sistema de explotación, Scorza recurre constantemente al humor, el cual se filtra por los intersticios a pesar de las penurias del relato. El Juez Montenegro que además de dictar justicia de acuerdo a su arbitraria voluntad, también era uno de los gamonales más poderosos de la región y en consonancia con esa posición utilizaba de sus sentencias para que los campesinos perdieran sus tierras y los hacendados, incluido él mismo, las ganaran. El Juez constituía un elemento central de ese dispositivo de expoliación de las comunidades indígenas.
No había en la Región poder superior al del Juez Montenegro, esa situación le permitía actuar de acuerdo a sus caprichos, una de sus costumbres era la de abofetear públicamente a quién actuara o dijera algo que el Juez pudiera interpretar como una ofensa. Un gesto o una sonrisa a destiempo podía derivar en un castigo sin importar el cargo o la posición del ofensor, ya se tratara de un profesor, sargento, subprefecto; etc. Una vez castigado con la consabida cachetada, el receptor debía encarar un procedimiento para ser perdonado que consistía en pedir innumerables entrevistas con el Juez, las cuales eran sistemáticamente rechazadas, hasta que un día Montenegro se apiadaba y permitía que el abofeteado le pidiera perdón y quedaba olvidado el incidente, pero esto no significaba que el mismo protagonista no pudiera ser nuevamente cacheteado en otra ocasión.
El poder del Juez se ponía en evidencia hasta en las cuestiones más nimias como podía ser una carrera de caballos, si el caballo del Juez no resultaba ganador y otro equino llegaba en primer lugar por no haber obedecido a su jinete que trataba de hacer lo posible para no ganar pues antes de la largada una de las autoridades arengó a los jinetes con la fórmula “Ustedes ganarán, perdiendo”, y de esa manera les anunciaba que debían ir a menos, el caballo ganador era descalificado para que el segundo que pertenecía al Juez fuera declarado como legítimo triunfador.
En otra oportunidad en que se realizaba un sorteo de 10 carneros, Scorza titula ese capítulo “Sobre la increíble suerte del doctor Montenegro”, cuando sale el primer número el Juez impugna el resultado porque el ganador era un muy lejano pariente de quienes organizaban la rifa, a partir de ahí los 10 números que salieron fueron los del Juez, que había comprado exactamente esa cantidad.
El mayor ejemplo del poder del Juez Montenegro se manifiesta en “El jinete insomne” ahí los ríos se detienen y algunos se convierten en lagos, los relojes se descomponen y despiden un olor pestilente, los dueños de los mismos tratan de ocultar el suceso sospechando que los relojes podían estar infectados por una enfermedad venérea.
El origen de esos sucesos se remontan a cuando el Juez Montenegro realizó una fiesta luego de la última masacre de campesinos, la fiesta resultó tan espectacular que luego el subprefecto hizo otra a la semana, y así siguió con las personas más notables, los presos salían de la cárcel bajo la promesa de organizar una fiesta. Aquellos que organizaban buenas fiestas podían obtener del subprefecto un vale para que se le descontaran quince días de cárcel por cualquier delito futuro.
Pero una vez que todos los notables habían organizado su fiesta, doña Pepita la esposa de Montenegro se acordó de los peones, ella designaba un mayordomo responsable de la organización. El mayordomo debía recurrir al guaje que era el préstamo de los comerciantes y hacendados, si le daban una oveja había que devolver dos, esto provocaba el endeudamiento de por vida y a veces con esta no alcanzaba y la viuda debía continuar pagando la deuda. Había nietos que debían seguían pagando la deuda de sus abuelos.
Para seguir con ese ritmo fiestero doña Pepita decidió adelantar el calendario porque se aburría y necesitaba de esos festejos para combatir el hastío, uno de sus fieles caporales le sugirió: “Si usted quiere que estemos en marzo ¿quién se opone? ¿Por qué un mes debe tener treinta días? Si usted quiere puede tener diez o cien. ¡Usted señale su tamaño y nosotros lo haremos respetar!”.
Así que comenzó por adelantar la semana santa. Luego adelantó el Corpus Christi, designando a un peón rebelde para organizar la fiesta mecanismo útil para domar a los más levantiscos. Una semana después San Juan, hasta el aniversario de la Patria se adelantaba el 28 de julio se festejaría el 24 de junio.
No cumplimentar el nuevo calendario podía convertirse en desacato, Octubre podía llegar a tener 80 días y noviembre 9. Santa Rosa se celebró el 1° de abril en vez del 30 de mayo. El 1° de enero de 1962 se celebró el 1° de enero de 1963 los meses se aceleraron, 73 días después iniciaron el año 1965. Antes que terminara 1963 la ciudad andaba por el año 1979. Desde que Montenegro decidió cambiar el tiempo existía el miercomingo el enemarzo, el jueviernes, el juliciembre. De esa manera el Juez y su esposa se hicieron dueños absolutos del tiempo, ni los emperadores romanos llegaron a tanto.
Otra proeza del Juez ocurrió cuando se enteró que había cartas que cuestionaban sus procedimientos, entonces le ordenó al jefe de Correos, que él mismo había designado, que no entregara más las cartas. De esa manera la gente dejaba de enterarse del fallecimiento de familiares o del nacimiento de los nietos, como así también de algunas herencias recibidas que se perdían por no presentarse. La gente ignoraba lo que tramaban los políticos del Mundo y los riesgos de guerras: “Gracias a la benevolencia del doctor se ignoraron las vociferaciones del mundo”
Personajes de gamonalismo
Migdonio de la Torre era un gamonal que llamaba “ahijaditas” a las hijas de sus peones, llevaba un detallado registro de todos los nacimientos femeninos que se producían en su hacienda, al cumplir 15 años eran convocadas para que realizaran con él su debut sexual. Este mismo hacendado mandó a castigar a un peón que luego de servir en la milicia regresó a su hacienda con botas, él era el único que podía utilizar zapatos.
Una vez que sus peones le expresaron su deseo de agremiarse fingió aceptar su requerimiento y los invitó a tomar una copa en el comedor de su hacienda, la bebida estaba envenenada muriendo todos, envió un telegrama al Juez Montenegro avisándole que habían muerto 15 de sus peones de “infarto colectivo”. El Juez certificó la causa de la muerte aceptando el primer infarto colectivo en la historia de la Humanidad. Scorza nos recuerda que esos peones estaban acostumbrados a trotar a 5000 metros sobre el nivel del mar, sin embargo no pudieron soportar la emoción de ser invitados a la sala de la hacienda a tomar una copa.
“El cortaorejas” era un mercenario al servicio del Juez Montenegro que tenía por costumbre cortarle las orejas a los campesinos rebeldes, su prestigio era tal que otros hacendados se lo pedían alquilado al Juez para poner en vereda a sus peones. Una de las misiones que se le encomendó fue la de terminar con Héctor Chacón. La muerte del Cortaorejas fue utilizada por varios años por Montenegro para encarcelar y perseguir a los comuneros.
Un castigo bastante habitual que aplicaban los hacendados a sus peones era el de obligarlos a vivir en el chiquero, en el caso del Opa Alejandro, el castigo fue por una semana, pero como el hacendado debió hacer un viaje imprevisto y tardó nueve meses en regresar, ese fue el tiempo que debió convivir Alejandro con los chanchos, cuando fue rescatado balbuceaba algunas cuestiones difíciles de entender.
Los abogados también formaban parte de ese sistema infame que expoliaba a los indígenas, la mayoría se negaba a defenderlos sabiendo que era imposible que un Juez fallara a favor de ellos, pero aquellos pocos que sí asumían su defensa acababan quitándoles el dinero, incluso los campesinos concluían perdiendo aún cuando ganaran el juicio.
Un ingeniero que andaba tomando las medidas de un campo le dio una moneda a un peón, el hacendado se enfureció y lo acusó de querer corromper a sus peones y de ser un elemento peligroso: “El dinero es una invención de Satanás. Usted los corrompe, Usted debe ser comunista…”. Además de echarlo envió a un caporal tras él para que le diera muerte y así pagaría por la afrenta, porque el dinero se encontraba prohibido en su hacienda.
Cuando los hacendados descubrían a los ingenieros dentro de sus tierras haciendo mediciones les decían que su hacienda no formaba parte del Perú, ahí el único que mandaba era el gamonal, por eso ningún siervo sabía cantar el Himno del Perú.
Dentro de una hacienda se encontraba un precipicio que era utilizado por los caporales para arrojar a los rebeldes. Cuando alguien los contó la suma superó los 100 esqueletos incluyendo el de niños, pero esto no era extraordinario en muchas haciendas había cementerios propios para enterrar discretamente a las víctimas de los hacendados.
Causa honda impresión el relato de Scorza de esos siervos que sufrían una explotación que los hacían insensibles a cualquier idea de liberación. En una hacienda todos los siervos mascaban coca, incluyendo los niños, se las daba el hacendado para que tuvieran ocupada la boca todo el día y de esa manera evitar que se comieran las papas que cosechaban. Se les entregaba la coca a la mañana y debían devolver el bolo al terminar la jornada.
La Cerro Pasco Corporation
La Cerro Pasco Corporation, conocida como la “compañía”, era una empresa minera pero que decidió abocarse también a la ganadería, de esa manera se convirtió en un poderoso gamonal que llegó a poseer 500.000 hectáreas. Estando en ese proceso de diversificación decidió comenzar a construir un cerco para delimitar sus tierras, el relato de Scorza nos muestra que ese cerco por la rapidez de su construcción y por el daño causado a las comunidades campesinas parecía tener vida propia.
Pueblos que antes se encontraban a pocas horas quedaron separados y se necesitaban varias jornadas para llegar desde un pueblo al otro. Hasta sucedió que el mismo pueblo quedó separado por el cerco, en otros casos salir de un pueblo sólo era posible escalando las altas cumbres. Hasta hubo cementerios que quedaron encerrados por el cerco, pero lo que era más problemático para las comunidades indígenas era que los pastizales para su ganado quedaban vedados.
Más de 30000 ovejas murieron producto del cerco, muchas veces la desesperación llevaba a los campesinos a romper el cerco para que su ganado pudiera pastar, pero debían vérselas con las Fuerzas Armadas, con el propio ejército de la Cerro Pasco y una justicia que indefectiblemente fallaba a favor de la “compañía”.
Como si no les bastara con todo un Estado a su servicio la Cerro Pasco Corporation también contaba con un ejército propio, ante la posibilidad que los campesinos pretendieran realizar alguna acción que rompiera el cerco, matones armados lo custodiaban, y hasta podían castigar físicamente e incluso matar a aquellos que pretendieran traspasarlo.
Las urgencias de los campesinos llegaron a tal nivel que el concejo provincial de Cerro de Pasco autorizó que se permitiera el ingreso del ganado al cementerio para que se alimentara de las flores que los deudos dejaban a sus familiares fallecidos luego del 1° de noviembre.
La Cerro Pasco Corporation se estableció en el Perú en 1903 construyó un ferrocarril y levantó en La Oroya una fundición cuya chimenea mataba a los pájaros, impedía que las semillas prosperaran, y también se comprobó que cambiaba el color de la piel de los humanos, podían verse caras rojas, azules, verdes o amarillas. Podía darse el caso que si una cara azul se casaba con una cara amarilla, nacía una cara verde, a raíz de esto el obispo dictaminó que podía ser un reaseguro contra el adulterio, pues había combinaciones de colores que sólo podían darse recurriendo a la infidelidad. En 1904 la Cerro Pasco comenzó a comprar tierras, en 1960 poseía 500.000 hectáreas y comenzó a construir el cerco que las encerraba.
Cuando el Alcalde de Cerro de Pasco, Genaro Ledesma, único político a favor de las comunidades, denunció por radio a la “compañía” por los efectos nefastos del cerco, muchos concejales entraron en pánico, de igual manera que los comerciantes que temían ser incorporados en la Lista Negra de la multinacional. El Alcalde organizó una reunión que duró apenas 14 minutos, la Cerro Pasco Corporation negó conocer que se estuviera construyendo el cerco que ella misma levantaba.
Esta empresa también era dueña de las usinas que proveían de luz eléctrica a la ciudad, para escarmentar al Alcalde decidió aumentar las tarifas y al incrementarse las deudas de la municipalidad decidió cortar la luz. Este suceso también sirve para que Scorza nos vuelva a mostrar su notable utilización del humor, los enamorados se encontraban entre los pocos beneficiados, la curva de natalidad se incrementó sustancialmente nueve meses después. Las muchachas salían a comprar pan y volvían con un hijo.
Aprovechando que Cerro de Pasco se encontraba en la más absoluta oscuridad, Scorza nos cuenta la historia de los llamados hombres-topos, mineros al servicio de la compañía que pasaban bajo tierra tanto tiempo trabajando que luego se les hacía imposible salir a la luz porque los cegaba, la compañía decidió entonces trasladar a sus familiares a los túneles, ahí vivían incluso con sus perros. Se construyó también un cementerio subterráneo donde eran enterrados los hombres-topos.
En 1931 la Cerro Pasco Corporation decidió aumentar la capacidad eléctrica de su planta de Bombón, construyó una represa que contuvo las aguas, no pedían autorización a las comarcas, por eso el pueblo de Pari se enteró el día que las aguas comenzaron invadir sus pastizales, Pari logró salvar los rebaños pero perdió 3000 hectáreas, cien casas también resultaron afectadas, el pueblo se reunió y decidió enviar una comisión a Lima para quejarse.
Pari está próxima a otra represa de Malpaso ahí se atrincheraron los huelguistas de 1931 contra la Cerro Pasco y ahí mismo fueron fusilados, en Malpaso hay un cementerio donde están enterrados los huelguistas.
En 1958 nuevamente se decidió incrementar la potencia de la planta eléctrica del Bombóm, esta vez se cubrieron 8000 hectáreas sumergiendo una carretera, en esta oportunidad la Corte Suprema le puso una multa a la compañía y la obligó a reparar la carretera. Sin embargo tiempo después la compañía decidió un nuevo incremento en la potencia del Bombóm y 40.000 hectáreas quedaron bajo las aguas.
La ciudad de Cerro de Pasco albergaba desde hace 400 años una de las vetas más fabulosas sin embargo no tenía veredas, los americanos había extraído más de mil millones de dólares de utilidad en 40 años. Los funcionarios de la multinacional habitaban una pequeña ciudad separada de la miseria por alambradas custodiadas por guardias armados, chalets ultramodernos con calefacción y todas las comodidades, según Scorza era posible encontrar allí “el siglo veinte junto al siglo quince”.
Los protagonistas
Cada libro tiene su propio protagonista, algunos aparecen en el título mismo como “Garabombo, el invisible” o “El cantar de Agapito Robles”. Héctor Chacón, el nictálope es el héroe de “Redoble por Rancas”, Raymundo Herrera era “El jinete insomne”, en tanto que el abogado Genaro Ledesma es el principal protagonista de “La tumba del relámpago”.
Pero hay otros intervinientes fundamentales que parecen cumplir la misión de decirles a los que tienen el poder aquello que nadie se anima a enrostrarles, en “Garabombo, el invisible” el niño Remigio enano y cojo, pasa sus días enviando cartas y reclamos a las autoridades, estas misivas son un ácido cuestionamiento a las supuestas cualidades de esas autoridades. En cambio en “El cantar de Agapito Robles” es la deslumbrante belleza de Maca Albornoz la que le permite tener a sus pies a los hacendados dispuestos a hacer cualquier sacrificio por un minuto de su atención, hasta el impertérrito Juez Montenegro sufre del hechizo de su belleza sin igual.
Cada uno de los protagonistas también tenían una misión casi sagrada, porque la misma no respondía a intereses individuales sino que eran la representación de su Comunidad o hasta podíamos decir que la de su raza. Así fue como Chacón se impuso matar al Juez Montenegro, en tanto era el mayor símbolo de la explotación de los campesinos.
Garabombo se impuso el objetivo de ocultar y mantener en un lugar seguro el título de la Comunidad de Yanahuanca que databa de 1711 y que probaba que las tierras pertenecían a los indios por decisión del rey de España, además aprovechando su condición de invisible se le encomendó la tarea de juntar firmas para reemplazar al personero que no respondía a los intereses de la comunidad.
El jinete insomne, Raymundo Herrera, en tanto quería dibujar un plano catastral que le permitiera litigar en un juzgado y demostrar lo justo de sus reclamos por las tierras. Agapito en tanto se propone la tarea gigantesca y sumamente riesgosa de recuperar la hacienda en poder del juez Montenegro que era la representación misma del gamonalismo.
Los héroes de Scorza distan mucho de ser inmaculados, Garabombo por ejemplo despertaba sospechas entre sus compañeros porque se aprovechaba de su invisibilidad para estar con las mujeres de otros, no hay ni mucho menos una idealización de ellos, sus debilidades también aparecen sin ocultamientos y hasta se presentan personajes como el de Isaac Carbajal, que luego de ser acusado de “amarillo”, es decir traidor, se redime luchando valientemente por su Comunidad.
En este mundo indígena, en el que incursionamos llevados por la magia de Scorza, también hay traidores, cobardes y hasta aquellos, que siendo indios, cuando pudieron acceder a la propiedad de alguna hacienda y tener peones a su servicio mostraron ser más explotadores que los mismos blancos.
Héctor Chacón, cuya familia vivió en la hacienda del Juez Montenegro debió sufrir desde su niñez las humillaciones de Montenegro a su padre, a quién cruzó un fustazo en la cara y los obligó a vivir varios meses a la intemperie.
Ya de adulto también padeció de las acciones del Juez, perdió varios caballos porque sus peones tenían orden de quedarse con todos aquellos animales que anduvieran cerca de las tierras del Juez. Cuando en cambio trató de arriar el ganado del Juez que andaba por tierras comunales fue acusado de robar ganado. El Juez también le ordenó abandonar la tierra que venía cultivando desde tiempo atrás. Héctor Chacón se juramentó matar al Juez Montenegro, éste al enterarse decidió encerrarse y trabajar desde su casa ante el temor que Chacón le causaba a pesar de ser la persona con mayor poder en la provincia.
Chacón como todos los protagonistas de las novelas de Scorza no son personajes de ficción, el Nictálope fue un símbolo de la resistencia indígena, que pasó varios de sus años en prisión hasta que la Revolución de Velazco Alvarado dispuso su liberación, a la que también contribuyó sustancialmente la repercusión de “Redoble por Rancas”.
Garabombo se llamaba Fermín Espinoza y participó junto a su comunidad en el intento de recuperación de las tierras despojadas por la mezquindad de los gamonales. Garabombo quiso oponerse a la costumbre de los hacendados de iniciar sexualmente a las hijas de sus peones, cuando quiso oponerse a que esto ocurriera con su mujer decidió quejarse en la subprefectura, pero nadie lo atendió, por lo cual sacó la conclusión que los blancos no podían verlo, así lo cuenta el propio Garabombo: “Al comienzo no me di cuenta. Creí que no era mi turno. Ustedes saben cómo viven las autoridades: siempre distraídas. Pasaban sin mirarme. Yo me decía ‘siguen ocupados’, pero a la segunda semana comencé a sospechar y un día que el Subprefecto Valerio estaba sólo me presenté. ¡No me vió!. Hablé largo rato. Ni siquiera alzó los ojos. Comencé a maliciar. Al fin de la semana mi cuñado Melecio me aconsejó consultar a Victoria de Racre”.
Victoria era una bruja a la que todos temían, cuando la consultó la bruja confirmó que Garabombo se había vuelto invisible, “alguien le había hecho un daño”. Por siglos, en América Latina, todos parecimos padecer de esa enfermedad qye afectaba a Garabombo y que nos hacía invisibles para las autoridades, cuando más pobre más invisible se es.
Raymundo Herrera, el jinete insomne, no durmió en todo el recorrido que hizo para levantar el plano catastral de las tierras de su Comunidad. Antes de emprender ese viaje que duró semanas, por las madrugadas salía a la calle y les gritaba cobardes a sus vecinos y los insultaba intentando encenderles la sangre para convocarlos a la rebelión. A pesar de su insistencia por la confección del plano no confiaba en que éste sería la solución, porque la Justicia nunca fallaba a favor de los campesinos, pero entendía que era una etapa por la que había que pasar para que las Comunidades entendieran que no había otro camino que la utilización de la fuerza.
La mayoría de los ingenieros no aceptaban confeccionar el mapa para los campesinos porque incluso su vida podía correr serio riesgo. Los ingenieros debían llevar dos libretas una verdadera y otra falsa en caso de ser detectados por los hacendados o sus empleados se les exigiría la entrega de la libreta y ellos entregarían la falsa. Para muchos campesinos resultaba un gran sacrificio contratar a un ingeniero porque se veían obligados a vender algún animal para hacer el aporte que la Comunidad le exigía.
Una de las acciones que más impactan de Raimundo Herrera es cuando hace reunir a los niños de un pueblo y les muestra el hito plantado en 1705, el cual marcaba el límite de la Comunidad, los niños fueron castigados con látigos y Herrera les dice: “Hijitos: estos latigazos que a mí me duelen más que ustedes, son para que el recuerdo no se les borre de la carne. ¡Está hecho!: la memoria es de arena. Pero ahora, cada vez que miren las huellas de estas heridas, se acordarán que aquí el inepto, el equivocado, el desesperado Raymundo Herrera los mandó azotar para que jamás olviden que aquí está nuestro hito principal, que estas ruinas fueron la capital de nuestros antiguos…¡Crezcan tranquilos! ¡Tengan hijos, nietos, biznietos!. Y a su tiempo, si todavía no son libres, ¡azótenlos aquí!”.
Cuando Agapito Robles salió de prisión nadie se atrevía a cruzar palabra con él, el Juez Montenegro había mandado a sus caporales a decir que se las verían con el Juez los que se atrevieran a dirigirle la palabra. Ni quienes habían sido sus compañeros de cárcel le hablaban. Todas las autoridades de la comunidad incluido Agapito habían sido desplazadas basándose en que para ocupar esa posición no podían tener antecedentes penales.
Agapito contaba de esta manera la situación por la que atravesaba la región que era dominada por Montenegro: “Los hombres que osan franquear los límites de nuestra provincia saben que en el mundo los ríos corren, las nubes atraviesan el cielo, la lluvia cae, el tiempo fluye. En nuestra provincia todo está detenido por culpa de nuestra cobardía. El día que aceptamos que el doctor Montenegro acortara los meses para cercar las fiestas, el tiempo enfermó”.
En su recorrida para convencer a sus paisanos a rebelarse contra el poder de los gamonales, y gracias al ingenio de Scorza, Agapito se encontró con Tomás Katari, el alcalde de los indios que tres siglos antes había viajado tres veces de La Paz a Buenos Aires para reclamar ante el virrey, siempre le encontraban que le faltaba algo y debía regresar. Cada viaje le consumía un año.
Agapito contó que en la cárcel se encontró con un maestro que leía mucho al que le preguntó cuál era el libro que más lo había impresionado, obtuvo por respuesta que era el Código Penal, por las largas penas que aplicaba a quienes se rebelaban, en tanto que el mismo maestro al personero de otra comunidad que le comentó que estaban por comenzar un juicio para recuperar las tierras, le recomendó comprarse un catre para esperar el fallo echado “¿no sabes que en el Perú nunca un indio ha ganado un juicio?”.
El abogado de los indios
Genaro Ledesma el héroe de “La tumba del relámpago” llegó a Cerro de Pasco ubicado a 4300 metros de altura para trabajar de maestro, también había estudiado abogacía y le faltaba dar la tesis, luego tuvo un programa en la Radio Pasco en un espacio ofrecido al colegio. En 1959 la ciudad y la escuela comenzaron a ralear porque la Cerro Pasco Corporation había decidido cerrar algunas minas, usando como excusa que los precios del plomo y el cinc bajaban internacionalmente, los mineros debieron volver a sus pueblos. Ledesma denunció la situación en la radio, inmediatamente un representante de la prefectura visitó al director para sugerirle que censurara a Ledesma.
El prestigio de Genaro Ledesma fue creciendo entre la población humilde por lo que se le propuso incorporarlo a la lista de concejales y cuando el Alcalde enfermó fue nombrado en su reemplazo.
Cuando Rancas estaba enterrando a sus muertos Ledesma protestó por la represión en un discurso “denuncio este crimen perpetrado por instigación de una compañía imperialista que, con la complicidad de un gobierno antinacional, nos mantiene en la miseria, nos explota y abusa sin misericordia”.
Ledesma fue detenido sin importar el cargo que ocupaba. Cuando salió de la cárcel había dejado de ser Alcalde y tampoco podía retornar a su puesto de maestro.
Los comuneros de Cerro de Pasco decidieron mantener a Genaro Ledesma, necesitaban a un abogado que los representara y que no se vendiera como ocurría con otros, aún necesitaba presentar su tesis, Ledesma volvió con el diploma y juramentado a no fallarles. También le establecieron un humilde despacho para atender a las comunidades.
Ledesma se percató que la tragedia de las luchas campesinas consistía en su aislamiento, la organización comunal les permitió atravesar 400 años pero esa organización sólo protege a la comunidad pero no a otros campesinos. Tupac Amarú, Atusparia y otros fueron derrotados por sus propios hermanos utilizados por los opresores, era imprescindible que se unieran, las comunidades debían juntar sus combates dispersos.
El abogado de las Comunidades preparó su tesis sobre las luchas indígenas, los historiadores peruanos no decían prácticamente nada de las rebeliones de los indios y las consabidas masacres con que se acallaban, entre 1922 y 1930 estallaron en Perú 697 rebeliones: “Alzamientos sucedidos en silencio, combatidos en silencio y aplastados en silencio”.
Tupac Amarú fue derrotado también por indios que eran armados por los propios españoles, el Ministerio de Educación homenajeaba a Mateo Pumacahua poniendo su nombre a una escuela, Pumacahua fue el jefe de la tropa india que ayudó a derrotar a Tupac Amarú, tiempo después comprendió su error y se rebeló pero también terminó derrotado por soldados indios.
Aprovechando la experiencia histórica, Ledesma les recomendaba a las comunidades que disputaban con otras por tierras, que se unieran para combatir a los hacendados. Intervino para salvar las diferencias entre dos comunidades que en enfrentamientos anteriores habían tenido muertos, esta vez con su intermediación decidieron juntarse para avanzar sobre la hacienda y dividirla de manera equitativa.
Scorza también puso en evidencia el sectorismo y la soberbia de la izquierda latinoamericana, cuando Ledesma quiere buscar respuestas en los libros se encontraba muchas veces que mostraban otras situaciones muy distintas al del campesinado indígena del Perú, cuando le solicitó ayuda a un dirigente juvenil comunista, éste le envió por correo un discurso de Lenín sobre los Kulacks. En tanto que los trotskistas a su vez transcribían proclamas de Trotszky, su único aporte consistía en reemplazar la palabra mujicks por comuneros.
Por el contrario, Mariátegui que había muerto a los 35 años intentó fusionar la tradición de izquierda con la histórica lucha del campesinado peruano por eso había sostenido que el principal pecado del Perú fue haber tratado de construir una sociedad sin el indio y contra el indio: “El indio, tan fácilmente tachado de sumisión y cobardía, no ha cesado de rebelarse contra el régimen semifeudal que lo oprime bajo la República como bajo la Colonia“.
En una reunión con el secretario general del Partido Comunista Peruano, éste les dice que la acción debe supeditarse a la conducción de la clase obrera, cuando se le informa que en Cerro de Pasco el que está es el campesinado, el PC insiste que el campesinado debía subordinarse a la clase obrera, cada comunidad debía aceptar el control de una comisión obrera, en realidad era un forma de decirles que sólo participarían si se les reconocía que lideraran el proceso. Eso era muy difícil pues los campesinos de Pasco sólo estaban dispuestos a obedecer a los Campesinos de Pasco.
El PC declaraba que “la clase campesina que ha dado tantos ejemplos de heroísmo, carece de una verdadera conciencia revolucionaria para llegar hasta el final. La vanguardia de la revolución es el proletariado”. Era la táctica del bolcheviquismo preparándose a tomar el Palacio de Invierno, nada tenía que ver con la realidad del Perú.
Los vengadores: El niño Remigio y Maca Albornoz
En las cartas del niño Remigio, Scorza puede mostrar ese exquisito sentido del humor y el manejo sutil de la ironía para lanzar sus estocadas hacia aquellos que se consideran intocables, Remigio trabajaba en la panadería y pasaba gran parte de su tiempo enviando sus reclamos a las autoridades. En una de esas cartas recordaba que el general Odría presidente de la Nación había sufrido un accidente producto del cual se veía afectado por una cojera, y como él mismo era cojo de nacimiento no era sino una muestra fehaciente de su adhesión al oficialismo.
En una carta que dirige a un sargento de policía que lo acusaba de robar unos bizcochos, negaba tal robo pero reconocía que había robado un pavo con el objetivo de sobornar al sargento y aclara “no es que yo piense que la policía acepte sobornos, pero sí caballos, putas, terrenitos y regalos. Y ¿qué mejor regalo que un pavito?”. Continuaba diciendo que un cabo le robó el pavo que tenía por objetivo sobornar al destinatario de la carta por lo que “A mi metieron en el calabozo y al pavo al horno”, y quejándose de la detención de la que era objeto se preguntaba “Si el señor presidente de la República está libre, ¿por qué estoy yo preso?” Pero también preguntaba por qué no estaba preso el presidente de la Corte Suprema ya que hay juicios que duran 400 años y comunidades que reclaman sus tierras hace un siglo, o porque no estaba preso el Juez Montenegro.
En otra carta Remigio decía: “Confiando en la bondad del régimen, que sólo encarcela a los opositores y a los que hacen uso del derecho de reunión, cosa que yo jamás hago porque siempre ando sólo, a usted respetuosamente solicito que me enderecen la pierna. En caso de no ser posible (cosa que para un general es imposible) o en su defecto (el mío) solicito directamente otra pierna; una sola porque la otra anda bien”.
El niño Remigio pidió un puesto de maestro y acompañaba la solicitud con un programa presidencial: “Cambiaré la tierra del cementerio: importaré tierras de donde no se fusile, ni se encarcele, ni se persiga a los jorobados, ni le griten “feo” a los cojos”. En esa misma carta que dirige a la alcaldesa propone la creación del “paraestúpidos” “sencillo aparato de mi invención que consiste en colgar de un gancho de carnicero a los imbéciles, aunque usted se quede viuda y posiblemente colgada”.
Rechazando la acusación de ser enemigo de la alcaldesa, negaba haber participado de ese almuerzo donde la alcaldesa dijo que se le habían dormido los pies, y mucho menos que él haya comentado “No parece que se le hayan dormido ¡Por el olor yo diría que se le han muerto!”.
Remigio era detenido cada vez que decía alguna inconveniencia en público, hasta que un día los notables decidieron escarmentarlo, situación que no comentaremos aquí.
También escribió una carta que dirigió a la Virgen de las Mercedes Mariscala del Ejército: “que en estos casos sus ahijados aducen que el artículo cien mil de nuestro libro nacional de chistes, también llamado Constitución o Constipación, estipula que en el caso de que pretextando frívolas razones de miseria los comuneros se subleven, la Guardia de Asalto les señalará un cementerio por cárcel…” “...si el cementerio de la localidad escogida por la Guardia de Asalto resultare demasiado pequeño para alojar a los campesinos revoltosos; en este caso, el jefe del destacamento escogerá un lugar de preferencia cercano a un curso de agua, para lavarse luego las manos y fundará un nuevo cementerio….”.
Don Migdonio de la Torre, el mismo que llamaba ahijaditas a las hijas de sus peones, fue el primero en caer bajo los encantos de Maca Albornoz, se desvivía realizando compras y organizando fiestas para complacerla, ella hacía todo lo posible para mostrarle su desprecio, lo llamaba gamonalito y chupasangre. Maca se rodeó de una corte de atorrantes a los que les otorgaba grados militares. Don Migdonio le ordenaba a la dueña del hotel que lo vaciara para albergar a Maca y su corte. A Maca se le permitía ingresar al Club Social donde no estaba permitido el ingreso de mujeres, era utilizado para organizar las fiestas que duraban varios días. Maca se había ganado el título de patrona de los patrones.
Maca usaba a los hombres y luego los cambiaba por otros, llegaba a citar a la misma hora y el mismo lugar a padre e hijo pero ella no se presentaba y la cita terminaba con los dos hombres tomándose a golpes de puños, otros ni bien consideraban que Maca había prestado atención en ellos pedían el divorcio. Las familias se enfrentaban por ella, incluso algunos llegaron a agarrarse a trompadas en plena misa.
A raíz que las actividades de Maca escandalizaron a las esposas de los notables del pueblo, éstas redactan el Memorial de Esposas Ofendidas dirigido al Ministro de Gobierno que dicía: “Las esposas de Yanahuanca solicitamos la intervención urgente de las Fuerzas Armadas. Nos consta que la brillante intervención de la Guardia de Asalto acabó con la agitación comunista que promovía la demagógica Reforma Agraria. Las esposas que suscriben confiamos en que –con igual firmeza- se ponga fin a este subversivo intento de Reforma Sexual”.
El poderoso e imperturbable Juez Montenegro también cayó bajo las redes de Maca, comenzó a tener insomnio, era la visión de Maca la que le impedía dormir, por eso comenzó a escribir poemas. Cuando dos hombres enfrentados por Maca tuvieron que comparecer ante el Juez, él mismo preso de esa pasión, decidió preguntarle a uno de ellos qué le ocurría que mostraba ese entusiasmo por esta mujer, recibiendo por respuesta: “El hombre que no traiciona a su patria por pasar una noche con esa mujer, es un canalla, doctor”.
Maca comenzó a citar al juez en los momentos más ridículos, en las fiestas lo obligaba a bailar, incluso, para horror de todos, la corte de Maca podía cometer el desatino de salivar al Juez, también apedreaban su casa a las horas más incómodas, Montenegro no podía explicar a su esposa porque no ponía fin a esos desplantes.
Con tal de tener excusas para celebrar una fiesta y estar cerca de Maca, nueve veces en un año se llegó a celebrar el día de la independencia. Para congraciarse con esa mujer, los que tenían la simpatía de Maca ganaban indultos. El Juez recibía órdenes de salida de quienes participaban de las fiestas que organizaba Maca.
La Albornoz decía que su orgullo era haber arruinado a muchos de los hacendados, su alegría era haber pisoteado a los que pisoteaban a los humildes, ella logró el imposible de hacer arrodillar a patroncitos y juececitos.
Scorza: la voz de la América India
Pocos textos hay más representativos de nuestra América Latina que las obras, en poemas o en prosa, del escritor peruano Manuel Scorza. Al introducirnos en sus relatos tenemos la clara sensación, aún sin ser expertos, que estamos ante una obra monumental e imprescindible que ha padecido del mismo silencio al que se ha condenado a los pueblos originarios reflejados en toda su dignidad en las páginas indómitas de Scorza.
Muchos escritores comprometidos con las causas populares han sido merecidamente galardonados mundialmente, sin embargo este escritor peruano ha traspasado un límite que los otorgantes de premios no parecen dispuestos a atravesar.
Su pluma implacable ha marcado a fuego el comportamiento vampírico de las multinacionales, las ha dejado desnudas para que los habitantes del mundo descubramos sin las mentiras cotidianas de los medios de comunicación, su papel destructor y criminal. Las grandes editoriales devenidas últimamente en grandes corporaciones tampoco parecieran estar muy interesadas en que los jóvenes de estas regiones acudan a esta obra que con seguridad cumplirá una benigna función liberadora.
Para horror de los grandes medios de la Argentina, que aúllan espantados ante la propuesta de revisar la historia liberal, creemos que al menos “Redoble por Rancas” debería leerse en todas las escuelas secundarias.
Pero también “La guerra silenciosa” nos introduce en ese mundo de explotación propio de siglos pasados donde la figura del gamonal aparece en toda su deshumanización y su secuela de exterminio y opresión. Sin embargo los argentinos no deberíamos sorprendernos, nuestra oligarquía no ha sido más “benigna”, simplemente durante décadas ha contado con uniformados dispuestos a realizar las tareas sucias, mientras nuestros gamonales se dedicaban a contar dinero y disfrutar de la vida.
Durante mucho tiempo los argentinos y uruguayos creíamos que no formábamos parte de la América Latina, estábamos enterados de lo que ocurría en París, Londres o Nueva York, pero ignorábamos lo que sucedía en Lima o La Paz, por no mencionar sitios como Rancas y Yanahuanca, donde transcurren las novelas de Scorza.
Tal vez esa haya sido una de las razones por la cual muchos argentinos desconocemos lo que se relata en los libros de Scorza, pero como él mismo lo indica también en la historia peruana y en los medios de comunicación de ese país se ha tratado de callar sobre estos sucesos que nuestro empecinado escritor se propuso contar con valentía y poniendo el cuerpo en las situaciones difíciles.
Estamos convencidos que Manuel Scorza estaría orgulloso del momento que vive América Latina con varios gobiernos democráticos que están más interesados en responder con fidelidad a la voluntad de sus votantes que a las ambiciones desmedidas de las corporaciones, pero esta situación política no debe hacernos olvidar que las grandes potencias imperiales, las multinacionales y los gamonales internos siempre están al acecho para torcer el rumbo de la soberanía popular y la independencia económica. Siempre estarán los libros de Manuel Scorza para recordárnoslo.