El Forjista
Ricardo Carpani nació el 11 de febrero de 1930
en la localidad de Tigre, provincia de Buenos Aires, pasó su
infancia en Capilla del Señor hasta que en 1936 su familia
se mudó a la ciudad de Buenos Aires, cursó sus estudios
secundarios en el Colegio Rivadavia.
Comenzó los estudios de abogado pero los abandonó cuando
en 1951 decidió radicarse en París, en la ciudad francesa
comenzó a interesarse seriamente en la pintura, tomando cursos
que luego continuó en Buenos Aires.
Vivió dos años en la capital francesa, a su regreso
dedicó un tiempo a viajar por Chile y el interior de nuestro
país. Una vez asentado en Buenos Aires retomó los estudios
de pintura, esta vez con el maestro Emilio Pettoruti.
Expuso por primera vez en 1957 junto a Juan Manuel Sanchez (1930)
y Mario Mollari (1930).
Su compromiso con la causa de los trabajadores lo expresó en
obras como “Huelga” de 1958, en tanto que en 1961 realizó
un mural para el sindicato de la Alimentación al que tituló:
“Trabajo. Solidaridad. Lucha".
Carpani expuso sus obras en varios países: México(1960),
Roma(1960), Londres (1961), Rìo de Janeiro(1961), Estocolmo(1962).
El grupo Espartaco
En 1959 conformó el Grupo Espartaco junto a Sanchez
y Mollari, a los que se les sumaron Juana Elena Diz (1925), Raul Lara
Torrez(1940) joven pintor de nacionalidad boliviana, Pascual Di Bianco
(1930-1978), Carlos Sessano (1935), Esperilio Bute(1931-2003) y Franco
Venturi, nacido en 1937 y desaparecido en 1976.
En 1961 Carpani y Di Bianco abandonan el grupo, el cuál se
disolvió en 1968 con una exposición que fue su última
actividad.
El grupo Espartaco planteó la necesidad de un arte con raíces
en el país y atento a las necesidades y lucha del pueblo trabajador.
Su filiación política puede inscribirse en la llamada
izquierda nacional que durante un largo período lideró
Jorge Abelardo Ramos.
El grupo también fue expresión de la nacionalización
de una porción de las clases medias que hasta 1955 había
sido masivamente contraria al Movimiento Nacional, luego del golpe
de estado autodenominado “Revolución Libertadora”,
importantes sectores de la clase media detectaron las mentiras de
la oligarquía liberal y su falsa democracia que condenaba a
la mayoría del pueblo, particularmente a los más humildes,
a una difícil situación económico-social y que
además no les permitía expresarse políticamente,
por la proscripción de movimiento mayoritario.
Señalaba el documento inicial del Grupo Espartaco: “Es
evidente que en nuestro país, a excepción de algunos
valores aislados, no ha surgido hasta el momento una expresión
plástica trascendente, definitoria de nuestra personalidad
como pueblo. Los artistas no podemos permanecer indiferentes ante
este hecho, y se nos presenta con carácter imperativo la necesidad
de llevar adelante un profundo estudio del origen de esta frustración.”
Ponía en duda los prestigios otorgados por interesadas críticas
que monopolizaban supuestas elites que vivían al margen de
las realidades cotidianas de un pueblo alejado a la fuerza de los
temas políticos: “Si analizamos la obra de la mayor parte
de los pintores argentinos, especialmente de aquellos que la crítica
ha llevado a un primer plano, observaremos como característica
común el total divorcio con nuestro medio, el plagio sistematizado,
la repetición constante de viejas y nuevas fórmulas,
que si en su versión original constituyeron auténticos
hallazgos artísticos, al ser copiados sin un sentido creativo
se convierten en huecos balbuceos de impotentes.”
“Las causas determinantes de esta situación están
en la base misma de nuestra vida económica y política,
de la cual la cultura es su resultado y complemento. Una economía
enajenada al capital imperialista extranjero no puede originar otra
cosa que el coloniaje cultural y artístico que padecemos. La
oligarquía, agente y aliada del imperialismo, controla directa
o indirectamente los principales resortes de nuestra cultura, y, a
través de ellos, enaltece o sume en el olvido a los artistas
seleccionando únicamente a aquellos que la sirven.”
El Grupo Espartaco hacía su aparición anunciando el
fin del artista inmune a la realidad, preocupado con exclusividad
por una estética vacía. De alguna manera tomaba la tradición
del Grupo Boedo haciendo su opción por los trabajadores, pero
a su vez introduciendo como tema central la cuestión nacional
y ponía en el tapete el accionar del imperialismo en América
Latina.
También incursionaba en un tema crucial por la que atraviesa
cualquier artista con deseos de hacerse conocido: o limita su actividad
creadora al gusto de las minorías pudientes que son quienes
tienen los medios para adquirir las obras, o hace caso omiso a las
modas y deja fluir toda su creatividad, aún a riesgo de no
llegar al gran público.
“El resultado de todo esto es que el artista no tiene otro camino
para triunfar que el de la renuncia a la libertad creadora, acomodando
su producción a los gustos y exigencias de aquella clase, lo
que implica su divorcio de las mayorías populares que constituyen
el elemento fundamental de nuestra realidad nacional. Es así
como, al dar la espalda a las necesidades y luchas del hombre latinoamericano,
vacía de contenido su obra, castrándola de toda significación,
pues ya no tiene nada trascendente que decir. Se limita entonces a
un mero juego con los elementos plásticos, virtuosismo inexpresivo,
en algunos casos de excelente técnica, pero de ninguna manera
arte, ya que éste sólo es posible cuando se produce
una total identificación del artista con la realidad de su
medio.”
Otra característica de gran importancia del Grupo fue el haber
hecho propia la concepción Latinoamericana de Nación.
“El problema del surgimiento de un arte nacional en nuestro
país, determina el verdadero alcance que debe tener para nosotros
el término nacional. Unidad geográfica, idiomática
y racial; historia común, problemas comunes y una solución
de esos problemas que sólo será factible mediante una
acción conjunta, hacen de Latinoamérica una unidad nacional
perfectamente definida.”
El Grupo Espartaco estuvo influenciado por los muralista mexicanos
Orozco, Rivera y Tamayo, como así también por el ecuatoriano
Guayasamín y el brasilero Portinari, pero adquirieron una personalidad
propia, necesidad imprescindible de todo creador, como lo expresaron
claramente en su documento inicial.
Cada uno de estos artistas manifestó en sus obras su compromiso
social con los desposeídos, Sanchez mostraba es sus óleos
un fondo de fábricas o su obra “Marines 65” con
calaveras y un fondo de la bandera norteamericana, en Juana Elena
Diz se visualiza la situación de la mujer con claros rasgos
aindiados, Mario Mollari con sus cañeros o las mujeres del
norte en sus tareas con amplios sombreros. O los hombres de brazos
enormes y potentes, con expresiones duras.
El sufrimientos en las figuras de Carlos Sessano con sus brazos hacia
el cielo como implorando por justicia.
Franco Venturi, estuvo detenido en 1972 en el penal de Rawson y se
salvó de la Masacre de Trelew, pero desapareció el 20
de febrero de 1976, había nacido en Italia en 1937 y llegado
a la Argentina en 1950, su obra de 1969 “En defensa de nuestra
forma de vida” sintetiza los métodos violentos utilizados
en la Argentina para silenciar a los movimientos populares.
El arte y la revolución en América Latina
En 1961 Ricardo Carpani desarrolló sus ideas
ya expresadas en el manifiesto del Grupo Espartaco en un libro que
tituló “Arte y Revolución en América Latina”
editado por la Editorial Coyoacán donde se publicaban las obras
de la izquierda nacional.
En este libro expresa su visión sobre el papel de un artista
en un país semicolonial:
“El divorcio entre artista y sociedad, inherente a todo período
histórico de transición y producto de la carencia de
una base valorativa común, se ve agravado en nuestra época
por el peculiar desarrollo del capitalismo. Éste, con su concepción
individualista de los problemas del hombre y la exaltación
de los valores de utilidad, ha tendido, desde su nacimiento mismo,
a separar cada vez más al artista de la sociedad. La obra de
arte dejó de ser un bien social para transformarse en mercancía.
Perdió su carácter monumental y colectivo, dejando de
estar en contacto directo con la comunidad, para pasar a ser el lujo
de unos pocos.”
El rol de un artista en un país dependiente distaba de ser
fácil, donde triunfar, es decir ser aceptado por el establishment
cultural, implicaba renunciar a ideales y principios, esto era anunciado
por Carpani con claridad: “El resultado de todo es que el artista
triunfa en la medida en que, renunciando a su plena libertad creadora,
acomodo su producción a los gustos y exigencias de aquella
clase. Se divorcia así de las mayorías populares que
constituyen el elemento fundamental de nuestra realidad. Con el pretexto
de la universalidad del arte reniega de lo nacional, sin darse cuenta
de que en última instancia, el arte que copia —el europeo—
es un arte profundamente nacional.”
Para luego adentrarse a explicar en detalles este mecanismo para domesticar
al artista: “Esta renuncia a la libertad creadora no siempre
la realiza el artista de una manera consciente. Es el resultado de
un proceso que actúa sobre él, a través de múltiples
presiones, encauzándolo sin que se de cuenta. Así, por
ejemplo, el joven pintor desconocedor de las fuerzas que gravitan
en la sociedad, de los intereses que respaldan a dichas fuerzas y
de los fines que ellas persiguen, se ve sometido a su acción
deformante desde el momento mismo que ingresa a las academias del
Estado o al taller de algún prestigioso figurón. Esta
acción deformante continúa soportándola luego
en los Salones Oficiales, mediante la parcialidad de los jurados,
o cuando desea conseguir salas para exponer y debe someterse al criterio
del marchand, que lógicamente exige lo más vendible
y menos comprometedor ante su clientela. Posteriormente le toca el
turno a la crítica, esa suprema hacedora de prestigios, venal
las más de las veces, aunque sería injusto pretender
de ella otra cosa en una sociedad desgarrada por la lucha de clases,
dada su dependencia a uno de los términos de esa lucha. Y finalmente
están los salones en el extranjero, las becas y otras formas
de estímulo al artista, que, en manos de los agentes oligárquico
imperialistas, se convierten en otras tantas formas de corrupción.”
Carpani introduce un concepto que no contará con la adhesión
de muchos artistas despreocupados por la situación social y
de aquella crítica a medida de la sociedad dependiente, nos
referimos al concepto de arte nacional y la necesidad que la obra
del artista muestre la realidad que lo rodea:
“No todos los pueblos poseen el mismo grado de desarrollo histórico,
ni desenvuelven su actividad en un medio geográfico similar,
ni son producto de una misma amalgama de razas, ni hablan y piensan
en el mismo idioma, ni rinden culto a una tradición y cultura
idénticas. Cada uno de ellos tiene, en relación con
estos factores, características propias, determinantes de la
nacionalidad. Y estas características nacionales no pueden
menos que estar presentes en las manifestaciones artísticas,
siendo como es el arte un producto social. Podemos afirmar entonces
que el arte, por el hecho de ser una expresión social, necesariamente
ha de ser también una expresión nacional.”
Pero la idea que tenía Carpani de lo Nacional incluía
toda América Latina, no sólo por el origen, la lengua
y una tradición común; esas características nos
convertían en un pueblo al que los intereses imperiales llevaron
a la separación, en tanto que la lucha de los trabajadores
y de los artistas comprometidos con su pueblo debía retomar
las banderas de Bolivar, San Martín y Artigas, entre otros.
“Es indispensable que fijemos con precisión los verdaderos
alcances que tiene para nosotros el término «nacional».
América Latina constituye una unidad nacional con características
bien definidas. En efecto, a factores permanentes y determinantes
por sí mismos de una nacionalidad —como son el hecho
de poseer un territorio ininterrumpido en el que prácticamente
se habla el mismo idioma (ya que el portugués y el español
no ofrecen diferencias esenciales), poblado por razas afines y con
un pasado histórico y cultural común— se unen
otros factores de carácter actual, que imponen la necesidad
de la unificación política de América Latina.
Las distintas regiones o países latinoamericanos poseen problemas
económicos, sociales y políticos análogos. Esta
analogía está determinada por su sometimiento a un explotador
común: el imperialismo.
Y la liberación del yugo imperialista sólo será
factible mediante una acción conjunta y unificada que permita
contrarrestar en forma efectiva el poderío del opresor. Es
por eso que nosotros, cada vez que hablemos de lo nacional, se entiende
que lo hacemos en escala latinoamericana.”
Será el accionar del imperialismo el que Carpani denunciará
con claridad, y la función que cumple el arte en los países
centrales que lejos de ser inocuos para nuestra cultura también
forman parte de plan delineado por los poderes centrales:
“Ahora bien, si es cierto que la difusión dada a su producción
cultural por las países imperialistas fue altamente beneficiosa
para el desarrollo de las artes en el resto del mundo, no es menos
cierto que esta acción benéfica se vio contrarrestada
cuando convirtieron la cultura en un arma más de vasallaje
y opresión colonial. En efecto, junto con sus manufacturas
exportaran su literatura y su arte, pero no para enriquecer las culturas
nacionales ya existentes en las regiones colonizadas, sino para destruirlas
o neutralizarlas, contando en esto con la obsecuencia de las oligarquías
nativas.”
Pero también Carpani era un militante de la libertad sin la
cual el artista quedaba limitado en su más genuina expresión,
enemigo del “realismo socialismo” e implacable crítico
del stalinismo , manifestaba su compromiso con la libertad, contrario
a toda forma de control de los “comisarios políticos”
sobre la expresión del artista :” Para el logro de un
arte representativo de nuestra realidad, un arte auténtico,
en este caso un arte nacional latinoamericano y revolucionario, es
imprescindible dar al artista la más absoluta libertad en la
elección de sus medios formales de expresión. Hay que
dejar de lado todo dogmatismo en materia estética. Que cada
cual utilice los elementos plásticos de la manera que considere
más acorde con su temperamento, enriqueciéndose con
las últimas experiencias formales que se realizan en el mundo.
Pero, eso sí, utilizándolas con un sentido creativo
personal”
Pero ante el accionar de la oligarquía asociada al imperialismo
en el campo de la cultura era difícil que aquellos artistas
no contaminados por la ideología imperial pudieran a conocer
su obra. Carpani daba su consejo que él mismo aplicó
al trabajar en conjunto con el sindicalismo combativo.
“Por eso mismo, es indispensable dar la mayor difusión
posible, especialmente entre la clase trabajadora y los sectores sociales
más progresistas, a las creaciones de quienes, con dignidad
y sacrificio, trabajan por un verdadero arte. Sólo a través
de una intensificación del contacto entre la obra artística
y la sociedad, que ejercite de manera constante la sensibilidad de
los hombres familiarizándolos con las nuevas formas creadas
por el artista, logrará superarse la incomprensión de
que éste es objeto. Esa será la manera más efectiva
de hacer que el arte intervenga activamente en el proceso revolucionario.
El arte actúa por la vía sensible, y la sensibilidad
artística, como todo en el hombre, se desarrolla con el ejercicio.
Mal puede exigirse una comprensión inmediata de la obra moderna
a quienes escasas oportunidades han tenido de conectarse con ella.
Se dirá que para eso están los museos, pero no olvidemos
que a la gente que trabaja poco tiempo le queda para asistir a ellos,
y nada se hace por interesarla en el arte. El orden establecido tiende
más bien a alejar al pueblo de las manifestaciones del espíritu,
dándole en su reemplazo y en cantidades crecientes, productos
embrutecedores,
neutralizantes de su sensibilidad. Se hace así del arte lujoso
vicio solitario, reservado a determinadas élites de iniciados,
alejándolo de su verdadera misión.”
Para completar su idea con : “No queda por lo tanto, al artista
revolucionario, más solución que la que las organizaciones
obreras pueden y deben brindarle. En las manos de estas organizaciones
está la posibilidad del surgimiento de un vasto movimiento
muralístico con características nacionales y revolucionarias.
Abrigamos la certidumbre de su próxima aparición.”
El compromiso con los trabajadores
La compañera de Carpani, Doris Halpin, expresó
sobre la labor del pintor que su tarea era expresar la dignidad de
los trabajadores y desposeídos: “No trató de pintar
los lados oscuros de la realidad: nunca pintó la tortura, ni
al aldeano pobre y subsumido. Siempre pintó al hombre que está
dispuesto a combatir, al hombre en lucha.”
Halpin también explicó porque Carpani daba importancia
al muralismo, en tanto que la pintura de caballete termina en posesión
de alguien, el mural pertenece a todos o por lo menos a muchos. Esa
era el símbolo que entusiasmaba a un artista alejado de la
figuración y el negocio.
Muchos de los dibujos de Carpani, fueron dados en forma gratuita para
ilustrar los volantes y documentos de sindicatos, organizaciones obreras
en general y organismos de Derechos Humanos.
Seguramente, muchos de nosotros hemos visto dibujos de Carpani, sin
saber que pertenecían a él, esta fue la obra de un artista
plástico que dedicó su vida a servir a una causa, la
de los más necesitados.
Según el crítico de arte Salvador Linares, las obras
de Carpani puede dividirse en dos épocas, una de piedra y la
otra de metal.
“En la primera los personajes adquieren una apariencia rocosa,
que abarca el período en el que todavía frecuentaba
la temática campesina.” “Luego la piedra deviene
en metal y los hombres son vistos como articuladas máquinas
o revestidos por corazas sobre las que músculos y nervios se
traslucen sobre la bruñida superficie, en una suerte de mágica
filigrana vital.”
Producido el golpe de estado de Onganía en 1966, derrocando
al presidente radical Arturo Illia, gran parte de la burocracia sindical
apoyará al golpe, iniciando una de las etapas más vergonzosas
del sindicalismo, ante ellos se levantó un grupo de dirigentes
que llamaron a combatir a la Dictadura tras un plan nacional y popular,
dicho sector se encolumnó en la CGT de los Argentinos que lideraba
Raimundo Ongaro.
Ricardo Carpani fue la expresión artística de ese sindicalismo
honesto y combativo, los volantes y documentos de la CGT de los Argentinos
llevaban las ilustraciones de Carpani donde trabajadores de expresiones
duras manifestaban toda su bronca y deseos de restituir la justicia
perdida.
En 1966 y 1969 viajó a Europa donde participó de muestras
colectivas. En 1972 viajó al Chile Socialista de Salvador Allende
y a Cuba, para encuentros de artistas plásticos.
En julio de 1974 fue a Suecia a una exposición, tenía
previsto un viaje de cuatro meses, pero ya no pudo volver, la Argentina
se había convertido en un lugar muy peligroso por el accionar
de la banda paramilitar de ultraderecha la triple A que asesinaba
a intelectuales y militantes populares.
El exilio fue muy duro para Carpani como lo fue para la mayoría
de los exilados, y particularmente para aquellos que habían
hecho de la militancia una forma de vida.
Retornó al país en 1984, las últimas composiciones
de Carpani muestran una región selvática donde se mezclan
animales salvajes con paisajes y personajes porteños.
Poco tiempo antes de su muerte realizó un retrato del Che Guevara
que se encuentra en la Plaza de la Cooperación de Rosario o
pocas cuadras del lugar en que nació el Che.
Realizó la escenografía para un espectáculo musical
llamado “Tango Pasión” que se ha presentado con
éxito en Europa.
En 1996 fue declarado ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires.
Se publicaron los libros : "Carpani" , con textos del Dr
Rafael Squirru y de Manuel Vicent ; y "Carpani : Gráfica
política" , con textos de Ernesto Laclau y Luis Felipe
Noé.
Murió el 9 de septiembre de 1997, la Argentina perdía
a un gran artista y los trabajadores que siguen luchando, a un aliado
incondicional, pero su obra nos sigue mostrando a esos hombres y mujeres
que nunca se rendirán.
Fuentes :
http://pintores.is.com.ar/pintores_web/carpani/indice.html
http://www.icarodigital.com.ar/numero11/entrevistas/dorishalpin.htm
http://www.villacrespomibarrio.com.ar/CARPETA%20NOTAS/ARTE%20Y%20CULTURA/Ricardo%20Carpani.htm
http://www.paginadigital.org/articulos/2004/2004cuart/varios/carpani25-10.asp
http://www.cta.org.ar/base/article.php3?id_article=4550
http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=1586-D-2006
www.izquierdanacional.org/publicaciones/libros/pdf/SL-L005.pdf
http://www.lanacion.com.ar/archivo/Nota.asp?nota_id=640159