El Forjista

La Resistencia Peronista

Las ideas también luchan

Con el peronismo en el llano y obligado a enfrentar al gobierno, se colocaron en primera fila, hombres de tremenda importancia intelectual que habían sido desplazados en la última etapa peronista. Era momento de dar batalla y dos de los jueces de la Década Infame, retornaron para cuestionar esta vez a la Revolución Libertadora y sus planes elitistas y extranjerizantes.

Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz, dejando de lado el injusto trato de ciertos dirigentes peronistas, y cuando muchos de ellos desertaron, pusieron al servicio de la lucha del Movimiento Nacional su indoblegable patriotismo y capacidad indiscutible. La burocracia los había condenado al ostracismo, pero en el momento de resistir ellos reaparecían con el mismo fervor de siempre, para denunciar y desentrañar los mecanismos de la dependencia.

Scalabrini Ortiz le había dicho a Leopoldo Marechal, pocos días después de golpe de septiembre de 1955: ”Hay que empezar a hacer todo de nuevo. Todo otra vez...”. Scalabrini denunció a los golpistas desde las páginas de El Líder, el periódico de la C.G.T. Sobre este medio de difusión, Jauretche señaló: “El Líder era un periódico de tantos. De pronto irrumpió cubriendo toda la escena. Fueron días gloriosos. Los más gloriosos que puede vivir un periodista. Cuando él no va a los lectores sino que los lectores vienen a él. Fue alimento de primera necesidad; como el pan, la carne y el vino sobre el mantel de los humildes. Tiró doscientos mil ejemplares que se convertían en dos millones porque había cola para comprarlo delante de los puestos de venta y cola para leerlo detrás de los compradores”.

Jauretche fundó “El 45” desde donde denunció el carácter cipayo y oligárquico del Plan Prebisch y sus connotaciones nefastas para los trabajadores. Pero Aramburu no pudo soportar las voces disidentes, clausurando órganos del pensamiento nacional como El 45, El Líder, Lucha Obrera, De Frente el periódico dirigido por Cooke y El Federalista creado por Scalabrini Ortiz y José A. Güemes, aparecido el 10 de diciembre de 1955 y cerrado al poco tiempo.

Ningún medio sospechado de peronista fue permitido por el régimen, su clausura era inmediata, en cambio comenzaron a circular comunicados, folletos o simples hojas con carácter clandestino.

Scalabrini Ortiz aseveró: “En enero de 1956 se cerró la última tribuna. Me quedé sin tener un solo lugar para escribir”. (12)

Jauretche perseguido por la policía debió buscar amparo en el Uruguay. En 1956 refundó El Líder para ingresar los ejemplares a la Argentina en forma clandestina. Para el gobierno resultaba tan subversivo un “caño” como un escrito de Jauretche o Scalabrini.

Antes del golpe, los liberales se rasgaban las vestiduras por el supuesto maltrato recibido por la gran prensa de parte del peronismo, pero ninguno de ellos levantó su voz durante el gobierno de Aramburu para quejarse de las persecuciones a los medios opositores.

Debe recordarse que una de las excusas para derrocar a Perón era la inexistencia de libertad de prensa, puede verse que los acontecimientos aquí señalados, demostraban que Aramburu no permitió ninguna voz disonante, sólo estaba admitida la prensa que se limitara a denigrar a los derrotados por el golpe de septiembre y elevar loas a los nuevos amos.

Todos los medios que gozaban de la libertad de empresa competían entre sí en su afán por demostrar que el peronismo, sus hombres y mujeres, sólo merecían ser denostados y que no podían ser merecedores de disfrutar la nueva “democracia”.
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(12) Galasso, Norberto: Scalabrini Ortiz, Cuadernos de Crisis, 1975, pag. 68 y 70.

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