El Forjista


Recetas para un golpe de Estado

Gene Sharp es un político y escritor estadounidense  que dirige una ONG que lleva el nombre del sabio Albert Einstein, tras la cual se oculta una de las tantas fundaciones que son financiadas por la Central de Inteligencia Americana (CIA).

Lo que promulga este señor son métodos supuestamente “no violentos” de resistencia al poder, pero en realidad se trata de una metodología para promover golpes de Estado ahí donde los gobiernos no se muestran sumisos al dominio de la potencia imperialista ubicada al norte de nuestro continente.

Ya lo hemos visto en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil por citar sólo algunos de los países latinoamericanos, donde aún antes de cumplir el año del triunfo electoral de estos gobiernos, las fuerzas políticas que perdieron las elecciones, junto a las grandes corporaciones, se lanzaron descaradamente a un intento de derrocar esos gobiernos democráticos y populares.

Aquí también, el gobierno de Cristina Fernández debió afrontar al menos dos intentos de golpes de estado, en el 2008 cuando se desarrolló el conflicto contra la oligarquía sojera, y más recientemente al comienzo de este año cuando se intentó culpar al gobierno por la muerte del fiscal Nisman.

Sharp ha tratado de convertir los procesos de desestabilización de gobiernos populares en casi una ciencia, su metodología cuenta con cinco etapas que ahora procederemos a mencionar y ejemplificaremos con sucesos promovidos en nuestro país.

La primera etapa la denomina de ablandamiento y consiste en promover el descontento y el malestar entre la población azuzando temas como la inseguridad, la manipulación del dólar y las denuncias de corrupción.

Sobre esta cuestión podríamos citar la constante exageración del canal de noticias del grupo Clarín con la cuestión de la inseguridad que resurge cuando no tienen otro tema con que atacar al gobierno, paradójicamente cuando hay un tema que ocupa toda la agenda del canal, pareciera que no existieran casos de inseguridad.

Los dirigentes del PRO son expertos en este tipo de operaciones y en campañas sucias, tal es así que el Ministro de Justicia y Seguridad de la ciudad de Buenos Aires, Guillermo Montenegro, autorizó a varias cuevas a actuar en la ciudad, sin autorización del Banco Central, de tal manera que hicieran subir el dólar ilegal y de esa manera general la inquietud entre ciertos sectores de clase media y alta que respiran al compás de la moneda de los Estados Unidos.

En denuncias de corrupción hay de las más variadas, casi todas inventadas por los mercenarios de Clarín, y su socio comercial La Nación, la última fue realizada por Carrió y Lanata acusando a Aníbal Fernandez de participación en el triple crimen vinculado al negociado de la efedrina, quién lo acusó desde el living del departamento de Carrió, cuando fue llamado por la Justicia desmintió su propia denuncia, en general las denuncias de Clarín y Carrió no tardan más de 48 horas en ser descubiertas y puestas en evidencia.

La segunda etapa se denomina de deslegitimación que consiste, entre otras cuestiones,  en manipular los prejuicios antipopulistas de sectores de la población, campañas en defensa de la libertad de prensa y acusaciones de totalitarismo.

Carrió debe tener un doctorado en esta ciencia del golpismo porque ya comparó a Néstor Kirchner con el dictador rumano Nicolae Ceausescu, mientras que en repetidas oportunidades asoció al kirchnerismo con el nazismo y el stalinismo.

Manipular los prejuicios antipopulistas seguramente consiste en irritar a ciertos sectores de clase media, alentando su egoísmo e individualismo, al intentar mostrar que la policía social de estos gobiernos populares las perjudican y son las responsables de ciertas falencias económicas por las que pueden atravesar estos sectores. Sin embargo lo que no se dice es que cuando se aplican políticas que benefician  a los trabajadores y los más humildes también la clase media resulta beneficiada, en cambio cuando se implementan las políticas neoliberales amplias capas de la clase media pasan a formar parte del ejército de desocupados.   

A la tercera etapa la denomina calentamiento de calle aquí la cuestión pasa a los hechos fomentando movilización intentando que las protestas se generalicen, esta etapa ha adquirido la forma de cacerolazos que se intentaron en la Argentina promovidos por los medios de comunicación de la oligarquía.

La cuarta etapa se denomina combinar formas de lucha, a esta altura se promueve  una escalada mediante la toma de instituciones y la realización de acciones violentas para que se produzca una represión de los organismos del estado que luego pueda ser denunciada nacional e internacionalmente.

No existe mejor ejemplo, que lo ocurrido en la reciente elección en Tucumán donde los mismos grupos que quemaron urnas, intentaron luego copar la casa de Gobierno, siendo presentados por las corporaciones mediáticas como paladines de la democracia.

La quinta y más violenta etapa, recordemos que se presentan como métodos no violentos y democráticos, se denomina fractura institucional todo concluye promoviendo la renuncia del presidente, que se consigue incrementado la presión en la calle pasando decididamente a la resistencia armada preparando el terreno para una intervención militar que derive en una guerra civil prolongada.

Esto es, ni más ni menos, lo que ocurrió en Venezuela donde los opositores realizaron manifestaciones cargadas de violencia donde provocaron varias muertes entre los militantes chavistas.

Esta última etapa también incluye provocar el aislamiento internacional que fue lo que intentaron los opositores en Argentina cada vez que visitaron la embajada de los Estados Unidos como quedó claramente reflejado en los archivos de Wikileaks.

Por supuesto que esto no es nuevo, todos estos métodos  y muchos más,  se aplicaron para derrocar a dos líderes populares Hipólito Yrigoyen en 1930 y a Juan Domingo Perón en 1955, ambos fueron acusados de corrupción, pero pasado un tiempo, fue posible demostrar que todas eran patrañas con la finalidad de poner fin a gobiernos que no contaban con el beneplácito de la oligarquía y los imperialismos de turno.

En ambos casos también se recurrió a la aplicación de métodos sumamente violentos, especialmente para derrocar al peronismo en los acontecimientos del 16 de junio de 1955, una de las mayores masacres ocurridas en nuestro país,  donde aviadores de la Marina y la Aeronáutica, lanzaron bombas contra la Plaza de Mayo matando a miles de pacíficos ciudadanos que concurrían a sus labores diarias.

No hay que olvidar que los legisladores de la oposición no concurrieron a la Asunción de Perón en 1946, en una clara maniobra para de deslegitimizar desde el comienzo a ese gobierno, para justificar el golpe de estado que impulsaron también los civiles pertenecientes a los partidos tradicionales y que ejecutaron militares con ideas contrarias a la soberanía popular.

Hay que prestar principal atención a las acciones de la actual oposición que denuncia fraude cada vez que pierde, ya lo realizó con todo tipo de mecanismos electorales, incluyendo el voto electrónico que se aplicó en Salta y la boleta única que se implementó en Santa Fe.

Estas denuncias no buscan sino enturbiar la posibilidad de triunfo de Scioli para justificar al poco tiempo sus acciones desestabilizadoras como realiza la derecha en Brasil, Ecuador, Bolivia y Venezuela, siempre con la participación principal de la embajada de los Estados Unidos.

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