El Forjista
El control que la oligarquía ejerce sobre los medios de comunicación y el aparato cultural provoca que muchos pensadores de los países centrales que cuestionan el neoliberalismo sean prácticamente desconocidos en nuestro país.
Tal es el caso, entre otros, de Mark Fisher fallecido en 2017 a los 48 años, escritor británico, doctorado en filosofía y profesor, autor del blog k-punk, uno de los sitios culturales más prestigiosos, se especializó en cultura musical.
Aquí comentaremos su libro “Realismo capitalista ¿No hay alternativa?” publicado en 2009, en el título hace referencia a la sentencia de Margaret Thatcher cuando impuso el neoliberalismo alegando que no había alternativa, insistiendo que era el único sistema político y económico viable.
Ese proceso lo efectuó en conjunto con Ronald Reagan en Estados Unidos, con tal éxito que cuando llegaron al gobierno partidos opositores, los demócratas en Estados Unidos y el laborismo en Gran Bretaña siguieron aplicando las mismas recetas con pequeños cambios, alegando también que era la única opción posible.
Los neoliberales instalaron la idea y Thatcher lo dijo explícitamente que las sociedades no existían, sólo existían los individuos y las familias, incentivando como un valor positivo el egoísmo y el individualismo, evidenciando un claro desprecio por la solidaridad y un marcado desinterés por el bien común.
Una de las cuestiones que Fisher nos muestra en su libro es que cuando se produjo la crisis financiera de 2008, los neoliberales dejaron de lado su antiestatismo para intervenir decididamente para salvar a los bancos, en una nueva demostración de cuales intereses representan aquellos que se hacen llamar liberales.
Pero este comportamiento de las clases dominantes ya la habían anunciado Marx y Engels cuando escribieron que: “El capital ha convertido el valor personal en valor de cambio y ha sustituido un sinfín de libertades inalienables y particulares por una sola libertad espeluznante, la libertad de comercio”. Realidad que hoy vemos en los que se autodefinen como “libertarios” que en verdad son “liberticidas”.
Para que Reagan y Thatcher pudieran aplicar su programa económico debieron previamente aniquilar al movimiento obrero en sus respectivos países, acción que se intentó reiteradamente en nuestro país con las dictaduras y más recientemente con gobiernos de derecha elegidos democráticamente que no dudaron en reclamar una “Gestapo” para destruir al gremialismo a través de lo que se dio en llamar el lawfare, con el Poder Judicial al servicio de la elite económica para eliminar cualquier resistencia a su programa de gobierno.
Un aspecto importante que Fisher aborda en su libro y que no se refleja en los medios de comunicación, ni en ningún otro lugar, es el desorden mental generalizado que provoca el sistema neoliberal pero que es atendido como si se tratara de un asunto de índole privado, se ha producido una privatización de la enfermedad donde se acepta que haya mucha gente enferma, muy especial personas jóvenes, que se ha transformado en una verdadera plaga de la sociedad capitalista que indica que estamos ante un sistema que funciona a un alto costo humano.
Fisher que fue profesor y por lo tanto mantuvo contacto con muchos jóvenes, señala que éstos eran conscientes en Gran Bretaña que las cosas andaban mal pero que ellos no podían hacer nada para transformar esa realidad.
Muchos de sus alumnos tenían problemas mentales, donde la depresión era una endemia, pero que al analizar la patología se excluía la política, se los trataba como problemas individuales o de familia, sin posibilidad de discutir el sistema social, de paso se abría una enorme posibilidad para que las empresas farmacéuticas vendieran con gran éxito sus antidepresivos.
El autor definía que el estado en que se encontraban muchos jóvenes era de una hedonía depresiva, que significaba una incapacidad para hacer cualquier otra cosa que no fuera la búsqueda de placer, con una dieta que incluía Playstation, TV, comida rápida, internet y marihuana, y que en la actualidad podría incluir celulares y redes sociales.
La consecuencia en los jóvenes de estar conectados a esa matrix de entretenimiento 7 X 24, provoca una pasividad espasmódica que incluye una incapacidad para concentrarse.
Sigue señalando Fisher que el déficit de atención y la hiperactividad es una patología del capitalismo que los obliga a estar conectados a los circuitos de entretenimiento y a la cultura del consumo.
Los trabajadores también padecen de las condiciones que aplica el capitalismo en su etapa neoliberal, las actuales condiciones de trabajo, con una desocupación creciente, la precariedad generalizada del trabajo o jornadas extenuantes provocan un estrés que es tratado como si fuera un problema individual.
El trabajo precario tiene unas consecuencias devastadoras sobre los trabajadores, se considera que este tipo de empleados son descartables, debiendo vivir con la continua incertidumbre que afecta a todo el grupo familiar.
"Debemos crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla" dijo un político de derecha, pues no parece ser algo que pueda ser disfrutable cuando se trata de trabajo y del futuro de nuestras familias.
El capitalismo enferma al trabajador y las compañías farmacéuticas le venden drogas para que se sienta mejor, desconociendo las causas producto de la competencia y la desigualdad, el estrés privado no encuentra una respuesta en la salud pública, es más fácil darle una droga que cambiar la organización social.
El autor señala a otro escritor británico, David Harvey, que ha denunciado reiteradamente al neoliberalismo, explicando que esa política posibilitó el regreso de la elite económica al poder para asegurar sus privilegios de clase, Harvey explicaba que la lucha de clases continuaba vigente pero sólo de parte de los poderosos para explotar a los más débiles.
El neoliberalismo necesitó de una vanguardia intelectual que creó un clima ideológico para aplicar luego sus políticas, le hicieron creer a muchos ciudadanos que cualquiera podía convertirse en un millonario, todos adquirían el estado de emprendedores que podían triunfar, claro que si no lo lograban sólo debían atribuírselo a su propia incapacidad.
También cita a Oliver James que escribió un libro titulado “El capitalista egoísta” donde afirmaba: “Entre las toxinas más venenosas del capitalismo egoísta se cuentan: la idea de que la riqueza material es la clave de autorealización; que sólo los ricos son ganadores, y que el acceso a la cumbre de la riqueza es posible para cualquiera dispuesto a trabajar lo suficiente a pesar de su familia, de su ambiente social o de su raza. Si no triunfas, solo hay alguien a quien puedas culpar”
El voluntarismo mágico es un factor crucial para el triunfo del neoliberalismo, algunos llaman a esto meritocracia, cuando se señala que las trabas a nuestro potencial son internas, que no tenemos trabajo porque no hacemos lo necesario para adaptarnos a las necesidades del sistema.
Los medios de comunicación en su mayoría tienen la función de ocultar todos estos males del neoliberalismo que señalan estos destacados autores, es muy difícil emprender cualquier transformación en una sociedad si no se democratizan los medios permitiendo a los ciudadanos tener una información verídica y no la que brindan estos medios de desinformación y ocultamiento.