El Forjista
El 7 de julio de 1963 se realizan las elecciones para presidente con la proscripción del peronismo, siendo elegido con el 25% de los votos el médico Arturo Illia, obteniendo 2.441.063 votos, en el segundo lugar con casi el 19% se ubican los votos en blanco con 1.884.600, luego estaba la UCRI con 1.593.000 que llevaba de candidato a Oscar Alende, lo seguía el partido de Aramburu UDELPA que llegaba a los 1.346.000 de votos.
Illia asumió el 12 de octubre, el 17 el peronismo festejó su fecha más significativa con un acto en Plaza Once que congregó a 50.000 personas, se dio a conocer un mensaje grabado de Perón en el que expresaba que el papel que estaban jugando las Fuerzas Armadas eran propias de un ejército de ocupación de su propio país, también cuestiona a aquellos dirigentes peronistas que intentan acciones al margen de la conducción orgánica del movimiento.
Perón dejó expresada su opinión sobre el sentido de esas elecciones: “Así hemos llegado a la farsa de las elecciones del 7 de julio de 1963, las que quedarán en la historia política argentina como un modelo de arbitrariedad y descarada simulación. En ellas, se convirtió la mayoría en minoría y se obligó al pueblo a optar entre hombres repudiados, al tiempo que se proscribía, no a un hombre o a un partido, sino a toda la opinión pública nacional”. (1)
El peronismo dejó expresada taxativamente que consideraba ilegítimo al gobierno surgido de esas elecciones y reclamó que se permitiera el inmediato regreso de Perón, pero esta vez, la voluntad del retorno del líder no quedó meramente en palabras, se inicia lo que se conoció como la “Operación Retorno”, el intento de que el jefe del peronismo pudiera regresar a su patria.
La idea del retorno comienza a delinearse hacia fines de 1963, cuando Perón brindó para saludar el comienzo de un nuevo año lo hizo señalando que sería el último año que pasaría en el exilio, mientras que las paredes de la Argentina comenzaron a llenarse con la consigna Perón Vuelve.
El 20 de enero de 1964 Perón es intervenido quirúrgicamente de la próstata por su médico y amigo Antonio Puigvert, unos meses después anuncia en una revista española su intención de regresar a la Argentina.
En abril de 1964 el cónsul paraguayo en Madrid emite dos pasaportes a nombre de Juan Sosa, profesor nacido en Asunción y de su esposa Dalmira Remo de Sosa, ambos pasaportes iban a ser utilizados por Perón y la dirigente peronista Delia Parodi en su intento de regreso al país.
En mayo y junio la CGT lanza una serie de acciones contra la política económica que contemplaba la toma de establecimientos, miles de fábrica son ocupadas pacíficamente para repudiar la marcha de la economía. Este plan de lucha convierte a Vandor en una figura ampliamente conocida y lo lleva a controlar la mayoría de los delegados de la CGT y las 62 Organizaciones, esta última conformada por los gremios identificados con el peronismo.
También surge un grupo de dirigentes que cuestiona el liderazgo de Vandor al que consideran que estaba llevando a cabo una peligrosa política personalista, quién encabeza a los sindicalistas del antivandorismo es el dirigente textil Andrés Framini.
El 11 de agosto de 1964 Cooke le escribe a Perón luego de un interregno sin intercambio epistolar producto de un distanciamiento político, donde lo alienta a regresar al país y lo insta a no dejarse convencer por aquellos que seguramente le recomendarán quedarse en la seguridad de Madrid, dice Cooke: “Mi general: si Ud. pone pie en la Argentina, no solamente se inicia la era de nuestra libertad recobrada, sino que también la de América Latina”.(2)
A mediados de agosto una gran cantidad de dirigentes peronistas viajan a Madrid a reunirse con Perón, el 21 se realizó una conferencia de prensa en un hotel donde distribuyeron un comunicado que decía: “El general Perón ha ratificado su decisión irrevocable de regresar a la Patria en el corriente año, como factor determinante de la unidad y pacificación de todos los argentinos”. (3) Aclararon que ellos no sabían la fecha.
Desde el gobierno radical señalaban que Perón podía regresar pero que debía hacer frente a todas las causas abiertas en la Justicia, los militares también se hacían los distraídos decían que era el poder civil quién debía decidir, pero todos sabían, que no lo iban a permitir.
En octubre el presidente francés Charles De Gaulle visitó la Argentina, los peronistas decidieron movilizarse para brindarle una festiva recepción al general galo.
En el acto del 17 de octubre de 1964 se escucha una cinta donde Perón señala: “Espero que sea el último 17 de octubre que pase alejado de ustedes, porque mi decisión de retorno es irrevocable, no sólo porque lo anhelo, sino también porque el destino del país impone la necesidad de terminar con la ignominia del odio, para dedicarnos a la pacificación, punto de partida imprescindible para la reconstrucción … Debemos tender la mano de la paz para los que quieran asirse y empeñarnos en la unidad nacional, sin odios ni revanchismo suicidas…”(4) El acto concluye con enfrentamientos entre manifestantes y la policía que recurre a lanzar gases lacrimógenos.
Los dirigentes peronistas que estaban a cargo del Operativo Retorno eran Andres Framini, Alberto Iturbe, Delia Parodi y Augusto Vandor volvieron a viajar a Madrid a comienzo de noviembre para ultimar los detalles del regreso, a estos se le sumó Jorge Antonio.
Un grupo de dirigentes peronistas hicieron gestiones ante el gobierno uruguayo para que se le permitiera el ingreso a ese país, como resultaba riesgoso aterrizar en Buenos Aires una posibilidad era que se dirigiera a Uruguay o Paraguay, el gobierno argentino presionó a ambos países para evitar esa posibilidad.
El día señalado un empleado trasladó el auto de Perón desde el garaje hasta la escalinata frente a la residencia, Jorge Antonio se puso al volante y Delia Parodi ocupó uno de los asientos traseros, Perón estaba oculto en el baúl. A unas 20 cuadras cambiaron de auto, Perón salió del baúl y para sentarse en un asiento del otro auto, los tres se dirigieron al aeropuerto.
Con la autorización del gobierno español Perón acompañado de otros dirigentes peronistas subió a un DC8 con el que retornaría a América. Los militares argentinos al enterarse de la noticia exigieron que el avión fuera detenido en Río de Janeiro, donde debía realizar una escala.
A las 9:45 del día 2 de diciembre de 1964 el vuelo de Iberia aterrizó en la pista del aeropuerto del Galeao, ni bien se detuvo soldados brasileros rodearon el avión, un representante del Ministerio del Exterior subió al avión e invitó a Perón a desembarcar a lo cual se negó, los brasileros aclararon que actuaban de esa manera a pedido de la Cancillería argentina y que tenían la intención de trasladar a Perón a un base de la Fuerza Aérea.
Perón argumentó que estaba en tránsito a bordo de un avión de bandera española, el funcionario brasilero se retiró a hacer nuevas consultas, al regresar explicó que si no bajaban, el avión sería remolcado hasta una base aérea, decidieron bajar del avión bajo protesta y fueron despojados de las armas que llevaban encima.
Perón y su comitiva fue alojada en el casino de oficiales, el avión siguió su viaje hacia Buenos Aires, cuando regresó a Río de Janeiro, los brasileros dispusieron que los argentinos debían subirse al avión para regresar a Madrid.
Al regresar a España el gobierno le impuso nuevas restricciones, debió permanecer por tres semanas en el sur de España y luego se le solicitó que volviera a prometer no inmiscuirse en asuntos políticos.
El reaccionario canciller argentino, Zavala Ortiz declara “el viaje de Perón respondió a un propósito netamente subversivo”, mientras que el presidente opta por lavarse las manos para señalar que era un asunto particular de Perón.
El 17 y 18 de diciembre la CGT declara un paro de 48 horas, los sindicalistas denuncian varios actos represivos y de violencia policial, a su regreso de Madrid es detenido el dirigente sindical Andrés Framini quien había participado del Operativo Retorno.
El fracaso del Operativo fue leído por la prensa imperialista como una dura derrota del líder argentino de la cual difícilmente podría recuperarse, mostrando nuevamente que anteponían sus deseos a la realidad.
Sin embargo, quienes se apresuraron a dar por muerto al peronismo no tardarían en llevarse una nueva sorpresa, el 14 de marzo de 1965 se efectuaron elecciones legislativas, el peronismo se presenta bajo la sigla de Unión Popular (UP), resultando quién obtuviera mayor cantidad de votos y legisladores. UP sumó 2.848.000 de votos, seguida por la UCRP con 2.600.000, el Movimiento de Integración y Desarrollo MID nueva agrupación de Frondizi y Frigerio obtuvo 587.000 y la UCRI llegó a los 411.000 sufragios.
En octubre de 1965 la CGT convoca a paros sorpresivos con actos relámpagos, la policía reprime salvajemente provocando dos muertes, la del obrero Juan Gabriel Mussy de 25 años y la de Angel Retamar que muere unos días después de haber sido hospitalizado producto de las heridas provocadas en la represión. Cuando se pretende presentar al gobierno radical de Illia como una administración bondadosa, se oculta estos casos de persecución sindical y política.
Una de las consecuencias de ese fracaso del regreso del líder fue el surgimiento de una tendencia liderada por el dirigente metalúrgico Augusto Vandor que promovía un peronismo que se integrara al régimen desconociendo el liderazgo de Perón y proponiéndose él mismo como el nuevo jefe de un partido aceptado por el régimen oligárquico.
Para confrontar con Perón, Vandor decide apoyar a su propio candidato a la gobernación de la Provincia de Mendoza que se iba a realizar en abril de 1966, si lograba derrotar al candidato de Perón podía postularse como un serio referente para reemplazar al líder.
En este delicado juego de ajedrez el líder exiliado decide mover la dama, enviando a Isabel a Buenos Aires, jugada que le permitió reunir en su torno a todos aquellos dirigentes peronistas que se mantenían leales al líder histórico.
En esos tiempos Perón expresó claramente su pensamiento sobre cierta dirigencia sindical: “No me importa prescindir de un conglomerado amorfo y pactista como el de la C.G.T. actual. No en vano la gobierna Vandor, que es un negociador típico, diplomado en dar las volteretas que sean necesarias con tal de sobrevivir…” (5)
La presencia de Isabel en el país provocó una auténtica agitación política no sólo en el peronismo, sino que también en aquellos sectores más gorilas que no aceptaban la más mínima concesión a ese movimiento, se produjeron enfrentamientos callejeros lo que motivó que Isabel debiera cambiar de hotel.
Antes de las elecciones el sector sindical que continuaba reconociendo el único liderazgo de Perón, se organizó en las “62 Organizaciones de Pie Junto a Perón” conducido por el dirigente textil José Alonso, éste fue expulsado de la CGT por Vandor que tenía la hegemonía en la central obrera.
El 27 de enero de 1966 Perón le escribe una carta a Alonso donde le señala: “Me alegro de que usted haya decidido empeñar batalla…. En esta lucha, como muy bien lo ha apreciado Usted, el enemigo principal es Vandor y su trenza, pues a ellos hay que darles con todo y en la cabeza, sin tregua, sin cuartel. En política, no se puede herir, hay que matar, porque un tipo con una pata rota hay que ver el daño que luego puede hacer… Usted contará para ello con todo mi apoyo y si es preciso que yo expulse a Vandor por una resolución del Comando Superior lo haré sin titubear, pero es siempre mejor que, tratándose de un dirigente sindical, sean los organismos quien lo ejecuten”(6)
Para la campaña electoral Perón envió varios mensajes grabados para ser difundidos en los actos, esto y la presencia de Isabel contribuyeron a que el candidato leal obtuviera más votos que el designado por Vandor, a ningún peronista le importó que el ganador fuera un candidato de otro partido.
El vandorismo apoyaba a Alberto Serú García y el Partido Justicialista a Corvalán Nanclares, el ganador fue el Partido Demócrata que obtuvo 128.989 votos, el candidato de Perón, Corvalán Nanclares obtiene 102.514 y el de Vandor, Serú García sólo 62.035, la UCR 88.996, esto significa una contundente derrota del vandorismo.
Lo más relevante para el Movimiento fue que Perón triunfó sobre el intento de Vandor de cuestionar su liderazgo, quedando claro que había un solo jefe.
Isabel aún estaba en la Argentina cuando el general Onganía dio el golpe de Estado que derrocó al presidente radical Arturo Illia.
En el gobierno de Illia había dirigentes radicales progresistas pero también los había de aquellos más reaccionarios y antiperonistas como el canciller Zavalla Ortiz que había participado en todos los intentos de golpe estado contra Perón y había actuado como comando civil en acciones terroristas.
Illia había adoptado varias medidas con un claro sentido nacional como fue el de anular los contratos petroleros firmados por Frondizi, se había negado a apoyar la invasión de Estados Unidos a la República Dominicana e intentó colocar ciertos límites al accionar de los laboratorios mediante el accionar del Ministro de Salud, Arturo Oñativia.
Pero tampoco debe olvidarse la otra cara del radicalismo en el gobierno con una política económica que perjudicaba seriamente a los trabajadores y un arraigado antiperonismo que lo llevó a impedir el regreso de Perón y a reprimir manifestaciones de ese signo político.
Como lo fue en el derrocamiento contra Hipólito Yrigoyen, en este golpe de Estado también juega un papel decidido el accionar de los medios de comunicación para generar el clima propicio para que la destitución del presidente sea aceptada como una consecuencia lógica de la ineptitud de los gobernantes elegidos por el voto, aunque en este caso fuera con la proscripción del peronismo.
Por ese tiempo el periodista Esteban Peicovich le realizó un extenso reportaje, como Perón leía mucho le preguntó si había leído a Borges, respondiendo negativamente y explicando que en general no leía a cuentistas, pero le aclaró que sí leía asiduamente a Scalabrini Ortiz a quién definía como “Un forjador del carácter de la resistencia ante los usurpadores”.
Siguiendo sobre sus gustos literarios continuó explicándole al periodista: “Admiro a Manuel Gálvez. Soy amigo de Hernández Arregui. Me gusta mucho como escribe. Igual que Pepe Rosa. Yo quería mucho a Leopoldo Lugones. En literatura, si no son amigos, no los leo. Me gustan los hombres que escriben lo que piensan. A los reaccionarios no los leo para no envenenarme. Martín Fierro sigue siendo nuestra Biblia. Justo para un pueblo que como el argentino es el más sensible de la tierra. Lo se de memoria y le hago caso en todos sus consejos. Me desasno con el gaucho Fierro. Pero a los otros no los leo. Prefiero a Belisario Roldán, que era apenas un versificador, pero cabal. José Hernandez era un rebelde de la época. Y como en esa época no se podía hacer una ‘revoluti’ al gobierno, abrió el escape con el Martín Fierro. Ya le digo: yo prefiero leer a los hombres que conozco. Hernández Arregui es un hombre de izquierda, muy atacado por ‘comunista’ y otras yerbas. Y no es así. Él es un hombre libre que escribe lo que siente. Y escribe con nobleza. No vende tranvías, sino escribe lo que piensa. En las cosas de la vida hay que ser leal, hay que tener lealtad. Arregui la tiene y por eso, hoy es tan leído y conocido en la Argentina. Porque mire que la literatura está llena de espejismos. En el continente literario se pueden hacer cosas muy lindas. Pero hay que ver el contenido de la cosa”. (7)
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(1) Norberto Galasso, Perón. Exilio , resistencia, retorno y muerte. Tomo II Colihue 2011 Pag. 930
(2) Correspondencia Perón Cooke. Tomo II pag 297
(3) Joseph Page. Perón. Una biografía. Editorial Sudamericana. Edición en e-book pag. 520 y 521
(4) Norberto Galasso Tomo II pag. 945 y 946
(5) Enrique Pavón Pereyra. Conversaciones con Juan Domingo Perón. Ed. Colihue/Hachette. 1978. Pag. 77
(6) Norberto Galasso. Tomo II Pag. 968
(7) Idem Pag. 965