El Forjista
El libro no podía ser publicado en el país por las prohibiciones impuestas por la dictadura que inhibía a cualquier ciudadano mencionar a Perón o utilizar cualquier palabra que pudiera ser asociada con él, el libro fue publicado en otros países e introducido clandestinamente a la Argentina.
El objetivo de este trabajo consistía, según su autor en: “Demostrar que yo, en diez años de gobierno no costé una sola vida humana al país, en tanto la dictadura lleva sobre su conciencia la muerte de millares de argentinos. Que mientras yo prefería abandonar el gobierno antes de ver bombardeadas las ciudades indefensas, estos simuladores han torturado a numerosos ciudadanos, de los 15.000 presos políticos, sin causa si proceso, que llenan las cárceles”(1)
También el libro pretendía salir a responder a las enormes calumnias y difamaciones publicadas en la Argentina y reproducidas en todo el mundo en especial en los Estados Unidos y Europa con la finalidad de desprestigiarlo ante sus seguidores.
Reproduce parte de las declaraciones realizadas a la agencia noticiosa United Press el 5 de octubre de 1955 que tanto enojo provocaron en el gobierno argentino y que promovieron que debiera dejar Paraguay.
Cuenta entretelones de los últimos días de su gobierno a partir del levantamiento de Lonardi en Córdoba y no deja dudas sobre la supremacía militar de las fuerzas leales para aplastar la rebelión: “Las probabilidades de éxito eran absolutas, pero para ello, hubiera sido necesario prolongar la lucha, matar mucha gente y destruir lo que tanto nos constó crear. Bastaría pensar lo que habría ocurrido su hubiéramos entregado las armas de nuestros arsenales a los obreros que estaban decididos a empuñarlas”.(2)
Contesta la gran pregunta que seguramente se deben haber repetido tanto él como sus seguidores innumerables veces ¿no hubiese sido mejor resistir y evitar largos años de dictaduras oligárquicas?, en esta oportunidad su respuesta fue: “Yo no me arrepiento de haber desistido de una lucha que habría ensangrentado y destruido al país. Amo demasiado al Pueblo y hemos construido mucho en la Patria para no pensar en ambas cosas. Sólo los parásitos son capaces de matar y destruir lo que no son capaces de crear”.(3)
Caracteriza con exactitud el sentido del golpe de Estado y lo enlaza con una línea histórica, que ahora se ha dado en llamar la grieta, pero que en realidad responde a las dos tendencias en pugna desde el nacimiento de la Nación hasta nuestros días: “Esta revolución, como la de 1930, también septembrina, representa la lucha entre la clase parasitaria y la clase productora. La oligarquía puso el dinero, los curas la prédica y un sector de las fuerzas armadas, dominadas por la ambición de algunos jefes, pusieron las armas de la República. En el otro bando están los trabajadores, es decir el Pueblo que sufre y produce. Es en consecuencia una dictadura militar de corte oligarco-clerical y ya sabemos a dónde conduce esta clase de gobierno”.(4)
Asume con era de esperar la defensa de su gestión con una frase tan contundente como cierta: “Recibí una colonia y les devuelvo una patria justa, libre y soberana. Para ello hube de enfrentar la infamia en todas sus formas, desde el imperialismo abierto hasta la esclavitud disimulada”.(5)
En ese marco de defensa de la gestión reproduce una serie de cifras y estadísticas para mostrar quienes fueron los grandes beneficiados de su gobierno, el incremento de los salarios superaba a la inflación estimándose que entre 1945 y 1955 se produjo un crecimiento promedio del 50%, las jubilaciones que en 1945 sólo abarcaba a 500.000 trabajadores se generalizaron alcanzando a todos los asalariados, la construcción de viviendas para trabajadores entre 1946 y 1951, años del primer Plan Quinquenal llegó a las 350.000, en tanto que para el segundo plan se construyeron otras 150.000 viviendas.
Otro dato particularmente significativo es aquel que indica que en 1945 había dos CGT que tenían un millón de adherentes, en 1955 había una sola y la cantidad de afiliados había ascendido a los seis millones.
Repasa también las medidas económicas tendientes a que el gobierno nacional tomara control de la economía de un país que era una semicolonia, el primer paso consistió en la nacionalización del sistema bancario, luego se sucedieron las nacionalizaciones de los servicios públicos esenciales, seguida de un impulso que llevó a la industrialización del país.
Otro aspecto sobre el cuál reproduce cifras por demás demostrativas es sobre los avances educativos, en 1945 estudiaban en los tres niveles dos millones de personas, en 1955 esa cantidad se elevó al doble, en tanto que la cifra de analfabetos tuvo una caída espectacular en el mismo período, del 15 bajó al 3%.
Una de las cuestiones sobre la cual tenía más derecho a sentirse orgulloso era sobre la Salud Pública con la extraordinaria labor realizada por Ramón Carrillo, cuando llegó a gobierno no existía una repartición encargada de velar por la salud de los argentinos, en cambio sí había en el Ministerio de Agricultura una Dirección de Sanidad Vegetal y Animal, mostrando que a las autoridades le importaba más la salud de una vaca que la de un trabajador.
Se terminó con el flagelo que significaba el paludismo, se redujo de manera notable los casos de mortalidad por tuberculosis y se atacaron otras enfermedades logrando controlarlas y llevarlas a niveles prácticamente inexistente como el tifus.
Dedica unas páginas a explicar la expropiación del diario La Prensa presentándolo como lo que era un representante de una potencia extranjera pero además señalaba turbios manejos realizados por la empresa para eludir impuestos y por la utilización de rompehuelgas que atacaban a los trabajadores en paro.
No elude señalar el papel jugado por el gobierno uruguayo en la campaña internacional contra el peronismo: “… arreció la campaña radial y publicitaria contra nuestro gobierno. El gobierno uruguayo tomó a sueldo a todos los exilados y traidores argentinos que encontró y sin el menor reparo se organizó un comando revolucionario al que puso a su disposición fondos y otros medios. Uruguay pasó a ser el refugio de facinerosos y un portaviones de los que huían después de sus fracasados golpes criminales”.(6)
También denuncia que el presidente uruguayo del Partido Colorado Luis Battle Berres mantenía contacto con los conspiradores durante el criminal ataque a la Casa Rosada realizado el 16 de junio de 1955.
Como no podía ser de otra manera dedica varias páginas a expresar su opinión sobre el conflicto con la Iglesia, institución a la que se refiere en muy duros términos, defendiendo dos medidas adoptadas en el medio de la confrontación: la de igualdad de todos los hijos, eliminando esa tremenda discriminación entre hijos naturales y legítimos, y la ley del divorcio explicando la necesidad de dar respuesta a los 300.000 matrimonios que no podían regularizar su situación.
Perón lanza una frase que muy posiblemente haya provocado una profunda reflexión en los jóvenes sacerdotes y en quienes adoptarían los hábitos en el futuro que no veían ninguna contradicción entre su fe cristiana y el peronismo, escribió el ex presidente: “Eva Perón, perseguida y calumniada por los curas argentinos, hizo más obra cristiana en un día, que todos los sacerdotes de mi país en toda su vida”. (7)
Asume la defensa de su gobierno por los sucesos ocurridos el 16 de junio por la noche cuando algunos grupos quemaron Iglesias luego del salvaje ataque de la aviación naval sobre la Plaza de Mayo, sostiene que en su mensaje hizo un llamado a mantener la calma y que recién luego de ocurridos, se enteró de los graves incidentes que concluyeron con los lamentables incendios.
Señala las peripecias de su exilio y los intentos del gobierno para asesinarlo, con ocho personas detenidas en Villa Rica enviadas desde Buenos Aires y las versiones sobre nuevos intentos que le tienen destinados en Panamá.
Al referirse a la exposición de pertenencías suyas y de Eva Perón montada por la dictadura denuncia que todas las joyas de Eva habían sido donadas como figuraba en su testamento, además señala que en la exposición muchas habían sido agregadas por los propios expositores y no pertenecían a Eva, con respecto a sus posesiones indica que habían sido exageradas de manera irrisoria al anunciar que tenía 500 pares de zapatos y 2.000 camisas.
El libro concluye con un lapidario cuestionamiento al gobierno de la autodenominada “Revolución Libertadora”: “Cualquiera que sea el rumbo que la dictadura siga y los cambios de hombres que los diversos incidentes puedan provocar, una cosa será siempre constante en su orientación: su anti-obrerismo. Tanto los conservadores como los curas y los militares son anti-obreristas por antonomasia”.(8)
Y agregaba: “En el orden político, el objetivo de la dictadura es la destrucción del peronismo. Lonardi manifestó que su misión era ‘desperonizar el país’. Establezcamos entonces que la función política que la dictadura se atribuye es destructiva y no constructiva”. (9)
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(1) Juan D. Perón. La fuerza es el derecho de las bestias. Ediciones Síntesis 1974, pag 7
(2) Idem pag. 14
(3) Idem pag. 21
(4) Idem pag. 17
(5) Idem pag. 19
(6) Idem pag. 81
(7) Idem pag. 87
(8) Idem pag. 180
(9) Idem pag. 182