El Forjista
Luis Gay estaba al frente de la CGT y antes había sido el presidente del Partido Laborista, cuya disolución había aceptado a regañadientes, las rispideces entre el máximo dirigente de la CGT y el gobierno apenas si se disimularon.
Gay se esforzaba por mostrarse independiente del gobierno y en ese intento cometió un error que le costó el cargo y que de ninguna manera era menor, cuando arribó a la Argentina una comisión liderada por el sindicalista estadounidense al servicio de su gobierno y de los servicios de inteligencia de ese país, Serafino Romualdi, con la idea de “investigar la situación sindical del país” en un claro hecho de intromisión en los asuntos internos, Gay no dudó de reunirse con él en vez de repudiar su actitud. Tiempo después Romualdi reconoció públicamente su participación que actos de desestabilización contra el gobierno peronista.
Perón condenó enérgicamente la actitud imperial del sindicalista norteamericano y cuestionó a los dirigentes sindicales argentinos que con su presencia convalidaron el acto de absurda intromisión, a raíz de estas críticas Gay presenta su renuncia a la conducción de la CGT que le es aceptada por 69 votos contra 11, designando como nuevo secretario general a Aurelio Fernández del gremio de sanidad, el 29 de enero de 1947.
Esta situación es presentada por los críticos del peronismo como un acto que barría la independencia del movimiento obrero que pasaba a depender sumisamente del gobierno.
Joseph Page a la vez que reconocía los avances logrados por los trabajadores en cuanto al crecimiento del salario real agregaba: “El precio que tuvieron que pagar los gremios por estos beneficios fue la pérdida de su independencia. El fetichismo de Perón por la organización iba a transformar al movimiento obrero en una estructura monolítica, jerárquica, burocratizada y totalmente rígida”. (1)
Pero esta preocupación por la supuesta pérdida de la independencia no formaba parte de las prioridades de la inmensa mayoría del pueblo trabajador, sí lo era obtener nuevas conquistas y mantener aquellas logradas, sorprendentemente Félix Luna llega a reconocer esto: “Los trabajadores que habían votado a Perón se sentían libres en tanto no podían ser despedidos caprichosamente, planteaban sus exigencias a sus patrones de igual a igual, sabíanse amparados por la Secretaría y conocían la felicidad inédita de unas vacaciones en lugares que sólo habían conocido de nombre, o de un aguinaldo que a fin de año les llenaba los bolsillos. Para ellos, la libertad era la sensación de estar representados en la cumbre del Estado por un hombre a quién amaban y en el cual confiaban. El tirano había sido el patrón, el capataz de la fábrica, el mayordomo de la estancia, el inglés del ferrocarril o el comisario del pueblo. Estos poderes ahora no existían, o existían con una autoridad disminuida”. (2)
Mientras que Luna agregaba que los diputados del radicalismo provenientes de la clase media adherían al concepto de libertad tradicional que consistía en tener la libertad para criticar al gobierno.
Los trabajadores centraban su atención en otras cuestiones que ellos consideraban mucho más importantes, en 1949 se creó la Universidad Obrera Nacional luego llamada Universidad Tecnológica Nacional con la finalidad que los obreros y sus hijos pudieran acceder por primera vez en la historia a realizar estudios universitarios.
Algunos investigadores calculan que la cantidad de escuelas primarias inauguradas durante los 10 años de gobierno peronista llegaron a las 2.000, mientras que la cantidad de alumnos de los colegios secundarios pasó de 143.000 en 1940 a 446.600 en 1954, en tanto que la población universitaria se incrementó de 47.387 estudiantes en 1945 a 138.628 en 1955, otro dato notable fue que en ese incremento incluía una mayor cantidad de mujeres que estudiaban en universidades.
Los índices de mortalidad infantil bajaron del 90 al 67 por mil, las enfermedades infecciosas se redujeron y aumentó la capacidad hospitalaria, la cantidad de camas disponible pasó de 57.000 a 132.000, Ramón Carrillo hizo una impresionante gestión avanzando en la atención pero sobre todo en la prevención, Carrillo con la colaboración de Doctor Carlos Alberto Alvarado consiguieron uno de los mayores logros con la eliminación del paludismo, se pusieron a combatir el mosquito anófeles con DDT desinfectando casa por casa, de 122.168 casos en 1946 se pasó a 240 en 1956. También se logró aniquilar la langosta, otras enfermedades como la tuberculosis y la lepra disminuyeron sensiblemente.
Otra cifra que creció exponencialmente fue la de los créditos hipotecarios que hacía realidad el sueño de la vivienda propia, en diez años se cuadruplicaron la cantidad de préstamos concedidos, tomando como período anterior toda la historia del Banco Hipotecario.
Todos estos impresionantes logros que se concretaron en un corto tiempo marcaron un cambio sustancial en la vida de los sectores humildes, por eso es que mientras en ciertos sectores de clase media se discutía la independencia o no de la CGT, los trabajadores de carne y hueso estaban disfrutando de una nueva vida que hasta hace poco tiempo parecía imposible.
Los teatros, los cines, bares y restaurantes se llenaban con una multitud bulliciosa, aunque Félix Luna cuestionara el nivel del cine de aquellos años lo cierto es que nunca se había filmado la cantidad de películas como en esa época, con actores que no debían padecer de la falta de trabajo, aunque muchos de ellos criticaran al gobierno.
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(1) Joseph Page. Perón. Una biografía. Editorial Sudamericana. Edición en e-book pag. 234 y 235
(2) Félix Luna. Perón y su tiempo. Tomo I. La Argentina era una fiesta. Ed. Sudamericana 1984. Pag. 306 y 307