El Forjista
Como bien señala Galasso, el gobierno surgido del golpe de Estado ensaya una política contradictoria que intercala decisiones progresistas con otras francamente reaccionarias, los militares que llegaron al gobierno no tenían una coherencia ideológica que les permitiera actuar en una dirección claramente establecida.
En el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública fue designado Gustavo Adolfo Martínez Zuviría, escritor antisemita que utilizaba el seudónimo Hugo Wast, mientras que en el Ministerio de Interior fue nombrado el general Luis Perlinger, simpatizante del nazismo.
Se prohibieron periódicos judíos y de izquierda, se impuso la enseñanza religiosa en los colegios públicos y se dispuso recordar en los colegios el golpe oligárquico del 6 de septiembre de 1930.
Pero también el gobierno comenzó a investigar los negociados producidos durante la Década Infame, estableció una política de precios máximos y dispuso una rebaja en los alquileres.
Sin embargo, lo más importante se produjo en el accionar que desplegó el coronel Perón estableciendo relaciones con sindicalistas y agrupaciones políticas.
Sólo Hipólito Yrigoyen había recibido a delegaciones obreras, el resto de los gobernantes miraban a los gremialistas como gente peligrosa, Perón rompió con esa idea y comenzó a tener entrevistas con sectores gremiales, la primera de ellas fue con los ferroviarios que constituían uno de los sindicatos más poderosos de la época.
El 23 de agosto el gobierno interviene la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, una comisión entrevista a Perón, para lograr esa reunión fueron determinantes el hermano y el padre del teniente coronel Domingo Mercante, ambos ferroviarios. Perón los recibe y los escucha, ya para octubre de 1943 logra reunirse con representantes de 36 gremios lo que muestra la efervescente actividad desplegada por Perón, es designado en el Departamento Nacional del Trabajo el 27 de octubre de 1943 y un mes después se anuncia la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión designando el propio Perón quién también mantuvo sus responsabilidades en el Ministerio de Guerra a cargo de Farrell.
En el departamento de Trabajo conocerá al español José Francisco Figuerola, abogado y ex profesor universitario de legislación laboral en Barcelona, su labor la desarrollaba en el departamento de estadísticas, así recordará Figuerola su primer encuentro con el nuevo jefe del Departamento de Trabajo: “Lo que más impresionó a Perón en su visita al departamento de Estadísticas, Información y Prensa, bajo mi dirección, fueron los diagramas del déficit alimentario de la familia obrera”. (1)
En tanto Domingo Mercante es designado interventor en la Unión Ferroviaria, llevando a dirigentes como Luis Monzalvo y Roberto Testa como asesores.
El gobierno puso la mira en los dirigentes comunistas, José Peter sindicalista del gremio de la carne y miembro del PC fue detenido en Neuquén, el gremio dispone una huelga por su liberación y el reclamo de aumentos de salarios.
Perón interviene en el conflicto comprometiéndose a gestionar la libertad de sindicalista, fleta un avión para que traiga a Peter a Buenos Aires, el gremialista habla en una asamblea ante 6.000 trabajadores donde se decide levantar el paro. Sin embargo, ni Peter, ni el Partido Comunista cambiaron su opinión sobre Perón al que continuarán combatiendo. Pero una nueva camada de dirigentes iba surgiendo mientras Peter fue perdiendo representatividad, otros como Cipriano Reyes surgían y obtenían el reconocimiento de sus compañeros.
Los vínculos de Perón con el sindicalismo le permitieron comenzar a establecer relaciones con algunos dirigentes que luego ocuparán cargos de importancia en su presidencia como lo fueron Juan Braulio, abogado de la Unión Ferroviaria y Angel Borlenghi dirigente del gremio de Empleados de Comercio.
Durante la Década Infame la CGT no superaba los 250.000 afiliados con gremios influenciados por comunistas y socialistas, había también sindicatos autónomos que respondían a una ideología sindicalista o anarquista que había sobrevivido a la vieja FORA, la central anarquista.
En la década del 30 había surgido la Unión Sindical Argentina, donde predominaban los sindicalistas y anarquistas con Luis Gay como máximo dirigente que luego se integrará al peronismo, también había una gran cantidad de trabajadores que no estaban afiliados a ningún sindicato.
El coronel despliega una ferviente actividad en el plano político y uno de los grupos a los que prestó especial atención fue la agrupación yrigoyenista FORJA, estando en Italia Perón leía con interés el abundante material publicado por la agrupación por lo que conocía la prédica antimperialista y su defensa irrestricta del patrimonio nacional.
Jauretche, presidente de FORJA conoce a Perón unas semanas después del golpe de Estado, para que la entrevista fuera posible intervino el mayor Fernando Estrada que simpatizaba con FORJA, este militar era una de las pocas personas a las que tuteaba, junto a Domingo Mercante y el capitán Russo, eran de la mayor confianza de Perón.
Luego de la primera reunión Jauretche y Perón comenzaron a verse casi todos los días, el político yrigoyenista se convirtió en un hombre de constante consulta del militar, esta relación se mantuvo por un año hasta que hechos que comentaremos más adelante separaron a ambos hombres.
El 26 de enero de 1944 el presidente Ramírez y su ministro de Relaciones Exteriores, el general Gilbert, anuncian la ruptura de relaciones con Alemania y Japón, argumentando que se había descubierto una red de espionaje que actuaba en el país, esto provocó un gran revuelo en el seno del Ejército, varios funcionarios del gobierno presentaron su renuncia como forma de protesta.
En el GOU surgen posiciones divergentes, un sector alienta la continuación de la neutralidad, mientras que otro sector sostiene que a esa altura no queda otra medida que la ruptura, Perón sostuvo esta última posición.
Un mes después, Ramírez decide reemplazar a Farrell como ministro de Guerra, los integrantes del GOU se reunieron a pesar que ya habían decidido su disolución y se ponen de acuerdo para solicitarle la renuncia a Ramírez y designar a Farrell como nuevo presidente, quien designa a Perón como ministro de Guerra.
En julio de 1944 se produce el enfrentamiento entre Perlinger y Perón, cuando en el gobierno se decide nombrar un vicepresidente de la Nación, ambos hombres se disputan el cargo en una elección de la que participan los oficiales del GOU, Perón gana la votación por escaso margen y a continuación reclama la renuncia de Perlinger al Ministerio del Interior quién es reemplazado por el Almirante Tessaire, hombre de confianza del Perón, pero a quién traicionará después del golpe de 1955.
El departamento Nacional de Trabajo que era un organismo sin vida comienza a despertar con una febril actividad donde se comienza a recibir a los trabajadores, luego convertida en Secretaría de Trabajo fue necesaria su mudanza al antiguo Concejo Deliberante para poder contener a todos los visitantes, quienes acudían ahí comenzaron a pasar la voz, los obreros eran escuchados y hasta podían obtener soluciones a sus problemas.
De manera persistente comenzó a ser visible las concreciones que obtenía Perón, impulsó la creación de Tribunales de Trabajo, la Secretaría comenzó a intervenir en los conflictos y la mayoría de las veces laudaba a favor del trabajador. Al principio con mucha desconfianza y con cierta sorpresa veían que un militar no recurría a la represión y los trataba con respeto.
El historiador de izquierda nacional Abelardo Ramos expuso con notoria claridad el significado profundo de las conquistas que los trabajadores obtenían en aquellos días producto de la labor incansable de Perón: “Los obreros observaron con mirada penetrante la estupefacción del patrón ante el triunfo rápido y decisivo de una huelga; los fallos sistemáticos de Trabajo y Previsión en favor de los trabajadores; la insolencia del capataz que veja a una obrera, inmediatamente reprimida por la actitud amenazante de sus compañeros; la negativa de la policía a intervenir contra los trabajadores a pesar del pedido urgente de la otrora omnipotente empresa; la readquisición de la dignidad personal de los trabajadores en la vida cotidiana de la fábrica, las leyes sociales audaces y su riguroso cumplimiento, el definitivo abandono de la alpargata por el joven riojano o tucumano transformado en un obrero industrial, e incorporado a la civilización urbana: así empezó todo, primero lentamente, y luego como un vértigo. El proletariado se hacía ‘peronista’ sin emplear ese vocablo, cada hora que pasaba, correlacionando sus ideas con los datos de la realidad inmediata y concentrando la defensa de su existencia en la persona de un hombre. No de otra manera nacen los grandes movimientos populares que hacen la historia. Una sustancia real yace en el origen del mito”. (2)
A esa altura Perón ya tenía un pensamiento claro sobre el papel que debía jugar el Estado, el 4 de diciembre de 1944 señalaba: “El Estado no puede ser testigo silencioso e inoperante en la angustia que conmueve primero al hombre, luego a su hogar y, finalmente, destruye la comunidad. Debe intervenir rápida, eficaz y enérgicamente, si quiere ser decisivo. Debe compenetrarse del dolor humano y buscar remedios apropiados para los males de la sociedad, cuyo destino rige. Ha de realizar una política de seguridad social y encauzarla por vías que vayan directamente a las necesidades propias de la actividad que la previsión ampara”.(3)
Estados Unidos había desatado una política agresiva de hostigamiento hacia la Argentina con la finalidad de romper la neutralidad que el país mantenía en cuanto a la guerra imperialista que desangraba al planeta. Hacia fines de 1943 la potencia del Norte dispone el bloqueo económico de nuestro país, se impidió a los bancos estadounidense que realizaran transacciones con los Bancos Nación y Provincia, mientras dispuso la inmovilización del oro argentino depositado en los Estados Unidos y que nuestro país quería repatriar.
Cuando asumió la presidencia Edelmiro Farrell, el gobierno de los Estados Unidos retiró su embajador y presionaron a los países de América latina para que no reconocieran al nuevo gobierno argentino. El presidente Roosevelt le pide a Gran Bretaña que apoye la política de hostilidad hacia la Argentina, pero el Primer Ministro Winston Churchill le contesta el 14 de julio de 1944 qué si bien su intención era la de colaborar con su socio americano, Inglaterra importaba de la Argentina el 40% de la carne que consumía y que no podía poner en riesgo su aprovisionamiento.
En otra maniobra de ese embate contra nuestro país, el Alcalde Nueva York, Fiorello La Guardia declaraba insolentemente: “Hay que tomar de las solapas a la Argentina y preguntarle si está con nosotros o contra nosotros”. (4)
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(1) Norberto Galasso. Perón. Formación. Ascenso y Caída 1893 1955. Tomo I Colihue 2011 pag. 182
(2) Jorge Abelardo Ramos. La Era del Bonapartismo. Editorial Plus Ultra. 1973 pag. 131
(3) Juan D. Perón. Doctrina Peronista – Ediciones Macacha Güemes 1974 – Pag. 86
(4) Jorge Abelardo Ramos, pag. 134