El Forjista

Parar la violencia de la derecha

 

El 28 de febrero de 1986 fue asesinado el primer ministro sueco Olof Palme cuando salía de un cine y caminaba por una de las calles de Estocolmo junto a su esposa que resultó ilesa.

El crimen aun no fue resuelto, si bien hubo un detenido, acusado y condenado, el fallo fue anulado por el Tribunal Supremo de Suecia, al igual que en asesinato del presidente Kennedy en los Estados Unidos, la policía se apresuró a adoptar la teoría del "loco suelto" y desechar la posibilidad de un complot.

Las hipótesis iban desde un loco suelto, un grupo kurdo, grupos de ultraderecha suecos o el gobierno sudafricano en épocas del apartheid, también había teorías mixtas que indicaban que el gobierno sudafricano utilizó a personas de la ultraderecha sueca para consumar el atentado.

Palme tuvo un compromiso internacional en favor de los Derechos Humanos y contraria a la intervención de las potencias en otros países por eso se opuso a la Guerra de Vietnam, a las ejecuciones del franquismo, defendió la autodeterminación de Palestina y fue un duro crítico del apartheid del gobierno sudafricano, también condenó la invasión rusa a Checoslovaquia, no obstante lo cual la derecha lo acusaba de ser funcional a la Unión Soviética.

El asesinato de Palme se produjo luego de una larga campaña de odio desplegada contra él desde diversos orígenes pero sobre todo desde la ultra derecha, el Ministro de Relaciones Exteriores del Partido Conservador, Carl Bildt, declaró en 1982 sobre “los infames abrazos de Palme con los tanques soviéticos...”.

Otro político conservador Gunnar Hökmark, dijo “Los contactos internacionales de Palme son una orgía de mal juicio y está llevando adelante la peor política. Las negociaciones sobre la Paz entre Este y Occidente no se mejoraran si Olof Palme, en su desesperación, quiere mostrarse como una personalidad internacional”. (*)

Pero además Olof Palme fue acusado por sus adversarios políticos de adicto a las drogas, demente y esquizofrénico.

Pero los argentinos podemos decir que los ataques contra la ex presidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner han sido aun mucho más alevosos y violentos, y con una fuerte dosis de misoginia.

No nos iremos muy lejos en el tiempo, mencionaremos dos casos recientes, el de un empresario cordobés Robert Maggi que en el día de la asunción como vicepresidenta dijo “yo me pregunto, como no haber estado ahí y poder haberle descargado una BALA en la cabeza a la sin vergüenza de cristina”.

Lo siguió un pizzero también cordobés de la ciudad de San Francisco que vomitó “Yo pongo la bala que me diga el calibre y que poder Yo se la dono un cargador completo si es necesario. Matemos a Cristina Fernández de Kirchner”.

En el primer caso un fiscal y un juez intervinieron por lo consideraban una “gravísima amenaza” pero en el caso del pizzero violento no se conoce que se haya actuado con idéntico rigor.

Sin llegar al extremo de desear la muerte de alguien, la ex ministra de seguridad del macrismo Patricia Bullrich colaboró aumentando el clima de violencia que intenta imponer la derecha.

Dijo la ex ministra: “Las 14 toneladas de piedras que nos tiraron a nosotros por la reforma previsional se las tendrían que devolver una por una a ellos” cuando se estaba tratando la ley de Solidaridad Social del gobierno de Alberto Fernández

Señalamos el caso de Olof Palme porque creemos que es muy peligroso la instalación del odio como herramienta política contra los adversarios, porque después pueden derivar en acciones violentas producto de locos sueltos o de grupos organizados que utilizan el odio para para llegar poder.

Las distintas movilizaciones de adhesión al macrismo se han caracterizado por una intolerancia y discriminación muy cercana al racismo, que amerita poner la atención en que los extremistas de ese partido pretendan ascender para ocupar cargos políticos satisfaciendo a quienes piden mayor dureza, mientras se desplaza a aquellos que internamente pretenden relaciones más civilizadas.

Los trolls que el macrismo impulsó y financió son también una clara muestra de la utilización del odio como herramienta política que los ha llevado a festejar la muerte o enfermedades de adversarios políticos o familiares de ellos, evidenciando que no están dispuestos a frenarse ante ninguna barrera ética.

Por supuesto que no creemos que todos los votantes de Juntos por el Cambio tengan esa reacción violenta, lo demuestra el fracaso de manifestaciones, cacerolazos y tractorazos convocados por los talibanes de la derecha cuando apenas han transcurrido 20 días del nuevo gobierno.

Los que decimos es que hay ser muy estrictos con quienes hacen apología de la violencia, no basta con un repudio hay que aplicarles toda la fuerza de la ley antes que tengamos que lamentar un ataque de esos profetas del odio.

(*) El pensamiento político de Olof Palme por Javier Claure Covarrubias
http://www.islabahia.com/arenaycal/2012/192_abril/javier_claure192.asp

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