El Forjista
Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació el 7 de octubre de 1930, fue el tercero de siete hijos que nacieron del matrimonio de Carmen Echagüe y Adolfo Mugica.
Su madre era hija de terratenientes de muy buena posición económica y descendiente de Pascual Echagüe quién fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires y colaborador de Juan Manuel de Rosas para enfrentar la agresión anglofrancesa.
Su padre fue ingeniero civil y abogado, pero dedicó gran parte de su vida a la política como integrante del partido conservador al que representó como concejal entre 1924 y 1928, llegando a ocupar de manera interina la Intendencia de Buenos Aires en 1931, luego fue diputado nacional de 1938 a 1942 y Ministro de Relaciones Exteriores de Arturo Frondizi en 1961.
Carlos Mugica por lo tanto era integrante de una familia acomodada del Barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires, su madre siempre tuvo la esperanza que su hijo fuera sacerdote, aunque su padre prefería que se destacara como profesional universitario.
Los niños de la familia eran atendidos por niñeras, el plantel del personal de la casa se completaba con la cocinera y las amas de llaves. La disciplina para los niños era estricta y había un horario para cada actividad. Cuando el hermano menor mostró algunos signos de rebeldía fue enviado a un colegio pupilo. Su hermano mayor Bubby cursó la secundaria en el Liceo Militar.
A pesar de la holgada posición económica de su familia, Carlos Mugica hizo la primaria en el colegio público Cinco Esquinas de Libertad y Quintana, concurría a misa a la Iglesia del Socorro y también a las actividades de la Acción Católica en el Santísimo Sacramento, allí descubrió una pasión que lo acompañó toda su vida: el futbol, en general siempre se mostró interesado por los deportes al punto que llegó también a practicar boxeo, tenis y rugby.
El secundario lo comenzó en el Colegio Nacional Buenos Aires, sin embargo su desempeño no fue para nada destacado, por lo que decidieron cambiarlo de colegio luego de los dos primeros años pasando al Instituto Libre de Segunda Enseñanza donde cursó tercero y cuarto para regresar al Nacional Buenos Aires donde estuvo en 1947 y 1948 para recibirse esta vez sí con excelentes notas.
Finalizado el secundario se decidió por la carrera de abogacía, en la Facultad entabló amistad con Roberto Guevara De la Serna, a cuya casa concurría a estudiar y donde conoció a su hermano Ernesto que estudiaba Medicina y que todavía no era conocido como el Che.
La institución religiosa Obra del Cardenal Ferrari organizó un viaje a Europa con motivo del año santo de 1950 convocado por el papa Pío XII, entre los sacerdotes que viajaban estaba Antonio Aguirre que era su confesor y que fue quién lo invitó junto a otros jóvenes, entre ellos Alejandro Mayol que se convertiría en compañero del Seminario y amigo de Carlos. La travesía se realizó en barco y concurrieron 30 jóvenes argentinos.
Mugica vivió con gran entusiasmo esas jornadas de rezo y meditación, pudo compartir actividades con los sacerdotes que lo acompañaron. En la Plaza San Pedro del Vaticano lo conmovieron las palabras del Papa y sintió que su vocación era la de sacerdote y que nadie podría modificar esa decisión.
Dios había escuchado los rezos de su madre pero debía enfrentar a su padre que prefería que su hijo fuera abogado. De regreso a su casa logró convencer a su padre y ahí comenzó a desarrollar su vocación con la misma pasión que desplegaba en todas las actividades. Su compromiso con el sacerdocio fue tal que en determinado momento en que su vida corría serio riesgo se enfrentó a la muerte sin temores, sin embargo nunca pudo perder el miedo a que la jerarquía eclesiástica lo obligara a dejar los hábitos producto de su compromiso militante.
En 1952 ingresó al Seminario de Villa Devoto que tenía una férrea disciplina al punto que sólo permitía cuatro salidas al año, su amigo Alejandro Mayol también decidió convertirse en sacerdote.
Vivió como seminarista toda la etapa del enfrentamiento de la Iglesia con el gobierno del Gral. Perón, su familia como todas aquellas de las clases acomodadas eran furiosamente antiperonistas, por a eso se sumó casi con naturalidad a la enemistad que desarrolló la Iglesia Católica contra el gobierno peronista.
En el seminario se vivió intensamente esa disputa incluso hubo cambios en las costumbres ya que se permitieron una mayor cantidad de salidas y se les recomendaba no usar ninguna prenda que los identificara con la Iglesia, también debieron escuchar rumores sobre la posibilidad que partidarios del gobierno pudieran atacar el seminario, cosa que nunca ocurrió.
La festividad de Corpus Christi del 11 de junio de 1955 fue utilizada por todos los grupos opositores, incluidos los anticlericales como los socialistas y los comunistas, para realizar una manifestación contra el gobierno. Los manifestantes fueron acusados de quemar una bandera argentina a la que reemplazaron en un mástil por la del Vaticano.
Perón decidió a expulsar a dos de los obispos que habían organizado la marcha opositora se trataba de los monseñores Manuel Tato y Ramón Novoa, el Vaticano respondió excomulgando al presidente de la nación.
Aquellos pocos sacerdotes que mantenían su simpatía con el peronismo fueron relegados, tal el caso de Hernán Benitez, confesor de Eva Perón, quién colaboró para organizar el viaje a Europa de la primera dama, debió renunciar a la orden de los jesuitas por diferencias con sus superiores. Después del golpe de estado de 1955 se recluyó en su casa de Vicente López donde permaneció hasta su muerte en 1996. A medida que Mugica se fue acercando al peronismo entabló una relación de amistad con Benitez que se convirtió en uno de sus referentes. Otro sacerdote que se convirtió en guía para Mugica fue el abad benedictino radicado en Los Toldos, Mamerto Menapace, cada vez que tenía un problema serio recurría a buscar un consejo suyo.
El 16 de junio de 1955 se produce unos de los actos de mayor salvajismo de nuestra historia, aviones de la Marina bombardearon la Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno con el argumento de intentar asesinar a Perón, la cantidad de muertos varía según la fuente pero se calcula que murieron unas 300 personas y que los heridos pudieron llegar a 1000.
Por la noche se produjeron incendios en la Catedral y otras Iglesias, la cúpula eclesial no mostró la misma inquietud por los dos actos irracionales, es más el segundo de ellos que no tuvo víctimas le pareció mucho peor y en cambio no mostró la misma preocupación por los inocentes asesinados el 16 de junio.
El 16 de septiembre de 1955 se produce el golpe de estado contra el gobierno constitucional, para Mugica al igual que para casi toda la Iglesia era un motivo de alegría, sin embargo un suceso lo hizo reflexionar.
Desde fines de 1954 realizaba trabajo social en los conventillos del barrio de Balvanera en las cercanías de la parroquia San Rosa de Lima colaborando con el padre Juan José Iriarte, Mugica pudo contrastar que su alegría por la caída del gobierno no era compartida por los sectores más humildes que veían con preocupación que el único gobierno que los había tenido en cuenta había sido derrotado y que las clases pudientes se aprestaban a aplicar una sangrienta revancha.
Así explicó se relación con los humildes en los años del golpe: “Yo era un miembro de la Iglesia, y ellos le atribuían a la Iglesia parte de la responsabilidad de la caída de Perón. Me sentí bastante incómodo, aunque no me dijeron nada. Cuando salí a la calle, aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde estaba de duelo…Y si la gente humilde estaba de duelo, entonces yo estaba descolocado, yo estaba en la vereda de enfrente… Cundo volvía a casa, a mi mundo que en esos momentos estaba paladeando la victoria, sentía que algo de ese mundo ya se había derrumbado. Pero me gustó.”
El padre de Carlos, Adolfo Mugica fue convocado por el gobierno autodenominado Revolución Libertadora a una Junta Consultiva conformada por los partidos políticos antiperonistas. Luego del reemplazo de Lonardi por Aramburu la política represiva del gobierno se acentúa, en 1956 es fusilado el Gral. Juan José Valle por su intento de restaurar la constitución y ese mismo año se producen los asesinatos de trabajadores en el basural de José León Suarez que Rodolfo Walsh investigó en su libro Operación Masacre.
El primer día de 1959 trajeron noticias de un conocido suyo, la revolución en Cuba había triunfado, junto a su líder Fidel Castro estaba Ernesto Guevara, el Che, a cuya casa había concurrido a estudiar derecho. A mediados de ese año Mugica se consagraba como sacerdote.
Simultáneamente en el mes de enero de 1959 se produce un acontecimiento de particular importancia para los católicos, el Papa Juan XXIII convoca al Concilio Vaticano II que daría inicio en octubre de 1962, el mismo tenía por finalidad renovar la Iglesia, reducir el autoritarismo en su seno y acercarla a la gente principalmente a los más necesitados. Mugica y muchos otros curas jóvenes reciben estas novedades con entusiasmo, no ocurrió lo mismo con la cúpula eclesial que se esforzó por evitar a toda costa que los cambios llegaran a nuestro país o las aceptaron a regañadientes. El papa Paulo VI continuó la obra de Juan XXIII y fue el encargado de cerrar el Concilio en 1965.
Los cambios impulsados desde el Vaticano ponían la atención en que los católicos estuvieran más predispuestos a dialogar con quienes no pensaban igual, también se hizo hincapié en el predominio del recto proceder más que en la fe que cada uno profese, también hubo cambios de importancia en la liturgia, la misa dejó de realizarse en latín para efectuarse en el idioma de los feligreses, además el sacerdote dejó de darle la espalda a los concurrentes a la misa.
Su padre era amigo de la máxima autoridad eclesial el Cardenal Caggiano, arzobispo de Buenos Aires, Carlos fue nombrado secretario del cardenal. También fue designado en la parroquia Nuestra Señora del Socorro en la Recoleta.
Al arzobispado llegaban continuos pedidos de trabajo, vivienda, comida, etc; Caggiano decide que Mugica tiene las condiciones necesarias para atender a esa gente, esta decisión se constituirá en una nueva posibilidad de acercamiento a las necesidades de los sectores populares.
Pero la decisión que más lo marcará a futuro es la designación como capellán de la Escuela Paulina de Mallinckrodt en el año 1961, un colegio para gente acomodada que tenía su sede en Juncal y Cerrito, Recoleta, pero que poseía un anexo en la Villa 31 de Retiro para los sectores más humildes, a partir de ese momento Mugica dedicó gran parte de su tiempo a ayudar a quienes habitaban la villa de emergencia.
Hacia 1963 ya empieza a verificarse un acercamiento de Mugica al peronismo, ante el triunfo del radical Humberto Illia, en un sermón lamentó que ese triunfo fuera posible porque la mayoría del pueblo se encontraba proscripta. Esto dicho en la parroquia del Socorro sonaba poco menos que a una herejía ya que para los concurrentes a dicha iglesia el peronismo era casi obra del mismo demonio.
Al año siguiente dos señoras de avanzada edad hicieron llegar su queja al padre LLoveras, que era el superior de Mugica en la parroquia, porque el padre Carlos había osado decir que “todos los seres humanos son iguales”.
LLoveras se dispuso a hablar con Caggiano luego de recibir varias críticas sobre Mugica lo que hizo que el arzobispo decidiera trasladarlo a la parroquia Inmaculada Concepción ubicada en Independencia y Tacuarí.
Algunos años después declaró en una entrevista: “No tengo ningún inconveniente en predicar en ninguna iglesia del mundo, siempre y cuando se me deje decir lo que pienso. (Creo) que la misión del sacerdote es evangelizar a los pobres… e interpelar a los ricos. Y bueno, llega un momento en que los ricos no quieren que se les predique más, como sucedió…en el Socorro cuando me echaron (porque) las ‘señoras gordas’ le fueron a decir al párroco que yo hacía política en la misa”.
Algo que lo caracterizó fue haber desplegado una cantidad innumerable de actividades, quienes lo conocieron relatan que iba de un compromiso a otro primero en una moto Gilera que luego cambió por un Renault 4CV, era tal la actividad que por lo general llegaba tarde a todas ellas.
Fue designado asesor espiritual de la Juventud Universitaria Católica (JUC) y consejero de los estudiantes en el Colegio Nacional Buenos Aires, los secundarios católicos se agrupaban en la Juventud Estudiantil Católica (JEC), además fue nombrado profesor de teología en la Universidad del Salvador. Durante los años 1963 y 1964 también condujo un espacio radial semanal en Radio Municipal.
La cúpula de la Iglesia efectuaba un estricto control sobre las actividades de los jóvenes, imponiendo condiciones que muchas veces resultaban ridículas, esto se evidenciaba por ejemplo en la preocupación de ciertos sacerdotes porque había actividades donde participaban jóvenes de ambos sexos.
Una reunión entre estudiantes universitarios católicos y marxistas fue la gota que rebalsó el vaso y significó el fin de las juventudes católicas, muchos de sus integrantes pasaron a conformar parte de las agrupaciones de izquierda o del peronismo. Los curas más conservadores pretendían que los jóvenes actuaran bajo sus condiciones o de lo contrario preferían que dichas organizaciones desaparecieran.
Mugica como asesor de la JEC conoció en el Nacional Buenos Aires a Fernando Abal Medina, Gustavo Ramus y Mario Eduardo Firmenich, los tres fundaron un tiempo después la organización Montoneros.
En el verano de 1966 unos 17 miembros de la Acción Católica concurrieron a una misión rural al norte de la provincia de Santa Fe en la pequeña localidad de Tartagal ubicada a 386 kilómetros de la capital provincial, había sido uno de los tantos sitios diezmados por La Forestal, la población del lugar padecía de una gran cantidad de necesidades. Encabezados por Mujica a la misión también concurrieron Firmenich, Ramus y Graciela Daleo.
La población estaba conformada por hacheros muchos de los cuales estaban desocupados. Si bien la finalidad de los jóvenes era enseñar catecismo a los niños y relacionarse con los pobladores. La pobreza los golpeó profundamente y trataron de hacer algo más, como organizar a la población en un sindicato, para eso se conectaron con un joven abogado que defendía a los trabajadores, se trataba de Roberto Cirilo Perdía quién más adelante también integraría Montoneros, este intento de organizar a los hacheros provocó la reacción policial, la intervención de Mugica impidió que todos los jóvenes terminaran detenidos.
Por las noches se hacía una evaluación de lo que habían vivido durante el día, Mugica les hablaba de lo que significaba la explotación, que los cristianos debían comprometerse y ayudar a los más necesitados a salir de esa situación.
Tanto Firmenich como Daleo afirman que escucharon a Mugica expresarse a favor de la violencia revolucionaria y de la lucha armada. Daleo llegó a expresar: “Carlos puso en marcha una locomotora de la que después se bajó”. En tanto Firmenich reconoció que al poco tiempo Mugica había cambiado su visión con respecto a la utilización de la violencia con fines políticos.
No ponemos en duda lo señalado por Firmenich y Daleo pero lo que es indudable es que cada vez que mencionó el tema de la violencia lo hizo condicionándola a momentos muy específicos y muy acotados. Lo que tenía perfectamente en claro es que de ninguna manera aceptaba la violencia cuando el pueblo podía expresarse mediante el voto y elegir por medio de esa herramienta a sus gobernantes.
Una cuestión que rechazamos de plano es que el sólo contacto con la pobreza en el norte de Santa Fe y que el hecho que un sacerdote pudiera aprobar métodos violentos contra la opresión hayan provocado por sí solos que gran parte de una generación se volcara a considerar la lucha armada como principal método para alcanzar sus objetivos políticos.
Ese proceso fue mucho más complejo y se inscribe en una situación internacional donde la figura del Che atraía a las nuevas generaciones, en tanto que para los católicos tuvo especial importancia el ejemplo del cura colombiano Camilo Torres que abandonó los hábitos para iniciar un proceso guerrillero en su país, su muerte se produjo el 15 de febrero de 1966 casi simultáneamente a que los jóvenes del Nacional Buenos Aires tomaban contacto con la dura realidad de los hacheros.
Es muy posible que la muerte de Ramus y Fernando Abal Medina también haya influido para que Mugica modificara su opinión sobre el uso de las armas con fines políticos.
Pero a nuestro entender no existe razón más importante para lanzar a miles de jóvenes a la actividad política que el golpe de estado de 1955 primero y el del 28 de junio de 1966 luego, donde hizo su aparición el mesías de uniforme que estaba esperando Mariano Grondona como así lo anunciaba desde la revista Primera Plana, se trataba del general Onganía que derrocó al radical Humberto Illia y que pensaba quedarse en el gobierno por 20 años.
Se conoció como “La noche de los bastones largos” la redada en que la policía golpeó salvajemente a estudiantes y profesores a la salida de las Universidades, lo que produjo uno de los vaciamientos educativos más importante de la historia argentina, muchos profesores fueron despedidos y se fueron del país. Podría decirse que este último acontecimiento significó la ruptura de una porción importante de la clase media con la clase dominante.
El 7 de septiembre la Federación Universitaria de Córdoba realizó una manifestación como parte de un plan de lucha, el estudiante radical Santiago Pampillón recibió tres tiros en la cabeza disparados a quemarropa por un policía, muere en el hospital el 12 de septiembre. Su muerte mostrará el carácter salvaje de la dictadura de Onganía, Pampillón se convertirá en un símbolo de la lucha contra la tiranía.
Mugica fue preguntado reiteradamente sobre el tema de la violencia, lo que nunca se olvidó de señalar es que son las clases dominantes quienes ejercen la mayor violencia contra el pueblo, de la violencia de los poderosos ni los medios de comunicación ni instituciones como la Iglesia dicen una sola palabra: “A mí no me gusta la violencia. Pero el problema es que no puedo quedarme pasivo, tranquilo ante la situación de la terrible violencia institucionalizada que estoy viviendo porque, si lo hago, soy un asesino de mi pueblo que se está muriendo de hambre. Este es el verdadero problema, Cristo echó con violencia a los mercaderes del templo. Si la lucha lo requiere, si no hay más remedio, hay que usar la metralleta. El uso de la violencia es lícito. Por nuestros hermanos. Para que no los opriman”.
La dictadura de Onganía contaba con el apoyo de los sectores más conservadores y reaccionarios del catolicismo y por supuesto de la jerarquía de la Iglesia, por aquellos años existieron los que se conocieron como los Cursillos de la Cristiandad a los que concurrían militares en actividad, el presidente de facto había sido un habitué de dichos cursos. La Iglesia se mostraba cada vez más escindida entre sectores ultra conservadores y otros, principalmente conformado por los más jóvenes que adherían a las ideas cercanas al peronismo o la izquierda. Como veremos también existieron sacerdotes no tan jóvenes que apoyaron y dieron su vida por una Iglesia al servicio de los más humildes.
Toda una nueva generación de sacerdotes se proponía llevar a la práctica las decisiones del Concilio II y su opción por los más necesitados. En 1963 regresaba al país luego de pasar una temporada en Francia donde había sido testigo de la experiencia de los sacerdotes obreros, Francisco Huidobro, ni bien arribó solicitó y obtuvo un puesto de obrero en una fábrica de Valentín Alsina, al poco tiempo se ganó la confianza de sus compañeros que a instancias suyas se afiliaron al sindicato. En 1965 Huidobro fue despedido luego de participar en una huelga, en ese momento ya había sido elegido delegado. Hubo otros sacerdotes que siguieron el ejemplo de Huidobro, en todos los casos vivían de su salario y no aceptaban ningún subsidio del Estado. 14 sacerdotes se pronunciaron en contra del despido de Huidobro, uno de ellos fue Mugica.
En septiembre de 1965, 27 sacerdotes de Mendoza se rebelaron contra la orientación conservadora del obispo Alonso María Buteler, nadie escuchó sus reclamos y varios de ellos no tuvieron otra opción que emigrar hacia otras diócesis.
El 9 de octubre de 1966 se realizó en Mar del Plata la X Asamblea Extraordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano donde se reunieron 76 obispos de 28 países, la mayor expectativa estuvo centrada en la participación del obispo brasilero Helder Cámara. La dictadura impidió que el obispo pudiera recalar en Buenos Aires y lo condujeron directamente a la ciudad balnearia.
Aprovechando la presencia en el país del obispo Cámara algunas personas decidieron reunirse en Buenos Aires para homenajearlo entre ellos estaba Mugica que iba a ser uno de los oradores, sin embargo la policía irrumpió en el local de la Acción Católica repartiendo golpes y deteniendo a los concurrentes, actitud muy común por aquellos años. Mugica fue uno de los detenidos y recuperó la libertad al día siguiente.
En septiembre de 1966 surge la revista Cristianismo y Revolución dirigida por Juan García Elorrio de la cual formaban parte su compañera Casiana Ahumada, Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Firmenich. Mugica también participó de este emprendimiento. El primer número contenía un homenaje al Santiago Pampillón y una carta de Camilo Torres. La revista perdurará hasta 1971. Jorge Bernetti era el secretario de redacción y colaboraron entre otros John William Cooke, Eduardo Galeano, Ruben Dri, Raimundo Ongaro y Miguel Ramondetti.
Los integrantes de la revista decidieron formar el comando Camilo Torres cuya primera acción alcanzó gran repercusión, fue el 1° de mayo de 1967 mientras el Cardenal Caggiano daba una misa en la Catedral Metropolitana, García Elorrio subió al púlpito para arengar a la concurrencia mientras que otros militantes lanzaban al aire comunicados de la agrupación. La policía detuvo a García Elorrio y Abal Medina, los demás militantes lograron escapar. Si bien no participó de esta acción Mugica colaboraba con la nueva agrupación.
El 3 de enero de 1967 Onganía nombraba ministro de economía a Adalbert Kieger Vasena, con esta designación los militares entregaban el control de la economía nacional a las multinacionales, comenzaba un nuevo proceso de destrucción de la industria nacional. Para que ese plan fuera factible había que incrementar la represión en todos los planos.
El 26 de marzo de 1967 el Papa Paulo VI dio a conocer la encíclica Populorum Progressio a la que Mugica recibió alborozado pues la consideraba revolucionaria ya que hacía hincapié en la situación de los más pobres.
En el documento papal también se decía algo que el sacerdote argentino tomó muy en cuenta: “Sin embargo ya se sabe: la insurrección revolucionaria- salvo en caso de tiranía evidente y prolongada, que atentase gravemente contra los derechos fundamentales de la persona y dañase peligrosamente el bien común del país- engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor”.
Sin lugar a dudas los católicos que promovían un cambio en la Argentina entendían que el país estaba ante una “tiranía evidente y prolongada”, los mismos jerarcas se habían propuesto para gobernar por 20 años, con el nuevo ministro de economía no quedaban dudas que sólo pretendían llenar las arcas de las grandes empresas antes que buscar el bienestar común. Pero también Mugica extrajo de la encíclica la conclusión que sólo en momentos muy específicos podía recurrirse a medios violentos, los que nunca podían constituirse en un medio habitual.
Mugica sabía perfectamente que la paz sólo era posible si era acompañada por la justicia de lo contrario estaba asociada a la calma que impera en los cementerios, reclamarle la paz sólo a los oprimidos era dejarlos sin herramientas para su liberación, decía Mugica: “No hay paz si no hay trabajo o si hay que tener dos trabajos para ir tirando. Todo esto configura un estado de guerra, porque guerra es destrucción. Y carecer de alimentación, vivienda y ropa es ir destruyéndose de a poco. Por eso los cristianos, si queremos seguir teniendo derechos a usar el nombre de tales, tenemos que luchar con más fuerzas para acabar con la miseria y la injusticia de tantos hermanos nuestros…”
“No es posible que unos pocos tengan tanto; y tantos, tan poco. Sin odio en el corazón, unidos todos, debemos luchar… para que no haya un solo argentino que carezca de vivienda decente, alimento abundante para él y sus hijos y posibilidades de adquirir una cultura que le posibilite sentirse verdaderamente útil a su Patria. No hay nada más estupendo que esta lucha; el secreto de la felicidad está precisamente en olvidarse de uno mismo para brindarse a los demás hombres…”
Así como los sectores reaccionarios de la Iglesia intentaban boicotear las decisiones del Concilio y las recomendaciones papales, Mugica y con él muchos otros sacerdotes jóvenes y no tan jóvenes sentían una auténtica devoción por la actuación de Juan XXIII primero y Paulo VI luego. Una anécdota lo pinta de cuerpo entero, como ya dijimos era profesor de teología en la Universidad del Salvador, donde el que fuera luego ministro de la dictadura de Videla y miembro de la oligarquía, José Alfredo Martínez de Hoz enseñaba derecho Agrario. Mugica se enteró por algunos alumnos que Martínez de Hoz había criticado al Papa Paulo VI, Mugica lo esperó en la puerta de la Universidad y lo increpó duramente, el oligarca optó por eludirlo y escabullirse lo más rápido posible.
El Che Guevara fue asesinado el 9 de octubre de 1967 en Bolivia luego de ser detenido por el ejército. Por esos días Mugica tenía decidido viajar a Francia para estudiar Epistemología y Comunicación Social en el Instituto Católico. Previo a su viaje a París hizo una escala en La Paz, Bolivia, donde intentó ser recibido por René Barrientos presidente de ese país. Una de las causas que lo habían decidió a tomar distancia del país eran las discrepancias que habían surgido en el seno del comando Camilo Torres.
La muerte del Che lo afectó profundamente, ni bien se enteró concurrió a darle las condolencias a la familia y se propuso intentar la repatriación del cuerpo del Che y solicitar la liberación de algunos guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional, en su viaje a Bolivia llevó una carta de Roberto Guevara el hermano del Ché y del obispo Jerónimo Podestá pero el presidente de Bolivia no lo recibió y por lo que no pudo concretar la misión que se había impuesto.
Luego viajó a París donde apenas tuvo tiempo para instalarse, porque a continuación viajó apresuradamente a Glasgow, Escocia, el 18 de octubre de 1967 el equipo del que era asesor espiritual e hincha, el Racing Club, jugaba por la Copa Intercontinental contra el Celtic, en ese partido el equipo fue derrotado pero logró consagrarse campeón del mundo en el desempate en Montevideo con el mítico gol del Chango Cárdenas. Sin haberlo programado Mugica se sorprendió al encontrase con John William Cooke que también había viajado para ver el partido, éste lo invitó a visitar Cuba donde residía.
Ya instalado en París se sintió conmovido al leer la carta de Perón sobre el Che Guevara, decía la misiva: “Compañeros: con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del Peronismo. Nada más absurdo. Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina. No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura. La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El Peronismo rinde un homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto “Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de la revoluciones nacionales en Latinoamérica”.
El 15 de agosto de 1967 se produce una reunión de 18 obispos, 10 de los cuales eran latinoamericanos pero no había entre ellos ningún argentino, 9 eran brasileros, elaboraron un documento que fue profusamente distribuido entre los sacerdotes de todo el mundo. El obispo más conocido era Helder Cámara y esa reunión fue el inicio de lo que se conoció como Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).
El documento decía: “los cristianos tienen el deber de mostrar que el verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad fundamental de todos. Lejos de contrariarse con él, sepamos adherirlo con alegría, como a una forma de vida social mejor adaptada a nuestro tiempo y más conforme con el espíritu del Evangelio”.
En octubre de ese año el sacerdote Miguel Ramondetti viajó a Goya Corrientes a reunirse con el Obispo Miguel Devoto que era uno de los referentes de los curas jóvenes con deseos de modificar las viejas estructuras eclesiásticas. En dicha entrevista Devoto le mostró una copia del documento firmado por los 18 obispos, el texto estaba escrito en francés, y le sugirió que lo analizara detenidamente.
Ramondetti se sintió conmovido luego de leer el documento, posteriormente se reunió con Rodolfo Ricciardelli y Andrés Lanson, los tres decidieron traducirlo al castellano y difundirlo a lo largo del país e incluso en el exterior, pues Mugica que se encontraba en París recibió una copia, ni bien lo leyó envió su adhesión. En total 270 sacerdotes argentinos firmaron un documento de apoyo que fue remitido a Helder Cámara.
Mugica fue testigo presencial de la rebelión estudiantil y obrera en mayo de 1968 en París, si bien debía cuidarse de no ser detenido porque los extranjeros que participaban de las protestas eran deportados de inmediato.
Uno de los enfrentamientos entre los estudiantes y la policía concluyó con 600 de detenidos, en las refriegas posteriores se llegaron a contabilizar unos 1000 heridos. Ante la resistencia estudiantil el gobierno debió ceder liberando a los detenidos y permitiendo la apertura de la Soborna que había clausurado. Con el correr de los días los sindicatos declararon la huelga general y algunas fábricas fueron ocupadas por los trabajadores.
Su padre había sido canciller de Arturo Frondizi, que asumió la presidencia luego de un compromiso con el peronismo, el cual no fue cumplido por el presidente electo. Carlos Mugica le solicitó a su padre que recurriera a sus relaciones para conseguirle una entrevista con Perón en Madrid. En marzo de 1968 Mugica viajó en un auto prestado y bastante destartalado desde París a Madrid para entrevistarse con el líder exiliado en Puerta de Hierro. La entrevista duró aproximadamente media hora, a partir de ese momento Mugica fue un ferviente admirador del general Perón confiando plenamente a cada una de sus decisiones.
Antes de regresar a la Argentina aceptó la invitación de Cooke que le envió el pasaje para visitar Cuba a donde debió viajar desde Praga para hacerlo de la forma más discreta posible.
Sobre Cuba dijo: “Cuando tuve la ocasión de conocer la experiencia cubana…realmente vi una vida dura...ningún adulto puede tomar vino ni leche; pero todo niño menor de siete años tiene un litro de leche por día. Y uno piensa: muy bien, desde las pautas burguesas resulta difícil; no se puede tomar Coca- Cola, cerveza ni vino. Pero ¿es necesaria la Coca-Cola para la salvación eterna? Desde las pautas del Evangelio, ¿no estará mucho más cerca de él esta sociedad que la que nos presenta cantidad innumerable, lujuriosa, de bienes, aunque muchos no los puedan ni oler?”
Sin embargo su estadía en Cuba al parecer no fue del todo grata, principalmente porque antes de volverse le propusieron que se convirtiera en un informador de los servicios soviéticos, propuesta que obviamente lo enfureció.
Al retornar a la Argentina, toda América Latina, respiraba aires de profundos cambios, la Iglesia no era una excepción. Aquellos sacerdotes comprometidos con las necesidades de los más humildes comenzaron a organizar el MSTM en el país.
Mugica no pudo participar de la primera reunión porque aún se encontraba en París, Miguel Ramondetti había sido designado Secretario General, en tanto que Alberto Carbone fue nombrado responsable de editar la revista Enlace que reflejó los puntos de vista del movimiento. El primer encuentro se efectuó el 1 y 2 de mayo de 1968 en Cordoba.
El 22 de agosto de 1968 el Papa Paulo VI visitó Colombia y dejó inaugurada la Conferencia General del Episcopado de América Latina que se realizó en Medellin, de esa reunión surgieron propuestas que marcaron el momento de mayor compromiso con los pobres por parte de los sacerdotes del continente, obviamente muchas cúpulas eclesiales vivieron con suma preocupación este avance de los sectores más democráticos.
Una carta redactada por Ramondetti y firmada por sacerdotes argentinos, brasileños, bolivianos y uruguayos fue enviada a la reunión de Medellín, ahí se decía: “Existe una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada, porque las estructuras actuales violan los derechos fundamentales. No debe pues, extrañarnos que nazca en América Latina ‘la tentación de la violencia’. No hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia de los derechos humanos”.
También se referían a la violencia indicando que al contrario de lo que algunos sostenían no era un tema reciente sino que se padecía desde varios siglos atrás y era ejercida “por una minoría de privilegiados… contra la inmensa mayoría de un pueblo explotado”. Profundizando en el tema decían los sacerdotes: “…debido al poder de represión que utilizan las minorías privilegiadas para impedir este proceso de liberación, muchos no ven otra solución más que el empleo de la fuerza por parte del pueblo”.
Se dirigía a la reunión a efectuarse en Medellín para que: “en la consideración del problema de la violencia en América Latina se evite por todos los medios equiparar o confundir la violencia injusta de los opresores que sostienen este ‘nefasto sistema’ con la justa violencia de los reprimidos, quienes se ven obligados a recurrir a ella para su liberación”.
Aclaraban que “no pretendemos con esto constituirnos en abanderados de la violencia indiscriminada… (sino) dar una nueva dimensión al principio repetidamente conocido del derecho que asiste a toda comunidad injustamente reprimida a reaccionar, incluso violentamente, contra un injusto agresor”.
El 19 de septiembre de 1968 moría en La Habana John William Cooke que había sido diputado nacional peronista, representante de Perón en la Argentina luego del golpe de estado de 1955 y un ferviente admirador de la revolución cubana, tenía 48 años y un cáncer de pulmón había finalizado con su vida.
Apenas dos días antes en Taco Ralo, una pequeña localidad tucumana ubicada a 120 km. de la capital provincial, la policía detiene a 13 miembros de un grupo armado que conformaban el Comando Montonero 17 de octubre de la Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), lideraba el grupo Envar El Kadri.
Ni bien regresó al país volvió a desplegar una actividad incansable, el 20 de diciembre de 1968 forma parte de un grupo de 20 sacerdotes integrantes del MSTM que se plantan frente a la Casa Rosada para oponerse al proyecto de erradicación de villas que el gobierno pensaba ejecutar de forma compulsiva. Como no fueron, recibidos los sacerdotes se dedicaron a volantear entre quienes pasaban por la Plaza de Mayo, al día siguiente la noticia apareció en los periódicos. La acción no agradó a la curia que presionó a uno de los miembros, Osvaldo Musto, para que abandonara el MSTM, logrando la primera deserción. A su vez Juan Carlos Aramburu les reclama que se abstengan de participar en actos o manifestaciones de corte político.
Mugica fue reemplazo por un cura reaccionario en el Colegio Mallinckrodt que era el medio para realizar su trabajo social en la Villa de Retiro, la cual se había constituido en una sus principales actividades y a la que dedicaba mayor atención. Pero el padre Ramiro López párroco de San Martin de Tours anunció la construcción de la capilla Cristo Obrero dentro de la Villa 31 y lo designó a Mugica a cargo de la misma, quién recurrió a su hermano Alejandro que tenía una empresa constructora para que donara lo necesario para la construcción de la Capilla. También fue designado capellán externo de la parroquia San Francisco Solano donde se encontraba su amigo Jorge Vernazza.
Todos los domingos Mugica daba misa en la capilla Cristo Obrero que finalmente se inauguró el 28 de diciembre de 1971 y se quedaba en la villa para recorrerla y charlar con los vecinos, de esa manera se interiorizaba de los problemas barriales y sindicales ya que muchos de sus habitantes eran trabajadores portuarios. Había una proveeduría y se brindaba apoyo escolar, también se daba de comer a los niños. Incluso se hacía tiempo para participar de la actividad que más lo divertía: jugar al futbol.
Con Mugica colaboraban jóvenes profesionales que brindaban asesoramiento laboral y judicial, entre ellos se encontraban el hermano del Che, Roberto Guevara. Las razzias eran habituales en las villas principalmente durante los gobiernos militares, los sacerdotes que luchaban por el derecho de los villeros debían mantenerse atentos para evitar la violencia policial, o debían ir a las comisarías a pedir por la libertad de algún vecino.
A fines de 1968 algunos integrantes de la revista Cristianismo y Revolución rompen con García Elorrio y forman su propio grupo, estaban convencidos que la lucha armada era la única posibilidad, ellos eran Abal Medina, Ramus, Arrostito, Firmenich, entre otros. Mugica fue informado de la decisión pero no compartió la decisión. A ese grupo se le incorporaron otros de Santa Fe y Córdoba como Carlos Capuano Martinez y Susana Lesgart.
El 1° de mayo de 1969 se realizó el Segundo encuentro del MSTM en Colonia Caroya, Córdoba, esta vez sí concurre Mugica que ya había retornado al país, decían en la declaración final: ”Nuestra firme adhesión al proceso revolucionario, de cambio radical y urgente de sus estructuras, y nuestro formal rechazo del sistema capitalista vigente y todo tipo de imperialismo económico, político y cultural; para marchar en búsqueda de un socialismo latinoamericano que promueva el advenimiento del Hombre Nuevo: socialismo que no implica programas de realización impuestos por partidos socialistas de aquí u otras partes de mundo, pero que sí incluye la socialización de los medios de producción, del poder económico y político de la cultura”.
Cada vez quedaba más evidencia la existencia de dos tendencias dentro de la Iglesia argentina, el sector más retrógrado estaba conformado, entre otros, por el obispo de Rosario, Guillermo Bolatti, en marzo de 1969, 30 sacerdotes que adherían al MSTM decidieron renunciar a sus cargos diocesanos por diferencias insalvables con este obispo, también formaban parte del grupo reaccionario Caggiano de Buenos Aires, Antonio Plaza de La Plata, Tortolo de Paraná y Bonamín provicario castrense. Muchos de quienes conformaban este grupo serán quiénes presten colaboración con los dictadores de 1976.
Los obispos más democráticos y reformadores contaban con el aprecio y admiración de los curas del Tercer Mundo entre otros se encontraban Enrique Angelelli de La Rioja, Alberto Devoto de Goya, Jaime de Nevares de Neuquén, Carlos Ponce de León de San Nicolás y Vicente Zaspe de Santa Fe. Angelelli y Ponce de León murieron a supuestos “accidentes” durante la dictadura existiendo la firme sospecha, la cual que se vienen confirmando en los últimos juicios, que fueron asesinados por los represores.
A los pocos días de la reunión del MSTM comienzan a desarrollarse una serie de acontecimientos que concluirán con el Cordobazo, que será el inicio de una serie de levantamientos ocurridos en las provincias y que jaqueará a la dictadura militar.
El 15 de mayo en Corrientes los estudiantes universitarios salieron a la calle para protestar por el incremento del comedor, en la represión policial es asesinado el estudiante Juan José Cabral. Ese mismo día en Córdoba comenzaba una huelga de 48 horas de los obreros de la industria metalúrgica, dos días después los estudiantes de Rosario realizaron una protesta por el asesinato de Cabral, en las manifestaciones también fue asesinado un estudiante de 22 años, Adolfo Ramón Bello.
El 19 los estudiantes de Córdoba salen a la calle a manifestar, al día siguiente en Rosario es asesinado el estudiante secundario Luis Norberto Blanco. Onganía envía al ejército a Rosario. En tanto en Buenos Aires son detenidos los actores Juan Carlos Gené y Carlos Carella por pedir en el teatro en que estaban actuando un minuto de silencio en homenaje a los estudiantes asesinados.
El día 29 de mayo en Córdoba se estaba realizando un paro convocado por los gremios combativos que nucleaban a Luz y Fuerza liderado por Agustín Tosco, SMATA con Elpidio Torres y la UTA con Atilio López, los estudiantes apoyaban la huelga. Los obreros de la empresa IKA Renault salieron a la calle dispuestos a enfrentar la represión policial, para lo cual armaron barricadas e incendiaron coches, los estudiantes y otros sectores obreros se sumaron a la protesta callejera.
Onganía también envió al ejército a patrullar las calles porque la policía había sido sobrepasada, la represión se llevó 14 jóvenes vidas luego de resistir dos días. Los dirigentes sindicales Torres y Tosco fueron detenidos junto a otros centenares. El ejército logró controlar la situación pero debieron renunciar el ministro de economía Krieger Vasena y el de Interior Guillermo Borda, el gobierno de Onganía comenzaba su agonía.
Luego del Cordobazo el MSTM sale a cuestionar la versión oficial que atribuía la rebelión cordobesa a la actuación de “agitadores profesionales”, decían los curas con total acierto: “fue una reacción espontánea del pueblo… que…está cansado de la opresión, la injusticia, de la persecución que ejerce sobre ellos una minoría de privilegiados”.
El Tercer Encuentro del MSTM se realizó en mayo de 1970 en Santa Fe, en dicho encuentro se produjo un explícito apoyo al peronismo, pero no todos coincidieron en eso, muchos de quienes integraban este movimiento eran de ideas de izquierda y desconfiaban del peronismo, comenzará aquí una serie de discrepancias que concluirán pocos años después con su disolución. Decía la declaración emitida por el encuentro:”Hicimos de nuestra opción por un socialismo latinoamericano que implique la socialización de los medios de producción, del poder económico, de la política y la cultura. En Argentina constatamos que la experiencia peronista constituye un elemento en la incorporación de nuestro pueblo a dicho proceso revolucionario”.
El 29 de mayo de 1970 es secuestrado quien fuera presidente de facto Eugenio Aramburu por parte del grupo Montoneros lo acusaban de ser el responsable del bombardeo sobre la Plaza de Mayor el 16 de junio de 155, del golpe de estado del mismo año, de la desaparición del cadáver de Eva Perón y los fusilamiento de 1956. El 1° de junio el grupo dio a conocer un comunicado donde anunciaba que el ex militar había sido ejecutado. Al día siguiente Onganía decreta la pena de muerte por actos de terrorismo pero el 8 de junio las Fuerzas Armadas lo destituyen y nombran presidente al general Roberto Levingston.
El MSTM produce un comunicado donde lamenta la muerte de Aramburu pero recuerda a las víctimas de las dictaduras que se sucedieron desde 1955, el general Valle, el obrero Felipe Vallese, las decenas de estudiantes asesinados por la tiranía de Onganía.
Los militares, los medios de comunicación, la cúpula eclesial y los políticos conservadores desataron una caza de brujas donde se lanzan acusaciones sin ningún fundamento contra el MSTM. Una actitud irresponsable de Firmenich parece ayudar a esa campaña contra los curas democráticos. Después del secuestro de Aramburu el integrante de Montoneros le pide al padre Alberto Carbone, al que conocía porque había sido asesor espiritual de la juventud secundaria católica, que le guarde por unos días una máquina de escribir.
A los pocos días se produce un allanamiento en la Casa del Clero donde vivía Carbone y se lo detiene, la policía lo acusa que en esa máquina se habían redactado los comunicados de Montoneros relacionados con el secuestro de Aramburu. Esa detención y la campaña de prensa produjeron un duro golpe al movimiento de curas tercermundistas. Mugica salió en defensa de su compañero detenido.
La detención de Carbone fue aprovechada por los sectores conservadores de la iglesia para atacar a los curas tercermundistas. La agrupación ultra reaccionaria Tradición, Familia y Propiedad realizó un furibundo ataque a estos sacerdotes. El juicio a Carbone se realizó junto con algunos guerrilleros detenidos por un intento de copamiento en la ciudad cordobesa de La Calera, era un evidente intento de desprestigiar al MSTM y así lo denunciaron.
Carbone fue condenado a dos años de prisión por encubrimiento, los jueces de la dictadura argumentaron que el movimiento que integraba tenía una “ambigua posición” sobre la violencia. Aún cuando la pena era excarcelable el Ministro del Interior dispuso que cumpliera la pena, sin embargo una semana después Levingston dispuso su libertad, había pasado en prisión cinco meses y medio.
Carlos Mugica fue preguntado reiteradamente sobre su posición y la de los curas tercermundistas con respecto a la violencia, al igual que Helder Cámara insistía en que la mayor violencia era la que debían padecer los pobres a los que se les negaba lo elemental para la vida, el hambre también es violencia pero a los poderosos no los inmuta.
Decía al respecto que se podía adoptar la posición no violenta que había alentado Martin Luther King o se podía optar por la salida violenta que era la que habían propuesto el Che y Camilo Torres, consideraba que ambas actitudes eran legítimas y agregaba que Cristo sólo había sido violento contra los ricos y los fariseos. A continuación se declaraba partidario de la salida no violenta pero agregaba las palabras que había emitido el obispo Devoto: “Soy no violento, pero no sé qué va a ser de mí si las cosas siguen así”.
Por esos agitados días también declaró en una carta que envió a los diarios: “Como cristiano, y más aún como sacerdote, repudio todo crimen, sea contra quien fuere”. “Que el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, lejos de predicar la violencia , trata en la medida de sus posibilidades, a través de una moral liberadora, de denunciar la violencia institucionalizada, causa profunda de los males que padece el pueblo argentino”.
El 7 de septiembre de 1970 se produce un suceso que lo afectó profundamente y que seguramente lo hizo meditar sobre la utilización de la violencia como solución política. En un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad en la localidad de William Morris mueren Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus, dos de los muchachos que había conocido en el Nacional Buenos Aires.
Mugica dio el responso en el entierro de los dos integrantes de Montoneros, también participaron los sacerdotes Jorge Vernazza, Hernán Benitez, Jorge Adur y Rodolfo Ricciardelli.
Las palabras de Mugica en esa oportunidad lo muestran muy dolido pero también se evidencia de sus palabras que en parte se siente responsable por no haber podido evitar esas muertes, dijo en la oportunidad: “Públicamente quiero pedir perdón, porque me siento en buena parte responsable de esta ola de violencia que hoy hay en nuestra patria, por mis cobardías, por mi indiferencia, por mi falta de compromiso. Porque no he sabido seguirte a ti, Jesucristo, que viniste al mundo no a ser servido sino a servir. Te pido Señor, al mismo tiempo, que los lleves contigo a la vida eterna, que ellos no hayan muerto en vano, sino que nosotros impulsados, por el amor a ti, por el deseo de glorificarte Señor, no con las palabras sino con la obras, luchemos por la justicia, la fraternidad, para que todos en nuestra patria, sin explotación, sin marginación de nuestros hermanos: los pequeños, los pobres, los humildes, podamos construir esa Patria Grande, esa patria en la cual seamos hermanos, en la cual mostremos con los hechos, que somos realmente tus discípulos y podamos entonces, nosotros también, ser dignos de estar un día en tu gloria, donde gozaremos para siempre de tu amor y de tu dicha”.
A raíz de su participación en el sepelio unos días después son detenidos Mugica y Benitez acusados de incitación a la violencia y apología del crimen, sin embargo lo que más le duele fue enterarse en la cárcel que monseñor Aramburu, el segundo después de Caggiano, lo había suspendido por un mes, luego de pasar 10 días preso un juez ordenó su liberación. Hacia fin del año de 1970 recupera la libertad el padre Alberto Carbone.
Al igual que otros sacerdotes para el Tercer Mundo, Mugica recibía amenazas telefónicas en su domicilio. Vivía con sus padres que ocupaban el segundo de un edificio de once pisos, ese departamento tenía grandes comodidades y personal de servicio. Sin embargo, ocupaba una pieza de 15 metros cuadrados que estaba ubicada en la terraza al lado del departamento del encargado.
En una de las tantas afirmaciones sobre su visión de una vía violenta de la política podía destacarse la siguiente declaración de principios: “Yo sé por el Evangelio, por la actitud de Cristo, que tengo que mirar la historia humana desde los pobres. Y en nuestro país, la mayoría de los pobres son peronistas. En ese sentido, aclaro, estoy dispuesto a que me maten pero no estoy dispuesto a matar”.
Luego de la muerte de Aramburu las acciones producidas por la guerrilla se sucedieron sin solución de continuidad provocadas por diversas agrupaciones que había decidido emprender la lucha armada. Las FAR realizaron el copamiento de la localidad de Garín, en otras acciones resultan asesinados los dirigentes sindicales Augusto Vandor y José Alonso.
Lo que más conmovía los cimientos de la dictadura eran las movilizaciones populares, el 15 de marzo de 1971 se produce el Viborazo que fue el segundo Cordobazo y que tomó su nombre de las declaraciones efectuadas por el gobernador de la provincia que comparó al gremialismo obrero y universitario con las organizaciones guerrilleras y las calificó de “venenosa serpiente cuya cabeza quizá Dios me depare el honor de cortar de un solo tajo”. El resultado de la represión a la rebelión cordobesa fue de 2 muertos, 20 heridos y más de 300 detenidos.
A los pocos días del Viborazo, el 23 de marzo, los militares vuelven a dar un golpe palaciego para nombrar a Lanusse en remplazo de Levingston, también deciden realizar un llamado a elecciones pero con la intención de condicionarlas y dejar un gobierno que de alguna manera encarne la continuidad de la dictadura.
Ante las maniobras de los dictadores, Mugica advirtió con acierto: “Si acá no hay elecciones libres nosotros no vamos a poder impedir que miles de jóvenes ingresen en los grupos guerrilleros”.
La lucha de los sacerdotes tercermundista alcanzó ribetes heroicos ya que debieron enfrentar fuerzas extraordinariamente poderosas tanto dentro como fuera de la iglesia. Como no podía ser de otra manera, el almirante Rojas se sumaba al cuestionamiento a los curas democráticos. En tanto que la Asamblea Episcopal designa a dos representantes del sector más reaccionario en su conducción, eran nombrados Tórtolo y Plaza, sólo Primatesta era la expresión de los sectores más moderados.
Esa correlación de fuerzas posibilitó que desde esa Institución bajaran arteros ataques contra el MSTM, en una declaración se los acusaba de “hacer apología de la violencia” y que en su seno había quienes estaban “embarcados al servicio del marxismo“ y que “ensalzan a La Habana, Pekín y Moscú, y admiran a Marx, Lenín, Mao, el Che, Fidel Castro, Camilo Torres”.
Continuaba la diatriba señalándolos por intentar construir una iglesia “volcada sólo a la promoción del hombre…, temporalista, materialista y también democratista, en cuanto imaginan al pueblo como sujeto de todo poder”.
Sin duda esos curas retrógrados tenían aversión a la democracia y el pueblo, preferían a las minorías gobernándolo e imponiéndole sus condiciones. Luego de ver la actitud de estos sectores no puede extrañar que hayan colaborado abiertamente con los dictadores que llegaron al poder en 1976 a ellos sí estaban dispuestos a servirlos, callando incluso el asesinato de obispos como Ponce de León y Angelelli, los curas palotinos asesinados en la iglesia de San Patricio en el Barrio de Belgrano, o la desaparición de las monjas francesas.
A raíz de los cuestionamientos de los que eran objeto los curas tercermundistas Monseñor Aramburu decidió convocar a una reunión donde se discutieran sus posturas, para ello reunió a estos curas y sus más enconados críticos. EL MSTM fue representado por Jorge Vernazza en tanto que sus oponentes lo fueron por el cura representante del nacionalismo ultramontano, el antisemita Julio Mienvielle, que llegó a considerar una “guerra santa” la Guerra Civil Española en la que bregaba a favor de los fascistas. Una de las reuniones se realizó el 13 de abril de 1971, hubo una segunda el 11 de mayo, ambos sectores defendieron sus posturas sin que se produjera alguna conclusión o algún tipo de acercamiento entre los sectores.
El 2 de julio estalló una bomba en la puerta del edificio de Gelly y Obes 2230 donde vivía Mugica, no hubo heridos, el cura no se encontraba ahí. Simultáneamente 4 hombres ingresaron a la Villa 31 buscando a Mugica pero tampoco lo pudieron hallar.
Mugica hizo la denuncia y de inmediato se marchó al a Córdoba al IV encuentro de sacerdotes del Tercer Mundo. Ese mismo día dos personas subieron hasta la terraza del edificio donde vivía, se equivocaron de puerta e ingresaron al departamento que ocupaba el encargado, al que amagaron con arrojar al vacío y al que utilizaron para dejarle un claro mensaje para el cura: la próxima vez no se salvaría. Como consecuencia de estos sucesivos acontecimientos violentos que tenían a Mugica como objetivo, su familia intentó convencerlo que dejara el país por un tiempo, pero se negó rotundamente.
Luego de los atentados en su contra declaró: “Lo que me duele, y en cierto modo me escandaliza es que altas personalidades de la Iglesia, quienes sistemáticamente han condenado toda forma de violencia, pero sobre todo la violencia insurreccional, hayan guardado silencio”.
También señaló: “Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia luchando junto a los pobres por su liberación, si Dios me concede el privilegio que no merezco de perder la vida en esta empresa estoy a su disposición”. Enfrentaba a la muerte y a sus enemigos con la firme certeza de estar sirviendo a una justa causa, que para él era la causa de Cristo y del Pueblo, y que en el cumplimiento de ese objetivo estaba dispuesto a sacrificarse.
En la reunión del MSTM de ese año quedaron expuestas las diferencias que cada vez distanciaba más a sus integrantes, las disputas no sólo fueron políticas también las hubo de corte religioso, el celibato constituyó un motivo de discordia.
La dictadura perseguía encarnizadamente a los militantes populares, los curas comprometidos con las luchas del pueblo también sufrían de estas acciones, en Santa Fe eran detenidos 4 sacerdotes por el Servicio de Inteligencia del Ejército, simultáneamente el padre Rubén Dri era detenido en el Chaco. Dos semanas después 46 curas, entre ellos Mugica, viajaron a Rosario a reclamar la liberación de los sacerdotes presos, manifestaron frente a la Catedral, la policía los rodeó y detuvo a algunos, el resto optó por ingresar voluntariamente en los vehículos policiales como manera de protesta. Al día siguiente luego de pasar por Tribunales fueron liberados.
Esta serie de detenciones, amenazas y atentados no hicieron flaquear a Mugica en sus intenciones de producir cambios profundos en beneficio de los más necesitados: ”La única forma de ser un cristiano auténtico es ser un revolucionario, y el único deber es hacer la revolución”.
Ponía pasión en todo lo que hacía, por eso explicaba su firme apoyo al peronismo diciendo: “soy un converso al peronismo, y dicen que los conversos son más fanáticos”. Discrepamos con uno de sus biógrafos, Martín De Biase, autor de un muy buen libro, que afirmó que: “…no parecía razonable que un clérigo predicara públicamente a favor de una determinada opción política”. Mugica había entendido que su compromiso con los pobres lo obligaba a adherir a ese movimiento, en esa lucha entregó su vida, no creemos que nadie pueda cuestionar ese ejemplo de entrega por una causa.
Había desarrollado una concepción de la religión muy distinta a la que enseñaban esos curas reaccionarios que hacían del miedo el principal componente de la religión, había dicho que “Tenerle miedo a Dios es injuriarlo”. Y en cuando a Jesús afirmaba: “Para seguirlo, entonces, es necesario renunciar a nuestro egoísmo, que es la fuente de todas nuestras desgracias. Es necesario vivir al servicio de cada hombre que nos salga al paso: Si lo hacemos así… experimentaremos la verdad de las palabras del maestro. ‘Hay más alegría en dar que en recibir’”.
La Comisión Permanente del Episcopado se reúne el 12 de agosto de 1971 y emite un comunicado donde repudian el socialismo latinoamericano y la socialización de los medios de producción que rescataba el MSTM en sus declaraciones públicas, declaraba además que la Iglesia defendía el derecho a la propiedad privada. De esa manera exponían su defensa de los grandes propietarios, ya que en ningún momento el MSTM había cuestionado la propiedad de pequeños y medianos propietarios, ni mucho menos de los elementos personales necesarios para la vida cotidiana como vivienda, vehículo, herramientas de trabajo, etc.
En razón de estas continuas críticas por parte de sectores de la cúpula de la iglesia, el 3 y 4 de octubre se reúnen los coordinadores regionales y el secretariado produciendo un documento donde declaraban: “No creemos que la liberación plena del hombre se agote en lo económico y lo político, pero tampoco se puede hablar sinceramente de liberación en sentido cristiano sin comprometerse en la liberación en esos ámbitos”.
“Si bien la solución colectivista estatal es un peligro, la situación real que oprime a nuestros pueblos es la capitalista…No encontramos en el Evangelio, ni en la vertiente inspiradora del mensaje social de la Iglesia, nada que nos obligue a permanecer ligados al status quo y a no adherir a la socialización de los medios de producción “
“La función social de la propiedad no debe entenderse solamente como la explotación racional de la propiedad privada para que beneficie a toda la comunidad, sino que además, y básicamente deberá ser entendida y aplicada de forma tal que todos los hombres puedan tener acceso real y efectivo a la misma”
“El MSTM nunca ha predicado, propugnado ni adherido en forma alguna a la violencia… Cuando…habla de revolución social lo hace en el sentido … en que dice Paulo VI: el desarrollo exige transformaciones audaces, que renueven radicalmente las estructuras; hay que emprender, sin esperar más, reformas urgentes”.
El documento concluye poniendo en evidencia las profundas diferencias que existían entre la opinión de los obispos y la definición del Concilio, no eran precisamente los curas tercermundistas quienes chocaban con las ideas renovadoras del Papa Paulo VI. Eran los obispos reaccionarios quienes boicoteaban sistemáticamente los aires de cambio que quería impulsar el Concilio Vaticano.
Mugica era extremadamente crítico del sistema capitalista, su posición se podía sintetizar en esta declaración: “En el sistema capitalista el ser patrón, el ser empresario necesariamente supone la condición de opresor porque la estructura de la empresa en el sistema capitalista se basa en la explotación del hombre por el hombre”.
El MSTM mostraba una clara preocupación por hallar una solución genuinamente latinoamericana por eso condenaba las formas del socialismo que eran una mera imitación de proyectos que se habían impuesto en otros lugares producto de culturas diferentes.
El MSTM de Mendoza que encabezaba Rolando Concatti emitió un folleto que luego con algunos agregados se convirtió en libro, se titulaba “Nuestra opción por el peronismo”, allí se afirmaba que la adhesión al peronismo implicaba adoptar una decisión revolucionaria porque la alternativa peronismo-antiperonismo había reflejado como ninguna otra el enfrentamiento entre las clases dominadas y las dominantes. Se decía en el folleto: “No basta ser peronista para ser revolucionario, pero no se puede ser revolucionario y antiperonista”. Mugica celebró la aparición del libro con que el que se sintió identificado hasta el punto que contribuyó con su difusión.
Los peronistas dentro del MSTM eran más respetuosos de las jerarquías y preferían no introducir temas como el celibato, con el que en general estaban de acuerdo, pero también porque consideraban que temas como ese no harían otra cosa que provocar divisiones. Muchos sacerdotes tercermundistas decidieron dejar los hábitos por sus discrepancias con la jerarquía eclesial, otros directamente fueron separados. Muchos de ellos comenzaron a vivir en pareja, por lo cual la discusión derivó en determinar si quienes habían dejado la opción por el celibato podían participar de las reuniones del MSTM.
A medida que Mugica adquirió un mayor compromiso con la causa nacional y popular sus definiciones eran más categóricas y tenían una mayor claridad. Sobre el accionar de las naciones imperialistas señaló: “Si existen países subdesarrollados es porque existen otros subdesarrollantes, que han conseguido un elevado nivel de vida –lo que no significa, al mismo tiempo, mayor conciencia cultural y humana- a costa de los países pobres, que más que pobres son países empobrecidos…Estos países viven en estado de dependencia, consecuencia directa de la acción del imperialismo internacional del dinero, que tiene sus representantes en sectores de la oligarquía nativa”.
En tanto sobre el socialismo decía: “Pienso…que… es un sistema menos alejado de la moral de los profetas y del Evangelio que el capitalismo vigente entre nosotros. Porque el capitalismo favorece el individualismo, el lucro y la explotación del hombre por el hombre. En cambio, el socialismo con contenido humanista y cristiano, encauzado en la auténtica tradición de nuestro pueblo…, supone la aspiración a una sociedad más justa y fraternal, que posibilite una vida auténticamente creadora para todos”.
Las organizaciones armadas seguían muy activas, en abril de 1972 eran secuestrados el empresario italiano Oberdam Sallustro, director general de FIAT, y el general Juan Carlos Sanchez, comandante del segundo cuerpo del ejército.
En agosto de 1972 se produce lo que ha pasado a la historia con el nombre de “La Masacre de Trelew” que tuvo como consecuencia el asesinato de 16 presos políticos y que otros tres resultaran heridos. Todo comenzó con un intento de fuga de la prisión de Rawson donde seis detenidos lograron su cometido, ellos eran Santucho, Osatinsky, Gorriarán Merlo, Domingo Menna, Fernando Vaca Narvaja y Roberto Quieto. Otros 19 que no habían podido escapar fueron detenidos y trasladados a la Base Aeronaval Almirante Zar donde por la noche fueron sacados de sus celdas y fusilados. El gobierno de Lanusse intentó montar un engaño diciendo que los detenidos habían intentado escapar nuevamente y que habían sido abatidos en un intento de fuga, la mentira fue muy evidente y la población conoció que los militares una vez más no tenían inconvenientes en asesinar a sangre fría.
Mugica fue uno de los integrantes de la comitiva que acompañó a Peron en su regreso a la Argentina aquel 17 de noviembre de 1972, se subió al charter de Alitalia por expreso pedido del líder justicialista, también viajó su amigo Jorge Vernazza por solicitud del propio Mugica. El MSTM había designado Rubén Dri y Rolando Conccati pero ante los deseos de Perón se modificó la lista de viajeros. Vernazza y Mugica tomaron aquel avión sin consultar a sus superiores por temor a que le negaran el permiso, se ocultaron por unos días para no ser hallados, ninguno de los dos estaba dispuesto a perderse un acontecimiento de tamaña significación y decidieron correr el riesgo de exponerse a una sanción.
Entre muchos otros también integraron la comitiva que acompañó a Perón: Cafiero, Menem, Lorenzo Miguel, Leonardo Favio, Solano Lima, Casildo Herreras, Juan Carlos Gené, José Sanfilipo, Deolindo Bittel, José María Castiñeira de Dios, Chunchuña Villafañe, Marilina Ross, Raul Matera, Miguel Bellizi, Ortega Peña, Hugo del Carril, Eduardo Luis Duhalde, Jorge Taiana, Nilda Garré.
30.000 efectivos militares bloquearon todos los caminos que conducen al Aeropuerto de Ezeiza para evitar que los militantes peronistas pudieran saludar al General Perón.
A los pocos días fue convocado el Consejo Presbiterial por monseñor Aramburu a los efectos de analizar la conducta de los dos sacerdotes que habían viajado de Madrid a Buenos Aires acompañando al líder. No obstante lo amenazante de la convocatoria no se adoptó ninguna medida contra los sacerdotes.
También Mugica y Vernazza participaron de la reunión convocada por Perón en el restaurante Nino de Vicente López y a la que concurrieron los partidos políticos que se aprestaban a participar de las elecciones.
El 6 de diciembre de 1972 Perón concurrió a la capilla Cristo Obrero de la Villa de Retiro, pero Mugica se encontraba en Mar del plata, en la oportunidad Perón dijo: “He venido a saludar al padre Mugica, uno de los que verdaderamente cumple con su cometido sacerdotal y que, además, tengo entendido, hace muchas cosas por ustedes. Como no lo he podido ver, les dejo encomendado a cada uno de ustedes que se encargue de hacerle llegar mis saludos y mi reconocimiento”.
Mugica retornó de inmediato al enterarse y al día siguiente fue a visitar a Perón a la casa que ocupaba en la calle Gaspar Campos en el partido de Vicente López, Mugica le propuso y Perón aceptó una reunión con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, la misma se efectuó tres días después.
De la reunión entre el MSTM que estuvo representado por 60 sacerdotes y Perón, algunos salieron disgustados porque las definiciones del líder no fueron tan contundentes como esperaban, pero éste no fue el caso de Mugica que siguió entusiasmado con el proceso de cambio que se iniciaba con el regreso del General.
En diciembre de 1972 escribió una oración a la que llamó “Meditación en la villa”
“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ochos años tengan trece;
Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro; yo me puedo ir, ellos no;
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas, de la que me puedo ir y ellos no;
Señor, perdóname por encender la luz y olvidándome de que ellos no pueden hacerlo;
Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace huelga con su hambre;
Señor perdóname por decirles: ‘No sólo de pan vive el hombre’, y no luchar con todo para que rescaten su pan;
Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame.
Señor, sueño con morir por ellos; ayúdame a vivir para ellos.
Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame”.
En enero de 1973 luego de un intento de copamiento de la sede de la Prefectura en Zárate vuelve a ser detenido el padre Alberto Carbone sin ningún fundamento, el 17 de mayo fue sobreseído y liberado luego de haber pasado otros cinco meses en prisión, unos 500 sacerdotes se habían sumado reclamando su libertad.
En un artículo publicado en el diario La Opinión, Mugica escribió: “…los evangelios muestran con meridiana claridad que Jesús estigmatiza sin piedad a los ricos, predica con inusitada violencia contra la injusticia social” y agregaba ”…la diferencia entre ricos y pobres es contraria a la voluntad divina”.
En el Boletín Eclesiástico se publica un artículo donde se fustigaba a Mugica por su posición favorable a la socialización de los medios de producción y el elogio del socialismo por lo que fue llamado a escribir un documento de defensa, el cual produjo señalando que la nota en su contra no había sido confeccionada con buena voluntad, teniendo por único objetivo la búsqueda de errores, y contestaba de manera contundente : “Por otra parte, el escrito de la Curia induce a pensar, como lo acreditan numerosos testimonios, que lo único que preocupa a ciertos sectores de la Iglesia es la defensa de los ricos y del orden establecido”.
Había dicho en ese artículo cuestionado aparecido en La Opinión: “Por más revolución social que se propugne…será necesario realizar el proceso interior de la conversión continua del odio al amor, para buscar el poder no para dominar sino para servir”.
Mugica debía responder una y otra vez a la pregunta sobre la violencia, una de sus definiciones decía: “Pero que esté claro: si ante el desorden establecido enfrento lo que llamo la contraviolencia y logro reducir la violencia total, es legítimo que la use. Pero si sólo exacerbo aún más la violencia del sistema contra el pueblo, no puedo menos que pensar que es contraproducente que la utilice”.
Preguntado si un cristiano tiene derecho a matar responde: “No lo sé: lo que sí está claro es que tiene la obligación de morir por sus hermanos. Pienso que tenemos mucho miedo a la violencia por una actitud individualista. De repente nos escandalizamos porque alguien puso una bomba en la casa de un oligarca, pero no nos escandalizamos de que todos los días en las villas miserias o en el interior mueran niños famélicos porque sus padres ganan sueldo de archimiseria.”
Se aproximaban las elecciones y a Mugica se le ofrece una candidatura a diputado por el peronismo, la cual rechaza a sabiendas que de aceptarla sería sancionado por la jerarquía de la Iglesia.
Mostraba su compromiso con la causa nacional y popular en cada una de sus acciones, rezó frente a los penales para reclamar la libertad de los presos políticos, también efectuó una huelga de hambre en la capilla Cristo Obrero de Retiro por el mismo reclamo.
El 9 de mayo de 1973 el presidente electo Hector Cámpora visitó la Villa de Retiro, donde fue largamente aplaudido y se quedó a comer un asado.
El 25 de mayo día de la asunción de Cámpora, Mugica concurrió a la Plaza donde se lo vio festejar eufórico, luego ingresó a la Casa Rosada para presenciar el acto al que había sido invitado, también estuvieron presentes el presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós, y el de Chile, Salvador Allende, este último mártir de la democracia y el socialismo quien fuera derrocado y perdiera la vida ese mismo año, dando inicio a la salvaje dictadura pinochetista.
Ese mismo día a instancias de Perón es nombrado como asesor en el Ministerio de Bienestar Social a cargo de José Lopez Rega, la condición para aceptar fue la de no recibir ninguna remuneración. Mugica consultó con amigos si debía aceptar o no esta designación, en definitiva primó la posibilidad que el cargo le permitiera hacer llegar más ayuda a las villas.
También fue uno de los gestores de la creación del Movimiento Villero Peronista (MVP) que al poco tiempo cayó bajo la influencia de la Tendencia Revolucionaria sector que respondía a Montoneros, situación que no fue de su agrado, principalmente a partir del enfrentamiento de ese grupo con Perón.
A poco de que Campora ganara las elecciones del 11 de marzo de 1973, Galimberti dispara unas declaraciones sumamente inconvenientes, lanzando la idea que se podían organizar “milicias populares”. En tanto Santucho del ERP anunciaba que esa organización de ninguna manera dejaría las armas y seguiría combatiendo a empresarios y Fuerzas Armadas. En abril de 1973 fue asesinado Hector Iribarren Jefe de Inteligencia del Tercer Cuerpo, con Cámpora en el gobierno muere en un atentado Dirk Klosterman, dirigente de SMATA.
La separación de Mugica de la Tendencia Revolucionaria comenzaba a hacerse notoria, cuando se realizó un acto en el estadio de Atlanta organizado por ese sector donde participaron Firmenich, Norma Arrostito, Galimberti y otros dirigentes Montoneros, desde las páginas del diario Mayoría Mugica señaló que en el mismo había muchos jóvenes pero muy pocos obreros y que había prevalecido la ideología por sobre la realidad.
Mugica se declaró contrario a que en la primera etapa del gobierno peronista se buscara agudizar las contradicciones, consideraba que la alternativa principal seguía siendo entre la dependencia y la liberación nacional. Consideraba parte del colonialismo cultural pretender plantear alguna otra opción por sobre aquella.
Juan Manuel Abal Medina (padre) reconoció que Mugica aceptaba la violencia para combatir a una dictadura pero una vez que existiera un gobierno constitucional no se podía recurrir a ella. En tanto Firmenich reconoció que la política de Mugica de no enfrentar a Perón era mayoritaria en el pueblo argentino, sin embargo ellos a esa altura no estaban dispuestos a conciliar.
Desde las páginas del diario Mayoría, Mugica decía: “Hasta ahora para que los pobres dejen de ser pobres, no se ha inventado otro más que este sistema: que los ricos dejen de ser ricos. Hay que ayudar a los ricos a liberarse de esas riquezas que los oprimen y los llevan hacia el camino del infierno”.
“Vivimos en un sistema capitalista, en el cual el motor fundamental es el lucro…Y todos sabemos lo que Jesucristo dice del lucro en el Evangelio. …Hoy, hasta el predicador más comprometido resulta blandito al lado de lo que decía de los ricos Jesús” “De esta reflexión que vengo haciendo resulta claro que una sociedad montada sobre la base del lucro es una sociedad anticristiana e inmoral, y por lo tanto debe ser rechazada. Entonces, tenemos que buscar otros tipo de sociedad, y aquí aparece la reflexión sobre la posibilidad de acceder al socialismo”.
El 16 de junio Mugica es invitado por estudiantes Universitarios de La Plata para recordar a los asesinados en 1955 por el bombardeo de la Plaza de Mayo, el reaccionario obispo Antonio Plaza prohibió que se realizaran oficios religiosos, Mugica declaró en la oportunidad: “…el escándalo que hace la reacción cuando una bomba estalla en la casa de un oligarca, pero que no se inmuta cuando mueren decenas de niños sumidos en la miseria de las villas de emergencia del Gran Buenos Aires”.
El 20 de junio se produce el segundo regreso de Perón, en el charter viajaban otros dos curas integrantes del MSTM, Hector Botán y Rodolfo Ricciardelli. Los acontecimientos provocados por los sectores reaccionarios del peronismo, principalmente el lopezrreguismo y algunos grupos sindicales, el coronel RE Jorge Osinde fue el responsable de la emboscada que se intentó sobre los sectores juveniles, algunas fuentes indican 13 muertos y 350 heridos otros indican que tal vez esos números hayan sido mayores. El avión que traía a Perón debió aterrizar en la Base Aérea de Morón.
El 23 de septiembre la fórmula Perón-Perón recibe una impresionante adhesión popular por encima del 60% dos días después en un acto de provocación monumental que significó un disparo directo al corazón de Perón, es asesinado el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci, en un principio no se sabía si dicho atentado provenía de la izquierda o la derecha, pasado al tiempo todo parecía indicar que fueron los Montoneros sus asesinos, aun cuando nunca se lo adjudicaron, tal vez por darse cuenta del gran error cometido. Mugica se indignó por este asesinato que significaba empañar el triunfo de Perón y del pueblo peronista luego de 18 años de proscripción.
El 28 de septiembre el MSTM de Buenos Aires que lideraban Mugica y Vernazza emiten un comunicado que decía: “los grupos que…pretenden arrogarse una representación popular para perpetrar actos violentos, no sólo se oponen gravemente a la ley de Dios sino que, además, desprecian a un pueblo que ha manifestado claramente su voluntad”.
En una reunión que mantuvo con militantes de la JP en Chilvilcoy señaló: “Creo que es fundamental distinguir. Una cosa es la violencia cuando se han agotado todas las instancias posibles de acción, que fue en la última etapa de la dictadura militar, y otra es utilizar la violencia cuando hay un gobierno constitucional elegido por el pueblo. Entonces, en este momento, el ejercicio de la violencia es una acción antipueblo”.
Cuestionó la utilización de la violencia a partir del 25 de mayo de 1975, el asesinato de Rucci lo separaba definitivamente de los Montoneros: “muchos guerrilleros tampoco son pueblo: son pequeñoburgueses intelectuales que aprenden la revolución en un libro, y no en la realidad. Le quitaron la inmensa alegría al pueblo de experimentar a Perón como presidente tres días después de haber sido elegido y crearon un clima imperdonable de miedo” Y remarcaba la represión desatada luego del atentado.
En una misa había dicho: “Como dice la Bilblia, ahora hay que dejar las armas y empuñar los arados”
Distanciado de la Tendencia armó el Movimiento Villero Peronista (Leales a Perón), luego de ver los monoblocks que el Ministerio de Bienestar Social había construido en Villa Lugano y Ciudadela mediante un plan que se denominó Alborada, Mugica apoyó el proyecto para que los habitantes se trasladaran a esos barrios, pero la gente de la Tendencia no estaba de acuerdo. Los militantes de este grupo comenzaron a recorrer el barrio criticando a Mugica y armaron una marcha frente al Ministerio de Bienestar Social, esa manifestación fue reprimida y murió un habitante de la Villa, Alberto Chejolán, el cura repudió el asesinato y participó del sepelio pero fue silbado por algunos jóvenes cuando mencionó a Perón.
El sacerdote villero comenzó a ser cuestionado desde distintos sectores, la revista Militancia que dirigían Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde decía: “trata de ser al mismo tiempo un conservador progresista, un oligarca popular, un cura humilde y bien publicitado, un revolucionario y defensor del sistema. Y así le va con el resultado” “…como si fuera un corcho, siempre flotando aunque cambie la corriente. Montonereando en el pasado, lopezrregueando sin empacho después del 20 de junio, Carlitos Mugica, cruzado del oportunismo, ha devenido en depurador ideológico”. Estos agravios eran totalmente injustos, la posición política de Mugica era coherente y seguía respondiendo a la defensa incondicional de los sectores populares, poco tiempo después Mugica y Ortega Peña serían asesinados por la triple A lopezrreguista.
El órgano de difusión de las AAA era la revista EL Caudillo de Felipe Romeo desde sus páginas amenazaba a Mugica, luego aparecería un panfleto de la AAA donde acusaba a los sacerdotes del tercer mundo de tener vinculaciones con el ERP.
Como hacía cada vez que necesitaba reflexionar, a mediados de abril de 1974, junto a sus dos amigos Botán y Vernazza viajan a Los Toldos a visitar a Mamerto Menapace, cuenta éste que al despedirse Carlos le dijo : “Hermano, este año muchos nos vamos a encontrar con Dios”
Nuevamente familiares y amigos le recomendaron que viajara al exterior, pero una y otra vez se negaba diciendo: “en un momento tan complicado, en el que mucha gente está jugándose y perdiendo la vida, yo no puedo escaparse. El pastor no puede abandonar a su suerte a sus ovejas”.
Cuando el 1° de mayo Perón se enfrenta en la Plaza de Mayo con un sector de la juventud que había convocado con el lema “Que pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular”, Mugica se quedó en la Plaza apoyando al líder, junto a él también permaneció un grupo importante que se conoció como JP Lealtad, habitualmente los historiadores del sistema ocultan este suceso y tratan de mostrar que la totalidad de JP se enfrentó a Perón.
Luego de estos incidentes escribe un artículo en La Opinión: “hay quienes juzgan la presente coyuntura a partir de modelos ideológicos dependientes de una ‘cultura ilustrada’, que nos viene desde afuera, elitista y afín a nuestras clases medias intelectualizadas. Muchos otros, en cambio, atentos a la realidad histórica y global de nuestro pueblo, comprobamos la existencia de un largo y creciente proceso popular que, desde hace más de treinta años… mantiene su consistencia cada vez más masiva y su adhesión a un jefe en quién deposita su inquebrantable confianza”.
En nuestra opinión, por aquellos años muy pocos políticos tuvieron la claridad que manifestó Carlos Mugica, creemos que no se equivocaba cuando luego de 18 años de proscripción y exilio reclamaba como elemento fundamental la unidad del Movimiento Nacional en torno del líder recientemente retornado. Había muchos intereses imperiales y de la oligarquía nativa que bregaban para provocar la división y el enfrentamiento interno que finalmente se produjo y que derivó en la más sangrienta dictadura. Sin duda, dentro del peronismo existían sectores reaccionarios, que se agruparon en torno del lopezrreguismo, y que apelaron a la provocación constante para crear las condiciones de desestabilización del gobierno popular, pero enfrentar a Perón y realizar acciones como el asesinato de Rucci, cuando ya el pueblo se había expresado en elecciones libres, constituían decisiones que colaboraban con el proceso desestabilizador y por lo tanto eran contraproducentes.
Desde su asunción como Ministro de Bienestar Social, López Rega comenzó a agrupar en la oficinas del Ministerio a ex policías y represores con la finalidad de conformar un grupo parapolicial que primero se denominó Comando Libertadores de América y que luego pasó a llamarse Alianza Anticomunista Argentina (AAA o triple A) entre ellos llegaron dos ex policías, Juan Ramón Morales y su yerno Rodolfo Almirón que habían sido expulsados del Ministerio del Interior y fueron procesados por robo, contrabando y tráfico de drogas. Morales había llegado a ser Jefe de la Brigada de Delitos Federales de la Policía Federal. Sin importarles sus delictivos antecedentes Lopez Rega los contrató, los ascendió y les dio la función de ser sus custodias.
Luego de la Masacre de Ezeiza, Lopez Rega anuncia un proyecto para erradicar las villas de emergencia de la Capital Federal. Mugica expresó públicamente su cuestionamiento a partir de ese momento no pudo volver a ingresar al ministerio.
Lopez Rega salió a atacarlo públicamente desde los medios de comunicación poniendo en duda el destino del dinero que el Ministerio había puesto a su disposición para ser utilizado para mejorar la situación de la gente de las villas. A pesar que conocía perfectamente el riesgo que corría Mugica también le respondió por los medios indicando que hacía tiempo había presentado la rendición de gastos sin que nadie tuviera nada que cuestionarle. Pero su coraje lo llevó mucho más allá, se presento en el ministerio sin pedir audiencia, pidió hablar con López Rega y lo cuestionó duramente. Ese mismo día le dijo a unos amigos: “Lopez Rega me va a mandar a matar”.
En Santa Fe se realizó el VI encuentro del MSTM que a la postre fue el último, los temas más irritativos fueron la posición ante el peronismo y el celibato. Las diferencias provocaron la ruptura definitiva. La permanencia de Mugica en Santa Fé fue aprovechada por Lopez Rega para enviar asistentes sociales a la villa. Se enfureció al enterarse por lo que al regresar resolvió renunciar como asesor del Ministerio pero previamente realizó una asamblea en la villa donde puso su renuncia a consideración de los habitantes la cual fue aprobada por aclamación.
Decía el texto de la renuncia: “Discrepando fundamentalmente con la política del Ministerio de Bienestar Social con relación a las villas ya que se les niega a los compañeros villeros toda participación creadora en la solución de sus problemas y a pedido de los compañeros villeros renuncio a la función de asesor de ese Ministerio y reafirmo mi adhesión al proceso de Reconstrucción Nacional impulsado por el general Perón, trabajando como sacerdote de este pueblo y junto al pueblo como lo señalan nuestros obispos”. La gente de la villa que concurrió a la asamblea respondió con el grito: “Mugica y Perón, un solo corazón”.
Luego de estos enfrentamientos le confesó a su amigo Alejandro Mayol que había recibido amenazas. Cuando su hermano Alejandro le recomendó nuevamente que se fuera del país su contestación fue: “Yo ya estoy jugado. Quiero que sepas que si me llega a pasar algo el responsable va a ser López Rega”.
Desde el órgano de prensa de la triple A, la revista"El Caudillo", se publicó una “Carta Abierta a Carlos Mugica”, ahí se decía:“Esta equivocado. Anda por la vereda de enfrente. Hace tanto escombro en la villa que no se sabe si está al servicio de los pobres o tiene a los pobres a su servicio”. En esos tiempos y en ese medio el artículo no era otra cosa que una clara amenaza de muerte.
El sábado 11 de mayo de 1974 a las 14:30 Mugica fue a la Villa de Retiro a jugar un partido de futbol, luego se dirigió a la parroquia San Francisco Solano ubicada en Zelada 4771 de la Capital Federal, donde a las 19 horas ofició una misa, en el último banco se había ubicado uno de sus asesinos, el subcomisario Rodolfo Almirón, jefe de la triple A.
Mugica sale de la iglesia después de haber charlado con feligreses y amigos, cuando se dirige a su auto Almirón le grita “Padre Carlos” al darse vuelta recibe una ráfaga de ametralladora 9 mm, cuatro proyectiles impactan en su cuerpo. También resulta herido su amigo el padre Capelli. El asesino se dirige rápidamente a un auto ocupando el lugar del acompañante donde huyen. También participaron del asesinato los expolicías Morales y Edwin Duncan Farkuharson, éste último integraba también la Unidad Especial de Ministerio de Bienestar Social.
Ambos sacerdotes son trasladados al hospital Salaberry, donde Mugica fallece una hora después aproximadamente a las 22 horas, antes de morir un amigo le escucha decir: “Ahora más que nunca debemos estar junto al pueblo”.
Capelli fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas, se enteró del fallecimiento de su amigo casi un año después.
En el velatorio de Mugica algunos dirigentes de la Juventud vinculada con la Tendencia fueron insultados y golpeados pues se sospechaba que Montoneros habían sido los responsables del crimen poco faltó para que se produjera un linchamiento. Su cuerpo fue velado en la parroquia San Francisco Solano y luego en la capilla Cristo Obrero de la Villa de Retino donde unos 50 sacerdotes oficiaron una misa a la muchedumbre que se había congregado, el féretro fue transportado a pulso desde Retiro a La Recoleta.
Montoneros salió a desmentir que ellos lo hubieran asesinado: “…a pesar de las diferencias que mantenía nuestra organización con algunas de las últimas posiciones públicas de Mugica, reivindicamos su acción como parte del campo popular” “El objetivo de este asesinato es ahondar y hacer insuperables esas diferencias “ y acusaban a las bandas armadas de derecha.
Mario Firmenich pidió una reunión con Alberto Devoto donde le negó la participación en el asesinato de Mugica. La agrupación Montoneros tenía razón nada tenían que ver con la muerte de Mugica pero el simple hecho que se sospechara de ellos ponía en evidencia hasta qué punto habían desviado el rumbo.
Los responsables del asesinato dieron muestra de una hipocresía sin límites, la revista El Caudillo que lo había señalado para como “subversivo” ahora le adjudicaba el carácter de “mártir del peronismo”. López Rega en tanto bautizó “Presbítero Carlos Mugica” a un barrio inaugurado en Ciudadela.
Cuando López Rega debió abandonar el país luego de un multitudinario acto convocado por la CGT para pedir su renuncia, lo hizo acompañado de Morales y Almirón, este último se conectó en España con grupos de ultraderecha y concluyó como jefe de seguridad de Manuel Fraga Iribarne, líder del Alianza Popular, el mismo partido que llevó años después a José María Aznar al gobierno.
Lopéz Rega fue detenido y extraditado desde los Estados Unidos en 1986, murió el 9 de junio de 1989 sin que tuviera una condena.
En abril de 1983 Fraga Iribarne decidió despedir a Almirón quién fuera detenido el 28 de diciembre de 2006, en el 2008 se concedió la extradición a Argentina, pero entre los crímenes que se le atribuían no se encontraba el asesinato de Mugica, pero sí los de Julio Troxler, Silvio Frondizi, Rodolfo Ortega Peña y Miguel Angel Mendiburu.
Morales se encontraba viviendo tranquilamente en un departamento del barrio de Palermo en el momento de su detención, murió en agosto de 2007.
El 13 de enero de 2009 fue detenido el director de la revista El Caudillo, que se encontraba prófugo desde el 2006, murió en abril de 2009 de Sida, pero la noticia se conoció un mes después hasta ese momento nadie había reclamado el cadáver.
La causa judicial por el asesinato de Mugica fue cerrada dos meses después de ocurrida la muerte, sin que el juez hubiese avanzado en lo más mínimo, fue reabierta 10 años después pero recién se reactivó en abril del 2008.
Durante la dictadura que comenzó en 1976 la política hacia las villas consistió en la erradicación violenta, la topadora era la herramienta de los dictadores para destruir esos barrios. Bussi en Tucumán cargaba trenes con inmigrantes de países limítrofes y los llevaba hasta la frontera, a los barrios que no podía erradicar los encerraba con altos murallones para que la desde afuera no se pudieran ver. En Capital Federal, el brigadier Cacciatore, admirado por Macri, erradicó las villas mediante la violencia y se vanagloriaba de haber dejado sin casa a 145000 personas sin el pago de indemnización alguna.
Cuatro meses después de la muerte de Mugica aparece un disco con letra de él, se llamaba la “Misa del Tercer Mundo”, todas las copias fueron secuestradas por la policía y se prohibió su presentación.
Alejandro Mugica, hermano de Carlos, quiso publicar una solicitada acusando a Lopez Rega por el asesinato, fue convencido por Bernardo Nestaudt y por Héctor Ricardo García que dicho acto significaría su muerte. Durante la dictadura fue secuestrado en julio de 1977, torturado durante 25 días siendo liberado luego.
El 9 de octubre de 1999 el cuerpo de Mugica regresó donde seguramente hubiera querido descansar, la villa de Retiro, en la capilla Cristo Obrero que había construido. El cardenal Bergoglio participó de la ceremonia y reclamó: “por los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la Iglesia”
Otro sacerdote que participó de la ceremonia fue Eduardo de la Serna que es coordinador del Grupo de Sacerdotes en la Opción por los Pobres, quién cuando fue asesinado Mugica era seminarista, sólo había podido concurrir al velatorio en la parroquia San Francisco Solano, pero no tuvo autorización de las autoridades del seminario para concurrir al velatorio en la villa y al entierro. Dijo el padre de la Serna que le había quedado una espina clavada por no haber podido acompañar a Mugica hasta su última morada. Luego de 25 años esa espina fue quitada cuando pudo llevar el ataúd en el regreso del cuerpo a la Villa de Retiro, según este sacerdote: “Carlos Mugica fue el primero de los cientos de mártires que la Iglesia argentina dio en nuestro tiempos recientes”.
Concluimos estos apuntes biográficos reproduciendo la Misa del Tercer Mundo que nos permitirá conocer un poco mejor cómo concebía Mugica la religión que debía estar al servicio de los más necesitados.
Tú que has nacido pobre
Y que has vivido siempre
Junto a los pobres
Para traer a todos los hombres
La liberación
Tú que vendrás por fin
Al final de los tiempos,
Para llenar nuestro corazón
De alegría y plenitud
Gloria a Dios que es el amor
Y en la tierra paz a los hombres
Que luchan por la justicia
Te alabamos,
Porque luchamos para que nuestros niños
Hambrientos coman.
Te glorificamos
Porque queremos destruir ya
Los instrumentos de tortura.
Te damos gracias,
Porque hay hombres que dan su vida
en la revolución.
Te damos gracias, Señor,
Porque no sos un Dios espectador,
Sino un Dios hecho hombre
Que padece el padecimiento de los hombres,
Te damos gracias, Señor.
Tú que nos arrancas del egoísmo
Impulsándonos a luchar contra la explotación,
Ten piedad de nosotros.
Tú que estás con el Padre
Viviendo la plenitud del amor, ten piedad de nosotros.
Tú que estás donde vamos a estar todos,
Ten piedad de nosotros.
Señor Dios, cordero de Dios,
Que sigues desangrándote
En los hacheros del Norte,
Desangrándote
En los mineros bolivianos,
Desangrándote
En las favelas del morro,
Desangrándote
En el frío de los pobres, desangrándote
En la carne del torturado,
Desangrándote.
Creo en el surgimiento
Del hombre nuevo,
Del hombre lleno de Dios.
Creo en la expansión de la vida plena…
Para siempre, amén
El inocente. Vida, pasión y muerte de Carlos Mugica. María Sucarrat. Grupo Editorial Norma.2010
Entre dos fuegos. Vida y asesinato del padre Mugica. Martín de Biase. Editora Patria Grande. 2009
Pagina 12, 10/5/2009. 35 años de Mugica. Washington Uranga
Clarín, 10/2/2008. Mugica, el que optó por los pobres. Felipe Pigna
Padre Mugica. Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Facultad de Ciencias Sociales. Producción: Roberto Di Chiara. Guión y dirección: Gustavo Gordillo y Gabriel Mariotto