El Forjista

 

Nuestros deportistas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Somos un país donde la pasión por el fútbol oculta muchas veces una realidad que por ser humilde no deja de ser rica, y que implica la participación activa de miles de niños y jóvenes cotidianamente trajinando en cientos de clubes y gimnasios construyendo un marco que no llega al conocimiento más que de los participantes y sus familiares y amigos.
No decimos nada nuevo si señalamos que los argentinos siempre hemos vibrado al compás de nuestros campeones en las más diversas disciplinas deportivas, esto ha asumido una importancia mayor si consideramos que en determinados períodos de nuestro país las únicas alegrías colectivas provinieron del deporte.
Nos emociona ver que figuras de alcance mundial como Maradona y Ginobili que no dudaron en arriesgar sus físicos y sus contratos para defender a la celeste y blanca, a la que llevaron a lo más encumbrado del concierto mundial.
Yéndonos más lejos cuando el boxeo era un deporte que movía multitudes en la Argentina, es una obligación recordar al invencible Carlos Monzón que nos mantuvo pegados al televisor o a la radio, tampoco podemos olvidar al guapo Víctor Galíndez y a ese artista inigualable que se llamó Nicolino Locche, o aquel gracioso hombre de Parque Patricios que se le animó a los más destacados de su deporte y que más allá de los resultados siempre mostró una guapeza inigualable, su nombre Ringo Bonavena.
Aún hoy luego de medio siglo se recuerdan las hazañas del quíntuple campeón del mundo Juan Manuel Fangio, quién aún con su frágil memoria que le impidió recordar luego de 1955 que su éxito deportivo se debió, además de a su capacidad, a la existencia de un gobierno popular que apoyaba a sus representantes deportivos.
Algunos éxitos como el de Guillermo Vilas primero y el de Gabriela Sabattini luego, llevaron al tenis a convertirse en un deporte accesible para las mayorías construyendo un fenómeno casi único y sumamente interesante.
Más recientemente el triunfo del golfista Cabrera en el Master de Augusta nos acercó un poco a este deporte que es poco menos que desconocido para las mayorías, y permitió que el periodismo deportivo recordara otras hazañas en otros tiempos del maestro Roberto De Vicenzo.
También debemos destacar la garra de Las Leonas que con un sacrificio propio de una actividad amateur llevaron al hockey argentino a obtener logros de los que nos enorgullecemos aún cuando desconozcamos lo más elemental de ese deporte.
Pero también hemos sabido reconocer el esfuerzo de otros que aún no llegando a ser campeones nos han dado un ejemplo de sacrificio y amor propio, pero fundamentalmente la enseñanza que con esfuerzo son muchas las cosas que se pueden alcanzar, aún cuando a priori parezcan imposibles.
En este contexto se encuentra ese glorioso tercer puesto de Los Pumas en el Mundial de Rugby, o la emocionante medalla de bronce en los últimos Juegos Olímpicos obtenida por la judoca Paula Pareto.
Pero más allá de los deportistas reconocidos aquí queremos rescatar el trabajo de todos aquellos que practican deportes, la mayoría de los cuales nunca llegarán a ser profesionales, porque el verdadero éxito es que miles de niños y jóvenes lleguen a practicar algún deporte aún cuando no tengan la más mínima posibilidad de obtener dinero o fama y llegar a que las revistas semanales hablen de ellos.
Cientos de chicas y chicos, practican deportes como el handball en clubes muy humildes, concurriendo tres veces por semanas y compitiendo durante los fines de semanas.
Esos chicos, aunque no lo sepan, también son héroes aún cuando no tengan medallas o copas, porque ellos aprenderán a trabajar en equipo, y comprenderán que muchas veces es conveniente dejar de lado ciertos egoísmos.
Por más que algunos periodistas deportivos nos traten de inculcar que lo único importante en la competencia deportiva es ganar, estos jóvenes, como muchos otros que practican otras disciplinas recorriendo distancias para competir solventados muchas veces sólo por los propios padres, construyen una realidad que difícilmente llegue a las primeras planas de los diarios pero aún así todos deberían sentirnos orgullosos de ellos.

 

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