El Forjista

Núcleo duro

 

Según los encuestadores el kirchnerismo cuenta con lo que ellos llaman un núcleo duro de aproximadamente un 33%, de ellos les quiero hablar.

Se han escrito libros y artículos periodísticos que han preanunciado de las más variadas maneras y de forma mas que reiterada un apocalipsis K, un feliz acontecimiento según su visión, que barrería de la faz de la tierra al kirchnerismo.

Un intelectual de la derecha y con innegables simpatías hacia los militares, Rosendo Fraga, escribió un libro al que tituló Fin de ciklo (si con k), el propagandista empautado Luis Majul hizo negocios durante un tiempo con un libro que se llamó “El final” y el también amigo de militares y servicial operador de las corporaciones, Morales Solá, decía en junio de 2016: “Este es el punto final del kirchnerismo como fuerza política”.

Mientras tanto, casi a diario se iniciaban causas judiciales por supuesta corrupción contra la ex presidenta y sus más cercanos colaboradores tratando de mostrar que todos los funcionarios de esos años eran ambiciosos seres que sólo pensaban en ganar dinero, y así se fue instalando la idea del “se robaron todo”.

Pero a pesar de todo, ese núcleo duro K se mantenía incólume no importaba que la prensa canalla no ahorrara adjetivos para descalificar la gestión kirchnerista, los más viejos sabían que la oligarquía y sus voceros había actuado de forma similar contra Perón y Eva en su campaña difamatoria y que al igual que ahora, habían azuzado un odio de clase que reaparece en mentalidades débiles cada vez que un gobierno popular retorna para poner una cuota de equidad y orgullo nacional en estas castigadas regiones.

Fueron millones los que a pesar de estar en la época de las comunicaciones y la información no se dejaban engañar por el mensaje mentiroso de los medios concentrados de desinformación y se mantuvieron leales a sus convicciones sin importar el temporal adverso, es cierto, algunos se doblegaron y arrojaron las banderas al lodo de la deshonra, pero fueron los menos, aun cuando eran mostrados en los medios como ejemplo de mansa sumisión a la nueva ola neoliberal.

Tal vez la primera manifestación de lealtad fue aquella movilización en la maloliente cloaca ubicada en Comodoro Py el 14 de febrero de 2016 cuando la ex presidenta debió presentarse en los tribunales por las causas amañadas por jueces y fiscales impresentables que respondían incondicionalmente al poder ejecutivo y que interactuaba ilegalmente con los servicios de inteligencia y la embajada de los Estados Unidos.

Esa lealtad inconmovible estaba representada por millones de argentinos agradecidos por las políticas sociales y económicas de un gobierno con una idea renovada de justicia social que mostraba una real preocupación por las necesidades de su pueblo.

Un gobierno que comenzó a crear fuentes de trabajo como nunca antes, a mejorar la condiciones de los olvidados de siempre, los jubilados, y permitir que todos tuvieran la posibilidad de retirarse luego de una vida de trabajo, que además creaba la Asignación Universal por Hijo para cuidar a la niñez que permitió que nuestro país llegara en 2015 al índice de mortalidad infantil más bajo de su historia.

A esto que comentamos se agregaron cientos de medidas que apuntaban en un solo sentido, mejorar las condiciones de vida de la población y asegurarnos vivir en un país soberano sin tutelas imperiales.

Es así como muchos de los que integraban el núcleo duro se preguntaron y les preguntaban a sus compatriotas ¿cómo era posible que se hablara de que ‘se robaron todo’ en un gobierno que mejoró los niveles de ocupación, la cantidad de jubilados, y que todos los niños de la Patria tuvieran asegurado el sustento diario? Más aún cuando los que vinieron después que supuestamente eran los honestos obligan a los jubilados a comer una sola vez al día y a miles de familia buscar la comida en la basura y vivir en la intemperie, y como si fuera poco adoptaron irresponsablemente una deuda externa que será un peso insoportable para varias generaciones.

Es cierto, que también hubo muchos desagradecidos que a pesar de haberse jubilados por esos días después se hacían eco y repetían como cotorras las mentiras inventadas por Lanata, o aquellos que no tenían trabajo cuando asumió Néstor Kirchner, y que con su gestión lo consiguieron, pero al poco tiempo se andaban quejando por el impuesto a las ganancias, ni que decir de los empresarios que se volvieron fanáticos militantes del PRO a pesar de que a sus empresas le iban muy bien y que ahora están próximos a decretar su quiebra.

Pero volvamos a aquellos argentinos que agradecidos reconocen los beneficios obtenidos de más de una década en las que las denostadas cadenas nacionales eran para informar beneficios y mejoras en la vida de los argentinos, esos que ahora hicieron explotar la Feria del Libro para escuchar a Cristina viniendo desde las provincias más alejadas para expresarle a esa ex presidenta su cariño eterno, son precisamente los que estuvieron siempre ahí, leales y dispuestos a responder a las calumnias, pero tranquilos sin el odio que destilan sus enemigos.

Ahora por suerte se han sumado nuevos sectores que antes cuestionaban con acusaciones injustas al gobierno de Néstor y Cristina, en buena hora, todos son bienvenidos, pero esto no nos deben hacer olvidar de los leales y convencidos en las primeras épocas en que soplaba ese viento destructor del neoliberalismo, cuando había pocas voces que defendieran los doce años de gobierno popular y cuando algunos se rendían, la mayoría de ellos no dudaron en cual debía ser el camino, son los mismos que ahora juntaron las monedas para comprar Sinceramente, son ellos con su aguante y resistencia, los ignotos y que no aparecen en los diarios, los que también están haciendo retroceder a esta oligarquía rapaz.

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