El Forjista
Todos los partidos políticos se sumaron a la celebración del golpe de estado ni bien se evidenció el triunfo de las fuerzas conspirativas, de igual forma se expresaron otras entidades con idéntica ideología a los partidos, por esta razón es que Lonardi recibió el apoyo entusiasta de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y de la Federación Universitaria de Buenos Aires quién propició la ocupación de las facultades para que se procediera a despedir a los profesores sospechosos de simpatizar con el peronismo.
Con el correr de los días se fueron conociendo por los diarios las declaraciones de los partidos políticos que adhirieron incondicionalmente al gobierno surgido del golpe. El partido Demócrata Cristiano surgido en pleno conflicto del peronismo con la Iglesia declaraba que el partido “celebra la terminación del régimen político que ha dividido a los argentinos llevando el odio, la corrupción, la violencia, la delación y la mentira al seno del trabajo y la familia”. (29)
Pero quienes se constituyeron en los más fervorosos defensores del golpe fueron el radicalismo y el socialismo. El 22 de septiembre el Comité Nacional de la UCR con la firma de su presidente Arturo Frondizi dio a conocer un comunicado responsabilizando al peronismo del golpe de estado, decía la declaración: “El régimen que acaba de caer, que negó la libertad, la justicia y la moral y negoció la soberanía, queda señalado como el único responsable de esta tragedia”. (30)
El radicalismo fomentó la incorporación de sus dirigentes al gobierno, el presidente del Comité de la Provincia de Buenos Aires, Ricardo Balbín dio a conocer a la prensa la siguiente declaración:“Los afiliados que tienen aceptados cargos en el gobierno de la Revolución en la provincia de Buenos Aires, o que los acepten en el futuro, lo hacen interpretando la resolución del Comité Nacional, que el Comité de la provincia comparte, y que oportunamente hizo conocer a todas las autoridades del partido, a los efectos de la conducta que deseen seguir los afiliados”. (31)
El radicalismo de la Capital Federal presidido por Jorge W. Perkins dio a conocer una declaración donde se afirmaba: “… la revolución ha sido posible por la colaboración de fuerzas civiles democráticas, entre ellas, la de numerosos afiliados de la Unión Cívica Radical, con fuerzas del ejército, la marina y la aviación”. (32)
El dirigente se refería a los grupos paramilitares denominados Comandos Civiles que conformados por algunos integrantes de las familias tradicionales y por militantes políticos colaboraron con las Fuerzas Armadas en el golpe y durante los días posteriores donde asaltaron sindicatos e otras instituciones para erradicar “democráticamente” todo vestigio de peronismo. Durante los gobiernos peronistas estos Comandos habían actuado como auténticos grupos terroristas colocando bombas y en otras acciones de sabotaje.
El Partido Socialista en su decadencia final había colocado a uno de sus más conocidos integrantes como embajador en el Uruguay, con este cargo Alfredo Palacios se sumaba al gobierno. En tanto el Consejo Nacional del PS declaraba que “el partido socialista desde la primera hora, estuvo en contra de un régimen que no podía conducir sino al desastre moral, institucional, social y económico y que haciéndose intolerable, provocó la noble reacción de las fuerzas civiles y armadas en sus hombres verdaderamente patriotas”.
Estos antimilitaristas justificaban el accionar de los militares cuando se trataba de derrocar a un gobierno votado por la inmensa mayoría de los argentinos, de igual forma que habían defendido a los curas opositores al peronismo a pesar de su eterno anticlericalismo. Continuaban los socialistas:“Nunca transamos no había para nosotros sino una sola solución: la desaparición de la dictadura, y contra ellos concentramos nuestros esfuerzos”.(33)
Contradice su intransigencia contra Perón, la participación del socialismo durante el período conocido como Década Infame que abarcó desde 1930 a 1943, donde concurrió alegremente a recoger las migajas que el régimen oligárquico les permitía en cuanto a diputaciones, senadurías y concejalías, a cambio de convalidar con su presencia el escandaloso fraude al que sólo cuestionaban tibiamente, de igual forma que no plantearon la entrega del patrimonio nacional que se estaba consumando. Dato ilustrativo de lo que estamos señalando lo constituye el dirigente sindical y del PS, Francisco Pérez Leirós que hasta 1943 había sido elegido diputado nacional en cuatro
oportunidades. (34)
El contubernio de la Década Infame entre la oligarquía, las fuerzas armadas y los partidos políticos se reconstituyó en 1955 conformando un gobierno que no era exclusivamente militar pues en el mismo participaban todas las fuerzas políticas, excluyendo, claro está, al peronismo.
Los partidos políticos tuvieron en las universidades, especialmente la de Buenos Aires, el semillero del que surgieron sus cuadros, un mal de la educación argentina fue la de mantener a los futuros profesionales en la mayor ignorancia sobre los problemas reales del país e imbuirlos de una ideología liberal que alejaba a los estudiantes de las clases populares y sus expresiones políticas.
Este mal al que Jauretche llamaba “fubismo” marcó toda una época en la cual la clase media universitaria mantuvo una posición contraria a los intereses de los trabajadores. La ideología imperial-oligárquica se filtraba por los poros de los estudiantes, y los separaba de las inquietudes sociales y nacionales, esta ideología hasta cierto punto permitía las inclinaciones izquierdistas, siempre y cuando se coincidiera en lo central: enfrentar al peronismo.
Arturo Jauretche ahondó en esta cuestión: “Los hechos recientes -1955- no son más que una
reedición de lo que sucedió en septiembre de 1930. Entonces como ahora los estudiantes jugaron a favor de la oligarquía y el imperialismo que pretenden combatir. Desde que recuerdo, los muchachos han tenido esa posición teórica. Sin embargo no ha habido golpe contra los intereses del país y del pueblo que no haya contado con su apoyo”. (35)
A pesar del proclamado lema “ni vencedores, ni vencidos” Lonardi primero, y Aramburu más intensamente, diferenciaron las aguas entre los buenos o sea los ganadores, y los malísimos, es decir los perdedores y peronistas. Una evidente manifestación de esta realidad lo constituyó la denominada Junta Consultiva. El 28 de septiembre, el ministro del Interior, Dr. Busso, se reunió con los representantes de los partidos políticos que habían adherido al golpe con excepción de los comunistas y los radicales sabattinistas. Por la UCR concurrieron los dos sectores más importantes, es decir los intransigentes representados por Balbín, Frondizi y Alende y los unionistas por Perette y Perkins. El motivo de la reunión fue la conformación de una Junta cuya misión sería la de cumplir
funciones de asesoramiento del gobierno. También concurrieron representantes del Partido Demócrata, más conocido como conservador, la Democracia Progresista y del infaltable socialismo. Al día siguiente Busso recibió a una delegación encabezada por Amadeo Sabattini, única expresión radical que faltaba.
Luego se da conocer la integración de la Junta Consultiva, por el partido conservador estaban Raynaldo Pastor y Rodolfo Carominas Segura, por el PS Ramón Muñiz, Nicolás Repetto y Alicia Moreau de Justo; del Partido Demócrata Progresista estaban Horacio Thedy, Julio A. Noble y Luciano Molinas; los radicales intransigentes designaron a Oscar Alende y Oscar Lopez Serrot; a los radicales unionistas los representaba Miguel Angel Zavala Ortiz y por la Unión Federal estaban Enrique Ariotti y Horacio Storni, también había figuras independientes como José Aguirre Cámara, Adolfo Mujica, Manuel Ordoñez, Rodolfo Martinez (h).
Este grupo asesor quedó conformado bajo la presidencia del almirante Rojas, quién el 28 de octubre proclamaba: “Representa un medio para mantener estrecho contacto con la calificada opinión de los diversos sectores políticos de la República, que por su historia y plataforma prepararon el clima de resistencia a la dictadura, con espíritu democrático-republicano o se constituyeron recientemente con hombres que desde distintos planos sociales y con ideales de ese mismo cariz bregaron contra la dictadura”. (36)
La conformación de la Junta evidenciaba que la proclama no eran más que palabras huecas, pues desde el gobierno se alentaba la discriminación entre “democráticos” y peronistas, así y todo, la sed de venganza de muchos políticos no se saciaba con la política implementada por Lonardi. El 10 de octubre el comité metropolitano de la UCR comandado por los unionistas exigía al gobierno la disolución del Partido Peronista y la incineración pública de las fichas de afiliación.
Paralelamente desde el gobierno se alentaban la disgregación de aquellos sectores que algunas vez habían formado parte del peronismo, por eso se permitió la constitución de la Junta Nacional Reorganizadora del Partido Laborista presidida por Cipriano Reyes como presidente y Walter Berveraggi Allende como vice. (37)
A lo largo del gobierno de Lonardi los partidos políticos se mostraron particularmente activos, en especial los radicales que no ocultaban su alegría por el derrocamiento del peronismo y porque se consideraban los legítimos herederos de la Revolución Libertadora, o sea que volver al gobierno sólo era cuestión de tiempo. El 31 de octubre los radicales confluyeron en el Luna Park en un acto donde hablaron Alende, Larralde, Balbín y Frondizi, el motivo era homenajear a ex legisladores, intendentes y concejales partidarios que “lucharon contra la dictadura”. Larralde señaló su apoyo a la Junta Consultiva mientras Frondizi apoyó explícitamente al gobierno: “No le hemos pedido nada al gobierno pero estamos dispuestos a darle todo”. (38)
Días después otro sector interno del partido la Comisión Pro Unidad de la UCR se reunió nuevamente en el Luna Park. Un supuesto representante del movimiento obrero Pablo Arturo Huertas, que actuaba en un autodenominado Comando Civil Obrero, acusó a los dirigentes de la CGT de “entreguistas y traidores a la patria”, en su arenga decía “es peligroso el contacto del gobierno con los dirigentes de la CGT tipo Natalini, sometidos a las imposiciones de la violencia y corrupción del régimen peronista”. En el mismo acto el ex diputado Atilio Cattáneo criticó al Comité Nacional de su partido, éste sector simpatizaba con los sectores más duros del golpismo y reclamaba medidas muchos más enérgicas contra el peronismo. (39)
Mientras los partidos políticos se mantenían activos en Buenos Aires, el general Perón en su destierro daba a conocer su opinión sobre esas agrupaciones: “El apoyo político a la dictadura estuvo dado por los partidos que durante diez años se opusieron sin éxito al peronismo unidos en el contubernio que se llamó ‘Unión Democrática’. Sus dirigentes más conspicuos forman hoy la Junta Consultiva, algo así como un consejo áulico de la política”(40)
Los partidos políticos se aglutinaron en torno al vicepresidente Rojas conformando un grupo mucho más proclive a la represión de peronistas y sindicalistas. Por noviembre los políticos complotan activamente para derrocar a Lonardi, a la noche del 12 de noviembre un grupo de 1500 personas se reúne en el Congreso donde iba a sesionar la Junta Consultiva al grito de “Rojas si, nazis no”.
Américo Ghioldi regresa de Montevideo al igual que Palacios para presentar la renuncia como embajador en el Uruguay. En la madrugada el 13 de noviembre, 17 de los 20 integrantes de la Junta Consultiva presentan su renuncia, los tres que no lo hacen son Enrique Ariotti y Horacio Storni de la Unión Federal que apoyaban a Lonardi, Zavala Ortiz no renuncia por la simple razón que no se encontraba en el país. En su renuncia los políticos afirmaban “el movimiento revolucionario se desviaba peligrosamente hacia tendencias reñidas con el anhelo del país”. (41)
Ni bien asumió Aramburu se apresuró a rechazar las renuncias a la Junta Consultiva mostrando que sólo se trataba de una maniobra urdida por políticos y militares para desembarazarse de Lonardi que había dejado de serles útiles para su propósitos contrarrevolucionarios, había llegado la hora del más descarnado revanchismo.
EL 16 de noviembre la Junta Consultiva luego de deliberar en el despacho de Rojas emitió un comunicado firmado por los representantes de la UCR, PS, PDP, y PD, ahí decían: “reunidos después de la crisis resuelta con el fracasado intento nacionalista y totalitario que se proponía desnaturalizar los fines democráticos de la Revolución Libertadora…”.
Declaraban su colaboración con el gobierno y hacían votos de fe democrática, también se solidarizaban con los trabajadores pero advertían “sobre las maniobras que pretenden utilizarlos para designios antidemocráticos”, concluían reafirmando los derechos y conquistas laborales. (42)
Los servicios prestados por los políticos al gobierno de Aramburu y Rojas seguirían hasta su finalización, la decadencia de los partidos políticos se pondrá en evidencia por esa permanente contradicción entre sus palabras y sus actos. Se llenaban la boca con loas a la democracia y concluían apoyando a los gobiernos más reaccionarios donde se eliminaba cualquier posibilidad de expresión democrática. Estos políticos vivieron durante décadas como carroñeros, sólo debieron su permanencia a la proscripción de las mayorías.
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(29) Diario El Mundo 26/9/1955
(30)Daniel Rodríguez Lamas, La Revolución Libertadora, Centro Editor de América Latina, 1985,pag. 63
(31) La Prensa 6/10/1955
(32) La Prensa 8/10/1955
(33) La Prensa 17/10/1955
(34) José Luis de Imaz, pag. 231
(35) Arturo Jauretche, Los profetas del odio, Peña Lillo Editor, 1975, pag. 199
(36) Daniel Rodríguez Lamas, pags. 65 a 67
(37) La Prensa 16/10/1955
(38) Diario El Mundo 1/11/1955
(39) Diario El Mundo 8/11/1955
(40) Juan D. Peron, La fuerza es el derecho de las bestias, pag 186
(41) Daniel Rodríguez Lamas, pag. 68
(42) Marta Lonardi, pags. 223 y 224