El Forjista

La infame persecución a Héctor Timerman

La persecución al ex canciller Héctor Timerman tiene características que bien podrían compararse a las que Franz Kafka describe en su novela El Proceso y la cárcel padecida por Antonio Gramsci durante el régimen fascista en Italia.

En el libro El Proceso el protagonista Josef K, esa letra parece ser una constante de los perseguidos aquí y en el mundo kafkiano, es detenido y sometido a un proceso en el cual nunca se le dice cual fue el delito que supuestamente cometió.

El libro comienza con la siguiente frase: “Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo”. Esto mismo podría ser aplicado con toda justicia a la situación que debió afrontar Timerman con la diferencia que conocemos perfectamente quienes fueron los encargados de calumniarlo.

El escritor y político marxista Antonio Gramsci fue sometido a un juicio amañado durante la dictadura de Benito Musolini en Italia, fue condenado a 20 años, 4 meses y cinco días por los supuestos delitos de instigación a la guerra civil, apología del crimen y fomento del odio de clase.

Fue detenido a fines de 1926 y por razones de salud con varias enfermedades contraídas en la prisión, en 1934 obtuvo la libertad condicional que no le permitía desplazarse con libertad, falleciendo el 27 de abril 1937.

El fiscal en el juicio que se le realizó argumentó que por “veinte años debemos impedir a este cerebro funcionar”.

Timerman fue acusado de “traición a la patria” por el impresentable juez Bonadío, avalado por la Cámara afín al gobierno como es la de Hornos, Gemigniani y Borinsky con el visto bueno de la Corte Suprema.

Acusación absurda porque la razón fue la firma de un tratado de entendimiento con Irán, el cual fue aprobado por el Congreso, que buscaba destrabar la investigación del atentado en la Amia que estaba absolutamente paralizada. Pero además ese Memorando nunca se puso en práctica porque Irán no llegó a aprobarlo por lo cual la acusación era totalmente kafkiana.

Traición a la patria es un causal que no es utilizado desde la época de la Revolución Libertadora, es decir una dictadura, contra Perón y sus funcionarios, y que no puede ser aplicada a menos que nuestro país se encuentre en guerra y que algún argentino haya colaborado con el enemigo.

Tanto la familia de Timerman como la ex presidenta han señalado que los problemas de salud del ex canciller comenzaron a partir de esa acusación y algunos de sus amigos han afirmado, creemos que con justicia, que a Timerman lo mató la infamia de estas falsas acusaciones.

Lo mataron las calumnias de mercenarios como Lanata, Andahazi y Feinman que se alegraron cuando Bonadío demoró su salida del país para tratarse su enfermedad, en algún caso llegaron a hacerse los chistosos, como recomendarle que se tratara en Venezuela, demostrando fehacientemente la clase de persona que son.

Las redes manejadas por el macrismo volvieron a mostrar su necrofilia y el festejo de la muerte con mensajes propios de seres despreciables.

¿Nos preguntamos por qué la persecución a Timerman no es considerada un acto de antisemitismo? Tal vez porque la AMIA y la DAIA se hayan convertido en instrumento de esa criminal persecución.

La conducción de la DAIA forma parte de aparato represivo del macrismo para hostigar y silenciar a la oposición al macrismo como lo demuestra su denuncia que terminó con la detención de dos jóvenes musulmanes argentinos detenidos por la falsa acusación de esa institución y la denuncia del representante de la ultraderecha israelí el diputado Waldo Wolf que saltó de la DAIA a una banca en el PRO y que recientemente denunció al diputado Leopoldo Moreau con la clara intención de silenciarlo.

También creemos que  Héctor Timerman murió producto de la persecución y las calumnias lanzadas por el Poder judicial corrupto al servicio de la embajada de los Estados Unidos, el gobierno macrista, los mercenarios de la prensa y entidades judías comprometidas con la ultraderecha que gobierna ese país.

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