El Forjista
En 1878 se dedica a escribir la segunda parte del Martín Fierro accediendo a los múltiples pedidos en ese sentido, “La Vuelta de Martín Fierro” es editado por la librería del Plata es decir por el autor, esta parte es más extensa que la primera, el poema ocupa 53 páginas a dos columnas, la primera tenía 2316 versos y la segunda 4890.
Hernández dice en el prólogo que entrega la segunda parte de “una obra que ha tenido una acogida tan generosa, que en seis años, se han repetido once ediciones, con un total de cuarenta y ocho mil ejemplares”.
“Es un recuerdo oportuno y necesario, para explicar porque el primer tiraje del presente libro consta de veinte mil ejemplares, divididos en cinco secciones o ediciones de cuatro mil números cada una…”
“Un libro destinado a despertar la inteligencia y el amor a la lectura en una población casi primitiva, a servir de provechoso recreo, después de las fatigosas tareas, a millares de personas que jamás han leído, debe ajustarse estrictamente a los usos y costumbres de esos mismos lectores, rendir sus ideas a interpretar sus sentimientos en su mismo lenguaje, en sus frases más usuales, en su forma más general, aunque sea incorrecta, con sus imágenes de mayor relieve , y con sus giros más característicos…”
Fierro y Cruz terminan la primera parte internándose en el desierto, llegan a una toldería de indios que los recibieron con suma desconfianza pensando que podían ser espías, a poco estuvieron de perder sus vidas, sin embargo, uno de ellos intervino salvando sus vidas justificándola que podían utilizarlos en un intercambio de prisioneros si alguno de la tribu era apresado.
Pero a pesar de seguir con vida fueron tratados de manera agresiva, separaron a Fierro de Cruz que estuvieron como dos años casi sin verse.
Fierro describe las costumbres y vida cotidiana de los indígenas sin encontrar virtud alguna salvo la ausencia de codicia y la igualdad en el reparto del botín obtenido en sus incursiones en las poblaciones.
Fierro se muestra arrepentido de esa decisión de haber buscado refugio entre las tribus indígenas, aunque no parecía tener mejores opciones, incluso señala que tal vez hubiese sido mejor que al llegar no les perdonaran las vidas.
Pero además del maltrato y las dificultades todo empeoró con una epidemia de viruela que diezmó a la tribu pero que también se llevó a Cruz, que antes de morir le recomendó que buscara y cuidara de su hijo, esa pérdida de su amigo fue un tremendo golpe para Fierro.
Luego a la tribu llega una cautiva secuestrada en su pueblo luego de un malón que asesinó a su marido, llegó con un niño al que uno de los integrantes de la tribu mató delante de ella en una de las escenas más truculentas e impactantes del libro.
Fierro interviene y mata al indio, no quedándole otra alternativa que escaparse con la cautiva, llegaron a una estancia donde Fierro dejó a su acompañante mientras él continuó su camino.
En su andar se encuentra con un conocido que le dice que murió el juez que lo persiguió y ahí parecía terminar los diez años de continuo sufrimiento, tres en la frontera, dos años como gaucho matrero y cinco en la toldería.
Posteriormente se produce el encuentro con dos de sus hijos quienes le contaron que su esposa había muerto, luego de atravesar años de miseria.
A continuación, toma la palabra el hijo mayor de Fierro que relata su historia, luego de la detención de su padre, los hijos habían quedado en la miseria, trabajó desde muy joven como peón de estancia, hasta que le echaron injustamente la culpa por la muerte de otro trabajador, así que fue a parar a la cárcel, donde pasó por toda clase de padecimientos.
El segundo hijo de Fierro cuenta que una tía lo tomó a su cuidado, donde estuvo protegido, ni siquiera tenía que trabajar, pero nos recuerda que lo bueno dura poco, la tía falleció y el juez alegó que como era menor él se encargaría de velar por sus bienes, es decir consumó la estafa de quedarse con sus bienes, prometiéndole cuidárselos que él tuviera treinta años.
Y le nombró un tutor que no era otro que el Viejo Vizcacha, anciano oportunista y egoísta, que además de ser tramposo le daba consejos para llevarse bien con las autoridades, uno de ellos es el recordado “hacete amigo del juez”.
Al tiempo Vizcacha murió y el hijo de Fierro escapó, para caer rendido enamorado de una viuda en un amor no correspondido, hizo todo lo posible hasta consultar a curanderos, pero no hubo resultados, hasta que un cura le comentó que la viuda le había jurado a su marido muerto que nunca se volvería a casar y que era una condición de la herencia, recién ahí se resignó.
El siguiente paso tampoco fue nada grato también cayó en una redada y fue enviado a servir en la frontera.
El relato vuelve a la alegría por el encuentro de Fierro con sus dos hijos y por lo que parecía el fin de tanto sufrimiento de los tres.
Hasta que a la pulpería donde se encontraban los tres llega un joven que pidió permiso para expresarse, comenzado por decir que lo conocían por Picardía, relata que estuvo al cuidado de unas tías que eran muy religiosas y pasaban gran parte del día rezando, él no pudo soportar ese ambiente y decidió partir.
Fue enrolado en la Guardia Nacional, pero su profesión parecía estar en los juegos de naipes y su astucia para hacer trampas en sociedad con el dueño de una fonda donde desplumaba a los incautos.
Reconocía que ese oficio no era nada honesto y por eso lo dejó, pero no tenía otros conocimientos, a continuación tuvo problemas con la autoridad por negarse a votar las listas del oficialismo, en otra parte hemos transcripto algunos versos de las elecciones amañadas muy comunes en este país que le permitían a las minorías liberales llegar al gobierno.
La cuestión es que su resistencia lo indispuso con una autoridad que se dedicó a perseguirlo, con el que ya había tenido disputas por el juego y por una mujer, fue a parar al cepo en castigo por su rebeldía y así fue como también él fue destinado a la peligrosa frontera con el indio.
Es a esa altura que se propone averiguar por su padre y se entera que es nada menos que Cruz, el hijo de quién Fierro debía encargarse por la promesa a su amigo antes de morir.
Orgulloso estaba Picardía de quién había sido su padre, porque había corrido la voz de sus actos. que se había jugado la vida para defender a un valiente que no era otro que el propio Fierro.
Una vez que concluye su relato Picardía llega al lugar un afrodescendiente que se dirige e Fierro con un aire de desafío entablando una payada con él, nos enteramos que se trata del hijo del moreno al que Fierro mató en un duelo.
Fierro, sus hijos y Picardía prefieren evitar este entrevero y se retiran para acampar a la vera de un arroyo donde adoptan una importante decisión, no pudiendo vivir juntos por el estado de pobreza en que se encuentran, deciden separarse, pero antes de hacerlo Fierro les da unos consejos que tal vez sean los versos más conocidos del poema, tal como:
es mejor que aprender mucho
el aprender cosas buenas.
Al que es amigo, jamás
lo dejen en la estacada;
Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan;
Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera—
pues no es vergüenza ser pobre
y es vergüenza ser ladrón.
sepan que olvidar lo malo
también es tener memoria.
Para concluir que este poema hernandiano:
NO ES PARA MAL DE NINGUNO,
SINO PARA BIEN DE TODOS.
Como ya señalamos este libro además de mostrar la dura realidad del gauchaje era una reivindicación de ellos, por eso entre los consejos de Martín Fierro se podía leer:
debe el gaucho tener casa,
escuela, iglesia y derechos.
Pero será de la voz de Picardía donde salen las más claras denuncias de corte social, mostrando la situación de pobreza que atravesaba gran parte de la población de la campaña.
O por causa del servicio,
que tanta gente destierra,
o por causa de la guerra,
que es causa bastante seria,
los hijos de la miseria
son muchos en esta tierra.
De ese modo es el pastel
porque el gaucho – ya es un hecho
no tiene ningún derecho
ni naides vuelve por él.
Y es necesario aguantar
el rigor de su destino;
el gaucho no es argentino
sino pa hacerlo matar.
El moreno que aparece al final de la segunda parte hace agudos comentarios sobre la justicia que siguen teniendo vigencia hoy:
la Ley se hace para todos,
más sólo al pobre le rige.
La Ley es tela de araña—
en mi inorancia lo esplico:
no la tema el hombre rico—
nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el vicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
La conclusión de Manuel Gálvez sobre esta obra es que: “El Martín Fierro, en sus dos partes, es la obra más original y más auténticamente argentina de nuestra literatura.”
La segunda parte tiene más éxito que la primera los veinte mil ejemplares desaparecen en pocas semanas, la aparición de esta segunda parte mostraba un país distinto al de la primera, el partido Federal se encontraba derrotado, y los que quedaban se integrarían al sistema político en las opciones que consideraban más acordes a los que habían sido sus principios.