El Forjista

Infocracia

La digitalización y la crisis de la democracia

Publicado en 2021

Byung-Chul Han

Infocracia  

Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista, nacido en 1959 en Seul, Corea del Sur, es profesor en la Universidad de Artes de Berlín, lo interesante de sus trabajos es que aborda temas de actualidad que no suelen discutirse en profundidad y con gran incidencia en nuestra vida cotidiana.

En principio mostraremos las ideas desarrolladas en este libro por el escritor coreano para luego proceder a opinar y criticar algunos aspectos de su pensamiento.

Byung-Chul Han llama régimen de la información a la forma de dominio en que la información y su procesamiento por medio de algoritmos e inteligencia artificial influyen en los procesos políticos.

Señala que en la actualidad el poder se obtiene no por medio de la posesión de los medios de producción sino por el dominio de la información que se utiliza para la vigilancia y el control de la población, es por eso que eso que habla de capitalismo de la vigilancia que convierte a las personas en ganado consumidor.

El régimen moderno es una sociedad de la vigilancia por el cual las personas son engañadas al creerse libres pero que en realidad están instigadas de manera sutil a tener determinado comportamiento que le es conveniente al poder.

Para asegurar el control de quienes detentan el poder los subyugados se exponen al “hecho de ser vistos sin cesar” manteniendo al individuo disciplinado en su sumisión.

Las redes y los celulares convierten a la comunicación en medios para ser vigilados, cuando más nos comuniquemos más sabrán sobre nosotros.

Pero esa forma de control y vigilancia no hacen que las personas se sientan limitadas en su libertad, y como dice Han esa sensación de libertad asegura la dominación, es como si ellas mismas se colocaran las cadenas.

También nos dice este autor que el régimen no funciona con coerciones y prohibiciones sino mediante incentivos positivos, la represión da paso a un poder que no grita las órdenes, sino que las susurra, pero que es suficiente para controlar el comportamiento.

La vigilancia y el castigo que caracterizan el régimen descripto por Michel Foucault dan paso a la motivación, que permite una conducta no necesita ser castigada porque la gente se comporta como dócil rebaño.

El big data y la inteligencia artificial ponen al régimen de la información en condiciones de influir en nuestro comportamiento por debajo del umbral de la conciencia, se apodera de las capas emotivas e instintivas del comportamiento que van por delante de las acciones conscientes.

Nos dice el autor que lo que él llama tsunami de información impulsa fuerzas que distorsionan la democracia, por eso concluye que la democracia ha degenerado en infocracia.

Los medios de comunicación también colaboran en ese proceso de desgaste de la democracia al destruir el discurso racional que estuvo determinado por la cultura del libro, porque ahora predomina la mediocracia que es la cultura de los medios de comunicación, nos recuerda que el filósofo e historiador Jürgen Habermas responsabiliza a los medios de comunicación por el declive de la democracia.

Los medios de comunicación privilegian la diversión incluso en los contenidos políticos, un ejemplo de eso son los debates presidenciales donde predominan aquellos que brindan un mejor espectáculo antes que quienes aporten las mejores ideas y propuestas.

El autor dice, nosotros creemos que erróneamente, que con los medios de comunicación se intenta imponer un sistema más próximo al planteado por Aldous Huxley en su libro “Un mundo feliz” que en “1984” de George Orwell donde se expone un estado de vigilancia permanente.

Los pueblos devenidos en consumidores buscan la diversión mediante el consumo y el placer, los smartphones son los nuevos vehículos para obtener ese estado de diversión constante que adopta conductas compulsivas y convierte a las personas en adictos.

Tanto los medios como las redes intentan desviarnos hacia temas que no son importantes para la sociedad, de tal forma que el espacio público se desintegra en la esfera privada.

La información que se privilegia es aquella que produce un estado de excitación y hacia todo aquello que nos haga reaccionar rápidamente y que suele estar alejado del pensamiento racional.

Precisamente a eso apuntan las fake news, dirigidas intencionalmente a un público que reaccione ante ellas, muchas veces sumiéndolos en un estado de odio y resentimiento que tenga  un efecto en el momento de actuar, ya sea en el voto o provocando una movilización que beneficie a quién lanzó la noticia falsa, algunos estudios han mostrado que una noticia falsa provoca más efecto que la verdad.

Con la información que manejan las empresas es posible determinar perfiles psicométricos que predicen el comportamiento de una persona mejor aún que alguien que la conozca por años, los celulares son proveedores diarios de datos psicométricos que posibilitan determinar la personalidad del dueño.

Los publicistas políticos utilizan esa información para realizar una propaganda personalizada en las redes sociales, de igual forma que lo pueden realizar empresas que quieran vender un producto.

La empresa Cambridge Analytica se jactaba de tener información suficiente de todos los ciudadanos adultos de los Estados Unidos, tras el triunfo de Trump en 2016 proclamaba “Estamos encantados de que nuestro revolucionario enfoque en la comunicación basada en datos haya desempeñado un papel tan crucial en la extraordinaria victoria electoral del presidente electo Donald Trump”.

Esta empresa también trabajó para Juntos por el Cambio en 2015, actualmente dejó de existir por denuncias de robo de información e ir contra la privacidad de los usuarios en Facebook, empresa de la que se sospecha complicidad en el uso de esa información, con esa información la empresa les hacía llegar publicidad personalizada.

Los ciudadanos se convierten en ganado manipulable por el accionar de empresas como esta, con una publicidad que incentiva la división y polarización de la sociedad, alentando el odio que a veces ha terminado en violencia política.

Dice el autor que mientras la mediocracia se basaba en el espectáculo y el entretenimiento y no en las noticias falsas y la desinformación, las redes crearon las condiciones para la distorsión de la verdad.

Los votantes son inundados con noticias falsas y teorías conspirativas, mediante el uso de boots (robots que generan gran cantidad de mensajes) haciéndose pasar por personas reales difundiendo noticias falsas.

La extrema derecha en todo el mundo ha realizado un uso de las redes, con influencers devenidos en infoguerreros, Trump debió a personas como esas su victoria, aquí también ocurrió con el macrismo que armó un grupo de trolls ni bien llegó al gobierno para difamar a quienes los criticaran, en esas campañas también participaban periodistas pagados por el gobierno macrista.

Este manejo espurio de la información en las redes provoca la conformación de burbujas, con sectas que sólo se nuclean con gente que quiere confirmar sus creencias y se dedican a atacar a quienes piensan distinto, los algoritmos sólo muestran a aquellos que piensan igual que nosotros.

Por cierto, que la idea de la burbuja provoca que vivir en democracia cada vez sea más difícil porque la intolerancia hace imposible el diálogo y la negociación que son propias de un gobierno democrático.

De esa manera se conforman tribus digitales que son una forma de reafirmación de la identidad, para eso sirve la información y no para incrementar el conocimiento, las tribus se encierran en si mismo y rechazan el diálogo con los distintos a los que considera enemigos.

Bien dice el autor que la libertad de expresión degenera en farsa cuando pierde toda referencia a los hechos y a las verdades fácticas.

Una sociedad necesita de la verdad para no desintegrarse, si se mantiene sólo unida por las relaciones económicas, desechando otros valores humanos, la mercancía reemplaza a la verdad.

La derecha hace uso de teorías conspirativas y las falsas noticias para incrementar su influencia, la democracia se funda en el derecho de expresarse libremente pero ese derecho debería incluir la obligación de decir la verdad, al menos la de no mentir a sabiendas.

Han pone reiteradamente de ejemplo a Trump que ha perdido toda relación con la verdad en su afán de conseguir el poder, las mentiras y la difamación del enemigo es una escalera hacia el poder, no importan los hechos en el afán de decir cualquier cosa que lo beneficie.

El autor concluye que, aunque nos creamos libres vivimos encadenados a una pantalla, atrapados por la información donde se elude la verdad, el régimen de la información desplazó al régimen de la verdad.

Veamos ahora algunas cuestiones que no quedan clara o consideramos erróneas en el planteo del coreano, reconociendo que hace un aporte interesante al desarrollo actual del capitalismo.

No nos parece que el capitalismo actual se aleje de la distopía de “1984” para acercarse a la de “Un mundo feliz”, si bien es cierto que los gobiernos intentan mantener una fachada democrática, algunos ejemplos recientes muestran que cuando los pueblos salen a defender los derechos pisoteados por esos gobiernos, éstos muestran su peor cara represiva, lo mostró Macrón en Francia con su reforma jubilatoria y también el macrismo agotando las balas de goma y los gases lacrimógenos, ante la resistencia popular a su reforma previsional, o en su responsabilidad en las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.

En América Latina aún es posible ver dictaduras salvajes como la de Dina Boularte en Perú o  golpes de estado como el que derrocó a Evo Morales en Bolivia, en ambos casos con el apoyo de la embajada estadounidense, por eso “Vigilar y Castigar” sigue siendo el lema bajo el cual se mueven las clases dominantes en casi todos los países.

Entendemos que se contradice Han cuando habla de una sociedad de la vigilancia que se parece mucho a la que mostró George Orwell, claro que también existe algunos vínculos con “Un mundo Feliz” de Aldous Huxley, no porque el Estado reparta la droga de la felicidad, el capitalismo tiene a los medios de comunicación y el impulso al consumo para intentar mantener tranquila a la población y evitar cualquier posible rebeldía.

Creemos además que las sociedades en general siguen dominadas por quienes tienen la posesión de los medios de producción, aquellos empresarios vinculados a ese régimen de información no han tenido un comportamiento diferente a los viejos empresarios explotadores de antaño, pero además basta ver el poder de las petroleras y sus resistencia a las energías menos dañinas, o el poder de las fabricantes de armamento para derrumbar el argumentos de Han en relación a que los dueños de los medios de producción ya no detentan el poder.

Precisamente esa vigilancia que coarta la libertad individual fue expuesta por Julian Assange mostrando como el gobierno de los Estados Unidos espía a sus propios ciudadanos y también lo realiza en el exterior, así como lo hacen muchos gobiernos calificados falsamente como democráticos, y por exponer esa situación el gobierno estadounidense ha implementado una implacable persecución que busca silenciar a Julian Assange, de ser posible para siempre.

Volviendo a tema de los medios de comunicación debe quedar claro que si bien las falsas noticias fueron incentivadas desde las redes sociales, los medios se han convertido en los principales propaladores de falsedades, cosa que podemos comprobar ampliamente en Argentina y con eso alentando proyectos de la derecha antidemocrática.

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