El Forjista
Fermín Chavez nació el 13 de julio de 1924 en El Pueblito,
perteneciente al Departamento de Nogoyá, Entre Ríos.
Estudió Humanidades en Córdoba, Filosofía en
Buenos Aires y Teología en Cuzco. Era un hombre con un profundo
conocimiento de nuestra historia y de nuestras tradiciones, podemos
decir sin exageraciones que era un hombre sabio, tan sabio como humilde.
Desde 1974 vivió en el barrio porteño de San Telmo, donde siempre abrió las puertas de su departamento a los jóvenes y no tan jóvenes que concurrieron en busca de orientación o consejo y que él siempre recibió con la amabilidad que lo caracterizaba y con la palabra de aliento para continuar con la tarea emprendida.
Si no hubiese estado comprometido con la causa nacional y popular seguramente habría sido un intelectual de permanente consulta, por su amplio conocimiento, pero como ya sabemos los Medios de Comunicación prefieren la opinión de aquellos que muy poca idea tienen sobre la realidad del país.
Por su calidad de entrerriano, vivió la contradicción entre la historia oficial que reivindicaba a Urquiza y la historia del pueblo que simpatizaba con López Jordán, por eso uno de sus libros fue “Vida y muerte de Lopez Jordan” editado por primera vez en 1957. De no ser por este libro los porteños desconoceríamos por completo la vida del que fuera, uno de los últimos caudillos federales.
Fermín Chavez encaró el estudio serio y con irrefutable
documentación de aquellas personas que fueron ignoradas o distorsionadas
por la versión liberal de la historia.
Así es como encaró la biografía del Chacho Peñaloza,
otro de los caudillos denigrados por los porteños y de José
Hernández, al que solo conocemos como autor del Martín
Fierro pero ignoramos su militancia federal, por lo cual cualquier
referencia a su actuación política fue silenciada sistemáticamente,
aún más, hasta el auténtico sentido de su obra
fue distorsionada.
En 1950 un grupo de jóvenes escritores se reunían en una peña todos los viernes, ahí Fermín Chavez conoció a Eva Perón. Por esos años trabajó en la Secretaría de Salud Pública de la Nación y luego en la Dirección General de Cultura bajo la dirección de Castiñeira de Dios.
En los años de la Resistencia Peronista; Fermín Chávez contaba: “Con Héctor Tristan y otros compañeros de nuestro comando de ‘línea dura’ editamos De Frente, boletín de 4 páginas y tamaño 23 X 29 centímetros, a partir de marzo de ese mismo año. Es un vehículo para las directivas sobre los comicios del 28 de julio, cuya síntesis expresaba: ‘Votar en una boleta que diga: ASESINOS’.“ Hace mención a las elecciones del Constituyentes de 1957 que fueron ganadas por el voto en blanco alentado por el peronismo proscripto.
Fue autor de libros de poemas titulados: “Una provincia del Este, y “Como una antigua queja”, en cuanto prosa escribió: “Historia del país de los argentinos”, “El revisionismo y las montoneras”, “La cultura en la época de Rosas”. Más recientemente, en el 2004 publicó, con el apoyo del Editor Francisco Montesano, “Historia y antología de la poesía gauchesca” un trabajo de 700 páginas donde reunió la obra de más de 80 poetas.
En su libro “José Hernández” nos explicaba lo siguiente: “Si la personalidad del autor del Martín Fierro fue hasta hoy objeto de deformaciones, ello no ha ocurrido en forma casual ni de un modo excepcional; no se trata, en verdad, de un hecho aislado, ante el cuál debamos sorprendernos, sino más bien de una manifestación más de ese proceso unitario, parcial y equívoco, en que se ha venido desarrollando la cultura nacional justamente desde los días en que aquél argentino decidió ‘cantar opinando’”
Con respecto al gran poema nacional escrito por José Hernández
y sobre cuyo real significado la historia nacional trató de
desfigurarlo para separarlo de los sucesos políticos por los
que atravesó el hombre de nuestra tierra, Fermín Chavez
nos enseñó que: “El fondo temporal de El gaucho
Martín Fierro se determina, en primer lugar, por el cuadro
histórico en que el poeta gaucho desarrolló su acción
y del que tomó los temas capitales de su obra: las levas motivadas
por la Guerra del Paraguay, en la que los criollos provincianos se
negaban a participar: los fraudes electorales en los que decidía
el Comandante Militar o el Jefe Político; el servicio de fronteras,
motivo permanente de injusticias a menudos cruentas; el trato desigual
a los hombres de la campaña y a los de la ciudad; la mala distribución
de la tierra; la legislación postiza impuesta por quienes desconocían
‘las necesidades del pueblo’”
Al igual que José Hernández, Chavez escribió
una biografía sobre el caudillo riojano Chacho Peñaloza,
que llevó por nombre “Vida del Chacho”.
En el proemio del libro explicaba porqué encaró el estudio de la vida de este caudillo federal: “El general Angel Vicente Peñaloza es uno de los grandes infamados de nuestra historia oficial. Sabido es que el Olimpo liberal argentino no admite más que aquellas figuras protagónicas en un todo ortodoxas, es decir, las enteramente aceptables a la fórmula implícita en el slogan Civilización o Barbarie”
Fermín Chavez nos contaba como tanto, el Chacho como Lopez Jordán, fueron víctimas del odio del Sarmiento hacia el Partido Federal y todo lo representado por él. Sarmiento y Mitre manipularon la historia para mostrarnos como forajidos a aquellos líderes que representaban a las masas del interior, identificando a estas con la Barbarie, en tanto el capital extranjero y sus agentes eran mostrados como representantes de la Civilización. Esta zoncera, la mayor de todas según Jauretche, ha subsistido hasta nuestros días.
Los métodos de los “civilizadores” se muestran claramente en el asesinato del Chacho, habiéndose rendido, fue herido con un lanzazo en primer término, luego rematado con descargas de carabinas de varios soldados, un oficial hizo cortar una oreja del cadáver, luego le cortaron la cabeza que fue expuesta en la Plaza de Olta, el pueblo del Chacho.
Las palabras del prócer Sarmiento lo mostraron de cuerpo y alma, con respecto al asesinato del Chacho, dijo nuestro “educador”: “... he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”.
El asesino del Chacho Peñaloza, Pablo Irrazábal, fue premiado con un ascenso.
Nuestra historia sigue rindiendo homenajes a personajes de la calaña de Sarmiento pintado como el gran educador, y silenció su carácter de instigador intelectual en la matanza de miembros del partido Federal.
Volvamos a las certeras palabras de Fermín Chavez para que nos explique el significado histórico del Chacho: “El general Peñaloza fue el abanderado de ese caudillismo que el ferrocarril venía a liquidar, pero era también el líder natural de unas comarcas que habían conocido sus horas de esplendor y riqueza e industrias que eran su medio de vida indispensable, de ahí la doble faz que representaba el ferrocarril, en ese momento de expansión (sin sentimentalismos), del comercio británico en el mundo”
El capital inglés llevó a cabo su política de
dominio bajo los postulados del librecambio, teoría que nuestra
dirigencia adoptó y defendió a sangre y fuego, liquidando
aquellos sectores que se le oponían, en nuestro país
eran las masas del interior lideradas por caudillos como el Chacho
Peñaloza.
En “Vida y muerte de López Jordán”, Fermín
Chávez nos sigue enseñando sobre aspectos fundamentales
de nuestra historia, uno de esos sucesos fue el de la batalla de Caseros,
levantada por el liberalismo como uno de los hitos, este historiador
nacional nos señala: “La verdad es que, como lo demostraron
cabalmente sus consecuencias, Caseros significó la derrota
de la resistencia americana frente al imperialismo internacional y
las oligarquías nacionales extranjerizantes. A las pocas semanas
del desfile de los ejércitos brasileños por las calles
de Buenos Aires, los argentinos pudieron advertir quienes eran los
verdaderos ganadores de la batalla...”
Luego de la victoria en Caseros el 4 de febrero de 1852, la burguesía porteña continuó dando la espalda al resto del país. La Confederación con Urquiza a la cabeza tenía la hostilidad de los unitarios, el país volvió a caer en la anarquía. Ricardo López Jordán era uno de los más fieles seguidores del Gral Urquiza.
En 1859 las tropas federales vencieron a los unitarios en Cepeda, pero comenzaron las concesiones de Urquiza a los porteños, lo que les permitió a estos recuperarse y vencer definitivamente al Partido Federal en la batalla de Pavón, donde Urquiza dejó el campo de combate cuando tenía grandes posibilidades de triunfo.
A partir de Pavón y el retiro de Urquiza a Entre Ríos, este desoyó una y otra vez el reclamo de los caudillos federales para que se pusiera al frente de la Confederación en el objetivo de combatir a la burguesía comercial porteña y su política librecambista que liquidaba las producciones del Interior.
López Jordán tenía el grado de coronel cuando se produzco la batalla de Pavón y pudo contemplar el comportamiento por demás dudoso de Urquiza, no obstante lo cuál, le siguió siendo fiel. Luego de Pavón los caudillos federales, como Felipe Varela y el Chacho Peñaloza siguieron su lucha contra el centralismo porteño, e hicieron reiterados llamados a Urquiza para que se sumara, pero éste hizo oídos sordos, ante la mirada incrédula de López Jordán y otros urquicistas que simpatizaban abiertamente con la gente del interior.
Veamos la definición del Partido Federal con que nos ilustraba Fermín Chávez: “Existe, en primer lugar, lo que estrictamente podría denominarse idea federal de los pueblos, que se contrapone a la idea unitaria o liberal, que desde Buenos Aires se irradia hacia el interior del país desde 1813. Esa idea federal, nutrida del sentimiento popular, se caracteriza por su apego a lo americano como valor moral, como sangre impulsada desde lo ético y como unidad regional que trata de integrarse naturalmente – y sin coacciones forzadas- en una sociedad más amplia. Esa idea se descubre a sí misma al enfrentarse con lo Porteño, es decir, con lo trae el puerto como residuo del siglo de las luces y que está en la mente de lasa clases cultas convirtiéndose en sectarismo progresista. En el fondo se trata de una cosmovisión casi vegetal, de raíz netamente popular, que se enfrenta a una filosofía de importación mal digerida. Para tales clases cultas, todo lo que se diferencia del progresismo liberal, o se le opone, es bárbaro. Y se acuña entonces una fórmula que quiere ser una disyuntiva: civilización o barbarie”
El acercamiento de Urquiza a Mitre y los unitarios provocó una división el Partido Federal de Entre Ríos, los primeros días de abril de 1864 se enfrentaron Urquiza y López Jordán en la elección del nuevo gobernador, con el triunfo de Urquiza.
Desde el gobierno de Buenos Aires se siguió una política de exterminio de los sectores federales. La banda Oriental primero y el Paraguay luego, sufrieron la codicia de la oligarquía porteña asociada al capital inglés.
La guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, bajo la bandera del “librecambio” según declaró el Gral. Mitre, mostraron que las fuerzas imperiales no estaban dispuestas a soportar un mal ejemplo como lo era el Paraguay, que había logrado un desarrollo soberano único en América.
La Guerra contra el Paraguay contó con el repudio de las provincias del Interior que veían que intentaba castigar a un pueblo de igual manera que había ocurrido internamente en nuestro país, Urquiza volvió a incurrir en una nueva capitulación al sumar sus tropas contra el Paraguay, López Jordán en cambio simpatizaba con los agredidos.
Las tropas argentinas que debían luchar contra el Paraguay eran conducidas por la fuerza, produciéndose gran cantidad de deserciones, por tratar de incluir a un pueblo que tenían mayor simpatía por quienes debían combatir que por los que los gobernaban.
Recién en 1870 estalla una revolución jordanista luego de haberse mantenido leal a Urquiza a pesar de las diferencias de larga data. Durante el levantamiento se produjo el ataque del Palacio San José, en la refriega murió Urquiza. Al parecer las intenciones de los atacantes eran las de tomar prisionero al general pero al defenderse a los tiros provocó la respuesta de los revolucionarios con el consabido desenlace.
Sarmiento, presidente de la Nación, inició acciones bélicas contra la provincia de Entre Ríos para derrocar al nuevo gobernador, luego de una encarnizada lucha López Jordán propuso iniciar acciones tendientes a encontrar una salida pacífica, esta propuesta contó con la encarnizada oposición de Bartolomé Mitre desde el Congreso Nacional.
Entre Ríos resiste y defiende su soberanía a pesar de tener que enfrentar tropas con armamento mucho más moderno, el gobierno central concluye designando al gobernador de la provincia.
El intento de López Jordán de retomar el poder en su provincia tiene como respuesta que el gobierno nacional le pone precio a su cabeza.
El 10 de diciembre de 1876, luego de una larga resistencia López Jordán es detenido, primero fue conducido a Paraná y luego a Rosario donde fue enjuiciado, gran cantidad de importantes figuras de la política y la cultura nacional pidieron por su liberación, entre ellos José Hernández, Evaristo Carriego, Nicasio Oroño, Carlos Guido Spano.
El 12 de agosto de 1879, Lopez Jordán se fugó de la prisión pidiendo asilo en Uruguay el que le fue concedido, vive en el exilio 10 años, sobre esa etapa nos dice Fermín Chavez: “Espera en Montevideo, a solas con su federalismo golpeado, que su pueblo se tome algún día revancha, sin dejarse enganchar y seducir por la facilidad del progresismo que triunfa sobre el país, imponiéndole a la nación un rostro que no le pertenece”
Volvió a Buenos Aires luego de la amnistía del presidente Juárez Celman en 1888, fue asesinado en Esmeralda al 500 por un joven Aurelio Casas en venganza por el fusilamiento de su padre, pero no había sido López Jordán quien diera la orden del fusilamiento de su padre.
Así caía el último caudillo federal que intentó establecer un rumbo nacional y que fue derrotado por las fuerzas extranjerizantes representadas por los unitarios y sus ideas liberales.
Otro libro de gran importancia escrito por Fermín Chavez, cuya primera edición fue de 1956, se llamó “Civilización y Barbarie en la Historia de la Cultura Argentina”. La opción sarmientina, que aún perdura en algunas mentes reaccionarias, ha servido a lo largo de la historia para despreciar al pueblo argentino y su cultura, aceptando sin crítica alguna, aquello que nos llegaba de más allá de los mares.
Pero mejor escuchemos a Chavez, explicar el sentido de este libro: “La tesis central de estos ensayos está constituida por un asunto al que el autor ha dado preferencia en sus preocupaciones de estos últimos años. Me refiero al prejuicio moral y cultural que le viene haciendo al país el falso concepto de Civilización que, a partir de 1837, le impusieron quienes por primera vez hablaron de la Barbarie americana en sentido negativo. La fórmula sarmientina que trastorna los supuestos culturales de la Argentina hasta el punto de hacerle creer a los nativos que su civilización consistía en la silla inglesa y en la levita, trae aparejada una concepción naturalista de la sociedad bajo la cual han de sucumbir el ethos de nuestro pueblo y nuestra incipiente germinación espiritual”.
Con la falsa opción de Sarmiento, la Civilización siempre se ubicaba del lado de las oligarquías nativas, quienes aliadas al capital externo, principalmente inglés en aquellos tiempos, mantuvieron a nuestros países en el sometimiento y el atraso, para luego culpar a los “bárbaros”, o sea al pueblo, por la situación a la que ellos mismos los habían conducido.
Las clases ilustradas porteñas se sumaron al festín
oligárquico, para encontrar alguna explicación adecuada
a cada situación política de acuerdo a las necesidades
de las clases que detentaban el poder. Precisamente eran aquellos
que más se llenaban la boca reclamando una teórica libertad,
que sumisamente servían a los intereses oligárquicos
e imperiales.
Fermín Chavez nos exponía el pensamiento de Juan Bautista
Alberdi que cuando joven compartía las ideas de Sarmiento y
Mitre, pero que luego llegó a comprender el verdadero sentido
del liberalismo que se quería instaurar en nuestro país,
decía Alberdi:”En nombre de la libertad y con pretensiones
de servirla, nuestros liberales Mitre, Sarmiento y Cía, han
establecido un despotismo turco en la historia, en la política
abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos”.
En cuanto a Sarmiento el tucumano decía: “Detesta la sangre cuando no es él quien la derrama; aborrece los golpes de estado cuando no los da el mismo. No se mata las ideas, dice él, cuando son las suyas; pero es un Troppman para las ideas de los otros. La libertad de prensa es un ídolo, a condición de que no se use para criticar sus libros, porque entonces degenera en crimen de lesa-patria”
Los más de 40 libros publicados por Fermín Chávez nos muestran a un intelectual estricto en el tratamiento de los documentos que muestran la verdad histórica, con muy firmes convicciones pero no por ello descuidado de la metodología para alcanzar un claro conocimiento de nuestro pasado nacional.
Pero por sobre todas las cosas Fermín fue un trabajador de la cultura, un militante de la causa nacional que ha atravesado las peores épocas de país sin desfallecer y luchando contra el desconocimiento que el aparato cultural oligárquico hacen de cualquier proyecto nacional y popular.
El 28 de mayo de 2006 se apagaba la vida de este Gran Maestro, sus enseñanzas sobre el pasado nacional y sobre las posibilidades de nuestro país, seguirán viviendo en cada argentino que siga defendiendo la causa nacional, así seguramente lo habría deseado nuestro querido Fermín.