El Forjista
Capítulo 5 - Un día maravilloso
Así definió el día en que conoció a Perón: “Por fin llegó ‘mi día maravilloso’. Todos, o casi todos, tenemos en la vida un ‘día maravilloso’. Para mí, fue el día en que mi vida coincidió con la vida de Perón”.
Perón realizó por cadena nacional una convocatoria apelando a empresarios, deportistas, artistas, sindicalistas, etc. para que colaboraran con la Secretaría que comandaba el coronel.
Se efectuaron reuniones en el despacho de Perón con todos los que estaban dispuestos a ayudar, Eva concurrió a esos encuentros organizativos, una de las actividades planificadas fue un gran festival artístico en el Luna Park.
Eva y otras actrices recorrieron las calles con alcancías para recaudar fondos, según la revista Radiolandia, Libertad Lamarque fue la que más recaudó con 3802 pesos, mientras que Eva no tan conocida llegó a la cifra de 633 pesos.
Hasta ese momento las mujeres de la oligarquía consideraban que la actividad que denominaban “beneficencia” era de su exclusiva incumbencia por eso la revista Antena comentó: “… la gran mayoría de la niñas de la sociedad están ofendidísimas porque la grandiosa colecta popular pro víctimas de San Juan no les fue encomendada a ellas. De todos modos, cualquiera puede figurarse que el éxito que tuvieron nuestros artistas no podía ser superado. Era una cuestión de popularidad”.
El 22 de enero día del festival en el Luna Park, Perón estaba ubicado junto a presidente de la Nación, llegó un momento en que éste se retiró antes de que finalizara, ese asiento fue cubierto por una decidida Eva que al rato estaba charlando animadamente con Perón.
El coronel contó el encuentro de la siguiente manera: “Me parece que Hugo del Carril se disponía a cantar cuando advertí que alguien se sentaba a mi lado. Miré y descubrí su sonrisa y los ojos más radiantes del mundo. Eva había llegado y, desde ese día, no se apartaría jamás de mi lado”.
En tanto Eva relató en “La razón de mi vida” el suceso de la siguiente forma: “Yo no puedo decir ahora cómo me animé a hacerlo. No lo pensé, porque si lo hubiera hecho me habría quedado donde estaba. Pero el impulso lo hizo todo. Vi el asiento vacío y corrí hacia él, sin pensar si correspondía o no me senté. Me vi de pronto junto a Perón que me miraba con aire un tanto asombrado y empecé a hablarle. Lo real es que yo estaba allí, conversando con Perón, roto ya el hielo inicial y sin que nadie hiciera nada para sacarme de ese lugar. No podían hacerlo. Ya estábamos hablando como si nos conociéramos de toda la vida. Los números artísticos se iban sucediendo y compartimos los aplausos y el entusiasmo de la gente. Cuando el acto terminó, Perón me invitó a que lo acompañara a comer algo por ahí. Acepté y fuimos. Quedé marcada a muerte. Fue, como le dije tantas veces, mi día maravilloso”.
Eva tenía 24 años y Perón 50, el coronel se había casado en primeras nupcias en 1928 y había enviudado diez años después.
Ya el 26 de enero, es decir cuatro días después del festival, la pareja apareció en público, muy poco tiempo después Perón alquiló el departamento de al lado de Eva en edificio de la calle Posadas, vivirían ahí hasta que se trasladaron en junio de 1946 al Palacio Unzué que era la Residencia Presidencial.
En tanto el 3 de febrero cuando se estrenó un radiotreatro en Radio Belgrano con la participación de Eva, ambos fueron fotografiados juntos.
El 24 de febrero el general Farrel desplazó a Ramírez y asumió la presidencia, una de sus primeras decisiones fue nombrar Ministro de Guerra a Perón, manteniendo la Secretaría de Trabajo y Previsión, y en junio lo designó vicepresidente de la Nación.
En junio Eva comenzó un programa titulado “Hacia un futuro mejor” donde apoyaba al gobierno y en particular la obra de Perón, los libretos eran escritos por Francisco Nuñez de Aspiri que luego fue uno de los encargados de la campaña electoral que llevó a Perón a la presidencia.
Al conmemorarse un aniversario de la Independencia se efectuó una función de gala en el Teatro Colón donde Perón concurrió acompañado de Eva, ambos se ubicaron en el palco oficial provocando la irritación de las clases acomodadas que se consideraban dueñas de ese ámbito al cual, según su anquilosada mentalidad, no tenía derecho una plebeya como Eva.
Norberto Galasso captó el profundo sentido de esa actitud del coronel: “Es notable y sorprendente la osadía del coronel Perón, insólita en ese mundo prejuicioso de los militares, cuando el 9 de julio de 1944, al celebrarse la fiesta de gala del teatro Colón, se aparece allí del brazo de Eva Duarte”.
El sacerdote Hernán Benítez le atribuye a esa presentación en el Colón la guerra que la oligarquía comenzó contra Perón, en ese momento se puso de manifiesto el desprecio de las esposas de los generales y almirantes a la actriz que vivía con Perón a la que saludaron despectivamente.
Así relató el sacerdote, la respuesta de Eva a ese desprecio: “Estoy seguro de que allí nació su plan de venganza que se cumpliría exactamente dos años después, en la gran gala de 1946, cuando luciría aquel famoso vestido de Dior que hizo traer especialmente de París y que las rabiosas aristócratas de Buenos Aires calificarían como el más descarado derroche modisteril de la historia argentina”.
La Eva vestida con ropa de las mejores marcas y con joyas no provocaba ningún sentido de envidia o de alejamiento por las masas populares por el contrario era asumido como un triunfo propio, era una de ellas que llegaba a ubicarse en un lugar compartido por las figuras más importantes del país.
Eduardo Galeano explicó lo siguiente: “La querían, la quieren, los malqueridos: por su boca decían y maldecían… Los míseros recibían sus caridades desde al lado, no desde arriba, aunque Evita luciera joyas despampanantes y en pleno verano ostentara abrigos de visón. No es que le perdonaran el lujo: se lo celebraban. No se sentía el pueblo humillado, sino vengados por sus atavíos de reina”.
Pero la reacción era muy diferente entre las clases privilegiadas y algunos sectores medios que consideraban que ciertos lugares y lujos son de su exclusivo usufructo y que no estaban dispuestos a dejar que otros, fuera de su círculo, tuvieran acceso a ellos.