El Forjista
Fromm recibió críticas de variado tono por parte de algunos de sus colegas que no le perdonaron su heterodoxia, pero en este capítulo nos referiremos a uno de los cuestionamientos más violentos que provino de uno de sus discípulos mexicanos, nos referimos a Víctor Saavedra en su libro “La promesa incumplida de Erich Fromm” cuya primera edición fue de 1994, es decir 14 años después de la muerte de Fromm.
Hay algo que el libro no dice y que creemos fundamental señalar para entenderlo, y es el cambio de Saavedra de escuela psicoanalítica, pasando a militar en el lacanismo, ese salto parece jugar un papel de importancia en los conceptos que se utilizan para descalificar “post mortem” a Fromm pues se evidencia en todos sus planteos el fanatismo de los conversos.
El autor mexicano también incumple su promesa que en un principio se propone cuestionar solamente un aspecto del trabajo de Fromm: “De la obra teórica de Fromm abordaré solamente aquellos aspectos que ayudan a aclarar la razón de su premisa incumplida, esto es, la elaboración de una técnica psicoanalista”.
Saavedra le reconoce a Fromm haber realizado aportes importantes a la investigación socio psicológica y en el estudio del carácter social (1), sin embargo tras cartón, la emprende con casi todo el sistema de ideas defendido por Fromm: el humanismo, el marxismo y principalmente la decisión de incorporar el estudio de lo social y evidenciar su determinante influencia sobre los individuos.
Saavedra no se ha privado de nada, incluso del chisme para descalificar a Fromm y a aquellos discípulos que a diferencia de él, no dieron el salto hacia otras escuelas psicoanalíticas. También se permitió atribuir a Fromm frases o pensamientos que nunca salieron de su boca.
Fromm es acusado por el autor mexicano porque uno de sus discípulos tuvo una muerte trágica luego de haberse analizado dos o tres años con él, sembrando la duda sobre que el luctuoso suceso podría estar relacionado con la actividad del analista, pero sin dar mayores detalles que puedan probar esa responsabilidad. De otro de los discípulos de Fromm dice que murió producto de su alcoholismo. (2) Todos sus discípulos son cuidadosamente despreciados por Saavedra a los que acusa de tener una actitud de veneración hacia el psicoanalista alemán, esto no obsta para que también ataque a Fromm por menospreciar a sus colegas mexicanos.
Denosta contra aquellos discípulos que continuaron fieles a las ideas de Fromm a lo largo de su trayectoria, a Aniceto Aramoni lo ataca por haber señalado que el pensador alemán era un “maestro indiscutible y único” y por remarcar su amplio conocimiento, de eso Saavedra saca la conclusión que no se podía discutir, interrogar o cuestionar al maestro.(3)
Además a Aramoni y Jorge Silva los descalifica porque hablaban con veneración de Fromm y le atribuye a ambos sugerir que había creado un método para salvar a la humanidad, acusación similar que también extiende contra sus seguidores en Alemania.
Acusa a Fromm de predicar el humanismo con una actitud mesiánica buscando seguidores o “feligreses” y coloca en su boca palabras que nunca dijo, así afirma que “Fromm se autonombrará profeta” cosa absolutamente inexacta. (4)
Llama la atención la saña de que hace gala el autor principalmente porque mientras Fromm vivió en México nada de eso salió a la luz. Nos cuenta Saavedra que se sintió cautivado a la muy temprana edad de 22 años por su pensamiento ni bien pudo acceder a uno de sus libros. En 1961 comenzó a analizarse con Fromm y su grupo considerando un honor ser aceptado por ellos como alumno.
En 1973 Fromm y su mujer salen de México de manera definitiva, aún cuando nadie lo sabía porque supuestamente sólo se tomaba unas vacaciones en Suiza, uno de los que marcha a despedirlo es el propio Saavedra, quien al parecer hasta ese momento nada tenía que cuestionarle. (5)
El autor nos promete limitarse a criticar el supuesto método psicoanalítico de Fromm pero contra lo primero que emprende es contra el humanismo sustentado por él, al que señala como especulativo, carecer de base científica, y basarse fundamentalmente en el conocimiento empírico. Según Saavedra el humanismo idealiza al hombre y puede llevar en la práctica psicoanalítica a que el analista pueda querer imponer ese modelo al paciente. Y cuál sería esa ideología que el analista podría imponer a su paciente, así lo indica Saavedra: “¿Qué tipo de modelo es el que sustenta la ideología de la orientación humanista del psicoanálisis? Parecería un modelo de perfección (ética), de pureza, de desprendimiento de lo mundano, finalmente parecería un modelo religioso –místico”.(6)
No somos psicoanalistas pero nos parece que siempre está latente el peligro que un analista quiera imponer su ideología al paciente, ¿por qué suponer que un psicoanalista humanista, sería más insistente que un liberal, socialista o comunista? No existe otra respuesta que los prejuicios de Saavedra que parecería estar sugiriendo que los psicoanalistas deberían abstenerse de tener ideología política.
Aquellos que predican la necesidad de la ausencia de compromiso político por lo general no hacen sino apoyar en los hechos al orden vigente, no en vano Fromm advirtió reiteradamente sobre aquellos psicólogos que buscaban de sus pacientes la sumisa adaptación al sistema capitalista.
En cuanto a la supuesta ausencia de base científica en Fromm, bastaría leer “Anatomía de la destructividad humana” para comprender el esfuerzo que realizó en cada una de sus investigaciones para acercarse a lo más avanzado que la ciencia ofrecía en cada momento histórico.
Como ya dijimos Saavedra colocó en boca de Fromm conceptos que nunca llegó a sostener, en ningún momento intentó imponer un ideal de perfección ni a sus pacientes, ni a sus discípulos, muy lejos de eso siempre defendió ante cualquier circunstancia la libertad del hombre, precisamente por eso creemos que Saavedra intentó una burda distorsión del verdadero pensamiento del alemán para luego poder cargar contra él.
Uno de los cuestionamientos efectuados por Saavedra es que Fromm se ocupa menos de la curación de los problemas mentales que en tratar a personas que buscan en el psicoanálisis una orientación vital y no concurren por una necesidad terapéutica, tienden a convertir el psicoanálisis en un método de ayuda para la vida y pierden de vista su objetivo curativo. (7)
En realidad lo que planteaba Fromm no era descuidar el aspecto curativo sino que afirmaba que una vez que se hubieran solucionado los problemas que hicieron al paciente concurrir al consultorio del analista se podía continuar con un tipo de análisis donde se intentara dar esa orientación vital de la que habla Saavedra.
Pero aunque no las expone abiertamente, Saavedra muestra notorias diferencias ideológicas con los planteos de Fromm, diferencias que no son menores y que nada tienen que ver con la promesa que sólo se dedicaría al método terapéutico.
Saavedra nos dice que no coincide con el concepto de naturaleza humana que desarrolla Fromm que como veremos más adelante fue uno de los esfuerzos intelectuales más importantes de su carrera porque de esta concepción derivaban muchas otras conclusiones vitales para la comprensión del ser humano. Según nos dice, Fromm delinea una visión bondadosa y sabia del hombre, a la vez que presenta a la sociedad como culpable de la alienación del hombre lo cual le impide tener una clara noción de la realidad, corresponde al psicoanálisis recuperar su capacidad productiva y la espontaneidad perdida. (8)
En estas afirmaciones incluso se muestra un cierto desconocimiento de la obra del psicoanalista alemán, podríamos aceptar con cierto reparo la afirmación que Fromm tenía una visión ”optimista” de la naturaleza del hombre, pero eso no significaba que supusiera ingenuamente que el hombre sólo fuera capaz de producir bondad, por el contrario ha dicho que el hombre es capaz de lo más sublime pero también de lo más horroroso, también mostró que casi todas las visiones “pesimistas” tienen un claro componente autoritario, pues al considerar que el hombre sólo puede producir maldad, es necesario que haya estrictos controles que limiten su libertad y de esa manera evitar el daño que el hombre puede ocasionar si no se lo vigila adecuadamente.
Pero además Saavedra discrepa con el concepto que la sociedad capitalista produce alienación, esta idea que Fromm extrae de las primeras obras de Marx serán un componente esencial de su desarrollo teórico. Por eso al tratar de ocultar la responsabilidad de la sociedad capitalista en los problemas individuales, la postura de Saavedra puede ser calificada de francamente conservadora y reaccionaria, sin duda lo irritaba la osadía de Fromm, irritación que al parecer mantuvo oculta por un largo tiempo hasta que por fin estalló.
Continuando con este periplo de críticas lo acusa de minimizar la importancia de las experiencias de la primera infancia, contraponiendo a la idea de Freud del hombre como un sistema cerrado, a un hombre esencialmente social y producto de las relaciones con los demás y con la naturaleza.
Según Saavedra el intento de transformar la psicología individual en psicología social reduce a la mínima expresión la importancia de lo particular del sujeto conduciendo a un determinismo que recurre a generalidades abstractas. La neurosis, las psicosis y las perversiones se comportan como sistemas cerrados de energía nos enseña el crítico mexicano. (9)
Bajo ningún concepto Fromm descartó los sucesos de la primera infancia, incluso aceptó que existían características innatas, pero al incorporar el componente social incluía una nueva óptica totalizadora que permitía arrojar luz sobre determinados sucesos que afectan a los individuos. Precisamente al introducir la influencia de lo social en la vida de las personas, Fromm trató de resguardar la personalidad de los individuos en contra de la intromisión social en ciertos aspectos del desarrollo de la personalidad. Estos sucesos resultan claramente incompresibles para la mentalidad conservadora de Saavedra.
Lo que decía Fromm es que mientras el marxismo percibió los factores inconscientes en la conducta social pero era ciego para visualizar las motivaciones individuales, los freudianos vieron el inconsciente individual pero no llegaron a visualizar el inconsciente social. Ya sea que se estudie al individuo o a la sociedad siempre serán seres humanos y eso significa que hay que tener en consideración las motivaciones inconscientes. (10)
Existió en Fromm un intento por mostrar de la manera más clara posible la imperiosa necesidad de equilibrar y resguardar tanto los intereses y deseos del individuo como aquellos que corresponden al conjunto social. No existe ese individuo aislado que Saavedra aparentemente quiere estudiar como si se tratara de un ente sin contacto con sus semejantes.
Una de las mecanismos utilizados por Saavedra en su táctica distorsiva fue la de mezclar algunas de las ideas de Fromm en el plano político-social y tratar forzadamente de introducirlas como si hubiesen sido pensadas para la terapéutica psicoanalítica, de esa manera confundía todo, veamos la siguiente cita que además de mostrar lo que estamos señalando también evidencia su molestia con el pensamiento de Marx: “Frente a la caricatura del psicoanalista pasivo, silente, desinteresado, distante anónimo, no comprometido, Fromm se apoya en el pensamiento especulativo de Marx” (11). Continuaba diciendo Saavedra: “… es típico de muchos movimientos disidentes del psicoanálisis reivindicar la importancia de la realidad social”. (12)
Marx tuvo una gran influencia en Fromm pero no hasta el punto de querer incluir forzadamente sus pensamientos en las sesiones psicoanalíticas, hay en Saavedra una evidente intención por el revoltijo, si hubiese indagado un poco más en la trayectoria de Fromm se hubiera percatado que en cuanto al método psicoanalítico tuvo mayor importancia la influencia de Sullivan que la de Marx.
Saavedra además se sentía particularmente molesto por cualquier crítica que pudiera significar un cuestionamiento al sistema vigente, por eso mismo es que hemos hablado que estamos ante un planteo reaccionario, eso sí con una buena dosis de chismografía.
En el mismo plano agregaba: “Un aspecto más que hay que tomar en cuenta para delinear la práctica frommiana está relacionado con el cuestionamiento y la lucha contra el poder (establecido). La guía para el análisis frommiano será el tipo de autoridad que ha sufrido el analizado o el que impera en su grupo social. Fromm preconiza la lucha del individuo para conseguir espacio de acción autónoma”. (13)
Que Fromm defienda la idea de la necesidad de pensar independientemente sin manipulaciones o presiones de ningún tipo, no debería alarmar a nadie, pero en Saavedra parece producir un “miedo a la libertad” que es por demás manifiesto.
Según Saavedra la técnica terapéutica de Fromm acorralaba e invadía al paciente y por lo tanto resultaba autoritaria. Creaba condiciones persecutorias y coercitivas, la actitud analítica de Fromm era agresiva y violenta (14), rematando su ataque afirmando que “Fromm como psicoanalista fue un fraude”. Recordemos que Fromm ejerció como psicoanalista por largos años, además fue profesor y diseñó los planes de estudios con los cuales estudiaron muchas camadas de psicoanalistas mexicanos, no parece haber en esta trayectoria ningún elemento que permita hablar de fraude o fracaso.
Los disparates de Saavedra llevan a interpretaciones que sólo muestran el resentimiento que estuvo guardando contra Fromm, el rescate que éste hacía del matriarcado a través de la obra de Bachofen y una reinterpretación del Complejo de Edipo lo llevan a Saavedra a decir: “La interpretación frommiana del mito de Edipo conduce a pensar que Fromm se erigió en el único heredero de su madre, en lucha con su padre, repitiendo durante toda su vida su condición de hijo único y mimado, como un nuevo Jesús salvador, permaneciendo en un plano imaginario, en una condición de omnipotencia”.
Primero lo acusó de autodesignarse profeta, luego lo compara con Jesús y a continuación lo señala de hombre santo: “En su trayectoria vital solamente a los santones como él son a los que va a admitir y a seguir en sus sucesivas identificaciones hasta convertirse, incorporando todas estas sublimes identificaciones, en un profeta más y, finalmente, en un profeta sublime con un gran elitismo moralista intelectual”.(15)
En este punto Saavedra se encuentra discutiendo consigo mismo, le atribuyó ideas inexistentes y a continuación embiste contra esos atributos inventados por él. “Recordemos que Fromm, en su actuación de modelo encarnado, demandaba de sus pacientes un proceso de purificación, un despojarse de su codicia, un renegar de la modernidad, para convertirse en seres productivos y fieles a su modelo. Y exigía fidelidad y lealtad a sus ideales. En la medida que no cumplían eran rechazados cuestionados y hasta eliminados”(16). A Saavedra se le mezclan todos los planos tratando de introducir las ideas políticas de Fromm en sus sesiones psicoanalíticas y de esa manera trataba de construir una realidad caótica con la intencionalidad de cuestionar a su viejo maestro del que renegaba.
Además le atribuye haber sido autoritario en su círculo íntimo y de despreciar a sus discípulos mexicanos. Es cierto que Fromm fue un intelectual de firmes convicciones y que las defendió con vehemencia pero de ahí derivar una cuota de autoritarismo o algo parecido es cuanto menos un exabrupto. No está demás recordar nuevamente que quién esto dice permaneció leal y junto a Fromm hasta el último de sus días en México, es decir que si Fromm se comportó autoritariamente al parecer Saavedra lo soportó bastante bien y sin quejas, lamentablemente no ha sabido aprovechar las lecciones de Fromm y su colaboradores.
Difícilmente se lea una historia del psicoanálisis en México sin que se nombre la actuación de Fromm en ese país, además fue notoria su participación en la difusión de temas psicológicos y sociológicos en el ámbito del habla hispana.
Hubo muchos discípulos que llegaron a destacarse en esta actividad y que no desperdiciaron oportunidad para agradecer y homenajear a su maestro.
Jorge Derbez dijo: “…desde nuestro primer contacto con Fromm nos impactaron su profundidad, su sinceridad, su modestia, su calidad humana y científica. Haber sido discípulos de este maestro excepcional ha sido un privilegio que no puede producirnos sino la más profunda gratitud y el más serio compromiso.” “ En nuestro esfuerzo por llevar adelante la obra de Fromm, tan plena de potencialidades, nos ha guiado la recomendación final que él nos hiciera al abandonar la dirección efectiva del IMPAC: ‘Procuren ser leales a la ideas, a los ideales, antes que a las personas’...”. (17)
En tanto Jorge Silva García, uno de los denostados por Saavedra decía: “Trataré de ser objetivo al hablar de mi maestro y amigo. En una ocasión me pidió que lo criticara y sin darme cuenta comencé a ensalzar sus virtudes. El me miró fijamente y me dijo: ‘Todo esto suena a una oración fúnebre y aún no estoy muerto. Los seres vivos somos imperfectos y por ello sujetos de una crítica objetivamente. Sólo los muertos son perfectos’ Quedé con la tarea de atreverme a describir los rasgos negativos de su carácter”. (18)
Otro de los cuestionados por Saavedra fue Aniceto Aramoni que dijo: “El tacto, la tranquilidad, la seguridad de Fromm hacían posible que la instrucción, la formación, el análisis personal didáctico y las supervisiones se dieran dentro de un clima democrático y anti-autoritario. No fue esta una de las labores menos importantes” “Heredero de la mejor tradición humanista del centro de Europa, de la tradición judía, profundamente interesado en la opción socialista para este mundo, en la revolución rusa de 1917, estudioso de la religión, pacifista, enemigo de la destructividad y la violencia, amigo de la libertad y de la espontaneidad, del pensamiento racional, y dispuesto a denunciar la autoridad irracional en cualquiera de las formas que ésta pudiera adoptar”.(19)
Rainer Funk conoció a Fromm en Suiza en sus últimas vacaciones antes de radicarse definitivamente en ese país, desde ese momento lo frecuentó hasta su muerte, concluyó en convertirse en albacea de su legado y principal biógrafo. Nos parece interesante por lo tanto conocer su opinión: “Notaba que su trato era benévolo, comprensivo y cálido, y que no tenía necesidad de justificarme ni obligación de esconderme. Estaba completamente compenetrado conmigo y, al interesarse por mis emociones, me hacía notar que no debía tener miedo de él ni de su mundo interior. Cada una de sus palabras y de sus miradas generaba algo solidario y lleno de amor”. (20)
Y en una declaración que parece a propósito para desmentir a Saavedra : “En todos mis encuentros con Fromm nunca sucedió que intentara influir sobre mí. Con una excepción: siempre insistía en recomendarme la lectura de un libro”. (21)
Las afiebradas acusaciones de Saavedra nada tienen que ver con la obra de Erich Fromm ni tampoco reflejan la vida cotidiana del pensador alemán cómo podemos verificar en las palabras de sus más cercanos discípulos y colegas.