El Forjista
El hombre sólo puede ser él mismo cuando es capaz de expresar sus potencialidades innatas, pero esto difícilmente llegue a ocurrir cuando su objetivo es poseer la mayor cantidad de cosas, si sólo se empeña en obtener posesiones concluirá convirtiéndose en un objeto más. En cambio para lograr “ser” debe dedicarse a una actividad auténtica que no es otra que aquella que le permite un pleno desarrollo de sus capacidades.
Prestemos atención a la definición sobre la que denominó la orientación de ser: “El modo de ser tiene como requisitos previos la independencia, la libertad y la presencia de la razón crítica. Su característica fundamental es estar activo, y no en el sentido de una actividad exterior, de estar ocupado, sino de una actividad interior, el uso productivo de nuestras facultades, el talento, y la riqueza de los dones que tienen (aunque en varios grados) todos los seres humanos. Esto significa renovarse, crecer, fluir, amar, trascender la prisión del ego aislado, estar activamente interesado, dar”.
Nos decía Fromm que sólo abandonando el modo de tener, donde nos aferramos a las pertenencias y a nuestro ego, puede surgir el modo de ser. Para ser es necesario evitar el egoísmo y el egocentrismo, pero para muchos esto es dificultoso, renunciar a la orientación de tener les provoca angustia, sin llegar a percibir que al dejar de apoyarse en las propiedades pueden empezar a utilizar plenamente sus fuerzas y caminar por sí mismos. (1)
En la vorágine de la sociedad moderna los individuos tienden a sentirse más aislados y solitarios, esto los obliga a buscar paliativos que les permitan superar ese sentimiento de inseguridad, una de las formas generalmente utilizadas es la de acumular un número creciente de posesiones, de tal manera que esos objetos se convierten en una extensión de su propio ser. Cuando esas adquisiciones se pierden es como que la persona extraviaba parte de su yo y se sentía como un individuo incompleto.
Otros factores que complementan a las posesiones son el prestigio y el poder, casi tan imprescindibles como las primeras en su función de paliativos. Incluso para aquellos con escaso poder adquisitivo la familia puede ser una fuente de prestigio, en su seno los hombres pueden fantasear con la ilusión de sentirse poderosos, otras veces el orgullo nacional puede jugar un papel de importancia en el momento de considerarse una persona con prestigio.(2)
Por cierto que el hombre para existir necesita poseer ciertas cosas, pero puede vivir muy bien con el tener puramente funcional así fue en los primeros 40.000 años de existencia del Homo Sapiens. Esta es la diferencia que planteaba Fromm: “La propiedad funcional es una necesidad real y existencial del hombre; mientras que la propiedad institucional satisface una necesidad patológica, condicionada por ciertas circunstancias socioeconómicas”.
El hombre necesita un hogar, alimentos, herramientas, ropas, etc. Son cuestiones imprescindibles para su existencia biológica, pero hay otras cosas que hacen más a su mundo espiritual que también les resultan necesarias, tal como ornamentos, decoración, objetos artísticos; estos suelen ser de propiedad exclusiva pero también pueden considerarse funcionales.
En la medida que se desarrolló la civilización disminuyó la propiedad funcional de las cosas, así es como se pueden tener varios trajes, máquinas que evitan el trabajo, televisores, radios, libros, raquetas de tenis, etc. Todas estas posesiones no deberían ser distintas a aquellas funcionales de las culturas primitivas y sin embargo lo son, el cambio se produce cuando dejan de ser un medio para la vida y se convierten en un medio para el consumo pasivo o en un elemento de estatus.(3)
Fromm consideraba que la clasificación tradicional de la propiedad en pública y privada era insuficiente y se prestaba para equivocaciones. Según su criterio debía prestarse mayor atención a si la propiedad era funcional y por lo tanto no explotadora o si por el contrario se constituía en una fuente para la explotación de los seres humanos.
La propiedad así pertenezca al Estado o incluso a los trabajadores de una fábrica podía prestarse para el surgimiento de una burocracia que limite seriamente las posibilidades del resto de los trabajadores. La propiedad puramente funcional no fue considerada por Marx ni por otros socialistas como propiedad privada que debiera ser socializada.
Y adentrándonos en la explicación de lo que denominaba propiedad funcional señalaba que estaba claro que nadie debería poseer más que aquello que pueda usar racionalmente. Este correlato entre posesión y uso tiene varias consecuencias que detallaba.
En principio tener sólo aquello que se puede usar nos determina para mantenernos activos. Difícilmente pueda surgir la avaricia cuando la cantidad de cosas que poseo está limitada al uso que puedo hacer de ellas. También resultará raro que aparezca la envidia porque mientras me mantenga ocupado utilizando aquello que tengo difícilmente me dedique a controlar cuales son las posesiones de mis semejantes. Y por último, no estaré temeroso de perder lo que tengo pues la propiedad funcional puede reemplazarse rápidamente. (4)
Fromm de ninguna manera sostenía la eliminación de la propiedad privada pero sí veía con preocupación el papel nefasto que podía cumplir en aquellas sociedades donde los bienes materiales adquirían mayor importancia que el bienestar de los seres humanos.
En tanto en nuestra cultura la meta suprema es tener, hasta parece sugerirse que la esencia misma de los seres humanos está en tener y que el individuo que nada posee no es nadie. Lo que Marx se esforzó por mostrar es que el lujo es un defecto, algo casi tan negativo como la pobreza misma, por eso la meta debería establecerse en ser mucho en vez de encarar esa búsqueda insaciable por tener mucho.(5)
La diferencia entre ser y tener es la que corresponde a una sociedad interesada principalmente por las personas y otra que da preeminencia a las cosas. La orientación de tener es característica de la sociedad industrial occidental en la que el afán de lucro, la fama y el poder se han convertido en los problemas predominantes de la vida.
Incluso el lenguaje se ha convertido en una muestra de la alienación existente donde tener es la preocupación central, por eso “tenemos un problema”, “tenemos insomnio”, “tenemos un matrimonio feliz”, todo puede ser convertido en una posesión. (6)
Fromm consideraba estas dos formas de existencia, la de ser y la de tener, como posicionamientos ante la vida y nuestros semejantes. También le asignaba a ambas la categoría de conformar dos estructuras de carácter cuyo predominio en uno u otro sentido, determinaban los pensamientos, los sentimientos y los actos de los seres humanos.
En este sentido ejemplificó la manera de abordar distintos aspectos de la vida según estas dos orientaciones que venimos analizando. En el aprendizaje, el modo de tener se expresa en los estudiantes concurriendo a sus clases, tomando apuntes y aprendiendo de esas notas, incluso de memoria, con el objetivo central de aprobar la materia, por lo cual el contenido de lo recibido no se enriquece ni se amplía. En el modo de ser, los alumnos no asisten a clases con la mente en blanco, con una actitud pasiva, sino que han pensado los problemas y asuntos que se abordarán, se han ocupado del tema y se interesan de tal forma que responden de una manera activa.(7)
En el modo de ser las personas se entregan a la conversación manteniendo una vitalidad contagiosa donde los participantes se ayudan uno al otro a trascender el egocentrismo, de esa forma la conversación deja de ser un intercambio de mercancías, ya sea información, conocimiento o status; para convertirse en un diálogo donde no importa quién tiene la razón.(8)
En el modo de tener se toma posesión del conocimiento, en el modo de ser, conocer sirve como un medio para el proceso de pensar productivamente. Conocer significa advertir que buena parte de lo que se cree verdadero es una ilusión producida por la influencia del mundo social, por lo tanto el conocimiento comienza por la destrucción de las falsas ilusiones.(9)
En el modo de tener, la fe consiste en la posesión de una respuesta de la que no se tiene una prueba racional. Alivia al individuo y le evita pensar por sí mismo y tomar decisiones, esa fe le brinda certidumbre. De esta manera la fe se convierte en el apoyo para aquellos que quieren sentirse seguros, de aquellos que quieren obtener respuestas de la vida pero que no se animan a buscarla por ellos mismos.
En el modo de ser, la fe no consiste en creer en determinadas ideas sino en una orientación interior, en una actitud. La fe en uno mismo, en los demás, en la Humanidad, en nuestra capacidad de ser plenamente humanos, también implica certidumbre pero basada en la experiencia de cada uno, no en la sumisión a una autoridad que impone una determinada creencia.(10)
A continuación veremos la asociación que realiza el pensador alemán entre esa existencia basada en el ser y algunas creencias religiosas, las cuales también condenaron taxativamente las ambiciones desmedidas de los hombres.
Uno de los principales temas del Antiguo Testamento es “deja lo que tienes, libérate de tus cadenas y se tu mismo”. Marx hizo famoso algo que ya se encontraba en la Biblia, “a cada uno según sus necesidades”, el derecho de todos a la alimentación quedó establecido sin lugar a dudas, los hijos de Dios no tienen que hacer nada para ser alimentados. Un mandamiento condena la acumulación y la codicia, al pueblo de Israel se le ordenó que no guardara nada para el día siguiente.(11)
El shabbat es uno de los conceptos más importantes de la Biblia y el judaísmo, nos decía Fromm que no era por el descanso en sí, sino por el reposo en el sentido de la armonía completa entre los seres humanos y de ellos con la naturaleza. Nada debe destruirse y nada debe construirse, es un día de tregua en la lucha del hombre con el mundo, en el shabbat se vive como si no se tuviera nada, sin perseguir otra meta que la de ser, es decir expresar nuestros poderes esenciales: comer, estudiar, rezar, cantar, hacer el amor.
El shabbat es un día de alegría donde el individuo es plenamente él mismo, el Talmud lo llama la anticipación del tiempo mesiánico, un día donde el dinero, las propiedades y las tristezas no tienen cabida. El domingo moderno es un día plagado de consumo y de huir de uno mismo. El shabbat fue la visión de un período futuro donde la propiedad tendrá un papel secundario, el miedo y la guerra no existirán, en cambio expresar nuestros poderes esenciales será la meta de la vida.
El Nuevo Testamento es aún más radical en su protesta contra la existencia de la estructura de tener. Los primeros cristianos eran pobres, despreciados por la sociedad, condenaban de manera categórica la riqueza y el poder, por lo cual fueron perseguidos implacablemente, el cristianismo fue una rebelión de esclavos que creían en la solidaridad humana.
En los evangelios se evidencia el mensaje claro que la gente debe liberarse de la codicia y del deseo de poseer, lo cual significa ni más ni menos que debe desprenderse de la estructura de tener y que todas las normas éticas están enraizadas con la estructura de ser, es decir en la solidaridad. El mandamiento de amar a nuestros enemigos subraya el interés en otros seres humanos y reclama renunciar al egoísmo y a la acumulación de riqueza. (12)
La mayoría de los pensadores de la Iglesia primitiva condenaban el lujo y la codicia, y eran categóricos al despreciar la riqueza. San Tomás de Aquino que luchó contra las sectas comunistas cristianas era de la opinión que la propiedad privada sólo se justificaba si era para el bienestar de todos.
La naturaleza del modo de tener nace con el surgimiento de la propiedad privada, en esta concepción lo único realmente importante es adquirir propiedades y mantener el derecho ilimitado a conservar por siempre lo adquirido. A ese modo el budismo no tuvo ninguna duda de denominarlo codicia, las religiones cristiana y judía lo denominaron ambición. La codicia y la ambición transformaron al mundo y a todas las cosas en algo muerto, en algo sometido al poder de otro.(13)
Según los descubrimientos efectuados por Freud, los seres humanos luego de transitar una etapa infantil meramente receptiva y pasiva, y antes de alcanzar la adultez pasan por una fase anal, pero existen personas en que el carácter anal continúa predominando, son aquellos cuyas energías siguen enfocadas en tener, ahorrar y acumular cosas materiales. Es el carácter que predomina en los avaros y que también suele estar acompañado por rasgos como el orden, la puntualidad y la terquedad. Al desarrollar el concepto del carácter anal Freud realizó una aguda crítica de la sociedad burguesa del siglo XIX intentando demostrar que los rasgos predominantes en ese carácter eran coincidentes con los de la propia naturaleza humana.(14)
Si soy lo que tengo, y si eso lo puedo perder entonces cabe preguntarse ¿quién soy? Por eso vivimos con permanente temor: le tememos a los ladrones, a las revoluciones, a los cambios económicos, a la enfermedad, a la muerte, a la libertad, a lo desconocido, etc. Esta situación provoca un continuo estado de preocupación, nos volvemos desconfiados. En el modo de ser no hay cabida para el miedo a perder lo que se tiene, si soy lo que soy, nadie puede amenazar mi seguridad ni mi identidad.(15)
En el modo de tener, las relaciones entre las personas son de competencia, de antagonismo y de temor. La codicia es el producto natural de esta orientación, el codicioso además raramente queda saciado. Esto también puede aplicarse a las naciones, mientras éstas estén compuestas por una mayoría de la población cuya principal motivación sea la de poseer, difícilmente se puedan evitar las guerras y las conquistas.
La paz sólo puede lograrse cuando predomine la orientación de ser, la idea que indica que puede preservarse la paz mientras se alienta el lucro no es más que una ilusión. La misma significación puede extenderse a la guerra entre las clases, entre explotadores y explotados, la cual siempre ha existido en las sociedades donde impera la codicia.(16)
La mayor parte de lo que manifestamos en este capítulo fue extraído del libro “¿Tener o ser?” que resultó el último escrito por Fromm entre 1974 y 1976, Rainer Funk señala que muchos críticos lo han considerado ingenuo e idealista, Funk lo justifica por lo avanzado de su edad al escribirlo. Muchos interpretaron también erróneamente que Fromm predicaba una vida que lindaba con el ascetismo, cosa que de ninguna manera hizo, la orientación de ser no puede ser entendida como una orientación a no tener, y sí debe interpretarse como una crítica implacable a la sociedad moderna.
No coincidimos con estos cuestionamientos, ya que creemos que en este trabajo fue coherente con los ideales que defendió a lo largo de su vida y que muchas de estas ideas le vendrían muy bien a una sociedad donde el lucro y la codicia se han convertido en el estandarte que guía la vida de muchas personas.
Funk explicó que muchos capítulos de este libro fueron excluidos por el propio Fromm, luego de su muerte se los agrupó en un trabajo que se tituló “Del tener al ser”. Uno de esos capítulos excluidos se llamó “Pasos hacia el ser”, en opinión de Rainer Funk, Fromm no los quiso publicar en razón que se malinterpretara y se llegara a la conclusión que cada uno debía buscar su salvación individual, si se lee este libro se verá muchos puntos de contacto con lo hoy se denomina la “autoayuda” en el sentido que se dan una serie de sugerencias para aplicar en la vida cotidiana. Como Fromm entendía al hombre como un ser socializado optó por quitar esos capítulos y prefirió exponer aquellos que versaban sobre aspectos sociales.(17)
Por lo dicho en el párrafo anterior sólo haremos mención a algunos aspectos muy puntuales del libro “Del tener al ser” que nos parecen trascendentes para completar la muestra del ideario frommiano.
Fromm estimaba que la preparación más importante para la orientación de ser consistía en todo aquello que permita adquirir la capacidad de pensar críticamente, para lo cual es necesario no dejarse influenciar por los poderosos medios de comunicación, así lo expresaba brillantemente: “…como casi todo lo que leemos en el periódico son interpretaciones falseadas que se nos sirven con apariencia de realidades, lo mejor, sin duda de ninguna especie, es empezar por ser radicalmente escépticos, suponiendo que casi todo lo que vayamos a saber será mentira o falsedad”.(18)
Para ningún ser humano sería difícil comprender a sí mismo si no estuviera expuesto constantemente a que le laven el cerebro o le priven de la capacidad de pensamiento crítico. Nos hacen pensar y sentir cosas que de ninguna manera tendrían efecto sobre nosotros si no fuera por los perfeccionados métodos de sometimiento a las ideas dominantes. A menos que podamos ver lo que se esconde detrás de los engaños, seremos incapaces de conocernos a nosotros mismos.
La sociedad industrial moderna se orienta por los principios del egoísmo, la obsesión por tener y consumir, se han olvidado allá lejos las convicciones que convocaban al amor y a la defensa de la vida. A menos que se puedan analizar estos aspectos inconscientes de la sociedad en que se vive, será muy difícil saber quién es uno, porque no se podrá conocer que parte es genuinamente nuestra y cual no.(19)
La instrucción que recibimos raramente nos conduce a desarrollar una imaginación activa, generalmente consiste en aceptar un conocimiento adquirido por otros y aprender de memoria cierta información. El hombre medio piensa bastante poco por sí mismo, recuerda aquellos datos que les fueron expuestos en la escuela o en los medios de comunicación, sin incluir su propia observación.
Tampoco el hombre en la actualidad se inmiscuye y piensa sobre temas filosóficos, políticos o religiosos, prefiere aceptar alguno de los estereotipos que le ofrecen los intelectuales del establishment, en muy pocas ocasiones las opiniones son el resultado de un razonamiento propio, escoge aquella idea que mejor se adapta a su carácter y clase social.(20)
Para vencer el egoísmo producto del modo de tener es imprescindible cambiar las costumbres, empezando por dejar de estar obsesionado por la posición social, es necesario transformar la conducta rutinaria en todos los aspectos, interesarnos por los seres humanos, la naturaleza, el arte, y los acontecimientos sociales y políticos, es decir prestar especial atención a lo que ocurre en el mundo exterior en vez de estar encerrados en nosotros mismos.(21)