El Forjista
Recientemente, septiembre
del 2007, fue publicado “El atroz encanto de ser argentinos
II” de Marcos Aguinis, generalmente se supone que si aparece
un segunda parte se debe fundamentalmente al éxito de la primera.
Como formamos parte de aquellos que no nos enteramos de la aparición
del primer tomo de este libro es que nos decidimos a comprar la primera
parte, también atraídos por lo paradójico del
título, ¿qué aspecto predominaría el atroz
o el encantador?.
Entre las zonceras y el odio
Ni bien comenzamos la lectura, nuestra memoria nos remitió
a dos libros de Arturo Jauretche, el “Manual de Zonceras Argentinas”
y “Los profetas del odio”.
El libro de Aguinis está plagado de zonceras, más que
un manual es una enciclopedia.
Para Jauretche las zonceras “consisten en principios introducidos
en nuestra formación intelectual desde la más tierna
infancia-y en dosis para adultos- con la apariencia de axiomas, para
impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación
del buen sentido”.
Jauretche también las clasificaba, las de Aguinis entrarían
perfectamente en las denominadas de autodenigración.
En tanto que, la abordar el tema del peronismo, Aguinis se convierte
en un auténtico “profeta del odio”, destilando
un veneno como hace tiempo que no apreciamos.
Ni bien uno abre el libro se encuentra con una foto del autor acompañada
con una breve biografía donde se resaltan particularmente los
premios obtenidos, y aquí nuevamente debemos recurrir a Jauretche
quién enseñó como se utilizan los premios literarios
para prestigiar al autor a quién el establishment cultural
le interesa convertir en autoridad.
El ciclo sería más o menos el siguiente, al intelectual
que dice lo que el poder económico quiere escuchar, se lo premia,
de esa manera se le otorga prestigio y eso hace que su opinión
sea escuchada, por el contrario cuando un autor señala algo
inconveniente para la oligarquía es automáticamente
ignorado.
Otra función de remarcar los premios obtenidos es disimular
la incompetencia del autor, por eso se hace necesario resaltar la
obtención de los galardones.
Como aquél maravilloso cuento “El traje del emperador”,
alguien lo tiene que decir, aún cuando sea desde un ignoto
sitio de Internet, Aguinis está desnudo.
Su libro hace agua por los cuatro costados, muestra ignorancia histórica,
desconoce olímpicamente la metodología sociológica,
comete deliberados ocultamientos de los temas que aborda, incluso
existen capítulos enteros que no justifican su inclusión
en el libro, y como si fuera poco una buena parte del libro está
realizada con cadenas de mails incluidos chistes sobre argentinos
que estuvieron de moda como antes los de gallegos, por cierto que
esos mails que dieron vuelta por el 2001 y 2002, fueron cuidadosamente
seleccionados por el autor, para extraer aquellos de peor opinión
sobre los argentinos.
Aguinis recurre permanentemente a la generalización, su método
de análisis parece ser el siguiente: baste descubrir que un
argentino roba para que se pueda acusar de ladrones a todos los argentinos,
es suficiente encontrar un argentino corrupto para que el autor nos
meta a todos en la misma bolsa.
El éxito del la primera parte del libro seguramente se debió
al oportunismo de Aguinis que lo publicó en el 2001, año
de la debacle delarruista, tal vez algunos hayan recurrido a este
libro con la falsa esperanza de encontrar alguna razón para
lo que nos estaba sucediendo, aunque tampoco habría que descartar
cierta cuota de masoquismo..al menos entre los consumidores de libros
de Aguinis.
El imperialismo no existe
Según el autor uno de los grandes defectos de
los argentinos es atribuir nuestros males al poder foráneo,
por cierto que Aguinis no hace una sólo mención al imperialismo,
que seguramente para él no existe o es cosa del pasado, y precisamente
sin el imperialismo no se entiende la historia de América Latina,
Africa y Asia, por eso si se trata de explicar la historia de los
argentinos sin mencionar a los imperios que nos dominaron en las distintos
períodos históricos se cae en el mamarracho de “El
atroz encanto de los argentinos”.
Por supuesto tampoco existen, en la opinión de Aguinis, los
organismos financieros internacionales a los cuales tan obedientemente
estuvimos siguiendo hasta caer en la crisis del 2001.
Por cierto que no toda la culpa tiene que atribuírsela a los
poderes extranjeros, también tuvieron una gran responsabilidad
aquellos sectores internos que se aliaron y beneficiaron con la entrega
del país, pero tampoco nos dice nada el autor de ese sector.
En cambio Aguinis pretende que todos asumamos la culpa por el estado
en que quedó el país, después de que nuestros
gobernantes siguieran mansamente la directivas de esos organismos
financieros, que en este libro no son mencionados.
Erich Fromm fue un gran pensador del siglo XX, que entre otros muchos
logros, estudió la utilización de la culpa, tanto por
muchas religiones como por ideologías políticas.
Señaló que la culpa es el paso previo a la sumisión,
llenarnos de culpas y atribuirnos a nosotros mismos todos los males
es la antesala para que debamos buscar un poder que perdone nuestros
pecados y limpie esas culpas, por lo general la condición para
que eso ocurra es la obediencia ciega.
Luego de que nos impele a no echar la culpa a los extranjeros, Aguinis
se despacha con una larga lista de extranjeros que opinan sobre la
Argentina de manera lapidaria, el autor que poco antes nos indica
los beneficios del espíritu crítico, permanece en silencio
regodeándose de los cuestionamientos a nuestro país.
Muchos de esos críticos foráneos apenas si conocieron
nuestro país, incluso algunos lo utilizaron para hacerse conocidos
en sus profesiones, no obstante, denostaron al país y encontraron
en Aguinis a un repetidor de sus cuestionamientos.
Se cita a Cantiflas, Einstein, Darwin, Clemenceau, el conde Keyserling,
Ortega y Gasset y Jacinto Benavente; entre otros. De este último
cuenta una anécdota, poco antes de irse del país al
ser requerido por los periodistas sobre su opinión sobre los
argentinos, el actor español declaró “Armen la
única palabra posible con las letras que componen la palabra
argentino”, Esa palabra es ignorante, pero en vez de causar
irritación en el autor por la actitud de mal educado y desagradecida
del español, para Aguinis parece ser una demostración
de inteligencia.
Es de un tilinguería sin límites aceptar sin discusión
las críticas de cualquier extranjero sobre nuestro país,
precisamente por el simple hecho de serlo, esto parece ser otro hilo
conductor en la metodología de análisis de nuestro “prestigioso”
escritor.
Si hubiéramos sido anglosajones
Al parecer gran parte de nuestros defectos provienen
de nuestro pasado hispánico, la tradición ibérica
tiene elementos autoritarios y conservadores; por el contrario los
anglosajones, arios y demás; apostaban por la democracia el
progreso y los derechos individuales.
A esta altura Aguinis intenta una explicación histórica
que además de adolecer de serias falencias cae en una simplificación
de nuestros conflictos que ni siquiera en la escuela primaria se intenta.
Por supuesto luego de una exposición de caricatura llega a
la misma conclusión de siempre todo lo que nos ocurrió
es culpa nuestra porque adolecemos de vicios de origen, que nos impiden
la “disciplina ciudadana y el altruismo social”.
Y como no podía ser de otra manera, Aguinis repite los mismos
prejuicios que la tilinguería pequeño burguesa viene
repitiendo por décadas, que los argentinos no queremos laburar,
que nos comportamos vergonzosamente en el exterior y otras bellezas
que se repiten como axiomas, por aquellos que por lo general tratan
de ubicarse por sobre sus conciudadanos para asumir la misión
de jueces sin que nadie los haya designado para dicha función,
y que no se incluyen cuando denostan a los argentinos. Para apoyar
sus opiniones, en el libro se publican una serie de mails que al parecer
ratifican su definiciòn sobre los atroces argentinos.
Pero volvamos a lo que parece un gran descubrimiento de Aguinis, en
España y América Latina impera el individualismo y el
autoritarismo.
En cambio en los Estados Unidos el individualismo respeta la ley los
derechos individuales, además no hay caudillo capaz de cambiar
esa situación.
Mientras el individualismo hispánico tiende a desintegrar,
el anglosajón busca la asociación, mientras el primero
tiende a disminuir la libertad, el otro la refuerza, además
se nos informa que el individualismo anglosajón favorece el
espíritu comunitario.
En este enfoque nos parece percibir una buena cuota de racismo, donde
se nos muestra una sociedad que seguramente habrá visto en
infinidad de películas pero que resulta muy difícil
verificar en la realidad.
El maravilloso individualismo anglosajón solidario que Aguinis
rescata, ¿se referirá a la actitud del gobierno norteamericano
y los pudientes habitantes de New Orleáns que huyeron de la
ciudad poco antes de huracán Katrina y dejaron a la buena de
Dios a aquellos que no tenían medios para dejar la ciudad.?
O tal vez se trate de esa sociedad que apoya en un alto porcentaje
la utilización de la tortura para arrancar información
a los detenidos, o de su gobierno, del que afirma que respeta las
leyes, pero que ha encarcelado a personas sin acusación y sin
juicio, además que ha hecho de la tortura una práctica
común, ese es el mundo maravilloso de Aguinis no el atroz de
los argentinos.
Un capítulo está dedicado a criticar a la llamada “viveza
criolla”, coincidimos que es necesario cuestionar esta mala
praxis que nos ha llevado a convertir a nuestros semejantes en motivo
de burla y engaño, pero nuevamente aquí incurre en el
error de aceptar sin discusión las opiniones de los extranjeros,
esa parece ser la preocupación de Aguinis, que los extranjeros
nos puedan criticar.
Cita que medios importantes, para Aguinis “como el Miami Herald”
presentan al argentino como oportunista, falso, sobrador, holgazán,
coimero y ventajero. De ser así el mismo Aguinis debió
dirigirse a esos medios para explicar que el argentino no es así
y mucho menos la gente del interior. Nuevamente la generalización
y la aceptación sin queja de las críticas que sólo
por venir de afuera son aceptadas mansamente por el autor.
El gran mal de los argentinos
Pero donde Aguinis despliega todo su odio es cuando
aborda el tema del peronismo, creíamos que luego del fallecimiento
del almirante Rojas, poco tiempo después de que el ex presidente
Menem le diera un beso en la mejilla, ya no quedaban exponentee del
extremismo gorila.
El odio anti peronista que destila Aguinis responde a la situación
de 1955, luego de eso corrió mucho agua bajo el puente, y Balbín
se abrazó con Perón, el ex presidente Alfonsín
hizo campaña citando elogiosamente a Eva Perón. No obstante
para Aguinis todo esto no parece haber existido y mantiene su inalterable
odio, a pesar de haber sido funcionario de Alfonsín.
El comienzo del capítulo parece ser que el escritor se coloca
en una posición equidistante cuando afirma:
“Sus enemigos reducen el movimiento que fundó Juan Perón
a la categoría de fascismo criollo. Sus glorificadores, en
cambio, los exaltan al nivel de fenómeno original y específico”
Dicho esto, tres páginas después tiene puesta la camiseta
de enemigo del peronismo y acusa al primer peronismo de fascista y
nazi, esto también estaba entre la zonceras detectadas por
Arturo Jauretche.
Veamos porqué el peronismo no tuvo nada que ver con el fascismo,
ni con el nazismo, aunque es una discusión que está
saldada con creces, la ignorancia de Aguinis nos obliga a retornar
sobre el tema.
1) Tanto el fascismo como el nazismo fueron expresiones de un nacionalismo
agresivo de países que fueron potencias y adoptaron actitudes
imperialistas. Por el contrario, el peronismo fue un Movimiento Nacional
anti-imperialista que como muchos que surgieron luego de la segunda
guerra mundial, buscaron un camino indpendiente y soberano. En el
caso del peronismo tuvo una política de franca amistad con
el resto de los países de América Latina.
2) El fascismo y el nazismo representaron a las clases medias resentidas,
en alianza con la burguesía de sus países, por el contrario
fueron agresivas y destructivos con la clase obrera, liquidando los
sindicatos.
El peronismo fue la expresión de la clase obrera argentina
y su política fue fortalecer los sindicatos llegando a desarrollar
una legislación social como nunca se vio en el país,
en cambio tuvieron la enemistad de la clase media y la oligarquía.
3) El nacionalismo europeo tuvo una actitud de desprecio hacia las
mujeres donde jugaban un papel totalmente secundario. En el peronismo,
mediante el decidido accionar de Eva Perón, las mujeres tuvieron
un papel preponderante en todo el proceso político que concluyó
en 1955.
4) En los países dominados por el fascismo y el nazismo se
proscribió y persiguió a todos los partidos de izquierda,
en la Argentina peronista fue legalizado por primera vez el Partido
Comunista presentándose a su primera elección, esto
no cambió la posición de desprecio de los comunistas
hacia el peronismo, que al igual que Aguinis acusaban al peronismo
de fascismo.
5) Durante el fascismo se suspendieron las elecciones, aquí
se siguieron realizando con una particularidad, en cada elección
el peronismo obtenía mayor cantidad de votos, esa fue una de
las razones del golpe de estado que lo derrocó, sus enemigos
nunca hubieron podido ganarle una elección porque eran minoría.
Cabría recordarle a Aguinis que antes del peronismo existía
el fraude patriótico y luego la proscripción de la mayoría
política.
6) Los dos movimientos políticos europeos hicieron del racismo
una política de estado, por el contrario el peronismo dio cabida
en su seno a todas las comunidades, y finalizò con el racismo
que sufría gran parte de la población pero del que no
se hablaba, nos referimos a las discriminación del “cabecita
negra”.
Falsedades
Aguinis recopila una serie de injurias acuñadas
durante la Revolución Libertadora, según este compilado,
Perón fue responsable de terribles ataques a la instituciones
republicanas, pero este autor en su inmensa soberbia, muestra su estupor
porque los “fieles” a Perón, que no por casualidad
eran los sectores más humildes de la sociedad, siguieron reclamando
su regreso luego de su derrocamiento. Por supuesto Aguinis no puede
explicar ni remotamente esta situación, afirma que a Perón
se le perdonaba todo, al igual que a Gardel, y esto hace rabiar a
nuestro “prestigioso” intelectual.
Algunas de las acusaciones de Aguinis son evidentes falsedades, como
acusar al peronismo de practicar “impunemente la tortura”,
precisamente fue este movimiento político el que terminó
con la aplicación sistemática de la tortura que fue
instrumentada durante la Década Infame, no decimos que no haya
habido algún caso aislado, porque la policía brava estaba
acostumbrada a utilizarla, pero hubo una drástica reducción
de los casos durante este gobierno, los que retornaron con la Revolución
Libertadora si la aplicaron sistemáticamente con los detenidos
del peronismo, además de instrumentar los fusilamientos del
general Valle y de trabajadores en José León Suarez,
pero esto no le preocupa a Aguinis.
Otra verdadera mentira es tratar de inventar un clima de temor en
la Argentina que tampoco existió, por el contrario muchos argentinos
pudieron por primera vez en su vida divertirse, ir al cine y al teatro,
salir de vacaciones a lugares que antes estaban reservados para unos
pocos, construirse la casa propia y hasta la movilidad social le permitió
a algunos obreros llegar a empresarios.
Este es el clima de miedo que intenta presentar, en su desconocimiento,
Aguinis, además la gran trampa del antiperonismo fue exigirle
a Perón una pureza democrática que nunca se vivió
en el país, ni antes ni después, por el contrario el
gobierno asumido en 1946 significó un claro avance la democracia
en la Argentina, mal que le pese a intelectuales soberbios como Aguinis.
Pero donde al autor se le termina de saltar la cadena es al referirse
a Eva Perón a la que acusa de envidiosa y resentida.
Ya que recientemente la televisión hizo competir a Eva Perón
con el Che Guevara, hagamos un paralelo. El Che Guevara tuvo expresiones
tan o más categóricas contra las oligarquías
latinoamericanas, sin embargo a nadie se le ocurriría acusarlo
de resentido, ¿cuál era entonces la diferencia con Eva
Perón que también denostó contra la oligarquía
argentina?, es que el Che fue hijo de un hogar que no pasó
por necesidades económicas, como ocurrió con los Duarte,
la conclusión es clara el mote de “resentido o resentida”
está destinado con exclusividad a los humildes, los intelectuales
del tipo de Aguinis no les gusta que los pobres se rebelen contra
los poderosos, nuevamente este autor nos reclama sumisión.
Muy relacionado con Eva Perón está el tema de lo que
Aguinis llama “asistencialismo impúdico”, llama
atención que esto lo diga un funcionario de un gobierno que
como el de Alfonsín repartía una caja de alimentos llama
PAN, nada nos dice el autor sobre esto.
¿Estaba Alfonsín equivocado? No, simplemente reconocía
una necesidad y, siguiendo el ejemplo de Eva, actuaba en consecuencia,
lo que los intelectuales de estómago satisfechos no pueden
entender, es que el hambre no espera.
Tampoco nuestro autor puede entender a aquellos chicos de los años
40 y 50 que por primera vez sabían de la existencia de la Navidad
y los Reyes Magos, por los juguetes que el accionar de Eva Perón
les hacía llegar, esos chicos dieron muestras de gratitud a
lo largo de sus vidas, una virtud de los argentinos que Aguinis se
“olvidó” de rescatar.
Vuelve a falsear la realidad cuando afirma que los “pobres no
dejaron de ser pobres”, durante el peronismo muchos dejaron
de serlo producto del pleno empleo, que como desconoce el autor en
cuestión les dio a los trabajadores una dignidad y una libertad
que hasta el momento desconocían.
Y como para rematar sus conclusiones vuelve a citar a un extranjero,
esta vez nada menos que al embajador inglés en Buenos Aires.
Como no podía ser de otra manera el “democrático”
escritor termina justificando el golpe de estado y la reacción
antiperonista, justificada por el fanatismo peronista, en un final
a toda orquesta concluye acusando a Perón de psicópata
y corrupto, pero sin llegar a entender cómo era posible que
a pesar de todo la gente en su mayoría seguía apoyando
al Líder, es que estos intelectuales a medida del país
colonial nunca llegarán a comprender mínimamente cuál
es la realidad histórica.
Educación para pocos
Al abordar el tema de la Educación el autor nos
pinta cual es su idea de Nación, una país para pocos
donde la educación no esté al alcance de cualquiera
por eso se opone al ingreso irrestricto a la Universidad, cuestiona
la participación política del estudiantado a pesar que
unas páginas antes se deshizo en elogios a la Reforma Universitaria,
además de propugnar el arancelamiento.
La Universidad que permita el ingreso de todos y sea gratuita para
Aguinis es la de “la demagogia, la ceguera política y
la mediocridad académica”
Si a la debacle económica de la clase media, por no hablar
de la clase obrera, le adicionáramos las medidas reaccionarias
de Aguinis, indudablemente tendríamos una Universidad minúscula
al servicio de las multinacionales y los grupos económicos
nacionales, ese el país anhelado por Aguinis, una Universidad
sin política que se dedique a amaestrar a la juventud para
que sumisamente acepte los postulados de los organismos internacionales
de finanzas, que como Aguinis nos enseñó no podemos
culpar de nada.
Por supuesto que como no podía ser de otra manera para reforzar
sus ideas no vuelve a poner ejemplos extranjeros, estudiantes coreanos
que duermen apenas cuatro horas, un estudiante chino que estudia en
el aeropuerto, secretaria china que toma vacaciones para ayudar a
su hija en la escuela. Por el contrario los malos ejemplos los encuentra
en la Argentina: una madre del Gran Buenos Aires que increpa a la
maestra porque le cobran una cuota muy alta y su hija tiene malas
notas, padres en Mendoza que se presentan ante un abogado para defender
a su hijo de una mala nota, y así sucesivamente, los malos
ejemplos son de aquí y las maravillas siempre ocurren en el
extranjero.
Pero nuestro querido Marcos llega a decirlo con todas las letras uno
de los problemas argentinos era que algunos intelectuales llegaron
a creer en la teoría de la dependencia, es decir que existían
imperialismos que saquearon a los países del Tercer Mundo,
pero por suerte contamos con esclarecidos como Aguinis que nos vienen
a decir que eso no existe, sólo era un artilugio para echarle
la culpa a otros, en vez de hacerlo con quienes corresponde, a nosotros
mismos.
El esclarecido intelectual nos vienen a mostrar lo falso de la consigna
“Liberación o Dependencia”, nos dice en cambio
que la dependencia está dentro nuestro, como una especie de
monstruo que albergamos en nuestro interior.
Ese monstruo nos hace un poco vagos, buscamos la trampa, somos coimeros
y violamos la ley todas la veces que podemos, ahí está
nuestro mal, seguramente esas fueron las causales de la deuda externa,
el corralito, el saqueo de los jubilados, y la desocupación,
seguramente conformada por vagos que no quieren laburar.
Pero además existe en Aguinis un deliberado ocultamiento de
la realidad, esto es particularmente cierto, al abordar el tema de
la corrupción hace una lista de hechos de corrupción,
donde menciona exclusivamente al gobierno de la Década Infame
Menemista, pero silencia los ocurridos cuando él fue funcionario
y los del posterior gobierno radical de De la Rùa.
Veamos los casos donde Aguinis se hace el distraído, no menciona
los “pollos de Mazzorín” un suceso que lesionó
gravemente la situación del erario público.
Dedica un párrafo a Luis Barrionuevo, pero nada dice sobre
su socio político y de negocios Coti Nosiglia.
El libro se publicó en el 2001 pero nada nos dice sobre el
gobierno de De la Rua donde el vice-presidente debió renunciar
denunciando el pago de coimas en el Senado, además fue un gobierno
plagado de similitudes con el menemismo, no obstante, silencio de
radio.
Crítica y realismo
Por supuesto que los argentinos tenemos muchos defectos,
obviamente somos humanos, pero no es tan sencillo atribuirle uno de
esos defectos a todos los argentinos, discutir sobre nuestros defectos
y virtudes es un sano ejercicio, pero lo importante es que seamos
nosotros y no intentar copiar modelos foráneos, que es lo que
propone Aguinis.
Además es importante encarar esa tarea con espíritu
crítico y no con el ánimo de sumisión que nos
reclama el autor, además necesitamos de una gran cuota de realismo,
la cuál nos obliga a entender que este país fue saqueado,
y no podemos ocultar a sus responsables externos e internos.
También es justo reconocer que los argentinos también
tenemos algunas virtudes para rescatar, cualidades que podemos encontrar
en nuestros próceres como San Martín, Belgrano, y Moreno.
Virtudes de aquellas que nunca se rindieron y lucharon en los momentos
más difíciles, como las Madres y las Abuelas de Plaza
de Mayo.
Y las grandes cualidades de aquellos anónimos que nunca salen
en los medios de comunicación, pero que construyen cotidianamente
un país solidario, buscando soluciones para los muchos que
aún sufren imperiosas necesidades.