El Forjista
2023
En este sitio hemos comentado todos los libros de Naomi Klein a la que consideramos una de las intelectuales progresistas más importante del mundo, la diferencia de este trabajo con respecto a los anteriores, es que en la apariencia inicial pareciera encarar un tema personal, luego veremos que la autora se encamina a esclarecernos sobre ciertos aspectos de la realidad con temas que aplican a todos los países.
Comencemos por explicar el significado Doppelganger, palabra alemán que es la combinación de Doppel = doble y Gänger= Caminante, que se utiliza para designar a un doble de una persona, algo así como tener un mellizo al que desconocemos.
Precisamente se trata de una doble de la propia Naomi Klein que también se llama Naomi, pero su apellido es Wolf, y que mucha gente empezó a confundirlas hasta el punto que un diario llegó a mencionar que el esposo de Wolf se llama Avram Lewis cuando ese es el nombre del esposo de Klein.
Pero la preocupación principal de Naomi Klein se desarrolló cuando Wolf comenzó su tránsito acelerado hacia la ultraderecha, luego de haber defendido el feminismo y otras ideas progresistas, compartiendo espacios y pensamientos en programas con referentes de la ultra derecha mundial como Steve Bannon, quien fuera jefe de campaña de Trump y además funcionario de su gobierno durante los primeros meses.
Pandemia y teorías conspiranoicas
Lo que nos muestra la autora bajo la excusa de investigar a su doble es como la ultra derecha aprovechó la pandemia de Covid para avanzar en todo el mundo, debilitar gobiernos democráticos e imponer sus ideas para llegar al poder, y también muestra como después de la pandemia el capitalismo sigue su camino arrasando derechos y propiciando una mayor desigualdad social.
La autora no habla de nuestro país, así que todos los comentarios relativos a Argentina son agregados nuestros, es así como podemos afirmar que la llegada de un ultraderechista como Milei a la presidencia empezó a organizarse en la pandemia.
En Estados Unidos la aparición de la desinformación con falsas noticias y las más descabelladas teorías de la conspiración comenzó con el atentado a las Torres Gemelas, pero tuvo un nuevo pico de desarrollo durante el Covid.
Es el miedo que puede causar un atentado terrorista o una pandemia los que genera un clima propicio para que la ultraderecha se monte sobre ese temor para ganar adeptos y hacer que sus mentiras se vuelvan creíbles para muchos ciudadanos.
Por esto es que Naomi Klein nos advierte en su trabajo sobre los riesgos que corren las democracias de ser engullidas por grupos que muchas veces bien pueden calificarse como fascistas, pero que se llenan la boca de la palabra libertad.
Lo que pretenden esas teorías de conspiraciones ficticias es causar temor para luego plantear soluciones que terminan culpabilizando a un grupo en particular, pero que nunca ven responsabilidades en las elites económicas que son las que detentan el verdadero poder y que muchas veces financian a estos grupos neofascistas.
Wolf se convirtió en una especialista en fomentar las falsas teorías, en particular durante la pandemia cuando produjo una explosión de las más desopilantes teorías conspiranoicas, a nuestro país llegaron varias de ellas.
Según Naomi Wolf el mismo Covid era un complot, un experimento que tenía como fin esclavizar a las personas, para que voluntariamente renunciáramos a la libertad, mientras era aprovechado por los gobiernos para desprenderse de parte de la población.
Se convirtió en una fuente de constante desinformación y así fue que alcanzó mayor notoriedad, siendo consultada por algunas cadenas de televisión y duplicando sus seguidores en redes sociales.
Así siguió disparando continuas denuncias de conspiraciones que incluían: intentos de esterilizar, matar a los bebés, vigilar los movimientos de las personas, llegando a decir que tanto el virus como las vacunas eran armas biológicas.
Llamaba satanás a Anthony Fauci el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos, igualmente satánicas eran la Organización Mundial de la Salud, la fundación de Bill Gates, todo esto dirigido por el Partido Comunista Chino.
Cuando llegaron las vacunas la campaña más fuerte fue inventar consecuencias carentes de cualquier fundamente científico, llegó a decir que había mujeres que sangraban cuando estaban cerca de otra mujer vacunada y asociaba la vacunación con la infertilidad.
A esa campaña se sumaban influencers en las redes que obtuvieron alguna incidencia, en un colegio de Florida se llegó a prohibir la presencia de profesores vacunados en las aulas para evitar el contagio en los alumnos.
La paranoia que provocaba esta gente llegó al extremo de acusar de egoístas a las personas mayores que se vacunaban porque se convertían en peligrosas para los demás.
Cuando comenzó a ser invitada al programa de Steve Bannon hubo un crecimiento exponencial de las teorías de la conspiración: que los niños perdían la capacidad de reír por los barbijos, o que las heces de las personas vacunadas podían ser peligrosas.
También dijo que cuando iba a Nueva York donde la mayoría se había vacunado, la gente le parecía diferente como si no fuesen personas, que se había convertido en una ciudad fantasma.
Las mentiras se fueron acumulando hasta que llegó un momento en que su cuenta en Twitter fue suspendida por difundir información que podía ser de riesgo para otras personas.
Wolf que trabajó en la campaña del Partido Demócrata y había criticado fuertemente a Trump pasó a disculparse y decir que estaba equivocada, y hasta llegó a ser partidaria del uso personal de armas de fuego.
La primera vez que se presentó en el programa de Bannon dijo: “He pasado años pensando que eras el diablo, sin ánimo de ofender. Ahora estoy encantada de compartir trinchera contigo y con personas de todo el abanico político en la lucha por la libertad… Debemos desprendernos de esas etiquetas inmediatamente para unirnos en la lucha por la Constitución y nuestras libertades”.
El objetivo de las mentiras
Todo este amplio marco de mentiras buscaba desprestigiar al Partido Demócrata en el gobierno en los Estados Unidos, como los quemadores de barbijos en el Obelisco de Buenos Aires pretendían condenar al gobierno peronista de la Argentina.
A pesar de las campañas de los conspiranoicos contra las vacunas, investigadores serios han concluido que una cuarta parte del millón de fallecidos en Estados Unidos por el Covid se hubieran salvado de haberse vacunado y que una parte de esos muertos no se vacunaron por las mentiras sobre las vacunas.
Esto formaba parte de la estrategia del ala más derechista del partido Republicano que cuestionaban las medidas tendientes a cuidar la salud de la población como el uso de barbijos, la vacunación, los cierres de los colegios, las restricciones a ceremonias religiosas, negándole a los gobiernos el derecho a cuidar de la salud de la población.
Con las teorías más disparatadas sobre el Covid fue que Naomi Wolf volvió a tener notoriedad y seguidores, llegó a aparecer reiteradamente en la cadena de ultraderecha Fox News, siete veces en dos meses, era invitada por legisladores republicanos a dar charlas recorriendo el país.
La exageración suprema llegó cuando comparó los certificados de vacunación con el trato de los nazis a los judíos, y así fue como llegó a ser habitué del programa de Steve Bannon que la invitaba con frecuencia y recomendaba su sitio en internet.
Lo que no debe perderse de vista que muchas veces la ultraderecha se presenta bajo un disfraz de rebeldía, pero siempre termina promoviendo políticas que benefician a los grandes conglomerados económicos, con Milei tenemos un claro caso en el país, dijo estar contra de la casta, terminaron siendo los sectores más pobres fueron los grandes afectados por sus políticas.
El show de conspiraciones sirve para distraer de los verdaderos negociados y los escándalos de la oligarquía, la autora confecciona una lista de casos escandalosos en los Estados Unidos y otros países que muestra la codicia sin límites ni humanidad de los grandes empresarios.
Cita el caso de Flint en Michigan que padeció el envenenamiento del agua potable, mientras las compañías de gas dicen que el fracking es seguro a pesar de los terremotos y de que el agua del grifo sea inflamable, con Monsanto y el pesticida Roundup que causa cáncer, con las farmacéuticas impulsando la crisis de los opioides, con Johnson & Johnson productora de vacunas vinculada con los opioides que ha tenido que pagar multas por daños causados por sus medicamentos o por el talco en el que se ha encontrado amianto.
Ninguna de estas aberraciones es denunciada por los grupos de ultraderecha especializada en distraer la atención para que no se vea a los responsables de un capitalismo salvaje que mata.
Otra consecuencia de la campaña de la derecha fue instalar un exacerbado individualismo y egoísmo, en plena pandemia de Covid Klein acompañó a su esposo que presentaba su candidatura a diputado por un partido socialdemócrata en Canadá, pudo verificar que muchos votantes del Partido Conservador se pasaban al Partido Popular de ultraderecha cuestionando la inmigración y los certificados de vacunación.
Mucho se sorprendió cuando en una comunidad encontró gente con pasado progresistas que le decía que los inmunodeprimidos y en general los que tenían problemas de salud deberían morir en vez de buscar la solución en las vacunas que eran peligrosas para los demás.
Hubo casos de manifestaciones que interferían con los pacientes que necesitaban atención urgente en los hospitales y atacaban al personal de enfermería, al inicio de la pandemia hubo quienes se pronunciaron por sacrificar a los adultos mayores y enfermos para mantener la economía activa.
Rob Schmitt presentador de Fox News que luego se pasó a Newsmax dijo “si hay una enfermedad ahí fuera, quizá en la vida haya altibajos en los que algo tiene el papel de eliminar a cierto número de personas, y así es como funciona la evolución. Y es como que las vacunas obstaculizan ese proceso”.
La derecha consideraba peligroso que la lucha contra el Covid hubiera mostrado la función del Estado en beneficio de la sociedad y destruyera los postulados neoliberales que promueven políticas de ajuste y empobrecimiento, la derecha convoca a aceptar mansamente lo que le toca a cada uno, a arreglárselas solo y que cada uno se merece lo que le ha tocado.
Si no nos vacunamos exponemos a otras personas a un peligro, estamos indicando que no importan el prójimo, las discapacidades, la edad o los problemas físicos, cuando todos tenemos el mismo derecho a acceder a la vida digna de las personas sanas.
Los conspiranoicos de derecha han sido los responsables de que muchas personas fallecieran: entre los discapacitados, inmunodeprimidos, personas mayores y enfermos.
Autismo
Una mentira que tocaba de cerca a Naomi Klein era que las vacunas provocaban autismo, porque ella tiene un hijo con autismo así que dedicó parte del libro a desmentirlo, y en el medio de la racionalidad de los argumentos se filtra la emoción de una madre cuando muestra el amor por su hijo, la escritora logra transmitir y hacer llegar al lector esa emoción.
Un artículo aparecido en la revista The Lancet de 1998 señalaba que las vacunas del sarampión, paperas y rubeola podrían estar asociadas con el autismo, doce años después la revista se retractó porque se había demostrado que eran falsas las pruebas mencionadas, 10 de los 13 coautores originales habían enviado cartas para retractarse, al autor principal, el doctor Andrew Wakefield se le prohibió practicar la medicina en Gran Bretaña por los conflictos de intereses de los que no había informado.
Una de las consecuencias de esas falsedades fue que en 2019 la Organización Mundial de la Salud informó que la ola mundial de sarampión había alcanzado el número más elevado en 23 años se había cobrado 207.500 vidas un incremento del más de 50% en 3 años.
Wolf se metió en la desinformación del autismo, la negación a ver a los niños como seres autónomos es la razón por la cual a los niños con discapacidades se los mantuvo escondidos en instituciones inhumanas, hay padres que quieren un doble que los haga quedar bien y la discapacidad arruina esos planes.
Los estudios sobre autismo no han permitido establecer porque algunos cerebros son diferentes, sin embargo Klein da una respuesta a la pregunta por qué los casos de autismo han aumentado en las últimas dos o tres décadas.
La principal razón es que la definición de autismo se amplió en los años 90 para incluir a personas neuroatípicas que hasta ese momento eran excluidas, esto hizo que muchas más personas se hicieran las pruebas aumentando los casos a la vez que se entendía mejor a las personas con autismo.
Pasemos a relatar en primera persona lo que nos dice la autora sobre este tema que la toca tan de cerca: “Como cuidadora, pronto descubrí que la indiferencia reina en nuestro mundo y aprendí a reconocer las miradas de asco o impaciencia de personas que claramente creían que las discapacidades debían esconderse. Y aun así, cargaba con mi propia vergüenza y no siempre era capaz de ver la belleza de las distintas formas en que los cerebros humanos se encuentran e interactúan con el mundo”.
Y agregaba: “En ese momento, me di cuenta del regalo tan especial que es tener un hijo cuyas diferencias innatas siempre le impedirían competir en esas carreras”.
De su hijo dice: “ese ser maravilloso que nació sin la armadura protectora que muchos damos por sentada. Espero que, cuando sea mayor, esté de acuerdo con que mereció la pena dejar entrar algo de luz en los rincones sombríos del mundo de los padres de hijos autistas”-
Klein advierte sobre esa obsesión en los Estados Unidos donde muchos padres y madres han convertido la infancia en una carrera armamentística de logros para la admisión en una universidad de elite, mientras las familias más ricas les alcanza con sobornar o hacer trampas como hubo escándalos que lo mostraron.
El fascismo al acecho
Klein cita a la pensadora y escritora Hannah Arendt que indagó en los regímenes totalitarios, en particular en el nazismo, que explicó que las grandes desgracias de la Humanidad ocurren cuando las personas comunes y corrientes pierden la capacidad de pensar y dialogar civilizadamente y sólo son capaces de repetir eslóganes que no son producto de un pensamiento propio y es ahí donde el totalitarismo puede expandirse como una mancha de aceite.
Precisamente los aliados derechistas de Wolf han oscurecido la realidad y muestran el autoritarismo donde no existe, para que las ideas totalitarias puedan crecer en el medio de la confusión provocada por las mentiras.
La ultraderecha lanza su mensaje en nombre de la libertad, en marzo de 2021 Wolf comenzó su lucha en contra de los certificados de vacunaciones y las limitaciones para viajar o ingresar a recintos cerrados, lo hacía en nombre de la libertad, su mensaje alcanzaba gran repercusión en los medios de derecha como el noticiero de Fox News conducido por Tucker Carlson, un presentador que elogiaba al líder húngaro neofascista Viktor Orban, y que tenía un discurso contrario a la inmigración.
La ultraderecha decía que los estadounidenses estaban cayendo en la esclavitud y comparaba las medidas del gobierno de Estados Unidos con el Partido Comunista Chino, coincidiendo con el mensaje de Trump contra China.
Convocaban a no vacunarse porque los certificados eran para que el Estado controlara a la población e incluso a través de chip podían escuchar las conversaciones, aunque todo fuera disparatado, el miedo provocaba que hubiera mucha gente que los escuchara.
La Ley Patriótica del gobierno de Bush hijo permitía la vigilancia y el espionaje global después del atentado de la Torres Gemelas, por la filtración de Edward Snowden se conoció que la Agencia Nacional de Seguridad espiaba a gran parte de la población.
El escándalo de Cambridge Analytica de la cual Steve Bannon fue vicepresidente, empresa que intervino a favor de la campaña de Trump y en las elecciones de Argentina en 2015 a favor de Macri, develó que Facebook vendía la información de sus usuarios, para que esa empresa enviara mensajes personalizados a los votantes, incluso mensajes de corte racista si el votante mostraba esa tendencia.
También el software israelí Pegasus era usado por los gobiernos para interferir los teléfonos, todo esto muestra el interés de los gobiernos de la derecha por espiar a los ciudadanos, pero en la pandemia la idea que el Estado se preocupara por la salud de la población era atacado por esa derecha en nombre de las libertades.
Todo este sistema de mentiras y teorías conspirativas pone en riesgo la democracia misma, cuando la mentira se traslada a decir que hubo fraude en las elecciones, y se produce el asalto al Capitolio de los partidarios de Trump, Steve Bannon llamó Gran Robo a las elecciones que ganó Biden en el 2020 generando el levantamiento contra la democracia o el ataque palacio de Planoalto en Brasil por los partidarios de Bolsonaro que querían evitar la asunción de Lula elegido por el voto mayoritario, rebelión también alentada por Steve Bannon.
Los compañeros de ruta de Wolf llegaron a oponerse a que en las escuelas se enseñara la historia del racismo en el país que afectó a los afrodescendientes, argumentando que eso era abuso infantil, son los que reclaman leyes que enseñen solamente la historia patriótica y se prohíban libros que muestren el pasado con toda su crudeza, como dijo la escritora Keeanga-Yamahtta Taylor: “Las discusiones sobre la historia racista del país arrojan mucha luz sobre los patrones de la pobreza, el desempleo y la exclusión social en el momento actual”.
Y continuaba diciendo: “El objetivo, consciente o no, es fomentar el negacionismo y la evasión. Se trata de no tener que asumir verdades ingratas e incómodas, ya sea el Covid, el cambio climático o el hecho de que nuestras naciones se forjaron con un genocidio y jamás han acometido un proceso mínimamente serio de reparación”.
La responsabilidad de los gobiernos
Como bien señala Naomi Klein había cuestiones para criticar de los gobiernos, pero no era lo que estaba señalando la ultraderecha, por ejemplo era cuestionable que no se invirtiera en sistemas de salud públicos, que no se les pagara mejor a al personal médico y de enfermería, que no se les proveyera los equipos de protección adecuados, muchos gobiernos trasladaron el peso de la respuesta al plano individual.
Los gobiernos no actuaron para la suspensión de las patentes de las empresas farmacéuticas que habría estado plenamente justificada teniendo en cuenta que el desarrollo se financió en gran parte con dineros públicos.
Para hacerlo hubiera sido necesario la exención de la protección de la propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio que les permitió a unas pocas empresas llenarse de dinero.
Pfizer facturó 37.000 millones dólares en 2021, pero además existió una discriminación a los países pobres, mientras en Canadá ya estaban administrando la tercera dosis, en África sólo el 7,5% había recibido la primera.
Aquí vimos a la ultraderechista Patricia Bullrich convertirse en vocera de Pfizer, una empresa que en otros países ha sido multada por sobornar políticos, que promovió pagarle a la multinacional con las Islas Malvinas.
Parte de la campaña de falsedades de la ultraderecha en Argentina fue cuestionar a las vacunas provenientes de Rusia y China, también mencionando la ridiculez del chip que se inoculaba para poder espiar a las personas, esto lo decían los que fueron especialistas en espionaje ilegal cuando estuvieron en el gobierno.
Patrick Wilcken responsable de Empresas y Derechos Humanos de Amnistía Internacional dijo acerca del acaparamiento y mercantilismo de las vacunas: “La aparente sed insaciable de beneficios de las grandes empresas farmacéuticas como Pfizer está avivando una crisis de derechos humanos sin precedentes. Si no le ponemos freno, los derechos a la vida y a la salud de miles de millones de personas de todo el mundo seguirán estando en peligro”.
También hubo gobiernos que mientras cerraban los colegios, dejaban abiertos los casinos y shoppings, hubo casos de impacto económico para las familias de escasos recursos que no tenían tecnología para trabajar desde el hogar, o la exclusión de alumnos con discapacidades, a muchas madres se les hizo difícil trabajar, y no se consideró la salud mental de los jóvenes por el aislamiento.
Una consecuencia de la pandemia fue que los diez hombres más ricos del planeta duplicaron su fortuna en los dos primeros años de la pandemia, las policías aumentaban sus presupuestos y la educación la bajaba, maestros debían gastar para materiales de sus sueldos y las fuerzas policiales israelíes seguían matando palestinos como a la periodista Shireen Abu Akleh.
La conspiración es el capitalismo
Como dice Klein la conspiración es el capitalismo, cuando estudiosos muestran las desgracias que trae el capitalismo a esas personas se los desprecia diciendo que son teóricos de la conspiración, todos los analistas serios y de izquierda han sido objeto de escarnio.
Nos dice la autora: “Siempre he pensado que esa es una de las principales razones por las que debe existir una izquierda: para brindar análisis estructurales de la riqueza y el poder que aporten orden y rigor a la sensación mayoritaria (y certera) de que la sociedad está amañada en perjuicio de la mayoría, y que hay verdades importantes que se ocultan tras retóricas políticas patrióticas”.
Y agrega algo muy evidente pero que permanece oculto para muchas personas damnificadas por los regímenes neoliberales: “vivimos bajo un sistema cuya estructura está diseñada para proteger a las clases propietarias frente a cualquier desafío de los de abajo, unas veces represión violenta, otras mediante apropiación de sus símbolos y a menudo mediante una combinación de ambas”.
Hubo quienes tratan de imponer el relato que las comodidades y éxitos eran producto de su capacidad, no de la labor de sus trabajadores, y de políticas que favorecen a los ricos.
El individualismo reinante hace que se considere un fracaso personal no tener éxito económico, en cambio un éxito es mostrado como consecuencia de la superioridad.
Mientras el neoliberalismo avanza destruyendo los derechos de las personas, los nacidos en países imperialistas rara vez se percatan del robo y saqueo que sus gobernantes emprendieron contra otros pueblos.
El individualismo y el egoísmo promovido por los gobiernos neoliberales se basaban en creencias como las de Margareth Thatcher que decía que las sociedades no existían, sólo los individuos y las familias, pasaron décadas de neoliberalismo que buscaba que las personas desistieran de la solidaridad y aceptaran mansamente las crueldades del neoliberalismo.
Que hubiera gobiernos que pagaran por quedarse en casa, que la vacunación fuera gratuita, era una desviación a los postulados del neoliberalismo, de no ser por esas medidas hubieran muerto millones más y las economías hubieran colapsado.
En países como Estados Unidos la gratuidad de la vacuna hizo sospechar, porque se asocia a la medicina privada con la calidad, un empresario inmobiliario dijo: “Si el Covid fuera tan grave, tendríamos que pagar por la vacuna. Todo lo demás lo cobran caro, así que ¿por qué la regalan? Es sospechoso”
Por supuesto que siempre hubo conspiraciones, como la respaldada por la CIA para derribar a Salvador Allende después que nacionalizara las minas de cobre, y en 1953 para deponer al primer ministro iraní Mahammad Mosaddegh cuando pretendió nacionalizar la compañía petrolera Bristish Petroleum.
O cuando se produjo el derrame petrolero en el golfo de México que las compañías Bristish Petroleum y Halliburton quisieron ocultar, o Volkswagen falseando los datos de la cantidad de dióxido de carbono contaminante que emitían sus autos, o Exxon y otras petroleras negando el cambio climático y sembrando dudas.
Y se podrían seguir así hasta el infinito señalando las verdaderas conspiraciones del capitalismo que la ultraderecha pretende ocultar con sus ficciones y falsedades.
Atrocidades del capitalismo
Naomi Klein avanza mucho más allá mostrando la horrenda conducta de los imperialismos, muchas veces se describen los horrores del nazismo, pero se esconde que otros países imperialistas han actuado con igual grado de inhumanidad y crueldad que el nazismo.
Algo de lo que usualmente no se habla es que Hitler se inspiró en el colonialismo británico y el racismo de América del Norte, en 1941 Hitler dijo “Los campos de concentración no se inventaron en Alemania. Sus inventores fueron los británicos, que se valieron de dicha institución para ir quebrando poco a poco la resistencia de otras naciones”.
El escritor sueco Sven Lindqvist con posiciones antiimperislistas y antiracistas dijo: “Auschwitz fue la aplicación moderna, en modo industrial, de una política de exterminio en la que se basó durante siglos el dominio europeo en el mundo… (Sin embargo) cuando lo que se había hecho en el corazón de las tinieblas se repitió en el corazón de Europa, nadie lo reconoció. Nadie quería admitir lo que todos sabían”
Y el historiador afrodescendiente W.E.B. Dubois escribió en su libro “El mundo y África” poco después de terminada la segunda guerra mundial: “No hubo atrocidades nazis – campos de concentración, mutilaciones y asesinatos sistemáticos, violaciones o profanaciones blasfemas de la infancia- que la civilización cristiana europea no llevara mucho tiempo practicando contra poblaciones de color de todo el mundo, en nombre y en defensa de una raza superior nacida para gobernar el planeta”.
Estos autores derriban muchas de las ficciones contadas por los ganadores de la Segunda Guerra Mundial que presentaban al nazismo como único monstruo inhumano cuando el capitalismo occidental ha dado muestras de una crueldad parecida.
Linqvist también expresó: “La expansión mundial europea, acompañada como lo estuvo por una defensa desacomplejada del exterminio, creó hábitos de pensamiento y precedentes políticos que allanaron el camino a nuevas salvajadas, hasta culminar en la más horrenda de todas: El Holocausto”.
Digamos también que el genocidio del pueblo armenio realizado entre 1915 y 1923 por el Imperio Otomano con un millón y medio de víctimas no parece ser un tema que tengan presentes los gobiernos del mundo, excepción hecha de la colectividad armenia y el gobierno de ese país.
La conspiración que inventaron los nazis
Klein es judía y en su libro señala muchas de persecuciones de las que fue objeto el pueblo judío al que durante siglos y en distintos países se lo ha culpabilizado de infinidad de desgracias y actos aberrantes que servían para justificar la violencia en su contra, nos cuenta que en Polonia existen pinturas que muestran a bebes ensartados a los pies de judíos jorobados.
En 1492 cuando Europa comenzaba la conquista de América, los españoles expulsaban a judíos y musulmanes después de haber quemado a judíos en la hoguera y obligarlos a masivas conversiones que a veces no alcanzaban para salvarlos.
Al indagar el odio a los judíos una de las cosas que se presenta como paradoja es que mientras los presentan como ricos banqueros codiciosos también son peligrosos comunistas revolucionarios que quieren terminar como el capitalismo.
También aquí en las persecuciones a los judíos se recurrió a falsas conspiraciones con el fin de desacreditarlos y que fueron utilizadas para justificar el exterminio por los nazis.
El izquierdista belga Abraham León describió como el nazismo utilizó las teorías conspirativas antisemitas y las aprovechó para que las penalidades que padecían las clase baja y media de Alemania dirigieran su descontento contra los capitalistas judíos, en tanto había otro capitalismo sano y decente: “El gran capital se propuso desviar y controlar el odio anticapitalista de las masas en su exclusivo beneficio”.
El nazismo logró reemplazar la solidaridad de clase por la solidaridad racial suplantando los intereses comunes de los trabajadores por la recompensa de pertenecer a la raza aria y de esa manera lograba unir a los obreros empobrecidos con los industriales opulentos y todos tenían un único enemigo: los judíos.
Abraham León decía que la solidaridad de clase de los trabajadores era la mayor amenaza para el nazismo, en 1944 fue arrestado, torturado por la Gestapo, enviado a Auschwitz donde murió.
El judaísmo de Klein
Klein justifica la creación del Estado de Israel por parte de aquellos judíos que sobrevivieron al Holocausto argumentando que no tenían más opciones porque muchos países no querían recibirlos.
Durante la década del 1930 ya se había producido la afluencia de judíos a Palestina produciéndose una revuelta árabe, que fue sofocada por las tropas de ocupación británica y la policía local.
En 1948 se constituyó Israel con la oposición árabe como consecuencia de eso se inició la primera guerra árabe-israelí, 750.000 palestinos fueron expulsados de su territorio, cientos de aldeas fueron destruidas con miles de víctimas mortales, datos que sólo aparecieron mucho después.
Klein rechaza fuertemente el comportamiento del gobierno israelí contra la población Palestina que muchas veces usaron los mismos argumentos que antes fueron utilizados contra ellos, tener en cuenta que este libro es anterior a la toma de rehenes por Hamas y la posterior reacción de Israel que derivó actualmente en otro genocidio del pueblo palestino.
Los palestinos iban a resistirse a esa limpieza étnica pero los líderes sionistas presentaron esa causa palestina como odio a los judíos, presentaron a los palestinos como irracionales y se creyeron con derecho de reproducir formas de violencia, propaganda deshumanizadora y desplazamiento forzoso de las que los judíos habían sido víctimas.
Hay demolición de hogares, asesinatos selectivos, ataques de los colonos a comunidades palestinas, leyes discriminatorias y guetos amurallados en los que se encierra a los palestinos.
Klein estudió en un colegio hebreo en Montreal donde le enseñaban sobre el genocidio nazi al igual que las tablas de multiplicar a leer y escribir, los niños sabían el número de muertos, las formas de tortura, las cámaras de gas, los campos de concentración.
Pero no había espacio para la reflexión sobre los deberes que pueden tener los sobrevivientes del Holocausto de oponerse a las lógicas genocidas en todas sus formas.
Así los expresa la autora: “El objetivo de aquellas enseñanzas no era convertirnos en un pueblo que combatiera el siguiente genocidio, allá donde se produjera. El objetivo era convertirnos en sionistas”.
En esa escuela se les enseñaba que “nunca más” no quería decir “nunca más a nadie” sino “nunca más a los judíos”.
Pero Klein nació en una familia judía de izquierda donde aprendió una versión distinta del nunca más, el deber era combatir el odio y la discriminación en todas sus formas independientemente de quienes lo sufrieran.
Israel se convirtió en un proyecto colonial con sus asentamientos, el sionismo apeló a la mentira de negar la existencia de población autóctona, por eso Klein nos dice que es intolerable imponer a otros los mismo que te hicieron a ti.
Esto explica Naomi Klein: “La versión sionista de la justicia estaba diciendo a las potencias coloniales; si vosotros pudisteis establecer vuestros imperios y vuestras naciones coloniales mediante limpieza étnica, las matanzas y el robo de tierras, decir que nosotros no podemos es discriminación”.
Así fue como las falsedades que señala el gobierno de Israel contra los palestinos conformó otras de las mentiras propias de las falsas teorías conspirativas.
Final militante
Al finalizar el libro nos dice Klein que el extremismo de derecha de Wolf ha servido para que la confusión entre ellas casi haya desaparecido, pero reconoce que esa confusión logró liberarla del propio yo, primero como forma de autodefensa y se convirtió en una forma de liberarse de sí misma.
Provocó una crisis en su marca personal y teniendo en cuenta la seriedad con que tomaba a su persona pública que consiste en pasarse la vida buscando notoriedad, la otra Naomi la hizo dejar de aferrarse a la versión de sí misma fragmentada y preformada y al hacerlo se ha sentido más calmada.
Por eso nos recomienda entender este viaje del lío de las Naomis como un ejercicio budista no convencional por la aniquilación del ego.
Y nos recomienda militar el cambio, pero atentos, ese cambio no es el que ha promovido la derecha en nuestro país: “Nuestras crisis son materiales y profundamente colectivas, de modo que al final solo seremos capaces de soportar unas realidades insoportables si además nos esforzamos por cambiarlas. Eso significa que debemos pasar a la acción (¡acción! ¡acción!) para conseguir que el mundo sea distinto de como es ahora”.
En su calidad de militante progresista nos advierte: “Porque cada historia de triunfo de la derecha fascista es también una historia de fragmentación, sectarismo y tozuda resistencia a una política de alianzas estratégicas dentro de la izquierda antifascista”.
Arielle Angel, editora en jefe de Jewish Currents y descendiente de supervivientes del Holocausto dijo: “Pero una cosa está clara: vamos a necesitarnos unos a otros. Eso significa seguir sintonizando con la posibilidad de un poder colectivo, en vez de abonarnos a un dolor privado”.
Es hora de dejar a un lado el individualismo y buscar formas distintas de conexión y afinidad con cualquiera que comparta el deseo de enfrentarse a las fuerzas de la aniquilación y el exterminio.
Nos sigue diciendo que hay motivos para quienes se definen como progresistas se sientan hartos y decepcionados, pero en el momento que el poder, la riqueza, el armamento y la tecnología de la información se concentran en pocas manos, unas manos dispuestas a poner ese arsenal al servicio de fines corrupto, la división del pueblo tiene la apariencia de una rendición.
Hay que sumar fuerzas porque “Contra la oligarquía contamos únicamente con el poder latente de nuestra capacidad de unirnos”.
No podemos quedarnos en el ámbito de las palabras porque nunca van a faltarnos motivos para dividirnos, pero cuando pasamos a la acción con la idea de cambiar la realidad, sindicalizándonos, frenando desalojos, exigiendo la liberación de presos políticos, deteniendo la construcción de oleoductos o trabajando para un candidato que defienda al pueblo. Se compensa reconociendo intereses comunes que de vez en cuando consigue victorias.
El poder de la organización colectiva nos convence que el dolor no es producto de una carencia personal, sino de un sistema socioeconómico diseñado para producir efectos crueles y que sólo pueden cambiarse si nos unimos para luchar por un objetivo común, cuando el número suficiente de personas empieza a creerlo estamos ante un despertar.
El capitalismo aviva nuestro instinto de indiferencia por los demás, queremos un sistema que estimule lo mejor de cada uno que nos haga recobrar el sentimiento solidario, esa parte de nosotros que quiere colaborar con mejorar el mundo, que la solidaridad con el otro, gane su batalla contra la indiferencia.
Nos dicen que la cosas son como son y no pueden ser de otra manera porque supuestamente los otros modelos fracasaron cuando muchas de esas formas fueron aplastadas por la violencia política, ser aplastado no es lo mismo que fracasar.
He aquí un vigoroso mensaje de Naomi Klein, que parece redujera la distancia entre Canadá y la Argentina.