El Forjista
Gramsci murió a los 46 años y pasó los últimos diez y medio encarcelado por el régimen fascista de Benito Mussolini, en prisión padeció un calvario producto de su débil estado de salud que se agravó por las condiciones de la detención.
En la cárcel escribió 29 cuadernos que fueron el producto de estudios sistemáticos que encaró con los libros que le enviaban sus amigos y familiares, pero las autoridades carcelarias no le permitían escribir sobre cualquier tema, había censura y su celda era requisada periódicamente, además sus cartas eran leídas por las autoridades carcelarias para asegurarse que no escribiera artículos que pudieran ser publicados.
Así que Gramsci no sabía si lo que escribió en esos cuadernos en algún momento serían conocidos por alguien, recién fueron publicados once años después de su muerte.
Fue encarcelado por lo que pensaba porque no cometió delito alguno, por eso uno de los fiscales que lo condenó dijo en la parodia de juicio a la se lo sometió: “Durante veinte años, debemos impedir que este cerebro funcione”.
Más recientemente un locutor de radio norteamericano, referente de la ultraderecha, Rush Limbaugh, describió a Gramsci como el arma secreta de la izquierda, pero qué por suerte para ellos, los neofascistas, la izquierda no la usaba, porque incluso muchos de ellos desconocen quién fue Antonio Gramsci.
Aquí abordaremos unos pocos de los temas que se encuentran en esos cuadernos, especialmente aquellos referidos a la clase dominante, y las razones por que las clases subordinadas aceptan ese dominio, muchas veces mansamente, el criterio para la elección de los temas son exclusivamente nuestros.
La clase dominante
Un aspecto fundamental desarrollado por Gramsci fue determinar como era el aparato cultural y educativo tendiente a crear las condiciones que justifiquen el dominio de una clase sobre las otras, en esto juega un papel esencial la prensa, así lo explicaba: “La prensa es la parte más dinámica de esta estructura ideológica, pero no la única: todo aquello que influye o puede influir en la opinión publica directa o indirectamente le pertenece: las bibliotecas, las escuelas, los círculos y clubes de distinto tipo, hasta la arquitectura, la disposición de las calles y los nombres de estas”
Y aunque el nombre de las calles podría parecer un tema menor, esos nombres hacen referencia a la influencia de la clase dominante para imponer una versión de la historia que la justifique y que convierta en villanos a quienes combatieron o resistieron su poder.
Gramsci le atribuía a los medios de esa época como los diarios y la radio “la posibilidad de suscitar extemporáneamente estallidos de pánico o de entusiasmo ficticio que permiten alcanzar objetivos determinados en las elecciones” y consideraba que el antídoto para ese accionar opresivo eran los sindicatos libres que no fueran controlados por los gobiernos y las mujeres en los países en que existía el voto femenino.
También tenía una influencia fundamental la escuela, en todos los niveles y la iglesia que eran las dos instituciones culturales y educativas mayores por la cantidad de personas involucradas, pero estimaba que había una diferenciación o fractura entre las masas populares y los intelectuales, considerando dentro de esa definición a los maestros y los sacerdotes.
Muchas veces se hace mención a la opinión pública como si fuera un ente difuso al que todos aportamos, pero de ninguna manera es así, precisamente muchas veces detrás de ella están las ideas que se le intentan imponer a la población, Gramsci lo planteaba así: “Lo que se llama "opinión pública" está estrechamente vinculado con la hegemonía política, o sea que es el punto de contacto entre la "sociedad civil" y la "sociedad política", entre el consenso y la fuerza. El Estado, cuando quiere iniciar una acción poco popular, crea preventivamente la opinión publica adecuada, esto es, organiza y centraliza ciertos elementos de la sociedad civil.”
Y aquí entramos en uno de los temas en que seguramente los dictadores vieron el peligro de las ideas de Gramsci, cuando decía que todos, conscientes o no, tenemos un sistema de ideas, una concepción del mundo, pero el asunto era si a esas ideas llegamos por un pensar propio o se trata de algo impuesto por el entorno.
Por eso decía sabiamente “es preferible elaborar la propia concepción del mundo consciente y críticamente y por lo tanto, en conexión con tal esfuerzo del propio cerebro, elegir la propia esfera de actividad, participar activamente en la producción de la historia del mundo, ser guía de sí mismos y no ya aceptar pasivamente y supinamente desde el exterior el sello de la propia personalidad”
Este llamado a la rebelión para no ser borregos obedientes marchando hacia el matadero, es algo que ninguna clase dominante quiere escuchar.
La hegemonía de la clase dominante
Una pregunta importante sería ¿cómo hace la clase dominante para ejercer su hegemonía en una sociedad? La respuesta que nos da Gramsci es: “El ejercicio "normal" de la hegemonía en el terreno que ya se ha vuelto clásico del régimen parlamentario, se caracteriza por la combinación de la fuerza y del consenso que se equilibran diversamente, sin que la fuerza domine demasiado al consenso, incluso tratando de obtener que la fuerza parezca apoyada en el consenso de la mayoría, expresado por los llamados órganos de la opinión pública —periódicos y asociaciones— los cuales, por lo tanto, en ciertas situaciones, son multiplicados artificiosamente”
Es decir, el poder recurre a la fuerza para que le obedezcan, pero no puede hacer abuso de este recurso, debiendo recurrir también al consenso, es decir convencer a la sociedad que debe obedecer.
En aquellos países que son potencias o tengan pretensiones de serlo la clase dominante busca su cuota de consenso interno mediante la prosperidad de su población tratando de expoliar a otros países considerados más débiles, su hegemonía entonces “tenderá a extenderla a las zonas coloniales y de influencia y por lo tanto a entrar en conflicto con otros grupos dirigentes que aspiran al mismo fin… Todo grupo dirigente tiende en abstracto a ampliar la base de la sociedad trabajadora de la que se extrae plusvalía, pero la tendencia abstracta se vuelve concreta e inmediata cuando la extracción de plusvalía en su base histórica se ha vuelto difícil o peligrosa más allá de ciertos límites que, sin embargo, son insuficientes”
Agrega dos elementos fundamentales que es la búsqueda de consenso y la utilización del Poder Judicial como una actividad que está siempre presente para la coerción de los ciudadanos: “La escuela como función educativa positiva y los tribunales como función educativa represiva y negativa son las actividades estatales más importantes en tal sentido: pero en realidad, a ese fin tienden una multiplicidad de otras iniciativas y actividades supuestamente privadas que forman el aparato de la hegemonía política y cultural de las clases dominantes”
Lo que además nos dice el italiano es que el poder trata por todos los medios que el pueblo no conozca el funcionamiento de esa maquinaria de dominación y convencimiento, así es como los dice: “En realidad estos sistemas son desconocidos para la multitud y no tienen eficacia directa en su modo de pensar y actuar. Ciertamente esto no significa que carezcan totalmente de eficacia histórica: pero esta eficacia es de otro género. Estos sistemas influyen en las masas populares como fuerza política externa, como elemento de fuerza cohesiva de las clases dirigentes, como elemento, pues, de subordinación a una hegemonía exterior, que limita el pensamiento original de las masas populares negativamente…”
Ahora ingresaremos a considerar dos grupos o entidades que forman parte de esos mecanismos que posibilitan la hegemonía de la clase dominante como son la iglesia y los intelectuales.
La Iglesia
Por cierto, que nos estamos refiriendo a la situación de un país católico como Italia, que además tiene dentro de su capital a otro Estado que es el Vaticano que ha realizado convenios beneficiosos con el fascismo a través del tratado de Letrán de 1929 que se concretó entre el Vaticano y Mussolini el que declaraba al Vaticano como estado independiente a la vez que recibía una importante suma de dinero.
Por esta sociedad del Vaticano con el fascismo durante el papado de Pio XI, que continuó con Pio XII con un silencio cómplice por las atrocidades del nazismo que también comprendió luego de la guerra una red clandestina de rescate de jerarcas nazis, no puede resultar extraño que un hombre de izquierda como Antonio Gramsci sea un duro crítico del papel de la iglesia en Italia.
Así escribió: “Para comprender bien la posición de la Iglesia en la sociedad moderna, hay que comprender que está dispuesta a luchar solo para defender sus particulares libertades corporativas, o sea los privilegios que proclama ligados a la propia esencia divina: para esta defensa la Iglesia no excluye ningún medio, ni la insurrección armada, ni el atentado individual, ni la apelación a la invasión extranjera. Por "despotismo" la Iglesia entiende la intervención de la autoridad estatal laica para limitar o suprimir sus privilegios, no mucho más que eso: reconoce cualquier autoridad de hecho, y con tal de que no toque sus privilegios, la legitima; si además aumenta sus privilegios, la exalta y la proclama providencial”.
Mussolini que 10 años antes de la firma del pacto mencionado, cuando militaba en el socialismo había dicho que el Vaticano era “un nido de ladrones”, pasó a ser según la declaración del Papa “un enviado de la Providencia”.
Por todo esto Gramsci decía que no había que prestar demasiada atención al “pensamiento social” de la iglesia, instalado por el papa León XIII en la encíclica Rerum Novarum en 1891 donde reconocía las penurias de la clase obrera, porque: “es un elemento de reserva, no de primera línea, y por eso en cualquier momento puede ser "olvidado" prácticamente y "silenciado", aun sin renunciar completamente a él, porque podría volver a presentarse la ocasión en que fuera necesario. Los católicos son muy astutos, pero se parece que en este caso son demasiado astutos”
Pero la iglesia no sólo resguardó sus intereses económicos y su influencia sobre la población, también fue un reaseguro de la clase dominante para asegurar su poder económico, predicando lo siguiente: “Los pobres deben contentarse con su suerte, porque las distinciones de clase y la distribución de la riqueza son disposiciones de dios y seria impío tratar de eliminarlas”
Y relacionado con eso aborda dos temas, el de la limosna como el único mecanismo para apaciguar al pobre sin modificar al sistema y la cuestión social de la Iglesia que “es ante todo moral y religiosa, no económica, y debe ser resuelta con la caridad cristiana y con los dictados de la moral y el juicio de la religión”
Los intelectuales
Este término debe entenderse en su acepción más amplia incluyendo no sólo a escritores y artistas, sino también a educadores, sacerdotes, jueces y todos aquellos que integran la clase media.
Gramsci fue muy crítico de la intelectualidad italiana y europea en general a la que acusaba “de convertirse en agentes inmediatos de la clase dominante”, y de estar alejada tanto de los problemas nacionales como de los padecimientos del pueblo.
En ese cuestionamiento incluía a la clase media en general: “El pequeñoburgués no puede salirse de sí mismo, comprenderse a sí mismo, igual que el imbécil no puede comprender que es imbécil (sin demostrar de esa manera que es un hombre Inteligente), por lo que son imbéciles aquellos que no saben que lo son y son pequeñoburgueses los filisteos que no saben que lo son”.
Con respecto a la alienación del intelectual que vive aislado de su pueblo expresaba: “El error del intelectual consiste en creer que se pueda saber y comprender sin sentir y ser apasionado o sea que el intelectual puede ser tal (y no un puro pedante) si es distinto y separado del pueblo-nación, o sea sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendiéndolas y en consecuencia explicándolas y justificándolas y vinculándolas dialécticamente a las leyes de la historia, a una concepción superior del mundo, científica y coherentemente elaborada, el "saber"; no se hace política-historia sin esta pasión, o sea sin esta conexión sentimental entre intelectuales y pueblo-nación”
Y actuando de esa manera “los intelectuales se convierten en una casta. Si la relación entre los intelectuales y el pueblo-nación, entre dirigentes y dirigidos, entre gobernantes y gobernados, es dada por una adhesión orgánica en la que el sentimiento-pasión se convierte en comprensión y por lo tanto en saber. solo entonces la relación es de representación, y se produce el intercambio de elementos individuales entre gobernados y gobernantes, entre dirigidos y dirigentes, o sea que se realiza la vida de conjunto que es la única fuerza social, se crea el "bloque histórico"”
Estos intelectuales desarraigados de su realidad y su pueblo se transforman pues en vehículo de justificación del dominio del poder económico: “Los intelectuales son los "encargados" por el grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político, esto es: 1] del consenso "espontaneo" dado por las grandes masas de la población a la orientación imprimida a la vida social por el grupo dominante fundamental
2] del aparato de coerción estatal que asegura "legalmente" la disciplina de aquellos grupos que no "consienten" ni activa ni pasivamente, pero que está constituido por toda la sociedad en previsión de los momentos de crisis en el mando y en la dirección en que el consenso espontaneo viene a faltar”
Siguiendo con la desconexión de los intelectuales con lo nacional y popular explicaba: En Italia el término "nacional" tiene un significado muy restringido ideológicamente y en todo caso no coincide con "popular", porque en Italia los intelectuales están lejos del pueblo, o sea de la "nación", y por el contrario están vinculados a una tradición de casta, que nunca ha sido rota por un fuerte movimiento político popular o nacional desde abajo”
El papel de los intelectuales que aquí tiene un sentido amplio que incluye desde periodistas hasta jueces es explicado de una manera detallada: “Las ideas y las opiniones no "nacen" espontáneamente en el cerebro de cada individuo; han tenido un centro de formación, de irradiación, de difusión, de persuasión, un grupo de hombres o incluso un individuo aislado que las ha elaborado y presentado en la forma política de actualidad. La numeración de los "votos" es la manifestación terminal de un largo proceso en el que la influencia máxima pertenece precisamente a aquellos que "dedican al Estado y a la nación sus mejores fuerzas””
Gramsci denunciaba el cierto desprecio de la intelectualidad italiana para referirse a los sectores más desprotegido de la sociedad, y lo acentuaba en la utilización de la palabra “humildes”: “En el intelectual italiano la expresión de "humildes" indica una relación de protección paternal, el sentimiento "suficiente" de su propia indiscutida superioridad, la relación como entre dos razas, una considerada superior y la otra inferior, la relación como entre adulto y niño y, peor aún, una relación de "sociedad protectora de animales", o de ejército de salvación anglosajón con respecto a los caníbales de la Nueva Guinea”
Y por supuesto no podía dejar de señalar el papel del periodismo en esto que es el sostén de un sistema injusto, que contrasta con lo que nos quieren mostrar el periodismo como un sacerdocio, con una actividad impoluta que sólo se preocupa por la “verdad”: “Los periódicos son organismos político-financieros y no se proponen difundir las bellas letras "en sus propias columnas", salvo que estas bellas letras hagan aumentar las ganancias. …”
El fascismo
Recordemos que Gramsci era censurado y no podía tratar el tema que se le ocurriera por lo tanto para hablar de régimen totalitario de Mussolini debía hacerlo con el mayor disimulo, pero no podían prohibirle citar al Duce y alguno de los funcionarios que lo apoyaban.
El fascismo se montaba sobre la ignorancia especialmente sobre desconocimiento de la historia del país, lo que era justificado por Mussolini de la siguiente forma: "Los fascistas han vivido demasiado la historia contemporánea para tener la obligación de conocer a la perfección la pasada", ese texto era precedido en el escrito de Gramsci con el título “los problemas de la juventud”.
Cuando los partidos políticos tradicionales dejan de ser representativos las sociedades entran en crisis y surgen soluciones peligrosas que eliminan las libertades y permiten el surgimiento de soluciones dictatoriales como el fascismo: “Esta es la crisis más delicada y peligrosa, porque abre la puerta a los hombres providenciales o carismáticos. Como se crea esta situación de contraste entre representantes y representados, que del terreno de las organizaciones privadas (partidos o sindicatos) no puede dejar de reflejarse en el Estado, fortaleciendo de modo formidable el poder de la burocracia”
Seguía definiendo esa situación así: “Cuando la crisis no encuentra esta solución orgánica, sino la del hombre providencial, significa que existe un equilibrio estático, que ninguna clase, ni la conservadora ni la progresista, posee la fuerza necesaria para triunfar, sino que también la clase conservadora tiene necesidad de un amo”.
Aquí creemos necesario hacer una pequeña corrección o ajuste, porque muchas veces la situación es precisamente al revés es el poder económico el que promueve a ese “hombre providencial” para que defienda sus propios intereses ante el temor de perder el poder por una rebelión popular.
Otra característica del fascismo es la tendencia a disminuir al adversario, disminución que implicaba la persecución, tema que aborda pero sin mencionar al partido que lideraba Mussolini, así se expresaba sobre este tema: “De hecho se intenta disminuir al adversario para poder creer que se le ha vencido; por lo tanto, en esa tendencia hay también instintivamente un juicio sobre la propia incapacidad y debilidad, o sea un indicio de autocrítica, que se avergüenza de sí misma, que tiene miedo a manifestarse explícitamente y con coherencia sistemática, porque se cree en la "voluntad de creer" como condición de victoria, lo que no sería inexacto si no fuese concebido mecánicamente y no se convirtiese en un autoengaño”
También cuestionó el nacionalismo agresivo que promovía Mussolini y su partido: “El movimiento nacional que condujo a la unificación del Estado Italiano debe necesariamente desembocar en el nacionalismo y en el imperialismo nacionalista y militar? Esta salida es anacrónica y antihistórica; va realmente contra todas las tradiciones italianas, romanas primero, católicas después. Las tradiciones son cosmopolitas. La misión de civilización del pueblo italiano está en la reanudación del cosmopolitismo romano y medieval, pero en su forma más moderna y avanzada”
En los cuadernos se encuentra la transcripción de un discurso del ministro de Guerra durante el régimen fascista el general Gazzera que el 19 de mayo de 1932 en el Senado dijo: “El régimen de disciplina de nuestro Ejército por virtud del Fascismo resulta hoy una norma directiva que tiene valor para toda la Nación. Nosotros tenemos siempre presente el principio de que el Ejercito está hecho para la guerra y para ella debe prepararse; la disciplina de paz debe ser por lo tanto la misma de tiempos de guerra, que en tiempos de paz debe hallar su fundamento espiritual. Este sistema ha resistido magníficamente durante una larga y durísima guerra hasta la victoria; es mérito del Régimen fascista el haber extendido a todo el pueblo italiano una tradición disciplinaria tan insigne. De la disciplina de los individuos depende el éxito de la concepción estratégica y de las operaciones tácticas”
Estaba todo dicho, la militarización de la sociedad italiana durante el fascismo quedaba claramente expuesta, la disciplina y la obediencia pasaban a ser los conceptos más importantes que incluía a la población civil.
Aun prisionero e impedido de hacer conocer sus ideas, la dictadura no había podido amainar sus ansias de lucha así decía: “Que se luche para destruir un conformismo autoritario, que se ha vuelto retrogrado y estorboso, y a través de una fase de desarrollo de individualidades y personalidades críticas se llegue al hombre-colectivo, es una concepción dialéctica difícil de comprender para las mentalidades esquemáticas y abstractas. Así como es difícil de comprender que se sostenga que, a través de la destrucción de una maquinaria estatal, se llegue a crear con ella otra más fuerte y compleja”.