El Forjista
Capítulo 7 - El regreso al combate
Victoria Romero
Ante el incumplimiento del tratado por parte de los unitarios en marzo de 1863, Peñaloza se ve obligado a ponerse en movimiento nuevamente para combatir a los ejércitos de ocupación enviados por el gobierno nacional, sus aliados Ontiveros y Puebla se levantaron en San Luis y avanzaron sobre los departamentos cordobeses de San Javier y San Alberto, mientras que Felipe Varela, Ángel, Chumbita y Agüero tratan de librarse del gobernador catamarqueño Rosa Correa.
El 26 de marzo de 1863 Peñaloza le anuncia al coronel Iseas: “Nunca pude imaginarme que los que nos prometían la fusión se convirtieran en dictadores, y tiranizaran a sus mismos hermanos: desterrando al extranjero y confiscando bienes, hasta dejar las familias en la mendicidad. Estos terribles procedimientos han dado el resultado que ya lo palpará usted. Todos los pueblos se pronuncian clamando por la reacción, todos piden que se les devuelvan sus libertades que han sido usurpadas por un puñado de hombres díscolos que no tienen más bandera que el absolutismo…”.
Y el 16 de abril en una carta enviada al presidente Bartolomé Mitre, cuando ya se había roto la tregua, le señala en relación con las acciones de los gobernadores favorables a los unitarios que “destierran y mandan matar sin forma de juicio a ciudadanos respetables, sin más crimen que haber pertenecido al partido Federal”.
Unos días antes el coronel Gelly y Obes, ministro de Guerra de Mitre, le había enviado instrucciones a Sarmiento relacionadas a cómo debía actuar contra Peñaloza en tanto Director de Guerra.
Sandes logra vencer a los caudillos puntanos Ontiveros y Puebla, y a continuación le escribe a Peñaloza a quien le ordena la captura de ambos caudillos, y lo intima a cumplir sin demora esa decisión.
El Chacho se niega rotundamente a apresar a sus camaradas y le contesta a Sandes: “en abierta oposición con la voluntad general de los pueblos todos, que cansados de una dominación despótica y arbitraria se levantan ya unánimemente para arrojar a esos gobiernos tiranos que les han sido impuestos, para lo que llaman a porfía cada uno de ellos a sus hijos expatriados, que alzando la voz de libertad reivindiquen sus derechos hollados y levanten el azote que pesa sobre ellos”.
Contrariando las instrucciones de Sandes el 17 de abril una fuerza montonera de 200 jinetes invade San Luis y cuatro días después Peñaloza llega a San Francisco a 25 leguas de la capital de la provincia con 600 guerrilleros logrando dominar un territorio que abarca San Luis y las serranías cordobesas, Paunero es llamado por Gelly y Obes para ponerse al frente de las operaciones militares contra el caudillo riojano.
Sandes, Taboada, Jose Miguel Arredondo y Diego Wilde se movilizan contra Peñaloza entablando una sangrienta batalla en Lomas Blancas el 20 de mayo, debiendo hacer frente a un ejército muy superior en capacidad de fuego, así y todo estuvo cerca de obtener un triunfo, pero debió retirarse.
Peñaloza se dirigió a las sierras cordobesas al valle de Punilla con él iban Felipe Varela, Agenor Pacheco, Juan Gregorio Puebla y Fructuoso Ontiveros, desde ahí el 7 de junio le envía una carta a Urquiza a través de don Enrique Wallher de Puck que iba acompañado por su primo Mariano Peñaloza donde le informa de la campaña que está realizando, hasta sus últimos días Peñaloza fue leal al entrerriano y tenía cifradas expectativas en que reaccionaria y se pusiera al frente de la lucha contra el mitrismo, esperanza que fue traicionada por Urquiza, más preocupado por los negocios que por la política nacional y los padecimientos de sus camaradas federales.
El 10 de junio Simón Luengo logra derribar al desacreditado gobierno de Posse, designando en su reemplazo a José Pío Achával que en una proclama efectuada dos días después, afirmaba: “Ya tenemos con nosotros al valiente general Peñaloza, con su invencible ejército. Valientes cordobeses: No temáis al enemigo que se os pueda presentar. Que vengan y conocerán una vez más que cada uno de vosotros es un valiente donde han de embotarse las bayonetas de los mandones. ¡Viva el general Urquiza! ¡Viva el ínclito general Peñaloza y su ejército!”
El 14 de junio Peñaloza ingresa a la ciudad de Córdoba, y ese mismo día envía cartas a Urquiza, en una de ellas le decía: “… es necesario que aparezca al frente de la reacción política del país. V.E., circunstancia sin la que serían estériles todos los sacrificios hechos y la sangre derramada hasta ahora para libertar nuestra patria…”
Pero el chasqui que llevaba estas cartas fue apresado así que Urquiza pudo conocer el contenido de las mismas tiempo después.
Las tropas unitarias al mando de Paunero se acercaban a la ciudad de Córdoba, ante lo cual Peñaloza se retira de la ciudad para esperarlo en Las Playas, el 28 de junio ambas fuerzas se enfrentan en otra sangrienta batalla donde los federales sufren una dura derrota, con 300 montoneros muertos, gran cantidad de heridos y unos 700 prisioneros.
Paunero le escribe a Mitre reconociendo la valentía con que combatieron los federales y en otra misiva a Gelly y Obes le explica: “Del combate de las “Playas” salió (Peñaloza) muy enfermo y Varela gravemente herido, no debieron escapar pero ellos iban perfectamente montados y nuestros caballos se plantaron todos a las tres leguas de persecución”.
Como era una costumbre de los oficiales unitarios, los prisioneros fueron tratados cruelmente, maltratados, destinados a cuerpos de línea y algunos fusilados después de la rendición.
Peñaloza pudo escapar y se dirigió a Cruz del Eje y luego ingresó en La Rioja, los mitristas sospechaban que se había refugiado en Bolivia, pero en octubre se encontraba en Guaja.
Peñaloza concentra 1000 combatientes en Patquia y a continuación se dirige a San Juan, el 30 de octubre llega a La Puntilla en el departamento de Caucete a unos 20 kilómetros de la capital, por la noche fuerzas al mando de Pablo Irrazabal que había sustituido a Sandes muerto, lo sorprendieron evitando la toma de San Juan.
Chacho le envía una carta a Wenceslao Paunero el 11 de octubre de 1863 donde hace referencia a una comunicación de Francisco Álvarez en nombre de Paunero: “La confianza que tengo en dicho Señor, que todo el positivo interés que me anima por la pacificación de la República y muy principalmente y por esta desgraciada Provincia, que más que todas necesita de los beneficios de la paz; me ha decidido a aceptar las condiciones que V.S. me impone por conducto del Sr. Álvarez como indispensables para la garantía del orden, como para satisfacción del Gobierno Nacional y del público” Peñaloza había comenzado gestiones de paz el 18 de septiembre de 1863.
En Malanzán, Juan Gregorio Puebla caudillo puntano cuestiona a Peñaloza por sus derrotas, éste monta su caballo y se retira decidido a “no ser más un estorbo para otros mejores que él” pero los combatientes enterados de su marcha, lo siguen dejando en soledad a Puebla, que se presenta ante el Chacho a disculparse.