El Forjista
Capítulo 2 - El asesinato de Facundo Quiroga
Quiroga se hallaba en Buenos Aires cuando fue enviado por Rosas a una misión para que con su prestigio intentara apaciguar los ánimos y tranquilizar la situación en algunas provincias como Salta y Tucumán, a su regreso el 16 de febrero de 1835 en Barranca Yaco fue asesinado, muriendo también su secretario José Santos Ortiz, los nueve miembros de su comitiva y el cochero.
Rosas hizo instruir un sumario que tardó dos años y cuyo resultado fue que Santos Pérez el ejecutor del crimen, los cuatro hermanos Reinafé los autores intelectuales y otros cómplices fueron condenados a muerte, siendo ejecutados en la Plaza de la Victoria el 25 de octubre de 1837.
Esto marcará un cambio político en la provincia de La Rioja y en Peñaloza que adoptará una posición contraria a Rosas, después de su muerte varios federales moderados llamados “lomos negros” se expresan contra el caudillo bonaerense, algunos lo hacen bajo la falsa información que los unitarios habían difundido, que detrás de asesinato de Quiroga estaba la mano de Juan Manuel de Rosas, en realidad los Reinafé respondían a Estanislao López, y mantenían una disputa con Quiroga que se oponía a que fueran ellos los que ocuparan la gobernación de Córdoba.
Al producirse el asesinato de Facundo el gobernador de La Rioja era Fernando Villafañe un convencido rosista que desconfiaba de Peñaloza, al finalizar el año 1835 el gobernador de San Juan, Martín Yanzón, en alianza con el Chacho invade la provincia para derrocar al gobernador riojano.
El 15 de enero de 1836 las fuerzas unidas de Yanzón y Peñaloza se enfrentan con las tropas leales riojanas al mando del general Tomás Brizuela, Yanzón es derrotado cuando los soldados del Chacho se retiran sin combatir porque se niegan a enfrentar a Brizuela, que era amigo de Peñaloza.
En 1840 el general Lavalle emprendió un levantamiento contra Rosas con un ejército formado en Corrientes y con ayuda de la flota francesa que bloqueaba los puertos nacionales, pero fue derrotado en Sauce Grande por el general Echagüe el 16 de julio, esta circunstancia fue aprovechada por varias provincias para pronunciarse contra el gobierno de Rosas ya que este estaba impedido de enviar tropas a las provincias por la agresión externa que sufría el país.
El intento de Lavalle fracasó retirándose derrotado y desprestigiado, lo emprendido no estaba a la altura de sus capacidades, se dirigió a Santa Fe donde fue nuevamente derrotado por el coronel Jacinto Andrada.
Los gobernadores de La Rioja no duraban mucho en sus cargos en mayo de 1837 asume Brizuela, que es reconocido por el Chacho porque lo considera un federal leal a la tradición de Quiroga, pero Brizuela en 1840 se suma a la Liga del Norte, conformada por gobernadores contrarios a Rosas.
Brizuela es designado como comandante de la coalición antirosista, para su designación influyó el apoyo que le brindaba Peñaloza.
Lamadrid que había regresado del exilio y le había prometido lealtad a Rosas, traiciona su compromiso y en Tucumán se declara a favor de los rebeldes ahí reorganiza sus fuerzas, mientras que Lavalle se dirige a La Rioja a ponerse a las órdenes de Brizuela.
Lavalle ayudado por Peñaloza resistió a los ejércitos enviados a la provincia de La Rioja y después se retiró a Tucumán, el 19 de noviembre de 1841 fue alcanzado por el general Oribe en Famaillá derrotándolo completamente, Lavalle se dirigió a Bolivia pero no pudo llegar siendo muerto en Jujuy.
En junio de 1841 fallece Brizuela cuando es herido por su propio asistente, cuando en un combate parte de las tropas se pasan al bando federal, la situación no es nada clara con federales combatiendo en ambos bandos.
Por esos tiempos Lavalle llegó a calificar de bravo y patriota al Chacho, pero también Paz y Lamadrid lo llenaron de elogios por su valentía y decisión en la batalla pero sobre todo por estar combatiendo de su mismo lado, tiempo después la opinión de los unitarios será muy diferente.
Las tropas enviadas por el gobierno de Rosas a La Rioja no lograron derrotar a Peñaloza que utilizaba el método de guerrillas, apareciendo sorpresivamente, atacando y desapareciendo, por lo que desistieron de controlar la provincia quedando como dueño de la situación en su provincia.
El 24 de septiembre de 1841 el ejército de Peñaloza choca contra los hombres del general Ángel Pacheco en Rodeo del Medio, el Chacho es derrotado y con un grupo de sus soldados debe emigrar a Chile, donde permanecerá seis meses, su provincia era gobernada por Hipólito Tello, oficial de Quiroga y ferviente rosista.
Lamadrid y Peñaloza con los restos del ejército cruzaron a Chile, en ese cruce perdieron la vida varios de los soldados porque aún había nieve y atravesar la Cordillera era una difícil odisea.
Es el primer exilio de Peñaloza, Rosas queda triunfante, Lavalle y Brizuela habían muerto, Peñaloza y Lamadrid exiliados.
De regreso a su patria, acompañado por su esposa Victoria Romero en las batallas, utiliza nuevamente el método de la guerra de guerrillas por llanos y cerros riojanos y catamarqueños para mantener ocupadas a las tropas federales, luego marcha hacia Tucumán en julio de 1842, según Lamadrid, Peñaloza mantuvo entre once y doce encuentros con fuerzas superiores saliendo victorioso en todos esos enfrentamientos.
Peñaloza regresó a La Rioja y de inmediato tuvo el apoyo de la población, sin pérdida de tiempo se dirigió a Catamarca donde derrotó en Coneta a una fuerza compuesta por 2000 hombres y deshizo a otra parte del ejército en Piedras Blancas completando sus victorias batiendo al coronel Pintos que contaba con un contingente importante.
Luego de triunfar en Catamarca marcha a Tucumán logrando la victoria en Manantiales sobre el ejército que estaba al mando del general Gutiérrez.
El general Benavidez salió en su búsqueda desde San Juan, a sus fuerzas se habían sumado soldados de Tucumán enviados por Gutiérrez, ambos ejércitos se encontraron en los Manantiales, Tucumán, el 18 de julio de 1842, donde Benavídez sale victorioso, en esta batalla Peñaloza estuvo cerca perder la vida, salvó su vida su mujer quien viéndole en peligro reunió a unos cuantos soldados y poniéndose al frente atacó a los que estaban rodeando a su esposo, con una valentía digna de los mejores guerreros.
Pero ella recibió un golpe de un sable que la derribó de su caballo, reviendo una herida en la cabeza, el arrojo del capitán Ramón Ibáñez quien atacó y mató a quien la había herido para luego retirarla del campo de batalla salvando también la vida de Victoria Romero.
Pero esta derrota no le impidió al Chacho reorganizar su tropa y seguir combatiendo, pero no pudo evitar ser nuevamente vencido por Benavídez en Ilisca, el 15 de enero de 1843 y en Leoncito el 8 de febrero, luego de las cuales debió buscar asilo nuevamente en Chile.
José María Rosa escribió sobre ese exilio en Chile: “Allí no se entendió con los intelectuales unitarios y tras algunas aventuras, no le costó comprender que no era su lugar. Gestionó de Benavidez el regreso a la patria, y el veterano de Facundo pudo volver a sus Llanos para servir a la causa federal”.
La vida en el exilio le resultaba penosa, regresó a la patria y se le presentó a su enemigo Benavidez en San Juan diciéndole que se venía a entregar; Benavidez lo trató cordialmente quedándose un tiempo en San Juan.
Rosas reclamó varias veces el envío de Peñaloza, pero Benavidez no cumplió la orden y le permitió después residir en Los Llanos de La Rioja donde fue tentado para levantarse nuevamente pero cumplió con la palabra dada a Benavidez.