El Forjista
Nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770 en el seno de una acaudalada familia, su madre era criolla y su padre genovés, fue el octavo hijo de dieciséis, le pusieron por nombre Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús.
Estudió en el Colegio San Carlos, sobre esa educación el prócer dijo: “Me proporcionó la enseñanza de las primeras letras, la gramática latina, filosofía y algo de teología”, luego se marchó a España a estudiar en las universidades de Valladolid y Salamanca para recibirse de abogado.
Al llegar a España estaba en desarrollo la Revolución Francesa, recibiendo con ansiedad cada novedad que llegaba del país vecino; así lo expresó: “Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aun las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente”.
Debido a sus buenas calificaciones obtuvo permiso del Papa Pio VI para leer aquellos libros que se consideraban prohibidos así fue como accedió a Rousseau, Voltaire, Montesquieu y Adam Smith.
Se sintió atraído por las ideas de los fisiócratas corriente de pensamiento fundada por Francois Quesnay que privilegiaba la agricultura por sobre cualquier otra actividad económica, también fue influenciado por Adam Smith que sostenía que la riqueza se producía por el trabajo humano y la capacidad de transformar las materias primas en manufacturas, consideraba que ambas teorías se complementaban.
Belgrano llegó a dominar cuatro idiomas: inglés, francés, italiano y latín. Según Felipe Pigna fue el más católico de nuestros próceres.
De regreso en el país
Regresó en 1793 a Buenos Aires y fue designado primer secretario del Consulado, esta institución estaba dedicada a fomentar las actividades económicas.
En esa función produjo una serie de escritos donde exponía sus ideas sobre un amplio abanico de asuntos, que mostraban claramente sus inquietudes y que lamentablemente no tuvieron la debida difusión y reconocimiento en la historia oficial.
En el año 1796 se estableció en Buenos Aires la escuela náutica y una academia de dibujo y escultura por impulso de Belgrano, ambas estaban solventadas por fondos del Consulado, pero dichos institutos fueron suprimidos pues se entendía que las matemáticas y las artes no eran para los americanos. Los eclesiásticos a cargo del Colegio San Carlos desconocían casi por completo las ciencias naturales.
En su autobiografía no deja de señalar su disconformidad con el sistema colonial y en particular con los monopolistas españoles que controlaban el comercio para enriquecerse sin que esa actividad provocara mejoras en el resto de la población: “Mi ánimo se abatió y conocí que nada se haría en favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el del común”.
En cada uno de sus informes no dejaba de señalar opiniones y propuestas que iban en sentido contrario a las que se imponían en el Virreinato.
La mayoría de su planteos eran rechazados en España o por las autoridades locales: “que desde el principio de 1794 hasta julio de 1806, pasé mi tiempo en igual destino, haciendo esfuerzos impotentes a favor del bien público; pues todos, o escollaban en el gobierno de Buenos Aires o en la Corte, o entre los mismos comerciantes, individuos que componían este cuerpo, para quienes no había más razón, ni más justicia, ni más utilidad ni más necesidad que su interés mercantil; cualquiera cosa que chocara con él, encontraba un veto, sin que hubiese recurso para atajarlo.”
Sus escritos dejaron constancia de la preocupación por la enseñanza pública que consideraba que debía ser gratuita y obligatoria así lo expuso en 1798 en lo que puede considerarse el primer proyecto de ese tipo: “¿Cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios, y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación con mayores y más grande aumentos? Póngase escuelas de primeras letras costeadas de los propios y arbitrios de las ciudades y villas, en todas las parroquias de sus respectivas jurisdicciones, y muy particularmente en la campaña, donde, a la verdad, residen los principales contribuyentes a aquellos ramos y quienes de justicia se les debe una retribución tan necesaria. Obliguen los jueces a los padres a que manden sus hijos a la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar”.
Si hubo un tema en que Belgrano se mostró un pensamiento avanzado para su época fue sobre la situación de la mujer proponiendo la igualdad de oportunidades en lo relativo a la educación mientras promovía que tuvieran un trabajo remunerado, en 1796 escribió: “Se deben poner escuelas gratuitas para las niñas donde se les enseñase la doctrina cristiana, a leer, escribir, coser, bordar, etc. Y principalmente, inspirarles el amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres. Entonces, las jóvenes aplicadas, usando de sus habilidades, en sus casas, o puestos a servir no vagarán ociosas, ayudarán a sus padres, o los descargarían del cuidado de su sustento; lejos de ser onerosas en sus casas la multitud de hijos harían felices las familias”
Agregaba la cuestión de la dote y la independencia que pudieran lograr al recibir su propio salario: “Con el trabajo de sus manos se irían formando peculio para encontrar pretendientes a su consorcio; criadas de esta forma, serían madres de una familia útil y aplicada; ocupadas en trabajo que les sería lucrosos tendrían retiro, rubor y honestidad”.
Producida la revolución insistió en la necesidad de la educación de las mujeres considerándolo con mayor prioridad que instalar una universidad en la ciudad: “Séanos lícito aventurar la proposición de que es más necesaria la atención de todas las autoridades, de todos los magistrados y todos los ciudadanos para los establecimientos de enseñanzas para niñas, que para fundar una universidad, en esta Capital, porque tanto se ha trabajado y tanto se ha instado ante nuestro gobierno en muchas y diferentes épocas. Con la universidad, habría aprendido algo de verdad nuestra juventud en medio de la jerga escolástica, y se habría aumentado el número de nuestros doctores, pero ¿equivale esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres? ¿Las buenas costumbres podrían de aquel modo generalizarse y unificarse? Es indudable que no, y para prueba, no hay más que trasladarse a donde hay universidades, y no hay quien enseñe al bello sexo”.
Su pensamiento revolucionario
Tuvo una actitud ejemplarmente dignidad que no tuvieron muchos de sus colegas cuando se produjeron las invasiones inglesas, siendo el único funcionario colonial que se negó a jurar lealtad a su majestad británica, en cambio huyó a Montevideo para sumarse a las tropas que estaba preparando Liniers para recuperar la ciudad.
Durante la segunda invasión Belgrano le dijo al general inglés Craufurd “Nosotros queríamos al amo viejo, o ninguno”.
En la autobiografía expresó “me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación y sobre todo en tal estado de degradación, que hubiese sido subyugada. por una empresa aventurera, cual era la del bravo y honrado Beresford, cuyo valor admiro y admiraré siempre en esta peligrosa empresa”.
También volvió a dejar en claro su opinión negativa sobre los comerciantes monopolistas españoles explicando que ellos no conocen más patria, ni más rey, ni más religión que sus propios intereses.
Luego de la primera invasión comenzó a aprender el manejo de las armas y también mostró interés por los asuntos militares “tomé con otro anhelo el estudio de la milicia y traté de adquirir algunos conocimientos de esta carrera, para mí desconocida en sus pormenores; mi asistencia fue continua a la enseñanza de la gente.”
Por su trabajo en el Consulado dejó una gran cantidad de documentos exponiendo sus ideas sobre economía, que es uno de los aspectos que menos se conocen del prócer, precisamente por contraponerse a las ideas liberales de quienes impusieron la versión oficial que se enseñó en escuelas y colegios.
En la Memoria del Consulado de 1802 defendió la idea de impulsar el desarrollo de la industria nativa: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño en conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aún atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”.
Dejando en claro que la industria debía ser protegida: “No debemos abandonar artes y fábricas que se hallan establecidas en los países que están bajo nuestro conocimiento. Antes bien, es forzoso dispensarles toda protección posible, y que igualmente se las auxilie en todo y se las proporcione cuantos adelantamientos puedan tener, para animarlas y ponerlas en estado más floreciente”.
Y seguía diciendo: “el modo más ventajoso de exportar las producciones superfluas de la tierra es ponerlas antes en obra o manufacturarlas”
También alertaba con ahínco sobre el peligro de la importación indiscriminada en particular aquellas que competían con los productos que se producían aquí porque “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”
Además alertó sobre el peligro que significaba la existencia de monopolios “los grandes monopolios que se ejecutan en esta capital, por aquellos hombres que, desprendidos de todo amor hacia sus semejantes, sólo aspiran a su interés particular, o nada les importa el que la clase más útil al Estado, o como dicen los economistas, la clase productiva de la sociedad, viva en la miseria y desnudez que es consiguiente a estos procedimientos tan repugnantes a la naturaleza , y que la misma religión y las leyes detestan”.
Una de sus preocupaciones era que en Buenos Aires predominara la ganadería porque consideraba que empleaba escasa mano de obra, desalentaba el crecimiento de la población y permitía la concentración de la riqueza en pocas manos, en cambio era un promotor de la agricultura y la industria, se lamentaba que faltaran terrenos para ser ocupados por labradores cuando la agricultura debía ser la principal fuente de riqueza.
Y planteaba la osada propuesta de que se entregaran tierras a aquellos que estuvieran interesados en trabajarla, mostraba una honda preocupación por las tierras improductivas, mientras proponía la necesidad de obligar a los dueños a entregarlas en enfiteusis a los labradores.
Por eso fue el primero en promover una Reforma Agraria como forma de terminar con la pobreza: “Es de necesidad poner los medios para que puedan entrar al orden de sociedad los que ahora casi se avergüenzan de presentarse a sus conciudadanos por su desnudez y miseria. Y esto lo hemos de conseguir si se les dan propiedades… que se podría obligar a la venta de los terrenos, que no se cultivan, al menos en una mitad, si en un tiempo dado no se hacían las plantaciones por los propietarios, y mucho más se les debería obligar a los que tienen sus tierras enteramente desocupadas, y están colinderas con nuestras poblaciones de campaña, cuyos habitadores están rodeados de grandes propietarios y no tienen ni en común ni en particular ninguna de las gracias que le concede la ley, motivo porque no adelantan”.
El 1° de septiembre de 1813 la Gaceta publicó un artículo que había escrito tiempo antes y que no había pasado la censura, decía: “Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas; la una dispone de los frutos de la tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo la reproducción anual de esos frutos y riquezas a desplegar sus industrias para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio de lo que les sobra … Existe una lucha continua entre diversos contratantes: pero como ellos no son de una fuerza igual, los unos se someten invariablemente a las leyes impuestas por los otros. Los socorros que la clase de propietarios saca del trabajo de los hombres sin propiedad le parecen tan necesarios como el suelo mismo que poseen; pero favorecida por la concurrencia, y por la urgencia de sus necesidades, vienen a hacerse el árbitro del precio de sus salarios, y mientras que esta recompensa es proporcionada a las necesidades diarias de una vida frugal, ninguna insurrección combinada viene a turbar el ejercicio de una semejante autoridad. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor parte de los hombres a lo más estrechamente necesario”.
Luego de transcribir el párrafo anterior Felipe Pigna se permite la humorada de preguntarse si Carlos Marx leyó a Belgrano.
Ese párrafo puede explicar perfectamente la razón por la cual la versión oligárquica de la historia acorraló la inmensa figura de Belgrano como simple creador de la bandera, mientras ocultaba su auténtico y revolucionario pensamiento. Salvador Ferla decía con todo acierto que la creación de la bandera tapó a Belgrano, ocultando episodios de gran importancia de su vida.
El periodismo
Cuando regresa de España ya era corresponsal del diario Correo de España y sus Indias, enviaba sus artículos a Madrid donde se editaban si pasaban la censura, de aprobarse también se publicaban aquí.
El ejercicio del periodismo se debió a la necesidad de comunicar sus ideas que como vimos eran transformadoras y lidiaban con la mentalidad conservadora de la época, en 1801 participó en la creación del primer periódico que existió en nuestro país: El telégrafo, Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Rio de la Plata.
El periódico fue clausurado al año siguiente por el virrey Del Pino por el carácter político que estaba adquiriendo, pero la excusa fue la publicación de una poesía que tenía lenguaje soez.
En 1807 apareció el Semanario de la Agricultura, Industria y Comercio que pertenecía a Hipólito Vieytes, donde Belgrano colaboraba esporádicamente.
En marzo de 1810 lanza bajo su dirección el Correo de Comercio, en ese periódico insiste en la necesidad de promover la industria: “Ni la agricultura ni el comercio serían casi en ningún caso suficientes a establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria. No hay desarrollo si este ramo vivificador no entra a dar valor a las rudas producciones de la una y materia y pábulo a la permanente rotación del otro”.
Ya producida le revolución escribe un artículo en defensa de la libertad de prensa: “Es tan justa dicha facultad, como lo es la de pensar y hablar, y es tan injusto oprimirla, como lo sería tener atados los entendimientos, las lenguas, las manos o los pies de todos los ciudadanos”
“Es necesaria para la instrucción pública, para el mejor gobierno de la Nación, y para su libertad civil, es decir, para evitar la tiranía de cualquier gobierno que se establezca … “
“Sin esta libertad no pensemos haber conseguido ningún bien después de tanta sangre vertida y tantos trabajos”.
Cuando es encomendado por el gobierno revolucionario para liderar la expedición al Alto Perú lo primero que hace es crear un periódico, el Semanario del Ejército Expedicionario para que los soldados se informaran y aprendieran a leer y escribir.
La situación en Europa
La situación en el viejo Continente cambió drásticamente con la invasión de Napoleón a Portugal y España, modificando las alianzas porque Francia era aliada de España y ésta que era enemiga de Inglaterra con estas nuevas circunstancias pasará a ser su socia.
Cuando Napoleón invadió Portugal la Corte de ese país huyó a Río de Janeiro, ahí estaba la princesa Carlota, hermana de Fernando VII de España y esposa del príncipe Regente de Portugal que era un títere de Inglaterra.
Por estas tierras surgió lo que se conoció como carlotismo conformado por un grupo de criollos que pretendía instaurar a la infanta Carlota al frente el Virreinato estableciendo una monarquía moderada con la participación de criollos, varios de los que después actuaron en la Revolución de Mayo formaron parte de ese proyecto: entre otros Belgrano, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Berutti y Vieytes; sin embargo no tardaron en sentirse defraudados por las dudas y las incoherencias de la misma infanta.
Así cuenta esa experiencia en su autobiografía: “Solicité, pues, la venida de la infanta Carlota, y siguió mi correspondencia desde 1808 hasta 1809, sin que pudiese recabar cosa alguna: entretanto mis pasos se celaron y arrostré el peligro yendo a presentarme en persona al virrey Liniers y hablarle con toda la franqueza que el convencimiento de la justicia que me asistía me daba, y la conferencia vino a proporcionarme el inducirlo a que llevase a ejecución la idea que ya tenía de franquear el comercio a los ingleses en la costa del río de la Plata, así para debilitar a Montevideo, como para proporcionar fondos para el sostén de las tropas, y atraer a las provincias del Perú por las ventajas que debía proporcionarles el tráfico.”
Cuando Napoleón invadió España en 1808 derrocando a Carlos IV e imponiendo a su hermano como rey, estalla una heroica resistencia popular al invasor y comenzaron a organizarse juntas de gobierno regionales que mantuvieron lazos con las colonias, se unifican en una Junta Central en Sevilla que luego cae y se conforma un Consejo de Regencia en Cádiz.
EL pueblo español peleaba en nombre del hijo del rey depuesto, Fernando VII, en tanto que la junta central convocó a sus colonias americanas a designar representantes en igualdad de condiciones que los españoles.
Belgrano había comenzado su actividad revolucionaria mucho antes de mayo de 1810, a mediados de 1809 llega al Río de la Plata el nuevo virrey designado por la Junta Central, Baltazar Hidalgo de Cisneros, Belgrano le recomienda a Liniers no entregar el mando así lo cuenta: “Entonces aspiré a inspirar la idea a Liniers de que no debía entregar el mando por no ser autoridad legítima la que lo despojaba. Los ánimos de los militares estaban adheridos a esta opinión: mi objeto era que se diese un paso de inobediencia al ilegitimo gobierno de España, que en medio de su decadencia quería dominarnos; conocí que Liniers no tenía espíritu ni reconocimiento a los americanos que lo habían elevado y sostenido, y que ahora lo querían de mandón, sin embargo, de que había muchas pruebas de que abrigaba, o por opinión o por el prurito de todo europeo, mantenernos en el abatimiento y esclavitud”
También deja en claro sus intentos de convencer a Saavedra de rebelarse contra el poder realista: “Cerrada esta puerta, aún no desesperé de la empresa de no admitir a Cisneros, y, sin embargo de que la diferencia de opiniones y otros incidentes, me habían desviado del primer comandante de patricios, don Cornelio Saavedra; resuelto a cualquier acontecimiento, bien que no temiendo de que me vendiese, tomé el partido de ir a entregarle dos cartas que tenía para él de la infanta Carlota: las puse en sus manos y le hablé con toda ingenuidad: le hice ver que no podía presentársenos época más favorable para adoptar el partido de nuestra redención, y sacudir el injusto yugo que gravitaba sobre nosotros.
La Revolución de Mayo
A comienzos 1810 Belgrano concurría a las reuniones en la jabonería de Hipólito Vieytes donde se juntaban aquellos que querían sacudirse el yugo del imperio español, participaban de esas reuniones su primo Juan José Castelli, Mariano Moreno, Cornelio Saavedra, Domingo French y Antonio Beruti.
El 13 de mayo llegó la noticia de la caída de la Junta Central en Sevilla y formación de un Consejo de Regencia en Cádiz, así lo explicaba “había llegado la noticia de la entrada de los franceses en Andalucía y la disolución de la Junta Central; éste era el caso que se había ofrecido a cooperar a nuestras miras el comandante Saavedra.”
El moderado Cornelio Saavedra era una pieza clave porque controlaba a la principal fuerza militar de la ciudad, unos meses antes les había dicho a los más apresurados que todavía “las brevas no estaban maduras” la caída de la Junta Central las habían madurado y estaban al caer.
La pregunta que se hacían las colonias españolas era si debía seguirse la suerte de España o comenzar a diseñar un nuevo rumbo. Bernardo Monteagudo respondía esa pregunta diciendo que: “Las Indias son un dominio personal del rey de España; el rey está impedido de reinar; luego las Indias deben gobernarse a sí mismas”.
El 21 de mayo se produce una reunión de gente del pueblo en la Plaza Mayor exigiendo un Cabildo Abierto, los revolucionarios nombraron a Belgrano y Saavedra para entrevistarse con el alcalde Lezica para solicitarle la convocatoria que se realizó el 22 de mayo, los patriotas habían decidido que si no se convocaba al Cabildo se iba a reunir la tropa y el pueblo para que marchara a la plaza a pedir la renuncia de Cisneros.
Belgrano fue el encargado por parte del bando patriota de tomar las precauciones para que no fuera manipulado por los absolutistas así fue como se apostaron tropas en las puertas para asegurar que todos los que coincidían con la causa revolucionaria no tuvieran problemas en ingresar y que no lo hiciera ninguno del otro bando que se pudiera filtrar sin que su presencia estuviera justificada.
Moreno, Paso, Belgrano y Castelli fueron, entre otros, los que defendieron la idea que el pueblo era soberano para decidir sobre su destino. Por holgada mayoría triunfó la ponencia de la cesación de las funciones del virrey, varios españoles también apoyaron la propuesta.
Donde existió mayor dispersión en las opiniones fue cuando se discutió la nueva forma que debía adoptar el gobierno. De esta manera se impuso la propuesta de Saavedra, de esa manera el resultado de ese 22 de mayo contenía dos aspectos: declaraba la cesación del virrey y la asunción de una Junta designada por el Cabildo.
El virrey Cisneros intentó una maniobra el 24 formando una Junta que lo tenía por presidente, Belgrano dijo: “Juro a mi patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día de mañana el virrey no ha renunciado lo arrojaremos por las ventanas de la fortaleza”.
Cisneros renunció el 25 y se conformó la Primera Junta integrada mayoritariamente por criollos y la participación de Belgrano en calidad de vocal.
La Junta carecía de un plan de gobierno por eso designó a Belgrano para que determinara sobre cuales aspectos debía constituir ese plan, el 15 de julio, Belgrano elevó a consideración de la Junta los puntos que debían ser abordados en el proyecto, dos días después la Junta aprueba el proyecto de Belgrano y designa a Mariano Moreno para realizar esa tarea que se concretará en el Plan de Operaciones.
Tanto Belgrano como Castelli eran quienes apoyaban las ideas más avanzadas de Mariano Moreno, pero de inmediato debió marcharse a Paraguay provincia que no reconocía a la Junta de Buenos Aires, la partida de Belgrano y de Castelli rumbo Córdoba y luego al Alto Perú, debilitan la posición de Mariano Moreno que al año siguiente renuncia y muere en alta mar (posiblemente asesinado) mientras marchaba a una misión al exterior.
Belgrano pudo dedicarse a tener una vida plácida dedicada a los negocios de la familia o a ejercer como abogado en España, pero optó por seguir la causa de la revolución que le impuso una serie de responsabilidades que le depararon una vida llena de riesgos, sobresaltos e incomprensiones, pero tras ese sacrificio y la de otros, tuvimos una patria y dejamos de ser colonia.
Expedición al Paraguay
No todas las provincias que componían el virreinato del Río de la Plata reconocieron a la Junta de Buenos Aires por eso se decidió enviar expediciones militares para obtener la aceptación del nuevo gobierno.
Se envió una expedición de 500 hombres a Córdoba que salió de Luján el 13 de junio al mando de Francisco Ortiz de Ocampo y como segundo a Antonio González Balcarce, como delegado de la Junta iba Hipólito Vieytes.
El gobernador intendente de Córdoba Juan Gutiérrez de la Concha no reconoció la Junta de Buenos Aires, al frente de la resistencia en Córdoba estaba el ex virrey Liniers.
La rebelión fue sofocada y los líderes apresados, como Ortiz Ocampo no cumplió con la orden de ejecutar a Liniers y el gobernador, fue enviado Castelli y Balcarce reemplazó a Ocampo que cumplieron con la orden de ejecutar a Liniers y Gutiérrez de la Concha.
Se envía también una expedición a Paraguay al mando de Belgrano que parte el 22 de septiembre con pocos hombres que además estaban mal armados.
Nos dice Belgrano en su autobiografía sobre las razones del envío de la expedición al Paraguay “en atención a que se creía que allí había un gran partido por la revolución, que estaba oprimido por el gobernador Velazco y unos cuantos mandones, y como es fácil persuadirse de lo que halaga”.
El 24 de julio el gobernador intendente del Paraguay, el coronel Bernardo de Velazco, citó a una Asamblea General donde se juró obediencia al Consejo de Regencia de España. Velazco representaba a unos de los partidos en disputa, el realista. Mientras que los llamados porteños, por ser partidarios de la Junta de Buenos Aires, tenían al frente a Pedro Alcántara de Somellera. Había un tercer partido liderado por José Gaspar de Francia que era mayoritario y era proclive a la declaración de la independencia del Paraguay tanto de España como de Buenos Aires.
Sobre las dificultades que tiene en el plano militar Belgrano explica en su autobiografía: “Había principiado la deserción, particularmente en los de caballería de la patria, y habiendo yo mismo encontrado dos, los hice prender con mi escolta, y conducirlos hasta el punto de Curuzú Cuatiá, donde luego que se reunió el ejército los mandé pasar por las armas con todas las formalidades de estilo y fue bastante para que ninguno se desertase.”
La expedición al Paraguay no tiene el resultado esperado por la Junta tiene algunas acciones favorables en Campichuelo y Tebicuarí pero luego es derrotada Paraguari. El 9 de marzo en Tacuarí vuelven a ser derrotadas la tropas patriotas y Belgrano acuerda con los paraguayos abandonar el territorio, pocos meses más tarde Velasco es depuesto y se forma una junta presidida por Florencio Yegros que concluiría con la independencia del Paraguay.
En tanto el Consejo de Regencia designa como virrey en el Río de la Plata a Francisco Javier de Elío que llegó a Montevideo y le declara la guerra a Buenos Aires el 2 de febrero de 1811 tildando a la junta de traidores e insurgentes, el 2 de marzo una escuadra derrota a la flotilla de Buenos Aires comandada por Juan Bautista Azopardo, pero en la campaña de la Banda Oriental los pueblos se declaran favorables a la junta de Buenos Aires.
Ante el peligro que significaba la presencia de Elío en Montevideo Belgrano era apurado para concluir su misión en Paraguay, así lo expresaba: ”En este punto recibí un correo de Buenos Aires en que me apuraba el gobierno para que concluyese con la expedición por la llegada de Elío a Montevideo con varias reflexiones y el título de brigadier que me había concedido; esto me puso en la mayor consternación, así porque nunca pensé trabajar por interés ni distinciones, como porque preví la multitud de enemigos que debía acarrearme así es que contesté a mis amigos que lo sentía más que si me hubiesen dado una puñalada”.
El desplazamiento de Moreno y el alejamiento de Castelli y Belgrano en misiones militares, provocaron que Ignacio Núñez, amigo de Moreno dijera “El trastorno causado en la organización del gobierno primitivo por la incorporación de los diputados y la proscripción del Dr. Moreno, fue tan alarmarte para el representante Castelli como lo había sido para el general Belgrano: ellos lo desaprobaron no solamente porque sus combinaciones quedaban sin la principal palanca en la capital, sino por el espíritu con que se había promovido”.
En defensa de los pueblo originarios
En la marcha hacia Paraguay Belgrano muestra otras de las facetas de sus convicciones: su humanismo y la defensa de los oprimidos, resuelve proclamar el “Reglamento para los pueblos de las Misiones” un documento revolucionario para garantizar los derechos de los pueblos originarios.
Mientras Castelli dispone el final de los tributos y los servicios personales en el Alto Perú, Belgrano hace lo mismo para las Misiones con fecha del 30 de diciembre de 1810 en el campo de Tacuarí, este reglamento fue agregado por Juan Bautista Alberdi en 1853 como una de las bases de la Constitución Nacional.
En la introducción del Reglamento decía: “A consecuencia de la proclama que expedí para hacer saber a los naturales de los pueblos de las Misiones, que venía a restituirlos de sus derechos de libertad, propiedad y seguridad de que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente para las rapiñas de los que han gobernado, como está de manifiesto hasta la evidencia, no hallándose una sola familia que pueda decir: ‘estos son los bienes que he heredado de mis mayores’… Mis palabras no son las del engaño, ni alucinamiento, conque hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo de fierro, tratándolos peor que a las bestias de carga, hasta llevarlos al sepulcro entre los horrores de la miseria e infelicidad, que yo mismo estoy palpando con ver su desnudez, sus lívidos aspectos, y los ningunos recursos que les han dejado para subsistir”
Ese Reglamento los igualaba a los criollos, les cedía tierras exentas de impuestos y promovía que en cada pueblo indígena se instalara una escuela donde se enseñe por parte iguales en lengua materna y castellano.
Regulaba la contratación de trabajadores a fin de evitar abusos, prohibía azotes y castigos corporales con severas penas y creaba un fondo con la venta y arriendo de las demás tierras “después de acomodados los naturales” para “el establecimiento de escuelas de primeras letras, artes y oficios”.
El estatuto no se cumplió, un año y medio después llegaron a Buenos Aires 261 guaraníes que formaban parte del regimiento de Granaderos que dirigía San Martin, expresaron su deseo y honor de reunirse con Belgrano al que consideraban “nuestro paisano” y denunciaron que “aún se mantiene en infelicidad por la larga distancia en que se halla porque aunque nuestro Supremo Gobierno le ha dispensado su protección, nada se ha adelantado, siendo la causa que los gobernantes que aún existen en aquel destino mantienen las miras del sistema antiguo, ocultando o interpretando las nuevas regalías que se nos conceden”.
San Martín les hizo redactar el petitorio y lo elevó al Triunvirato el 6 de mayo de 1813 que concluía apelando “que desaparezcan aquellos restos de nuestra opresión y conozca nuestro benigno gobierno que no somos del carácter que nos supone y sí verdaderos americanos, con sólo la diferencia de ser de otro idioma”.
La bandera
En Buenos Aires estaban los que quisieron enjuiciar a Belgrano por su actuación en Paraguay pero luego de la investigación resultó libre de culpa y cargo, no obstante significaba una afrenta para quien tantos sacrificios estaba realizando por la patria.
Belgrano recibió órdenes de reforzar el bloqueo a Montevideo donde se encontraba el virrey De Elío designado por el Consejo de Regencia español, mientras que en el resto de la Banda Oriental el caudillo José Gervasio Artigas llevaba acciones efectivas contra los realistas, sin embargo, el enemigo tenía el suficiente poder de fuego para bombardear Buenos Aires.
A raíz de los bombardeos de la flota española en Montevideo la Junta ordenó la construcción de baterías costeras que instaló Belgrano a las que bautizó como “Libertad” e “Independencia”, cuando todavía había criollos que no tenían por objetivo la independencia.
La misión que el primer Triunvirato le encomendó a Belgrano fue bloquear el avance de las tropas realistas enviada por el gobernador español de Montevideo, Pascual Vigodet, Belgrano consideró que era necesario que sus tropas tuvieran un distintivo que las diferenciara de los enemigos, fue así que pidió permiso al Triunvirato para la portación de una escarapela la cual fue autorizada.
A los pocos días pidió permiso para enarbolar una bandera con los mismos colores de la escarapela: “He dispuesto para entusiasmar a las tropas y a estos habitantes, que se formasen todas aquellas, y les hablé en los términos de la copia que acompaño. Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional, espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia”
El Triunvirato no aprobó el pedido y le advirtió: “esta será la última vez que sacrificará hasta tan alto punto los respetos de su autoridad y los intereses de la nación que preside y forma”.
Belgrano no esperó la respuesta el 27 de febrero en Villa del Rosario, el marino mercante Cosme Maciel se encargó de izar la insignia confeccionada por la vecina María Catalina Echeverría de Vidal y con ese acto quedó inaugurada la batería “Independencia”.
Cuando emprendió la campaña del Alto Perú el 25 de mayo, Belgrano hizo bendecir la bandera en la Catedral de Jujuy por el sacerdote Juan Ignacio Gorriti.
Con la caída del primer Triunvirato todo cambió para Belgrano, el segundo estaba influenciado por San Martín y Monteagudo, las nuevas autoridades dieron respaldo a Belgrano quien ahora pudo enarbolar la bandera.
Algunos sostienen que los colores son de la virgen de la Inmaculada Concepción esos colores eran también el de los Borbones y los del penacho que usaban los Patricios cuando fueron condecorados por las invasiones inglesas.
Parece que Belgrano usó diferentes banderas en la campaña del Alto Perú en la parroquia en la ciudad boliviana de Macha se encontraron dos banderas de 1812 una de ellas tiene la franja central celeste y la superior e inferior blanca, en cambio el retrato realizado por el francés Francois Carbonnier donde Belgrano aparece con las piernas cruzadas, a la derecha del cuadro la imagen de una batalla con una bandera con una franja azul celeste horizontal superior y otra blanca horizontal inferior.
Hubo que esperar hasta el Congreso de Tucumán para reconocer la “bandera celeste y blanca que se ha usado hasta el presente y se usará en lo sucesivo como bandera nacional mayor”.
El Éxodo Jujeño
El 3 de abril de 1812 Belgrano es designado al frente del Ejército Auxiliar del Norte en reemplazo de Pueyrredón.
Con la expedición del Norte Belgrano fue protagonista del éxodo jujeño una de las mayores gestas heroicas de nuestra historia junto al Cruce de Los Andes.
También en esta expedición Belgrano trabajó para que los indígenas obtuvieran un mejor trato y la igualdad con los criollos, el historiador Antonio Pérez Amuchástegui escribió lo siguiente: “Fue inmensa la popularidad que Belgrano adquirió entre los indígenas del Alto Perú y de algunas otras regiones donde llegó su fama. En general los indios… se mantuvieron fieles a su recuerdo.”
Un destacado cacique de Alto Perú llamado Cumbay partidario de la revolución admiraba a Belgrano y le ofreció 1000 indios para combatir a los realistas.
Cuando organizó sus tropas en Jujuy recibió la orden de Buenos Aires de replegarse a Córdoba, ello provocó el Éxodo Jujeño donde lo acompañaron de buen ánimo los humildes, coyas y aymará en cambio debió a obligar a punta de bayoneta a los ricos.
José Manuel de Goyeneche fue el encargado de reprimir el levantamiento contra las autoridades españolas en Cochabamba y a continuación designó a Pío Tristán al mando de tres mil soldados para derrotar al ejército patriota avanzando hacia Jujuy, Belgrano al enterarse había decidido poner en marcha el plan de retirada dispuesto por el Triunvirato donde se aplicaba la táctica de tierra arrasada para que nada pueda ser utilizado por el enemigo.
La táctica consistía en retrasar o detener el avance del enemigo al dejarlo sin agua, sin alimento, sin recursos. Niños, mujeres, ancianos, campesinos se vieron obligados a soportar caminatas diarias de 50 kilómetros, algunos soldados desertan, Belgrano manda a fusilar a un par de desertores como medida ejemplificadora.
Belgrano ordena una retirada general no dejando nada que pueda servir a los invasores, ni casas, ni alimentos, ni animales.
Desconfiaba de los señores adinerados a los que consideraba “desnaturalizados que viven entre nosotros y que pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud”
Tenía información que ya algunos de ellos habían tomado contacto con los invasores para hacer negocios y para que le garantizaran que respetarían sus propiedades, Belgrano no les dio opción si no quemaban todo y se sumaban al éxodo serían fusilados.
El resto de la población colaboró con entusiasmo a pesar de la pérdida total de sus posesiones salvo las que podía llevar con ellos, Belgrano dijo: “Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad… Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al ejército a mi mando, si como aseguráis queréis ser libres”.
La gente llevaba todo lo que podía transportar carretas, mulas, caballos, se cargaron muebles y se arreó el ganado, se incendiaron las cosechas y en las calles se quemaron los objetos que no podían ser trasladados
El 23 de agosto de 1812 a las 17:30 Belgrano da la orden de que el pueblo empiece el vaciamiento de la ciudad de Jujuy e inicie la retirada hacia Córdoba que era la orden de Triunvirato y no presentar batalla en ningún punto de la huida, nadie sabía cuando podrían regresar, Belgrano fue el último en abandonar la ciudad.
En tanto el empuje de la Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro promovió el cambio del primer triunvirato y la conformación de uno nuevo que funcionó entre el 8 de octubre de 1812 y el 31 de enero de 1814.
Este nuevo gobierno fue el encargado de convocar a la Asamblea de año XIII que realizó importantes avances, pero cometió el error garrafal de rechazar los diputados de la Banda Oriental que respondían a Artigas, que llevaba una doble campaña contra los portugueses y los españoles sitiados en Montevideo y también recibía el desprecio de Buenos Aires, pero su enorme prestigio llegaba a Entre Ríos Corrientes Santa Fe y Córdoba
La Asamblea decretó la libertad de vientres, el estatuto para el funcionamiento del ejecutivo, la acuñación de moneda sin la efigie real, la adopción del himno nacional, una reforma militar y judicial.
Tucumán y Salta
El pueblo jujeño llegó a Tucumán después de recorrer 250 kilómetros en cinco días, Belgrano tenía la orden del Triunvirato de retroceder hasta Córdoba, pero el pueblo tucumano le pide que se quede en la ciudad y presente batalla a los realistas, así es como Belgrano decide desobedecer las órdenes de Buenos Aires que pretendía que fuera a la Banda Oriental a combatir a Artigas.
Se reúne con el gobernador Bernabé Araoz el 12 de septiembre, el 24 de ese mes enfrenta a las tropas realistas en las afueras de la ciudad, el ejército patriota tenía 1800 hombres, mientras que Tristán contaba con 3200 y 13 piezas de artillería, a pesar de la desventaja Belgrano obtuvo una victoria resonante y fundamental.
Animados por ese triunfo los patriotas persiguieron a los invasores hasta Salta donde los derrotaron el 20 de febrero de 1813.
Luego de las dos victorias el gobierno le ordenó a Belgrano continuar hasta el Alto Perú donde contrajo paludismo y con un ejército con problemas de abastecimiento fue derrotado en Vilcapugio el 1° de octubre de 1813 y luego en Ayohuma el 14 de noviembre, debió dejar el Alto Perú, y llegó a Tucumán donde le cedió el mando al General San Martín.
En su autobiografía hizo mención a las órdenes contradictorias que llegaban de Buenos Aires y que muchas veces no eran realistas: “Siempre nuestro gobierno, en materia de milicia no ha dado una en el clavo; tal vez es autor de todas nuestras desgraciadas jornadas y de que nos hallemos hoy 17 de marzo de 1814 en situación tan crítica.”
No obstante, la recuperación por parte de las fuerzas patriotas de Montevideo provoca que Pezuela el militar que había derrotado a Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma detuviera su avance hacia el sur para reunirse con Vigodet y atacar Buenos Aires, además Pezuela era permanentemente hostigado por los guerrilleros de Güemes por quien fue derrotado en Salta.
Simultáneamente Fernando VII retornaba al trono para desconocer todos los cambios revolucionarios del pueblo español e imponer su retrógrado poder, a la vez que ordenaba escarmentar a los rebeldes americanos.
A raíz de la victoria en Salta el Cabildo le asignó a Belgrano 40.000 pesos que Belgrano donó para la construcción de cuatro escuelas en Tarija, Salta, Tucumán y Santiago del Estero, además para la compra de útiles y libros como para becas para los alumnos más humildes.
Pasaron muchos años para que los gobiernos cumplieran con los deseos del prócer, la escuela de Tarija se construiría en 1974, la de Tucumánen 1998 y la de Jujuy en 2004. Nunca se construyó la de Santiago del Estero.
La misión a Europa
Gervasio Antonio de Posadas prestó juramento el 1° de febrero del 1814 ante la Asamblea como Director Supremo a cargo de nuevo poder ejecutivo, una de sus primeras resoluciones fue declarar fuera de la ley al caudillo oriental Artigas, otra resolución fue enviar a Belgrano y Rivadavia a negociar a Inglaterra y a España.
A esa delegación se sumó Sarratea que ya estaba en Londres, las instrucciones no eran precisas, pero no descartaban el reconocimiento de subordinación a alguna monarquía si se aceptaba la autonomía con la administración en manos de criollos, si se encontraba intransigencia por parte de España podía negociarse con otra corte como la de Inglaterra.
Cuando llegaron a Londres, Sarratea estaba en tratativas para coronar en el Río de la Plata a un hermano de Fernando VII, pero luego de la batalla de Waterloo que significó la derrota de Napoleón y la instauración de Fernando VII como rey no había ninguna intención de negociar con los rebeldes.
Cuando en Buenos Aires es removido Posadas se llamó a los comisionados para que regresaran, Belgrano lo hizo de inmediato, pero Rivadavia se quedó y se dirigió a España a tratar con el rey.
A su regreso a Buenos Aires, Belgrano mostró su disconformidad con los manejos de Manuel de Sarratea y responsabilizó a Rivadavia por las vergonzosas tratativas de someter al país a un nuevo estado colonial.
Debe haber sido muy irritante para él haber participado de esa misión cuando desde varios años antes era partidario de la declaración de la independencia.
Mientras Sarratea cuestiona la idea de que Rivadavia se dirija a España, Rivadavia da muestras de una vergonzosa obsecuencia hacia el ministro español que lo recibió, le suplica al rey humildemente que le diga cómo deben actuar, pero las negociaciones quedaron rotas por las acciones de guerra en mar y tierra entre España y los patriotas americanos, Rivadavia entonces se dirigió a Paris.
El 9 de enero de 1815 Alvear reemplazó a Posadas, inscribiendo durante su gobierno una de las páginas más bochornosas de nuestra historia, pues le encargó a Manuel García que se había agregado a la misión enviada por Posadas, que obtuviera el protectorado de Inglaterra.
En la carta entregada a García cuyo destinatario era el secretario de negocios extranjeros de Inglaterra, Alvear sostenía que las Provincias Unidas eran inhábiles “para gobernarse a sí mismas y que necesitaba una mano exterior que las dirigiese y las contuviese en la esfera del orden, antes que se precipitaran en los horrores de la anarquía. Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso”. Y más adelante en la carta señalaba: “Es necesario se aprovechen los momentos, que vengan tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe plenamente autorizado que empiece a dar al país las formas que sean de su beneplácito, del rey y la nación...”. Por suerte para el país Alvear sólo permaneció tres meses como Director Supremo.
La Independencia
El 24 de mayo de 1816 se reunió el Congreso con diputados de nueve provincias, Belgrano que recién regresaba de Europa marchó a Santa Fe a negociar con el artiguismo para sumarlo al Congreso pero no llega a ningún acuerdo y sigue su camino hacia Tucumán.
San Martín apura al Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, para la declaración de la Independencia por el Congreso que también adoptó la bandera creada por Belgrano
Desde tiempo antes a 1816, Belgrano creía que había que declarar la independencia, en su proclama a orillas del Río Paraná el 27 de febrero de 1812 haciendo jurar fidelidad de sus soldados a la bandera dijo: “Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y la Libertad”. Y por eso las dos baterías que instaló en las orillas del río tuvieron por nombre Libertad e Independencia.
Participó del Congreso de Tucumán donde propuso que el gobierno de la nación fuera una monarquía constitucional con un inca al frente, tanto San Martín como Güemes estaban de acuerdo con la propuesta.
Su proyecto fue impulsado por el catamarqueño Acevedo, el riojano Castro Barros y los altoperuanos Sánchez de Loria, Pacheco de Melo y aplaudido por los congresales, pero cuando el Congreso se trasladó a Buenos Aires fue olvidado.
El Congreso se trasladó a Buenos Aires, pero Belgrano se quedó en Tucumán donde fue designado nuevamente a cargo del Ejército del Norte que se había replegado a esa ciudad, esta vez sí obedece las órdenes que le llegaron de Buenos Aires e interviene en las disputas internas.
Los últimos días
En 1819 se aprueba una Constitución Unitaria que originó la caída de Director Juan Martín Pueyrredón que fue reemplazado por el general Rondeau quién decide utilizar las fuerzas del ejército de San Martín apostado en Mendoza y el del del Norte dirigido por Belgrano para aplastar el levantamiento de las provincias, San Martin fue reemplazado por negarse a “desenvainar su espada en nuestras guerras civiles” pero el reemplazante de San Martín Marcos Balcarce fue apresado y eso permitió que San Martín pudiera cruzar Los Andes y emprender su gesta libertadora.
San Martin mantuvo una buena relación manteniendo una fluida correspondencia con los caudillos federales Estanislao López, José Gervasio Artigas y más tarde con Juan Bautista Bustos.
Belgrano en cambio acató la orden por eso el 11 de noviembre de 1819 soldados lo detienen en su dormitorio cuando ya estaba muy enfermo, las tropas de Tucumán se sublevaron y detuvieron al comandante teniente coronel Arévalo y al gobernador de Tucumán Feliciano de Mota Botello, el motín en la provincia reinstaló en la gobernación a Bernabé Aráoz que había sido desplazado en 1817.
En febrero de 1820 consiguió autorización de Araoz para dirigirse a Buenos Aires, quién había nacido en una familia acaudalada llegaba al final de sus días sin posesiones y en la más absoluta pobreza, sólo la ayuda de algunos amigos le habían permitido subsistir, la Nación le adeudaba varios salarios atrasados.
El 1° de febrero los federales habían triunfado en Cepeda por eso cuando llegó a la ciudad pasó desapercibido, eran días de agitación política por la renuncia del Directorio, la disolución del Congreso y la negociación con los caudillos Estanislao López y Francisco Ramírez.
Belgrano murió el 20 de junio de 1820, no había logrado que le pagaran los sueldos atrasados, falleció el día de los tres gobernadores, muy pocos se enteraron de su muerte.
Padre de la Patria
En 1873 el presidente Domingo F. Sarmiento inauguró la estatua del general en Plaza de Mayo y en su segundo mandato Julio A. Roca le encargó al artista italiano Ettore Ximenes la construcción de un monumento donde se depositarían sus restos. Primero, había que realizar la exhumación.
El 4 de septiembre de 1902 se realizó la exhumación de los restos del prócer para erigir un nuevo monumento en la iglesia de Santo Domingo, sus ministros de Interior Joaquín V. González y de Guerra Pablo Ricchieri, profanaron su cuerpo para quedarse con un diente cada uno, el diario La Prensa dijo “Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación”.
Los ministros-ladrones tuvieron que regresar los dientes, lo que no entendemos por que hay calles o autopistas que los honran después de haber realizado tamaño latrocinio.
Perón que admiraba a Belgrano pensaba que fue una infamia del gobierno central pedirle que combatiera a los caudillos federales, el 20 de junio de 1949, Perón decidió eliminar el arancelamiento de las Universidades diciendo “desde hoy quedan suprimidos los aranceles universitarios, en forma tal que la enseñanza sea absolutamente gratuita y al alcance de todos los jóvenes argentinos. Para honrar a los héroes nada mejor que imitarlos”.
Mitre lo ubicó como creador de la bandera y le quitó su pensamiento revolucionario, fue la década infame quién colocó como feriado el día de la muerte de Belgrano.
Manuel Belgrano chozno nieto del prócer cuestiona la historiografía de Billiken: “que enseña que creó la bandera y tapan todo el resto, que fue importantísimo, desde fundar ciudades y escuelas. Como la de Náutica y la de Arte y Oficios, hasta el rol central que le dio a la mujer, incluso en las batallas, fue pionero en eso”.
Sigue diciendo el descendiente del prócer: “No se dice que de los cuatro ejércitos expedicionarios fue comandante de tres. Fue autodidacta y eximio militar, como lo remarcó su amigo San Martín. Resultó un hombre muy importante para el ejército nacional, sin embargo, los militares nunca lo reconocieron”.
La dos veces presidenta y una vez vice, Cristina Fernández de Kirchner expresó varias veces su admiración y favoritismo por Belgrano, ella gobernaba el país al cumplirse los 200 años de la creación de la bandera donde se realizó un importante acto en Rosario.
En esa oportunidad la presidenta dijo: “Quiero decirles que recién quienes me antecedieron en la palabra hacían una semblanza del que yo considero uno de los padres de la Patria. Dicen que madre hay una sola, pero esta Patria tiene varios padres y Belgrano, sin lugar a dudas es uno de ellos.”
Y enseguida agregó “Una vez más lo voy a repetir: es mi preferido, sin sus triunfos en Salta y en Tucumán, hubiera sido imposible llevar adelante la lucha en la guerra y en las batallas por la independencia. Rosario debe estar orgullosa de que en sus barrancas se fundó un símbolo que es la decisión de dejar de ser colonia, porque cuando se tiene bandera……”
Fuentes:
Revista Caras y Caretas Nro. 59 Febrero 2020
Artículos de la revista:
Autobiografía. Manuel Belgrano
Historia de la Argentina. Ernesto Palacio
La revolución según Mariano Moreno. Roberto Silva
Las masas y las lanzas Jorge Abelardo Ramos