El Forjista
El ambicioso emperador francés que había ocupado Lisboa desplegando sus ejércitos por España decidió que también era la oportunidad para quedarse con el país aliado e imponer sus condiciones, al comenzar el año 1808 Napoleón ordenó a sus tropas ocupar las principales ciudades españolas.
En España había un grupo de partidarios del príncipe Fernando porque desconfiaban del ministro y hombre de confianza de rey y la reina, Miguel de Godoy, al que pretendían forzarlo a renunciar.
Ante la decisión francesa de ocupar el país, el partido fernandino decidió rebelarse en Aranjuez, la iniciativa la tomó la Guardia de Corps que integraba el hermano de San Martín y que tenía la función de cuidar a la familia real, comenzaron por detener a Godoy, ante esta circunstancia y la resistencia que se evidenciaba a la figura de su influyente ministro, Carlos IV abdicó el 19 de marzo de 1808.
A partir de ese momento comenzó una de las más bochornosas historias de la cobarde monarquía española, Carlos IV se coloca bajo la protección del general francés Murat, es decir de los invasores de su patria, en reemplazo del renunciado se coronó a su hijo Fernando VII como nuevo rey.
Pero la lista de claudicaciones continuó porque una vez seguro bajo la protección de los franceses Carlos IV dio marcha atrás con la abdicación y se proclamó nuevamente rey de España, le escribió una carta a Napoleón explicándole que en realizad lo habían forzado a abdicar.
Su hijo Fernando VII, no menos cobarde, también intentó congraciarse con el emperador francés y le envió una serie de regalos, entre ellos una espada de un rey francés tomada por un monarca español en 1525, Napoleón recibió los regalos, pero no reconoció a ninguno de los dos, tenía otras intenciones.
El 23 de marzo el general francés Murat ingresa en Madrid sin haber consultado a Napoleón, la reacción del pueblo español fue muy diferente a la de sus monarcas, el 2 de mayo el pueblo se levanta en armas contra los invasores que tenían el ejército más poderoso del momento, lo hicieron munidos de improvisadas armas porque escaseaban y con cualquier herramienta de trabajo que pudiera ocasionar algún daño a los invasores.
Los franceses se vieron sorprendidos por esta reacción y lo resolvieron actuando con la mayor crueldad, sin piedad terminaron asesinando a niños y mujeres, la caballerosidad que habían mostrado en otras guerras aquí no apareció.
Mientras tanto la familia real seguía componiendo nuevos actos de vergonzosa genuflexión, en abril tanto padre como hijo marcharon a encontrarse con Napoleón en Bayona, en la comitiva marchaba Justo Rufino de San Martín, que luego de este acto de humillación renunció a la Guardia para incorporarse a los ejércitos que luchaban contra los franceses.
En Bayona se consumó la mayor traición, Fernando le devolvió la corona a su padre, quién abdicó en favor de Napoleón expresando: “cediendo a mi aliado y caro amigo el emperador de los franceses todos mis derechos sobre España e Indias”.
Como reconocimiento al acto de sumisión Napoleón les asignó a Carlos IV, su esposa María Luisa y el favorito de ambos Manuel de Godoy un castillo en Compiegne y a Fernando y su hermano Carlos María otro palacio de Valencay en el valle del Loire, los dos palacios estaban atendidos por una numerosa servidumbre y ambos monarcas cobraron una renta por sus servicios a los ocupantes de su país.
Gran parte de la nobleza española se sometió al nuevo amo, varios de ellos fueron invitados por Napoleón a su casamiento con María Luisa de Hagsburgo en 1810, durante la lujosa fiesta Fernando dijo a viva voz: “¡Viva el emperador!” y lo felicitó tanto por su matrimonio como por los triunfos militares sobre su propio pueblo que paradójicamente luchaba en nombre de Fernando VII.
Los partidarios de Fernando creían, confundidos, que el monarca era un patriota y estaba prisionero de los franceses, por eso planearon su “liberación” pero cuando el príncipe se enteró, él mismo denunció el plan a los franceses y varios de sus partidarios fueron detenidos y ejecutados.
Napoleón designó a su hermano José como rey de España que hasta ese momento estaba al frente del reino de Nápoles, las medidas liberales que comenzó a implementar éste motivó que una porción de la elite española lo apoyara: definió una Constitución liberal que contemplaba un parlamento al que denominaban Cortes, suprimía la Inquisición, la aplicación de torturas y permitió que las colonias designaran a sus representantes en las Cortes.
Sin embargo, la gran mayoría del pueblo español continuó su resistencia a los agresores, la indignación creció al conocerse la traición de Bayona y la represión salvaje de los franceses en Madrid.
Los españoles contaron con el apoyo inglés y de acuerdo a las circunstancias adoptaban tácticas de guerrillas cuando en la operación no participaban soldados profesionales.
En septiembre de 1808 se formó la Junta Central en Aranjuez con la idea de coordinar las acciones de los gobiernos regionales, pero dos meses después ante el avance de las tropas agresoras se trasladó a Sevilla.
Justo Rufino después de renunciar a la escolta real se suma a las fuerzas del general José de Palafox que defendían la ciudad de Zaragoza capital de Aragón que se encontraba sitiada por los franceses.
En tanto San Martín se encontraba en Cádiz donde el 29 de mayo estalla una rebelión contra el gobierno que se encontraba a cargo de Francisco Solano y Ortiz de Rozas porque la población consideraba que no estaba haciendo todo lo posible para combatir a los franceses.
Una multitud se congregó alrededor de la sede de gobierno, buscando linchar a Francisco Solano, San Martín estaba a cargo de la defensa del palacio y respetó la orden de Solano de no disparar contra los manifestantes, ordenó cerrar todos los portones, pero la entrada principal fue arrasada con un cañonazo.
Solano optó por hacer frente a la multitud, fue golpeado y atado y así conducido a la plaza, en ese trayecto fue apuñalado, su cuerpo fue despedazado, se dice que quién lo apuñaló era un amigo que se compadeció y puso fin a sus padecimientos.
San Martín también fue atacado por un grupo que creyó que era Solano, les hizo frente y logró herir a alguno de ellos y los restantes optaron por huir, se refugió en la casa de un coronel de su ejército, permaneció varios días allí escondido para luego escapar a Sevilla e incorporarse al Batallón de Voluntarios de Campo Mayor, nuestro libertador llevó por el resto de su vida una medalla con la efigie del general Solano.
Luego de ser ascendido a mayor por la Junta de Sevilla el batallón en que revistaba es puesto bajo las órdenes del general Francisco Javier Castaños, formando parte de la división que comandaba Antonio Malet marqués de Coupigny.
El 23 de junio de 1808 San Martín tuvo el primer enfrentamiento con los franceses en Arjonilla cuando un grupo a su mando se cruzó con un pelotón enemigo y decidió atacarlo, los puso en fuga después de haber matado a 17 franceses y herir a 4, su vida corrió peligro pero fue salvada por la rápida y valiente intervención del soldado Juan de Dios.
San Martín fue condecorado por el coraje que mostró en la batalla y nuevamente fue ascendido a capitán del Regimiento de Borbón, el enfrentamiento en Arjonilla fue de menor importancia pero España necesitaba buenas noticias porque eran más las derrotas, por eso este combate que lo tuvo como protagonista fue elogiado por la Gaceta Ministerial de Sevilla remarcando su valiente actuación.
El marqués Coupigny jefe de la división lo nombró como su ayudante de campo, participó en dos combates que fueron importantes para España, la batalla de Villanueva de la Reina y en el combate decisivo de Bailén el 19 de julio de 1808.
Ese día tras nueve horas de combate el general francés Dupont debió rendirse ante el general Castaños que lideraba las tropas españolas, el ejército de Napoleón sufrió un golpe demoledor con la pérdida de 20.000 hombres entre muertos, heridos y prisioneros.
La Junta de Sevilla ordenó que se le entregara una medalla de oro a todos los que habían participado del combate, la que hoy se encuentra en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires.
Escribió el historiador Ornstein: “La contraofensiva de Castaño en Andalucía, que culminó en la batalla de Bailen, así como también la campaña que dirigió el marqués de Coupigny, rubricada con la gran victoria de Albuera, Ie permitieron apreciar el verdadero rendimiento que puede exigirse a las tropas cuando luchan por Ia libertad de su patria, aun contra un enemigo superior en número y en calidad”.
Jose Bonaparte llegó a Madrid el 20 de julio al día siguiente de la derrota de Bailén pero ante el riesgo de ser atacado decidió replegarse hacia el norte el 29, unos días después el general Castaños ingresaba a la ciudad siendo recibido por una algarabía generalizada.
Tomando el ejemplo de la España ocupada en 1808 en América se formaron juntas, así sucedió en México y Montevideo, esta última cuestionada por el virrey Liniers, la Junta de Sevilla envío a Cisneros como nuevo virrey el que fue recibido con mucha desconfianza.
Después de la batalla de Bailén San Martín se vio afectado por el asma que lo aquejó a lo largo de su vida por lo que tuvo que trasladarse a Sevilla y guardar reposo, en tanto recibía la noticia que la Junta Central lo ascendía a teniente coronel.
Como los ataques de asma no lo abandonaban fue designado a la Junta Militar de Inspección de la Reserva del Ejército, aunque la enfermedad no le permitió ejercer sus funciones.
Ante la retirada de su hermano José que buscó refugio en el País Vasco, Napoleón decidió comandar él mismo las tropas para terminar con la rebelión popular, se puso al frente de un ejército de 300.000 hombres con los cuales emprendió un avance indetenible que concluyó ingresando a la capital en diciembre, reponiendo en el trono a su hermano. Pero a comienzos de 1809 Napoleón debió dejar España para atender otro frente en Austria.
La Junta Central ante el avance de los franceses debió ir cambiando su sitio de residencia hasta que de diciembre de 1808 hasta comienzos de 1810 estuvo instalada en Sevilla.
La ciudad de Zaragoza resistió todo lo que pudo hasta que se rindió el 21 de febrero de 1809 por lo que Justo Rufino cayó prisionero de los franceses, hacia fines de ese año la que debe rendirse es la ciudad de Gerona luego de haber muerto 10.000 españoles que inscribieron una de las páginas más heroica de la resistencia.
El avance de las tropas de Napoleón parecía que no podía ser detenido a pesar de las múltiples muestras de coraje del pueblo español, 13 de enero de 1810 la Junta Central se traslada de Sevilla a la isla de León frente a Cádiz, ahí se instala el Consejo de Regencia.
Esta nueva institución no fue reconocida en varios lugares de América, donde comenzaron a aparecer Juntas conformadas por los ciudadanos más representativos, en abril en Caracas, en mayo ocurrió en Buenos Aires y Cartagena de Indias, en julio en Cali y Bogotá y en septiembre en Santiago de Chile y Quito.
Pero la conformación del Consejo de Regencia no fue solo cuestionada en América, también se levantaron airadas quejas por la disolución de la Junta Central, en Sevilla se produjo un levantamiento popular que acusaba a los dirigentes de la Junta de traición y cobardía, mientras que en Cádiz se produjo una rebelión contra el Consejo de Regencia.
La rebelión popular provocó que la Junta provincial de Sevilla se volviera a declarar como Central, esta nueva autoridad comenzó a adoptar decisiones para enfrentar a los franceses para lo cual contaba con la ayuda de Gran Bretaña que envió al general Wellesley conformando un ejército anglo-español que fue comandado por el marqués de Coupigny que mandó a llamar a San Martín para que fuese nuevamente su ayudante de campo.
Así fue como nuestro futuro libertador debió atravesar España recorriendo casi mil kilómetros, casi todo el sur había quedado en poder de los franceses salvo Cádiz que comenzó a ser cercada.
En abril de 1810 San Martín se unió al ejército donde debía cumplir sus funciones, el mismo estuvo combatiendo en Portugal donde obtuvieron importantes victorias, Coupigny y San Martín en enero de 1811 se embarcaron en Lisboa con destino a Cádiz; en ese momento el futuro libertador debió realizar un reclamo porque llevaba varios meses sin cobrar el sueldo.
El Consejo de Regencia también se había dedicado a reorganizar el ejército con la ayuda de los ingleses el que ya estaba alistado para entrar en acción en diciembre de 1810.
San Martín participó del combate de La Albuera cerca de Badajoz tomada por los franceses allí los invasores fueron derrotados por las tropas españolas, inglesas y portuguesas que dirigía William Carr Beresford que antes había comandado la invasión a Buenos Aires no consiguiendo su objetivo.
Las Cortes aprobadas por el Consejo de Regencia habían comenzado a sesionar el 24 de septiembre de 1810 proclamando a Fernando VII rey de España y ante la ausencia de este se declararon depositarias de la soberanía nacional.
La capitulación de los reyes españoles y la anarquía que se apoderó del país hizo reflexionar a los americanos que estaban en España luchando por una causa en la que no creían, la libertad que anhelaban había que defenderla en América.