El Forjista
La autora Shoshana Zuboff es una socióloga estadounidense, profesora emérita en la Harvard Business School, en las 900 páginas de este libro nos muestra como las grandes empresas tecnológicas se han apoderado de nuestra privacidad para monetizarla en su propio beneficio y lo hicieron a nuestras espaldas, sin pedirnos permiso.
Adelantándonos a los que describiremos a continuación queremos expresar que Zuboff logra mostrarnos esa realidad que está ante nuestros ojos, pero que no alcanzamos a ver, logra de manera brillante su objetivo, pero aclaramos que no estamos de acuerdo con las conclusiones a las que llega, especialmente cuando se introduce en las profundidades de la política, pero estas discrepancias las dejaremos para el final.
Ahora pasamos a mostrar lo que si ha logrado exponer con gran maestría lo que ella denomina el capitalismo de la vigilancia.
Descubriendo la publicidad
Comienza la autora reconociendo la gran desigualdad existente en los países más poderosos del mundo como Estados Unidos y en Europa, citando al prestigioso economista francés Thomas Piketty que escribió en contraposición a los que dicen neoliberales y libertarios: “una economía de mercado [...] abandonada a sí misma contiene en su seno [...] poderosas fuerzas de divergencia, potencialmente amenazadoras para nuestras sociedades democráticas y para los valores de justicia social en que están basadas”.
En países como los Estados Unidos los ciudadanos estaban alertas de lo que pudieran hacer los Estados, pero nadie les había dicho que debían cuidarse de lo que hacen las empresas privadas en particular las multinacionales tecnológicas.
Empresas nuevas, con adelantos tecnológicos que sorprenden, dirigidas por jóvenes que se enriquecieron rápidamente, la publicidad montada en torno a esas corporaciones, hicieron que los consumidores estuvieran desarmados para el embate que consumaron sobre la privacidad de los individuos.
Las políticas neoliberales impuestas en muchos países fueron el ambiente propicio para ese avance sin control de estas corporaciones, era esta ideología que promovía que nada debía molestar el accionar de las empresas que como tenían productos y servicios novedosos, no estaban encuadradas dentro de ninguna legislación.
Google fue la gran estrella de ese capitalismo de la vigilancia, de igual forma que Ford y General Motors fueron los paradigmas de la producción masiva industrial.
En 2016 una demanda contra Google realizada por un ex empleado expuso que dentro de la empresa existe un régimen de espionaje interno que promueve la delación de aquel trabajador que viole el convenio de confidencialidad, una estricta prohibición de dar a conocer detalles de los manejos de la empresa, si hay algo que ocultar es posible que los manejos no sean tan inocuos.
Google se constituyó como empresa en 1998, fundada por Larry Page y Sergey Brin, dos estudiantes de posgrado de Stanford, al comienzo la preocupación de la empresa se centraba en mejorar las búsquedas de los usuarios.
Pero no tardaron en ver las posibilidades de dar el gran salto en cuanto a redirigir la publicidad según las búsquedas y los gustos de los usuarios personalizándola.
Hasta ese momento la publicidad era un arte más que una ciencia, había que adivinar las preferencias de los destinatarios, el gran paso de Google fue poder llevar un mensaje particular a cada persona y de esa manera poder influir en su comportamiento, es decir Google obtuvo un superpoder.
Ese superpoder le permitiría leer la mente de sus usuarios conociendo sus intereses y todo esto derivado de sus búsquedas y de su navegación en internet.
Las llamadas cookies creadas en 1994 por el navegador Netscape guardan información personal de los usuarios que son enviadas al navegador y constituyó una de las formas que tienen las empresas de detectar la navegación y los gustos de los usuarios.
En el 2000 la Administración Clinton prohibió las cookies en todos los sitios web del Gobierno, y ahora vemos que algunas páginas piden autorización a los usuarios para guardar las cookies.
Expropiación de la privacidad
Google fue la primera empresa en saber utilizar las cookies, los algoritmos y otras herramientas analíticas para expropiar unilateralmente el manejo conductual de los usuarios, esto produjo un crecimiento exponencial de sus ganancias, en 2001 obtuvo un crecimiento de sus ganancias en un 400% con respecto al año anterior y en cuatro años ascendieron un 3591%.
Nos dice Zuboff que los usuarios pasaron a ser proveedores inconscientes de materia prima para que las empresas del capitalismo de la vigilancia incrementaran sus ingresos.
Y desde que Google comprendió el poder del negocio, sus dueños comenzaron un proceso de ocultación, para evitar se conociera como la privacidad de los usuarios era saqueada, los empleados tenían estrictamente prohibido comentar los procedimientos internos.
El recorrido de Google fue copiado por Facebook que dejó de ser una simple red social para transformarse en un gigante de la publicidad, abriendo un mercado de datos que también invadió la actividad política.
Además, estas empresas crecieron con una rapidez extraordinaria en la historia del capitalismo, en 16 años Google creció hasta los 400.000 millones de dólares de valoración de mercado en 2014, pasando a ser la segunda empresa más importante del mundo después de Apple.
La autora señala que el tema no es que las empresas ganen con los datos del usuario mientras estos no reciban ningún beneficio monetario, lo grave es que se usen nuestros datos sin consentimiento y que además se busque establecer un dominio sobre nuestras vidas modificando nuestra conducta cuando pretenden influenciar no sólo en la compra de mercancías, sino también en nuestro voto y en la conducta política.
Los dueños de esas corporaciones en nombre de la libertad pretenden no estar sometidos a ninguna ley y actuar sin limitaciones, determinados sucesos como atentados terroristas han establecido asociaciones entre los gobiernos y estas empresas para espiar a los ciudadanos, y también ejercen a través de sus productos una censura sobre todas aquellas voces que cuestionen su comportamiento empresarial.
Tanto Google y Facebook han seguido una política de concentración con la adquisición de otras empresas mostrando un comportamiento con tendencia al monopolio, por ejemplo Google con la compra de Youtube y Facebook con Whatssap.
Los grandes empresarios estadounidenses de fines del siglo XIX también pretendieron que no haya leyes que limiten su ambición y codicia, fueron conocidos como los “magnates ladrones”, el capitalismo de la vigilancia pretende también un mercado desregulado donde pueda actuar sin limitaciones.
Por ejemplo, el multimillonario John Rockefeller decía que su desmesurada fortuna petrolera era el resultado de «la ley natural del desarrollo del comercio», según el historiador David Nasaw, lo que pretendían estos magnates era “circunscribir la democracia”, y para conseguirlo financiaron candidatos políticos propios, y a través de los medios atacaron la idea del derecho de la democracia a intervenir en el terreno económico.
La consecuencia del neoliberalismo
Estas empresas se vieron beneficiadas por el neoliberalismo que sustentan casi todos los gobiernos estadounidenses y que se aplica en varios países, el cual permite a las empresas moverse sin limitaciones legales, cuando Google ingresó a la Bolsa en 2004 ya casi estaba establecido que estas empresas debían autoregularse y la Administración Pública no debía intervenir, es así como antes que en los Estados Unidos fue en Europa donde se le impusieron grandes multas a estas empresas, Microsoft fue una de las primeras en recibir sanciones por su comportamiento monopólico.
El neoliberalismo económico fue acompañado por un Poder Judicial que actuaba a favor de las corporaciones y en contra los derechos de los ciudadanos, así fue como hubo muchos fallos favorables para que las empresas no tuvieran limitación, mientras el dinero de las corporaciones afluía a las campañas electorales.
Las limitaciones a los derechos ciudadanos se vieron más amenazados después de los atentados a las Torres Gemelas en 2001 con la que se llamó Ley Patriótica que creó un programa para detección de terroristas con el que colaboraron las empresas del capitalismo de la vigilancia.
En el 2003 Google obtuvo un contrato para equipar a la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos NSA con su propia tecnología de búsquedas, pudiendo rastrear 15 millones de documentos, esta asociación continúa hasta la actualidad, también es habitual la puerta giratoria entre las agencias de seguridad y estas empresas.
Los favores que reciben esta compañías de los gobiernos se debe a la influencia que pueden tener en las elecciones, muchos integrantes de las empresas pasan a formar parte de los gobiernos algo que se pudo apreciar en los gobiernos de Obama.
También desarrollan una tarea de lobby en el ámbito cultural y académico, donde estas multinacionales realizan una verdadera campaña publicitaria para hacer ver sólo el aspecto positivo de las empresas ocultando los aspectos oscuros de su actividad, convirtiéndose en influencers en la opinión pública.
Google demostró todo su poder de influencia en las elecciones en la campaña a favor de Obama, en esa campaña en 2008 recopiló un significativo volumen de datos sobre más de 250 millones de estadounidenses, uno de los asesores de Obama declaró: “Sabemos a quién va a votar la gente antes incluso de que lo haya decidido”.
Tras la victoria de su candidato, Eric Schmidt director ejecutivo de Google, se integró en el Consejo Asesor sobre la Transición Económica y apareció junto a Obama en la primera conferencia de prensa que este dio tras las elecciones, Schmidt también tuvo una actuación preponderante en la reelección de Obama en 2012.
El equipo de campaña conocía “por su nombre, su dirección, su raza, su sexo y su nivel de ingresos a todos y cada uno de los votantes indecisos del país a quienes necesitaba convencer de que votaran a Obama”, y había averiguado cómo hacer anuncios televisivos dirigidos a esos individuos.
Hasta abril de 2016, 197 personas habían pasado del Gobierno a trabajar en Google y 61 había realizado el recorrido contrario.
Sobornos
En julio de 2017 el Wall Street Journal informó que desde 2009 Google financió a profesores universitarios para que defendieran la posición de la empresa, para que no tuvieran regulaciones legislativas sobre su actividad, la empresa tenía la última palabra sobre los informes y los autores ocultaban quienes lo financiaban.
En tanto que también en 2017 la Unión Europea aplicó una multa de 2700 millones de dólares a Google porque la empresa adoptó posiciones monopólicas, también se descubrió que de manera intencional excluía de las búsquedas a competidores mientras privilegia a las empresas propias, el capitalismo de la vigilancia ha posibilitado que actitudes que antes se consideraban como monopólicas ahora sean cotidianas.
Un estudio realizado en 2015 determinó que un usuario que ingresara a los 100 sitios más populares de internet terminaría descargando 6000 cookies en su computadora, pero que la mayoría de ellas no eran de los sitios que había visitado, el rastreo que hace Google se encarga de bajar otras cookies que le interesan a la empresa para tener una información completa del usuario.
El software Disconnect para proteger la privacidad de los usuarios no es posible hallarlo en Google Play porque conspira contra su negocio de quedarse con la privacidad de los usuarios, al iniciar una demanda contra la censura de Google la empresa expresó que “las compañías publicitarias, incluida Google, usan estas conexiones invisibles para rastrear al usuario mientras navega por la red o abre otras aplicaciones móviles a fin de recopilar información personal sobre él o ella, crear un perfil suyo y ganar dinero vendiendo publicidad dirigida a ese usuario”.
Claro que las empresas juegan a seducir a los usuarios a través de capacidades de almacenamiento sin precedentes, acceso a nuevas funcionalidades, comunicación inmediata, y otras novedades.
Por supuesto que ha habido preocupación constante por este abuso de las empresas y les ha valido gran cantidad de denuncias, pero la gran ventaja que cuentan es que toda denuncia demora mucho en resolverse y esta demora es a favor de las empresas porque se produce una habitualidad en los usuarios de tal forma que lo que en principio causaba indignación con el tiempo provoca hábito y el enojo se olvida, con esto juegan las corporaciones demorando lo más posible las investigaciones en su contra.
Pero cuando se produce un fallo que obliga a las empresas a realizar algún cambio estas responden con un maquillaje menor, con una modificación insignificante que le permite seguir con el negocio sin problemas.
Te estamos espiando
Cuando Facebook agregó en 2010 el botón “Me gusta” le permitió a Zuckerberg, el dueño de la empresa, comenzar la operación de apropiación de los datos del cliente, un estudio realizado seis meses después mostró que ese botón era un poderoso mecanismo para conocer la conducta de los usuarios, a la vez que Facebook también instala cookies en las computadoras de los usuarios, también se descubrió que seguía el rastro del usuario aun cuando se hubiera desconectado de la aplicación.
A fines de 2011 Facebook reconoció ante Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos haber “engañado a los consumidores, compartiendo y haciendo pública mucha de su información en Facebook que la empresa les había dicho que podían optar por mantener como privada”.
Una de las empresas más multada especialmente en Europa por prácticas monopólicas es Microsoft, cuando lanzo Windows 10, expertos denunciaron que “se concede a sí mismo el derecho a transmitir montones de nuestros datos personales a los servidores de Microsoft, a usar nuestro ancho de banda para fines propios y particulares de Microsoft, y a elaborar perfiles de nuestro uso de Windows”.
Otra investigación concluyó que cuando se inhabilita servicios como Cortana, el sistema seguía accediendo a Internet y transmitiendo información a Microsoft, incluso datos personales y ubicación.
La empresa de telefonía celular de los Estados Unidos Verizon, ya viene con un rastreador que no puede ser inhabilitado por el usuario, también utiliza una llamada “cookie zombi” que no puede ser borrada aún cuando el usuario proceda a borrar las cookies.
Verizon es la principal operadora de telefonía celular en los Estados Unidos, la segunda es AT&T que ha instalado un rastreador similar al de la primera.
Estos rastreadores permiten los anunciantes realicen un perfil del usuario y detecte los hábitos de navegación web de sus visitantes sin que ellos se enteren de todo este proceso, estos rastreadores iniciados por Verizon se han difundido a todas las empresas de telefonía móvil.
Las herramientas de Verizon para controlar todos los movimientos de los usuarios fueron utilizadas por las demás empresas del capitalismo de la vigilancia, publicidad móvil de Twitter comenzó a usar el identificador de Verizon y la “cookie zombi” fue adoptada por Yahoo, Google, Facebook y Twitter, Verizon terminó comprando Yahoo en 2017.
El 28 de marzo de 2017 el Congreso estadounidense con mayoría republicana decidió derogar regulaciones que protegían a los usuarios, hasta ese momento las compañías telefónicas y de cable debían obtener el expreso consentimiento de los usuarios para poder utilizar su información personal.
La democracia en peligro
Este capitalismo de la vigilancia es producto directo del neoliberalismo que contrata a científicos para que utilicen sus conocimientos para asaltar la privacidad de las personas, la transformen en datos para un uso mercantil que crea valor prediciendo y controlando la conducta humana, e influyendo en ella.
El profesor de Berkeley Paul M. Schwartz advirtió ya en el lejano 1989 que: “Lo que el ordenador pone en peligro es la autonomía humana. Cuanto más se sabe de una persona, más fácil resulta controlarla. Garantizar la libertad de la que se nutre la democracia requiere de una correcta estructuración del uso social de la información e, incluso, de que se permitan ciertas dosis de ocultación de la información”.
Lo que resalta la autora es que el capitalismo de la vigilancia es profundamente antidemocrático, pero su considerable poder no se origina en el Estado, como ha sucedido históricamente, sino que se produjo una privatización no autorizada de los sucesos que componen la vida de los seres humanos.
Sin embargo, queda claro que hay una asociación de estas empresas con los gobiernos a partir del atentado a las Torres Gemelos, simbiosis que pone en duda la democracia cuando todos los ciudadanos pueden ser espiados.
Nuestra conducta que antes podía ser ocultada, al menos en parte, ahora se ha convertido en propiedad de empresas que la utilizan para obtener mayores beneficios económicos.
Sucesos que ocurren hoy a la vista de todos han sido previstos por escritores del pasado que los plantearon como distopía, sin embargo, producto de la publicidad del capitalismo de la vigilancia la recibimos con alborozo porque son presentadas como avances de la Humanidad, cuando en realidad no son más que un negocio empresario.
Como muy bien dice Zuboff los negocios de las empresas se presentan como un producto del avance de la tecnología que es inevitable, y es esa supuesta inevitabilidad lo que elimina la capacidad humana de resistencia y pensamiento propio.
Bajo la apariencia de lo inevitable, se consuma un fraude que pretende nuestra pasividad y aceptación mansa ante fuerzas que parecen implacables en su búsqueda de lucro, claro que eso lo ocultan cuando lo presentan como algo conveniente para todos, una característica de la vida moderna es la aceptación incondicional de la tecnología.
Máquinas espías
Hoy estamos cerca que cualquier artefacto moderno del hogar pueda estar espiándonos, por ejemplo, Colin Angle el director ejecutivo de la compañía que fabrica la aspiradora Roomba, habló de su estrategia de negocio para el hogar inteligente, reconoció que se basaba en el aprovechamiento de los datos y que comenzaría abriendo una nueva vía de ingresos con la venta de planos de las viviendas de sus clientes tomados gracias a las nuevas capacidades instaladas en esas máquinas.
La cama Sleep Number, una cama inteligente con monitoreo del sueño, recopila datos biométricos y de sueño de cualquier persona que use la cama, sus movimientos, sus posturas, su respiración y su frecuencia cardiaca mientras duerme, a los clientes se les avisa de que la empresa puede compartir su información personal.
Los hogares están en la mira de las empresas a través de los dispositivos inteligentes, seguramente se sorprenderá de saber que existen cepillos de dientes inteligentes, lámparas de luz inteligentes, tazas inteligentes, hornos inteligentes, exprimidores inteligentes y hasta cubiertos inteligentes.
Las mayorías de las aplicaciones vinculadas a la Salud toman información de los consumidores sin permiso de ellos, enviando esos datos a empresas de publicidad.
Una investigación de las pulseras de actividad concluyó que casi todas transmitían a los servidores de la proveedora todos los detalles de la actividad realizada.
En 2015 un grupo de activistas de la privacidad descubrieron que los televisores inteligentes de Samsung eran demasiado Smart, porque grababan todo lo que se decía en el entorno próximo y las conversaciones eran enviadas para ser transcriptas por un software de reconocimiento de voz.
En California se prohibió que los televisores conectados a red recopilen datos de voz sin informar de manera clara y destacada a los consumidores y que esos datos se utilicen para publicidad de terceros.
En Nueva Jersey se le impuso una multa de 2,2 millones de dólares a la empresa Vizio una de las principales fabricantes y distribuidoras de televisores inteligentes, cuando se descubrió que recopilaba una cantidad inmensa de información que luego vendía a anunciantes los historiales de los espectadores.
También hay inocentes juguetes que espían, muñecas, muñecos o robots interactivos, una muñeca llamada “Mi Amiga Cayla” que somete a los niños y los celulares de sus padres a una vigilancia continua, en 2017 la Agencia Federal de Alemania prohibió la muñeca Cayla por considerarla un dispositivo de vigilancia ilegal e instó a los padres a desprenderse de ese juguete.
Los juguetes Genesis Toys traen una aplicación que cuando se descarga en el celular proporciona procesamiento de datos para que el juguete capte y entienda cualquier cosa que diga la niña o niño, esa aplicación tienen acceso a cualquier función del celular como los contactos o la cámara, la conexión bluetooth que enlaza el juguete con internet, graba conversaciones.
Mattel una de las mayores empresas de juguetes del mundo ha incrementado su producción de juguetes interactivos que incorporan conexión a internet con la nueva muñeca Barbie que conversa y la Casa de los Sueños que responde a más de 100 órdenes, pero nueve meses después, Mattel anunció que dejó sin efecto la casa conectada a internet ante la indignación de los padres y de los militantes en defensa de la privacidad.
Cuando el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, presentó Cortana en 2016 dijo sobre el software: “Te conoce a fondo. Conoce tu contexto, a tu familia, tu trabajo. Conoce el mundo. No tiene límites”.
Hal Varian economista jefe de Google dijo al presentar “Google Now” que el software “tiene que saber mucho de ti y de tu entorno para proporcionar estos servicios” y sobre la necesidad que entregues toda tu información al asistente digital: “Ya no se puede devolver al genio a la lámpara. Todo el mundo esperará que los rastreen y lo monitoreen, pues las ventajas, en términos de comodidad, seguridad y servicios sean tan grandes… que el monitoreo continuo será la norma”.
Cambridge Analytica
Una de las empresas más agresivas en cuanto a apropiarse de la privacidad y tratar de influir en la conducta de los usuarios es Facebook, el caso de Cambridge Analytica y su participación en campañas políticas así lo demuestra.
Michal Kosinski de la Universidad de Cambridge y David Stillwell, vicedirector del Centro de Psicometría de Cambridge sostenía que “la personalidad del usuario puede predecirse de forma fácil y efectiva a partir de sus datos públicos”.
En 2010 Mark Zuckerberg anunció la decisión de la empresa de publicar unilateralmente la información de los usuarios, en realidad de comercializarlos.
En 2013 un estudio de Kosinski, Stillwell y del investigador de Microsoft Thore Graepel revelaron que los “me gusta” de Facebook podría permitir estimar de forma automática y precisa una amplia variedad de atributos personales, que la gente cree que son privados, entre los que se encontrarían la orientación sexual, la etnia, las opiniones religiosas y políticas, rasgos de la personalidad, inteligencia, grado de felicidad, consumo de sustancias adictivas, separación de los padres, edad y sexo.
También señalaban que los motores de predicción automática en manos de empresas privadas o de gobiernos, podían analizar millones de perfiles sin consentimiento, descubriendo aspectos de la vida de las personas que ellas no quieren que trasciendan, y que esa información en malas manos podía significar una amenaza para los individuos.
Cambridge Analytica era una consultora británica propiedad del millonario Robert Mercer y cuyo vicepresidente era Steve Bannon un referente de la ultraderecha, el director ejecutivo de la compañía Alexander Nix presumió de haber aplicado la microfocalización conductual en apoyo del Brexit y la candidatura de Trump en 2016, también participó en la campaña de Macri en 2015, Nix dijo que tenían entre 4 y 5 mil datos de cada adulto estadounidense.
Un trabajador de Cambridge Analytica Chris Wylie fue el que denunció a la empresa mostrando las maniobras realizadas por la empresa para predecir el comportamiento de las personas e influir en ellas.
La empresa contrató a Alexander Kogan de la Universidad de Cambridge para que usara los datos de Facebook, empresa con la cual ya había trabajado, Kogan llegó a elaborar más de 50 millones de perfiles psicológicos que vendió a Cambridge Analytica.
Al conocerse la noticia de las maniobras de Cambridge Analytica y la complicidad de Facebook, la consultora presentó la quiebra, pero Facebook sigue manejándose en la oscuridad sin problemas.
En 2015 un proyecto llamado Realeyes obtuvo una subvención de 3,6 millones de euros de la Comisión Europea para un proyecto cuyas siglas en inglés eran SEWA que significaban Análisis Automático de Sentimientos, su objetivo era: “desarrollar tecnología automatizada que sea capaz de leer la emoción de una persona cuando esté viendo un contenido y determinar cómo está relacionada con lo mucho que le haya gustado ese contenido”.
La combinación entre sensores y software puede reconocer rostros, estimar edad, la etnia y el género, analizar la dirección de las miradas y los parpadeos, interpretar microexpresiones, movimientos oculares, emociones, estados de ánimo, estrés, aburrimiento, confusión, etc.
Realeyes explica que sus cámaras web graban a las personas viendo videos en sus hogares y pueden captar reacciones genuinas, los algoritmos procesan las expresiones faciales, y con ello detectan emociones y las conocen en tiempo real, esto le permite a los clientes de la empresa tomar mejores decisiones comerciales.
Ciencia al servicio de la vigilancia
Zuboff nos cuenta de manera detallada como la ciencia y la tecnología pudieron ir detectando los actos y las conductas de los seres humanos para convertirlos en datos y luego comercializar esa información con distintos fines, algunos comerciales, otros políticos.
Por supuesto algunos de esos científicos hicieron descubrimientos sin pensar en fines comerciales, mientras que otros descubrieron el valor de lo que habían desarrollado y pusieron manos a la obra en el armado de un negocio.
Paul Ekman cuando era un joven profesor de la Universidad de California escribió artículos defendiendo la idea que los actos de las personas muestran más que sus palabras, junto a su colaborador Wallace Friesen publicó el sistema de codificación de la acción facial (FACS) que distingue los movimientos de los músculos de la cara y los descompone en 27 unidades de acción facial a las que cabe sumar otras referidas a la cabeza , los ojos, la lengua, etc, la serie Lie to Me (Miénteme) se basó en los estudios de Ekman.
Rosalind Picard profesora del Media Lab del MIT, inició en un nuevo campo que llamó computación afectiva, que agregó a las configuraciones faciales de Ekman un sistema computacional y que relacionara las microexpresiones con sus causas emocionales y combinó la expresión facial con la entonación de la voz y con otras señales fisiológicas de la emoción que permitiera medir la conducta.
Picard formó su propia empresa que intentó comercializar estos conocimientos, pero de la que fue echada tres años después cuando expuso su queja por la dirección que estaba tomando la misma.
La misma Picard en 2016 expresó su preocupación: “Algunas organizaciones quieren percibir las emociones humanas sin que las personas lo sepan ni hayan consentido en ello. Hay científicos que quieren fabricar ordenadores que sean inmensamente superiores a los seres humanos, capaces de cosas que vayan más allá de la autoreproducción incluso…. ¿cómo podemos estar seguros, entonces, de que las nuevas tecnologías afectivas mejorarán la vida humana?”.
Zuboff expresa reiteradamente el peligro que esto implica: “Las fronteras personales tras las que se cobija la vida interior han sido declaradas malas para el negocio por una nueva raza de mercenarios del yo decididos a analizar, diseccionar y empaquetar la vida interior de las personas para obtener así ingresos derivados del negocio de la vigilancia”
Seguir a la manada
Cada tanto se filtran documentos internos de Facebook a la que no le quedó más remedio que reconocer que había realizado experimentos tendientes a modificar las conductas de los usuarios y manipularlos emocionalmente, por eso pidió disculpas y se comprometió a no volverlo a hacer.
Las empresas se han percatado que las personas a las que no pueden manipular son aquellas que piensan bastante antes de realizar un acto en su vida y toman sus propias decisiones, otra condición para evitar ser manipulado es el compromiso, las que se comprometen conscientemente con determinado rumbo o con determinados principios son menos proclives a que nadie las convenza para hacer algo que vaya contra sus principios.
Pero por supuesto que los capitalistas prefieren individuos que accedan a trabajar y consumir de acuerdo a su conveniencia, y que sean fácilmente manipulables por sus mensajes publicitarios.
La autora nos dice: “Declarando su presunto derecho a modificar la acción humana en secreto y con ánimo de lucro, el capitalismo de la vigilancia nos convierte en unos exiliados de facto de nuestra propia conducta, y desplaza el foco de control sobre el tiempo futuro desde el “yo haré” hacia el “tú harás””
Aquellas herramientas utilizadas por las corporaciones para modificar de conducta muestran que la libertad irrestricta del capital tiene como consecuencia limitaciones a la libertad de los individuos, y que su comportamiento es contrario a la democracia y al desarrollo humano.
Y con todo este menú de oportunidades aparecen las agencias de inteligencia como la CIA que las utilizan para asegurar el control político del poder económico, hubo profesores y científicos que trabajaron para la CIA tratando de perfeccionar las herramientas que permiten modificar las conductas de los individuos, sirviendo esos desarrollos tanto para uso civil como militar.
El regreso del conductismo
Burrhus Frederic Skinner fue un psicólogo y filósofo social que se especializó en la teoría conductista que proclamaba que la conducta de los seres humanos era modificable y que además eso era beneficioso para la Humanidad porque era posible eliminar los comportamientos antisociales de las personas.
Pero esa posibilidad de modificación de la conducta que defendía Skinner rechazaba dos aspectos fundamentales de los seres humanos: la libertad y la dignidad que según Skinner no eran otra cosa que un producto del narcisismo egoísta, para él libertad e ignorancia son sinónimos, según su teoría adquirir conocimientos nos rescata de la ignorancia pero revela la imposibilidad de la libertad.
Skinner adquirió fama por las ingeniosas herramientas que inventó para estudiar la conducta animal y por las ideas que él y sus alumnos desarrollaron para modificar los comportamientos de palomas y ratas, pero luego procedió a extrapolar el comportamiento de los animales para establecer teorías sobre la conducta humana.
Uno de los que salió a cuestionar a Skinner fue Noam Chomsky que señaló que sus ideas eran muy cercanas a la de los libertarios ultraliberales y al fascismo diciendo que es absurdo que se pueda controlar el comportamiento humano y que si fuera posible sería muy peligroso.
Ya en 1974 el senador estadounidense Samuel Ervin decía: “Conceptos como la libertad, la privacidad y la autodeterminación personal entran inherentemente en conflicto con programas diseñados para controlar, no solo la libertad física, sino también la fuente del libre pensamiento…”
Y ahora renacen esas teorías de la mano de las corporaciones del capitalismo de la vigilancia que pretenden modificar la conducta de los individuos para lucrar con su privacidad, tomando la forma de una arquitectura de mercado digital global sin trabas geográficas, sin restricciones constitucionales e indiferentes a los riesgos sobre la libertad.
Estas compañías están tratando de automatizarnos, de enredarnos en una red de la que es difícil escapar, para enfrentar esto debemos apelar a la indignación y rechazar el pacto con el diablo que significa participar de ese proceso.
Si el capitalismo de la vigilancia está triunfando es porque no opusimos resistencias, cuando Google y Facebook se entrometían en nuestra privacidad, no nos quejamos, ellas invadían nuestra vida y decían que los datos obtenidos eran suyos.
Para poder avanzar de esa manera necesitaban de la complicidad de los gobiernos neoliberales que siempre resolvían a favor de las corporaciones, porque además ellas pagaban sus campañas electorales y porque las empresas ayudaban a gobiernos como Estados Unidos a vigilar y espiar a la población.
Se ha creado una sensación, que las empresas han ayudado a establecer, que si alguien no está en Facebook, no existe, o que si se abandona una de estas aplicaciones significa perder amigos y relaciones.
Las mentiras de las corporaciones
Las empresas son muy exitosas en cuanto a la publicidad de si mismas, y la complicidad de gran parte de la prensa que necesita de su publicidad, presentando a los dueños de estas compañías como heroicos emprendedores y como ejemplos a seguir, a sus líderes se los presenta con autoridad para hablar del futuro, sosteniendo que si son exitosos entonces tienen razón en todo lo que dicen.
Pero en esas publi-notas destinadas a elogiarlos, los empresarios se ocupan de ocultar sus intenciones y sus prácticas, mientras que nada dicen del atentado diario a la privacidad de sus usuarios.
Zuboff nos dice que así como los trabajadores tuvieron que luchar contra la explotación de sus patrones industriales para establecer algunos derechos como la prohibición del trabajo infantil, la reducción de los riesgos laborales, la reducción de la jornada laboral, mejores salarios, etc; ahora también habría que reclamar ante los patrones del capitalismo de la vigilancia.
Mientras el capitalismo industrial puso en riesgo el planeta, y durante mucho tiempo no hubo medida alguna para limitar a las empresas en su avance destructivo, ahora el capitalismo de la vigilancia lo que está destruyendo es nuestra propia naturaleza humana, costándonos nuestra libertad, nuestros derechos y privacidad. La cadena de producción del capitalismo de la vigilancia consiste en fabricar predicciones.
Estos empresarios pretenden que en nombre del conocimiento renunciemos a la libertad, pero ninguno de ellos, como tampoco los científicos que apoyan esos lineamientos, hablan de las consecuencias de esa capitulación, de esa privatización de nuestra libertad porque mientras el conocimiento sigue siendo de ellos, la libertad perdida es la de los ciudadanos.
Como ocurría con régimen anteriores a los capitalismos de la vigilancia no les interesan ni lo necesitan provocar genocidios como el nazismo o reformar nuestras almas como buscan los regímenes totalitarios, sus ambiciones son otras. Este es un punto en el que discrepamos con la autora y al que volveremos en el final.
A esta forma de capitalismo del siglo XXI le basta con modificar nuestra conducta, solo le interesa que todo lo que hagamos y digamos sean accesibles para ellas y lo puedan comercializar, es así como tienen su propia forma de dominio.
La asociación con los gobiernos
En 2013 Edward Snowden reveló con infinidad de pruebas la complicidad entre las Agencias de Inteligencia de los Estados y las empresas tecnológicas, como Estados Unidos y los serviles gobiernos europeos castigan al mensajero no a los que espían ilegalmente a los ciudadanos, para no sufrir la persecución y cárcel que padeció Julian Assange, Snowden debió escapar a Rusia.
Obama celebró una cumbre sobre el terrorismo en 2016 entre el gobierno y los altos directivos de las tecnológicas, buscando como desbaratar células terroristas en internet, la Casa Blanca emitió una circular en las que animaba a las empresas a desarrollar un algoritmo contra el radicalismo para poderlo cuantificar.
En 2017 Facebook, Microsoft, Google, y Twitter fundaron el Foro Global de Internet para combatir el Terrorismo
Pero hubo más asociaciones, el director de Inteligencia Nacional de EEUU James Clapper declaró en el Congreso en 2016 que los servicios de inteligencia podrían usar internet de las cosas para vigilancia, identificación, rastreo de ubicaciones.
La internet de las cosas es cuando se relaciona un dispositivo con internet, por ejemplo, sensores, termostatos, relojes inteligentes, etc. que recopilan y comparten datos.
Tal vez alguien piense que está bien que se busquen terroristas por todos los medios, pero muchas veces esas búsquedas terminan detectando disidentes con los gobiernos, y que para que la persecución no sea cuestionada se los califica de terroristas, en Argentina hemos visto que el gobierno de Milei califica de terroristas a trabajadores en huelga.
Las policías en Estados Unidos reciben información de las empresas, mientras que la empresa Geofeedia, que es una inversión de la CIA, se especializa en el rastreo de activistas y manifestantes, tales como miembros de Greenpeace, hasta sindicalistas, extrayendo datos de las redes, mientras que la empresa Palantir colaboró en secreto con la policía de Nueva York para poner en práctica la vigilancia policial predictiva.
China la sociedad del futuro?
Salvo Trump por ser una competidora de su economía, nadie quiere hablar mal de China en tanto potencia en constante crecimiento con la que todos quieren comerciar, por eso se oculta que es donde la dictadura tecnológica ha llegado más lejos, en muchos países capitalistas el régimen de vigilancia ya funciona a pleno aunque todavía no llega al extremo chino.
China ya está usando los datos personales para “mejorar” la conducta de los ciudadanos, tanto personas como empresas irán recibiendo puntuaciones sobre distintos aspectos de su conducta y esas puntuaciones formarán parte de una base de datos que se vinculará con instituciones del gobierno y las empresas privadas, haciendo realidad lo que mostró un episodio de la serie futurista Black Mirror.
Un director de empresa dice que la puntuación garantizará que las malas personas no tengan adonde ir y que las buenas pueden moverse con libertad y sin trabas, parece ser que los algoritmos ahora también decidirán quien es buena o mala persona.
En la revista The Economist apareció un artículo que comentaba sobre el sistema de reputación social chino en el cual se arma una lista con deudores o que hayan incumplido una orden o tengan sentencia judicial: “A las personas que figuran en la lista se les puede impedir adquirir billetes de avión, de tren bala, o de ferrocarril de primera clase o de clase business, también se les puede prohibir la venta, la compra, o la edificación de una vivienda; o la matriculación de sus hijos en centros educativos caros. Los infractores que allí aparecen se encuentran con restricciones a la hora de ingresar (o ascender) en el Partido o en el Ejército, o para recibir distinciones o títulos”.
A diferencia de lo que ocurría en la Revolución Cultural China no se envía a ningún incumplidor a un campo de reeducación, pero es posible que no se le permita adquirir determinados bienes.
Es posible que si tus amigos se enteran que estás en la lista negra, tendrán temor que eso afecte sus puntuaciones y te van eliminando de sus listas de contactos, el algoritmo lo detecta y tu puntuación cae más aún.
Los cibercensores chinos puede suspender cuentas de internet o de redes sociales, cuyos mensajes tengan temas como la independencia tibetana o sucesos de 1989 en la plaza Tiananmén, con la rebelión de los estudiantes con apoyo de los trabajadores que terminó en una masacre.
O sea, que ya no se trata sólo de detectar buenas y malas personas, sino más bien de medir la obediencia del ciudadano y sobre todo descubrir a los disidentes con el régimen, algo similar a lo que hacen la CIA y la NSA en los Estados Unidos, son las compañías tecnológicas estadounidenses las que diseñan algoritmos para que generen puntuación del grado de rebeldía del usuario.
Un futuro para pocos
Una característica de los dueños de las empresas tecnológicas es pintarnos un futuro promisorio, Larry Page fundador de Google, vaticinó en 2016 que la inteligencia de las máquinas regresará a la humanidad al Paraíso del Edén, nos liberará del trabajo y los problemas, instalando el reino del ocio y la realización personal, todo abundará, para que eso ocurra la condición es que estas compañías no tengan restricciones de ningún tipo.
Cuando estos empresarios hacen futurismo color de rosa, en realidad no reflejan lo que ocurre en la realidad de ningún país donde la desigualdad crece, razón por la cual esos empresarios incrementan sus ganancias exponencialmente, y esa es la causa de su optimismo ilimitado.
Algunos de esos patrones del optimismo como Alex Pentland director de Human Dynamics Lab integrado en el Media Lab del MIT llegaron a plantear el reemplazo de la política por algoritmos, así lo dice: “Disponer de una ciencia predictiva, matemática, de la sociedad, que abarca tanto las diferencias individuales como las relaciones entre los individuos nos brinda el potencial de modificar extraordinariamente la forma de las autoridades gubernamentales, los directivos empresariales y los ciudadanos tienen de pensar y actuar”.
Pentland promueve una sociedad obediente donde nadie se salga del rebaño y donde un software determine que es lo más conveniente, conveniencia que coincidirá irremediablemente con los intereses económicos de las corporaciones tecnológicas.
Por su parte Facebook ha logrado conocer las necesidades psicológicas de los jóvenes e incentivarlas, productos como las redes sociales crean adicción, un experimento por el cual se les impidió a un grupo de jóvenes el uso de los medios electrónicos mostró que padecían algo similar al síndrome de abstinencia, depresiones y ansiedad propia de las adicciones.
Las redes sociales están diseñadas para atraer y retener personas de todas las edades, pero están amoldadas a la estructura psicológica de los jóvenes cuando el individuo está orientado a los otros y busca recompensas de reconocimiento y aceptación.
Las redes sociales se han convertido en un medio tóxico, inundadas de odio, resentimiento y donde salen a relucir las peores tendencias del ser humano, y lo peor resulta ser que esos sentimientos se naturalizan.
Pero no fue Facebook quién creó la adicción a la tecnología, los primeros fueron los softwares de juegos que crean una sensación de inmersión, pérdida de la autoconciencia, un comportamiento automático y compulsivo.
Los que sí hizo Facebook fue fomentar las necesidades de los jóvenes de buscar aprobación (botón Me Gusta) y evitar la desaprobación haciendo lo mismo que hacen los demás.
¿El capitalismo de la vigilancia es distinto?
Aquí comienzan las conclusiones de Zuboff con las que discrepamos.
A la pregunta ¿es el capitalismo de la vigilancia un simple capitalismo más?, Zuboff contesta que el capitalismo de la vigilancia no es el capitalismo de toda la vida y que estos nuevos empresarios nada tienen que ver con lo pensado por Adam Smith o por Friedrich Hayek.
El capitalismo de la vigilancia se deriva de la desposesión de la experiencia humana, realizada mediante sus propios programas: nuestras vidas adaptadas al rebaño y vendidas para financiar su libertad de las empresas a costa de nuestro sometimiento.
Estos empresarios no dependen de las personas como consumidoras, la oferta y la demanda, sus clientes son las empresas que compran la información que le permite prever el comportamiento de las poblaciones.
La autora dice que en el anterior capitalismo había reciprocidad de los industriales a los trabajadores y que ahora esa reciprocidad ha desaparecido, había concesiones de los capitalistas mientras que los actuales tienen una indiferencia con respecto a las personas.
El nuevo colectivismo acumula la libertad y el conocimiento sin reciprocidad para las personas, lo cual diverge con los “tradicionales valores del capitalismo de mercado” y se aleja de los inicios del capitalismo de la vigilancia producto del neoliberalismo.
El neoliberalismo surgido después de la desaparición de la Unión Soviética produjo una redefinición del estado democrático, proceso que concluyó con los capitalistas de la vigilancia devenidos en amos de la sociedad.
También realiza una afirmación más cuestionable diciendo que el periodismo profesional busca la verdad, mientras que Facebook y Google se han convertido con sus noticias en promotores de fake news especialmente durante las campañas electorales.
Michas grandes marcas suspendieron la publicidad en Google y Facebook hasta que esas empresas eliminaran contenidos corrompidos, hubo políticos que acusaron a las empresas de lucrar con el odio y debilitar la democracia.
Esto dice Zuboff “La tiranía del capitalismo de la vigilancia no requiere del látigo del déspota ni de los campos y los gulags del totalitarismo, lo único que necesita lo encuentra en los tranquilizadores mensajes y emoticones, en la presión de los otros no mediante el terror, sino a través de sus irresistibles inducciones a la confluencia, en el tejido de nuestra camiseta saturado de sensores, en la suave voz que responde a nuestras consultas, en la televisión que oye, en la casa que nos conoce, en la cama que percibe y acepta encantada nuestros susurros, en el libros que nos lee…”
En vez de la violencia este capitalismo recurre a la domesticación y agrega que “Los resultados sugieren que el ideal democrático ha dejado de ser un imperativo sagrado, incluso para las ciudadanías de las sociedades democráticas maduras”.
Este capitalismo también asesina
Según lo que nos dice la autora parece que hubo una época de un capitalismo “bueno” que reconocía los derechos de los trabajadores y donde imperaba una democracia que permitía al pueblo expresarse libremente, donde también existía un periodismo profesional que decía la “verdad”.
Si bien existió algunas décadas conocidas como Estado de Bienestar tanto en los Estados Unidos como en Europa, esas concesiones de los gobiernos fueron realizadas por el temor a que los trabajadores cayeran bajo la influencia de ideas de izquierda que avanzaban por todo el mundo.
Pero además ese bienestar no se trasladó a los países periféricos como América Latina, países saqueados por las grandes potencias y que padecieron dictaduras apoyadas por el gobierno de los Estados Unidos, a la vez Europa saqueaba a los países de África y Asia.
Pero además ningún derecho de los trabajadores fue obtenido por voluntad de los patrones sino por la lucha sindical las que casi siempre se lograron por el sacrificio de vidas de valientes luchadores, tanto el 1° de mayo Día Internacional del Trabajador como el 8 de Marzo Día Internacional de la Mujer, recuerdan el criminal comportamiento patronal contra trabajadores en lucha.
En cuando a que los periodistas profesionales luchan por la verdad, debería fijarse en lo que hacen diarios como Clarín y La Nación en la Argentina, o en su país Fox News o la CNN, para darse cuenta que son fabricantes masivos de falsas noticias.
Por último, es una falsedad decir que los capitalistas de la vigilancia están exentos de cometer matanzas o de apelar a la represión y la tortura.
Ella misma muestra como a partir del atentado a las Torres Gemelas comenzó una asociación entre las empresas tecnológicas y el gobierno de Estados Unidos para espiar a la población, eso fue acompañado por la detención de personas violando las soberanías nacionales y sin juicio fueron encarcelados en el campo de concentración existente en Guantánamo donde se aplica la tortura.
Además las empresas israelíes están en la vanguardia de la tecnología de espionaje y la vigilancia por ejemplo con el mencionado software Pegasus, las empresas tecnológicas israelíes tienen una asociación con su gobierno, mientras la Humanidad contempla el genocidio que el gobierno de ultraderecha israelí está desarrollando en Palestina.
El empresario tecnológico Elon Musk que compró de manera agresiva Twitter para convertirla en una fábrica de odio y noticias falsas, se posicionó como un referente de la ultraderecha mundial. Elon Musk apoyó el golpe en Bolivia contra Evo Morales y declaró “Derrocaremos a quien queramos”.
Así que no es verdad que el capitalismo de la vigilancia no necesite de los genocidios, las torturas, los golpes de Estado y las dictaduras, este capitalismo no es muy diferente a lo que vimos hasta el momento, estos patrones han mostrado una codicia que está dispuesta a arrasar soberanías nacionales y democracias.